Recuerdos de adolescencia (IV). Descubrimiento.

Las aventuras de Marcos continúan trayendo consecuencias, pero esta vez, Lili también hace un descubrimiento con una amiga de la infancia.

Recomiendo lectura de los anteriores capítulos.


Mientras entraba a la estación sabía que me esperaban dos días bastante largos. No era lo normal, ni mucho menos, pero le debía un favor a un compañero, y se lo había cobrado alargando el fin de semana. 48 horas de trabajo, que en otro momento no me hubieran importado lo más mínimo, pero con los cambios tan recientes en mi vida sexual, está vez se me iban a hacer eternos.

Cuando salía de casa, Lili se estaba preparando para ir al gimnasio. Ya llevaba esas mallas tan prietas y elásticas que se pone, que incluso se le introducen por la rajita del culo, y que, si no fuera por la ropa interior, le marcarían también sus labios por la parte delantera. Ahora con el tema Covid, prefería ir cambiada y volver a ducharse a casa.

  • Gordo. ¿Te vas a ir sin darme un beso? - me dijo cuando ya agarraba mi mochila, con los enseres del curro.

  • No sabía si lo querías hoy, Reina. No sé cómo actuar aún. Como no me has dicho nada desde anoche, creí que aún estabas enfadada.

  • Ven aquí gilipollas. - y saltó sobre mí, colgándose de mi cuello.

Me empezó a dar montones de besos por toda la cara, y me tiró del pelo de la nuca.

  • Sigo enfadada, y mi venganza no ha acabado aún, idiota. Aún te queda sufrir un poquito. No te follarás a ningún compañero estos dos días, ¿no? Que se de sobra que hay dosba los que les gustan bastante los pitos...

  • No señora. - se lo dije cuadrá

ndome y haciendo el saludo militar. A veces usaba este recurso a modo de chiste, para hacerle parecer una sargento. Esta vez era para quitarle hierro al asunto.

Se bajó de mis hombros y me despidió con un sonoro azote en el trasero.

  • Nos vemos el miércoles a la hora de comer.

No llevaba ni dos horas en el trabajo, cuando me entró un mensaje de Lili.

"El Koki me ha vuelto a invitar a tomar algo, ¿habrá sido por mi modelito?" y lo adjuntaba con una foto suya de lado, con uno de sus conjuntos de gimnasio: la malla antes descrita, y uno de sus tops fosforitos, tan ajustados como la malla, que marcaban todo en su exuberante pecho, incluido un escote bastante pronunciado, que el top apretaba aún más.

Efectivamente mi tortura aún no había acabado. "El Koki" era el típico gallito de gimnasio, un tipo grotesco, de esos machistas babosos, hipermusculados de cintura para arriba, y con piernas delgaduchas, como un gallo. Encantado de pavonearse en el gimnasio ante las mujeres, como un gallo. Por eso Lili y yo y le pusimos ese mote, para nuestro dominio privado, el nombre del gallo de una de las series de nuestra infancia, Los Trotamúsicos.

En el fondo, sabía que me estaba provocando, pues un tipo así le resultaba vomitivo, teniendo en cuenta su intelecto y mentalidad feminista. Pero ante la circunstancia que vivíamos, podía estar utilizando nuestra aversión de ese ser, con el objetivo de malhumorarme. Y sabía que lo estaba consiguiendo.

"Igual le digo que si... Me ha ayudado mucho en la sesión de hoy, y desde bien cerquita, y por detrás, como le gusta a él..."

"Solo que hoy no le he cortado"

Lo estaba leyendo en su mensaje, pero era como que me lo estuviera diciendo al oído. Me hervía la sangre. Y "la Husky" lo sabía.

  • Igual tengo que ir por allí contigo el viernes a saludar a los dueños del gimnasio, y a hacer que se cague un poquito los pantalones, como la última vez que me vio, el enano de mierda.

No sabía si era cierto lo que me decía, ni lo iba a saber hasta el miércoles. En cualquier caso, tenía que responder así, aun dudando en parte de la veracidad de todo lo que me contaba. Era una respuesta para demostrarle celos, (que los había) y cubrirme las espaldas, pues una contestación poniendo en duda lo que me contaba, primero podía hacer enfadar más a mi esposa, y segundo, de no ser cierto, podía volverlo cierto en un segundo, y darle a ese pringado la alegría de su vida.

Dejó de escribirme e hice lo mismo. A las dos horas volví a la carga.

  • ¿Que tal el gimnasio?

  • Bien, al final me he "liado" un poco allí. Voy a comer a casa de mis padres, y luego subo a Valde.

La tía cabrona le había puesto las comillas a posta. Estaba claro que buscaba seguir provocándome y enfadándome. Quise hacerme el loco.

  • ¿Vas a subir a Aldea esta tarde?

  • Voy a ir a casa de mis padres si, antes de ir a Valde también, (Valderesando de Tórcar, mi pueblo) que voy a pasar por donde Koke y Ali a tomar café. Luego saludaré a tu madre. Y a ver si pillo a Gus por banda... Que se va a enterar. Entro a trabajar de noche hoy.

En ese momento entró un aviso a la base, así que no me pude parar a pensar en lo que me acaba de decir. Estaba en primera salida, así que nos vestimos corriendo y salimos disparados con el camión. Nos dirigíamos a un accidente de tráfico. El conductor de un vehículo había quedado atrapado en el habitáculo, y no podían sacarlo. Cuando llegamos, vimos que no era tan grave, y con el equipamiento hidráulico pero con mucha paciencia, pudimos sacar a aquel hombre, consciente en todo momento. A pesar de lo que costó sacarlo, todo salió bien.

Cuando regresamos a la base, ya habíamos consumido gran parte de la tarde, y recordé la conversación con Lili. Sabía que estaría de preparativos para ir a trabajar, así que esperé a después de cenar para hacerle una videollamada, método que

habíamos cogido como costumbre con nuestras familias, durante el confinamiento por la pandemia.

  • Hemos tenido una salida, por un accidente de tráfico. Nos ha costado algo más de dos horas sacar a un pobre señor de su coche, pero lo va a contar con pocas secuelas, creo.

  • Me alegro por él, -contesto- Ya me parecía raro que no hubieras dicho nada en toda la tarde.

Le fui detallando el tema del accidente. Ella estaba ya en el hospital, y al contarle sobre el señor, reparó en que ya sabía del mismo y del accidente que, por suerte para él, solo le había supuesto varias fracturas de las que se recuperaría sin cirugía. Le pedí que, ya que estaba trabajando, pasara a saludarle de mi parte, y le deseara una pronta recuperación.

  • ¿Qué tal tus padres, y que tal con estos dos? - dije para cambiar de tema, y obviando a propósito a Gus, puesto que prefería seguir trabajando ese asunto cara a cara.

  • Con mis padres, como siempre, Koke no estaba al final, así que tomé café solo con mi "Diva". Y ahí ya

fue la cosa un poco más extraña.

Diva es como llamamos a Ali, la mejor amiga de Lili desde primaria, y pareja de Koke. El motivo del sobrenombre es que siempre va impecablemente arreglada. Es una muchacha bajita, que apenas pasa los 155 cm, con una cara de facciones algo más angulosas que las de Lili, pero también simétrica y bonita, con dos ojos castaños enormes. Su larguísima melena, perfectamente peinada de mil maneras, es también castaña y con mechas rubias, y le cae hasta la cintura. Pero su rango más distintivo es su trasero. Y es que nuestra pequeña diva tiene un culazo que quita el hipo. Respingón, grandecito, perfectamente torneado y redondo, con unos muslos poderosos, tirando a anchos, producto del baile, a lo que dedica mucho tiempo por afición. Ella lo sabe y siempre lo luce, con pantalones apretadísimos, y con bikinis minúsculos cuando se tercia.

  • Resulta que estábamos hablando en el café, - prosiguió contándome Lili - cuando salió el tema de vuestra cenita del otro día.

No me imaginaba que podría saber Ali de la cena, o que podría saber de la mano de Torero.

  • Si Ali no cenó con nosotros. - le replique, en un intento patético de que se fuera por otros derroteros.

  • Ya, pero estuvisteis en casa de Koke... Y desde casa de Koke se ve la era donde estuviste... Ya sabes... Dejando que Gus te sacudiera la sardina, y os vio.

En ese momento agarré mi móvil, tapando el altavoz, a la vez que oteaba mis alrededores, esperando que ningún compañero de la base hubiera escuchado eso.

Parecía que no había moros en la costa, pero me puse inmediatamente a buscar unos auriculares para mantener mayor privacidad en la conversación. Jose Luis paso por delante de la puerta. Parecía que había salvado la situación.

  • ¿Y cómo saben ellos dos eso? Casi no se veía nada... - Repliqué, mientras seguía buscando como un loco entre mis cosas.

  • Algo se veía, porque Ali dice que Koke os vio, mientras Gus te hacía la paja.

No me lo podía creer. Koke nos había visto, y el muy cabrón se lo había cascado a su mujer... Se iba a enterar en cuanto lo viera.

  • Y se lo ha contado a Ali el tío... que discreto.

  • Espera, que ahora viene lo mejor. - me cortó - Estos dos comparten todo, como nosotros, pero es que me dijo que lo sabía de antemano, porque Gus le comentó que iba a tratar de tentarte, como cuando erais unos chiquillos. Por ese motivo se quedó espiándoos por la ventana.

  • Vamos, que me provocaron para follarme y caí en la trampa.

  • Efectivamente. Así fue. Lo que me sorprendió, y así se lo dije a Ali, es como podían andar en esa historia Búfalo y Torero, y si no había ningún lío más entre ellos detrás.

  • Ya sabes que algo más hay. Cuando estaba rompiéndole el ojete a Gus, me reconoció que con Koke también follaba. Solo que con él con cierta asiduidad, y que es Koke al que le gusta poner su culito para Gus.

¡Por fin! Encontré mis auriculares inalámbricos en la bolsa y me los puse.

  • Si, sí. Ali me lo contó todo. Agárrate que ahora llegamos al punto álgido: a nuestro Torero le gusta mucho que le den por detrás, y tanto Ali con ciertos juguetes que usan, como Gus, con el consentimiento de ella... Pues le ponen el culito caliente.

Gus me lo había comentado en nuestra sesión de sexo desenfrenado, pero no le había dado credibilidad al cien por cien. Dudaba si era algo que hubiera dicho solo por subir la excitación del momento, pero ahora veía que no.

Había pasado, de la noche a la mañana, a tener sexo por primera vez con un amigo de mi mismo sexo, enterándome de sus gustos y preferencia por los machos, y a enterarme también de que otro de los amigos de mi infancia, si bien está felizmente casado con una mujer, gusta de que le rompan el culo a menudo.

Así se lo resumí a Lili. Que se rio a carcajadas.

  • La Diva me enseñó los juguetitos que usan, no veas que tamaños.

  • Estoy alucinando. -contesté, por contestar algo, porque lo que me estaba ocurriendo aparte, en mis partes bajas, era que solo de pensarlo se me estaba empezando a poner morcillona, por lo que me tuve que recolocar disimuladamente.

  • Bueno, pues aquí va la última. Con el calor de los relatos de nuestro Torero y nuestro Búfalo, y las pichas de plástico alli... Ali y yo acabamos masturbándonos una frente a la otra, con esos pollones de goma.

  • ¡Qué! ¿qué? Ahora si me dejas de piedra Reina. - Como una piedra la tenía yo ya... - Cuéntame ahora mismo.

  • Pues el caso es que empezamos a hablar del tamaño, que si como le podía caber eso en el culo a Koke... Y diciéndolo estaba cuando me fijo que mi amiga la Diva se está sobando las tetas delante de mis morros con una mano, y que la otra está por debajo de la mesa, y no se la veo...

Yo por mi parte solo estaba pensando en cómo masturbarme ante la idea de imaginarlas a ambas abiertas de piernas, frente a frente, metiéndose unos dildos enormes en sus chochitos, y por lo visto, la Husky también se lo estaba imaginando, pues detrás de la mascarilla, podía ver esos dos ojazos azules llenos de lujuria. Siguió contándome:

  • En ese momento Ali se levantó de su silla y vino frente a mí. Se quito la camiseta, se subió la falda larga que llevaba y se bajó el tanga hasta los tobillos, Marcos. No me lo podía creer. Se sentó frente a mí, y de esa guisa, y me dice: Yo me quedo con el negro, y el de color natural, para ti. y empezó a masturbarse. Primero con los dedos, se detuvo para quitarse después la camiseta. Nos habremos visto desnudas millones de veces desde que somos niñas, pero en ese momento la estaba viendo de manera sexual por primera vez. Cuando ya estaba mojada entera, se metió ese pollón negro en la seta despacio, pero empezó a coger velocidad... Y yo a ponerme burra y cerda como... Bueno, como yo me pongo a veces, marido.

No quería cortarla bajo ningún concepto, pero ambos, ella en el hospital, y yo en el cuartel de bomberos no estábamos en una situación muy cómoda, pues cualquiera podía pillarnos en cualquier momento. A mí ya habían estado a punto.

  • Y que hiciste - le tiré de la lengua para que siguiera contándome.

  • Pues lo que me mandó mi amiga. Me bajé el short por las rodillas, cogí el consolador pequeño, y me puse a copiarla, sentada enfrente suyo. No paraba de mirarla desnuda, con cara de viciosa metiéndose ese aparato en el coño. Pero vamos, que ella estaba más caliente que yo aún, porque no tardó ni dos minutos en correrse, gimiendo como una perra. Y obviamente en cuanto lo hizo, y se hubo corrido a gusto, se sacó el dildo negro, y vino donde mí, me sacó el mío y empezó a masturbarme con el grande. No pensé que me fuera a caber...

  • Así que no solo yo soy el marido pervertido que se folla a sus amigos... Resulta que mi esposa también es una calentorra que se folla a sus amigas...

  • Me folló ella a mí. - replicó, intentando defender lo indefendible - Pero si... en cuanto sentí ese pedazo de plástico enorme en la vagina, manejado por ella... no iba a tardar muco más que ella en irme entera. Y en cuanto vio que ya no me quedaba mucho más, va la tía, me saca eso de dentro, y se pone a comerme el coño. Y cómo lo come la cabrona. Se tiene que haber comido unos cuantos, porque es una maestra. Asi que en un abrir y cerrar de ojos me corrí en su boca. No lo pude evitar.

  • Dudo que quisieras... Me reí.

En ese momento apareció alguien tras ella en el teléfono:

  • Doctora Elisa, la necesitamos.

  • Por supuesto. -dijo intentando mantener la compostura por su relato, y seguidamente, se dio la vuelta de nuevo hacia mí - Gordo, el deber me llama. Mañana nos vemos. ¡Te amo!

Y colgó. Yo obviamente tenía la polla más dura que un poste de telégrafos. En dos noches seguidas me había dejado dos veces tirado y con el pito a punto de explotar, así que tenía que buscar un sitio donde poder desahogarme rápidamente.

Se me ocurrieron las duchas de la unidad, así que dejé el móvil cargando, cogí una muda limpia y el pijama, y fui para allí, con todo colocado sobre la cintura, tapándome el pene, para disimular la erección. Son duchas conjuntas, separadas por un tabique central a media altura, de donde suben cuatro grifos para cada lado, lo que permite, colocándose en las del fondo, que si alguien entra te de algo de tiempo a soltar la mercancía, y al menos, disimular un poco. No era el mejor escondrijo, pero el calentón apremiaba.

Cuando llegué a los baños, estaban vacíos, así que me dispuse a disfrutar de mi momento.

Estaba ya desnudo, con el pene enhiesto, y entrando a la zona de duchas, cuando José Luis, nuestro capitán de unidad, y quién había pasado por delante de la estancia en la que me encontraba charlando tan acaloradamente con mi mujer, apareció de la nada.

  • Joder que contento vienes tú a las duchas...

Me miraba el pene sin ningún pudor. Había creido

que no nos había escuchado en la conversación... Pero ahora ya lo dudaba.

  • Disculpe capitán, he charlado con mi mujer justo ahora, y hemos tenido una conversación un poco subida de tono, le pido disculpas.

  • De disculpas nada, hijo. Yo también he sido recién casado, y esas cosas no se pueden evitar. Hazte la paja a gusto que a mí no me va a molestar.

José Luis es ya un señor, un tipo bien entrado en los cincuenta, de poco pelo, y barba entrecana, de gesto simpático y cercano siempre, pero al que envuelve un halo de respeto. De estatura media, pues algo habrá perdido ya con los años, pero que físicamente se conserva estupendo. Siempre fue de los más fuertes de su promoción, e incluso de alguna posterior, y aún seguía siendo un bombero excelente sobre el terreno. Aparte, por experiencia y buen hacer, sus méritos, estudios y liderazgo, había llegado a ser el jefe de nuestra unidad.

  • No se preocupe capitán, que ya me aliviaré en otro momento. - dije desde la ducha.

Pero su respuesta no fue la esperada. Se quitó la toalla y pude ver que traía una erección más que pronunciada. Su pene ladeaba un poquito hacia el lado derecho, pero el señor calzaba un buen tamaño. Se colocó en la ducha más cercana a la que yo estaba utilizando, y sin dudarlo un momento, comenzó a masturbarse.

  • He oído algo más de lo que he reconocido sobre la conversación con tu mujer.

El seguía con el vaivén de sus manos hacia adelante y hacia atrás, con sus peludos huevazos moviéndose al ritmo de la mano.

  • Si he oído bien, - continuó el capitán - te lo pasas bien con tus amigos y tu mujer...

  • Si señor, me temo que así fue. Pero solo ha ocurrido una vez, y al parecer me liaron.

Mi erección no había bajado nada desde mi conversación telefónica, y ahora, mi capitán se estaba masturbando frente a mí. No podía a apartar la vista de su entrepierna.

  • Anda, ven aquí, que te la voy a tocar un poquito.

Cuando pensé en la posibilidad de que otro compañero entrara y nos viera de esa guisa, José Luis ya estaba colocado a mi lado, con su manaza de anchos dedos en mi verga, dándome placer. Se acercó aún más a mi, juntando su cuerpo al mío lateralmente, y apoyando su pene y sus testículos en mi muslo, en una clara invitación a que los tomara.

  • Capitán, con lo que traigo ya encima, no voy a aguantar demasiado.

  • Yo también estoy a punto. Me he estado masturbando en lo que terminabas de hablar por teléfono, esperando a esto. ¿No me vas a dar un poco de gustito a mí? - preguntó mirándose el paquete.

Toque primero tímidamente su venosa y ladeada polla, pero la sensación de tener otro miembro en la mano me pudo y comencé a masturbarlo.

Inmediatamente el comenzó a gemir.

  • José Luis, van a oírnos...

Su respuesta fue morderme el hombro y abrazarme por la espalda, sobándome el culo. No me dio tiempo a mucho más, se corrió enseguida. Su leche cayó sobre mi mano, y poco a poco fue diluyéndose con el agua de las duchas.

  • Tu leche no quiero que se escape. - me dijo una vez se hubo tranquilizado- te la voy a dejar limpia y reluciente.

Se agachó, y la engulló. No tiene el capitán una boca muy grande, y unido al grosor de mi miembro, eso le dificultaba la tarea a la que se había encomendado, pero en poco segundos ya había cogido el tranquillo al asunto y chupaba con esmero. Se le notaba un mamador experto. Subía y bajaba por todo el tronco, engullendo tanto como le cabía en la boca, y de cuando en cuando la cogia con su mano, y le daba lametones desde la base al prepucio, a la vez que me miraba. Comprobaba mi excitación a cada rato y me preguntaba:

  • ¿Te gusta cómo te la mama el jefe?, ¿te gusta lo putita que soy?

Estaba demostrando ser un pasivo tremendo, cuando, de cara al público, enseñaba una imagen totalmente opuesta.

  • Vaya si me gusta. Tengo la cabeza en mil sitios, y me voy a correr.

Se colocó entonces con sus labios sobre mi prepucio, sellando la salida de lo que le iba a venir encima, haciéndome cosquillas con el pelo de la barba,  y empezó de nuevo a masturbarme a toda velocidad. Iba tan fuerte y tan rápido que incluso me hacia un poco de daño, pero no me importaba.

  • Me corro, me corro. - le dije en bajito, por si finalmente quería apartarse, o por si quería tomarse el vasito de leche de antes de dormir de otro modo. El siguió a lo suyo.

Comencé a correrme, y él en cuanto notó el primer trallazo, se metió toda mi verga en la boca, recibiendo la corrida sin derramar una gota. Me apretaba los huevos, como si aquello fuera una suerte de ordeño, que fuera hacer que saliera más leche para mi mamador. De nuevo me hacía algo de daño, si bien no quería pararle. Y no paró, hasta que hubo dejado mi herramienta limpia y reluciente, y sin un solo rastro de semen.

  • ¿Quiere usted darme un poco por el culo, cabo Sánchez? Me preguntó, con un tono medio militar, medio de película porno.

  • Lo siento señor. Pero una acción como esta me ha llevado a una discusión fuerte con mi esposa, y no quisiera seguir más allá. No diré que no me ha gustado, pues me encantó, pero creo que debo parar aquí hoy.

  • Bueno, tendré que ver si a Ruiz le apetece mi culo. No me quiero ir a la cama sin un buen supositorio.

No caí en la trampa esta vez, y me despedí.

El día siguiente paso sin más sobresaltos sexuales, solo tenía las dudas de como habría acabado el "café" entre Ali y Lili, y si mi capitán de brigada hubiera conseguido que Ruiz le pusiese el mencionado "supositorio" ME quedé por tanto otro día más, mientras mis compañeros de turno se iban marchando a casa, y otros llegaban a sustituirlos. No tuvimos salidas, por lo que pasamos el día haciendo algunas prácticas de rescate, el papeleo del accidente del día anterior, y algo de ejercicio, playstation y futbolín y la típica paja de antes de ir a dormir, solo que esta vez, sin más sobresaltos

Al día siguiente, a mediodía, salí para casa como un rayo. Lili entraba de noche de nuevo, por lo que tendríamos toda la tarde para hablar del asunto de follarnos ambos a amigos de nuestro mismo sexo, cuando no lo habíamos hecho nunca.

Aparqué en casa, e hice nuestro protocolo de desinfección antes de entrar.

  • Reina, ya estoy aquí... y no sé qué hay para comer, pero huele muy bien.

  • No lo he hecho yo - contestó desde el fondo de la casa.

Según me fui acercando oí una risita a mayores de la suya en la cocina. cuando entre, allí estaba Lili, y también mi amigo el Búfalo, cocinando para los tres.

  • ¿Sorpresa! gritaron los dos.

Estaba claro que no mentía cuando dijo que su venganza no había terminado... Pero su venganza podía gustarme tanto a mi como a ella...