RECUERDOS CASI OLVIDADOS (Segunda parte)

Tenía curiosidad por volver a entrar en la Cantina y saber qué pasa en ese sitio.

Mi padre me miraba desde el dintel de la puerta de mi cuarto mientras yo me estaba pajeando. Rápidamente me dí la vuelta y me subí el calzoncillo. Seguía jadeando y sudando aunque no había llegado a correrme cuando mi padre se acercó a mi cama. Cogió la silla de delante de la mesa de estudio y se sentó junto a mi cama. Yo lo miraba sin saber que decir.

-Yo… papá…. No quería…. Yo no podía…. No volveré a hacerlo.

-Tranquilo Carmelo, claro que volverás a hacerlo, una y mil veces más, y eso no es malo, es que eres ya un hombre.

-Pero entonces ¿no estás enfadado?

-No, no lo estoy. Tampoco quería pillarte mientras te masturbabas, venía por otra cosa.

-Es que me excité pensando y no podía parar. No sabía que estabas ahí.

-Pues estaba y también me quedé parado al verte, estaba a punto de darme la vuelta cuando abriste los ojos.

-Y me quedé todo cortado, con miedo por si te enfadabas.

-Sí, alguna vez también me pasó a mí cuando tenía mas o menos tu edad, que cuando estaba a punto de soltar mi semen me interrumpieron y sé que sienta muy mal.

-Sí, yo estaba a punto, todavía tengo ganas.

-Si quieres me voy y sigues. Ya hablaremos mañana.

-No, quédate. ¿De qué querías hablar?

-De Ramón, ¿De qué lo conoces?

  • Solo de ir a la Cantina por vino. Es muy bueno conmigo, siempre me trata bien, aunque no me gusta ir a ese sitio.

-Si, no es un sitio muy recomendable para un chico. ¿No puedes ir al Casino por el vino?

-Es que está mucho mas lejos y es más caro que en la Cantina. Cuando se acaba el vino mamá me manda por mas y yo voy allí.

-Bueno hijo,  y Ramón… ¿alguna vez ha hecho contigo algo raro?

-¿Raro como qué?

-A ver hijo, no me lo pongas mas difícil que te he visto haciéndote una paja. Ya me entiendes… cosas que tienen que ver con el sexo, con cosas que nos avergüenzan y no se cuentan a nadie.

-No papá. Nunca. Nunca me ha tocado ni me ha dicho nada relacionado con el sexo. Yo llego, me llena la botella de vino, le pago y me marcho. Siempre me ha tratado bien.

-Eso me gusta escuchar, pero ahí siempre hay borrachos y gente que no le importa hacer lo que sea delante de otros. Espero que no hayas participado en nada con otros hombres.

-Claro que no. Creo que porque Don Ramón los vigila cuando entro y se quedan quietos.

-Entonces ¿nunca has visto nada raro entre hombres?

-Bueno, hoy sí.

-¿Qué? Anda cuéntamelo sin miedo. Ya eres un hombre y no debes asustarte.

-Pues… al fondo de la Cantina…. (y mientras intentaba ordenar lo que ví se me ocurrió adornar mucho mas lo que había visto a ver qué decía mi padre, sé que no está bien, pero en ese momento lo hice) … había tres hombres… uno estaba desnudo… Don Ramón les gritó para que pararan…. No echaron cuenta y siguieron tocándose y se desnudaron todos y siguieron con lo otro…

-¿Pero siguieron con lo otro ¿qué es? ¿haciendo qué?

-Bueno pues uno se metió el pito del que primero estaba desnudo en la boca y el tercero empezó a tocarse su pito también como yo esta noche.

  • ¿Y había mas gente? ¿Qué hacían los otros hombres que estaban allí?

-Pues miraban como yo. Alguno se desabrochó el pantalón también para tocarse su pito, no sé, no me fijé mucho (A medida que hablaba, y sin pensar en las consecuencias,  lo narrado se estaba convirtiendo en algo muy distinto a lo que yo ví, pero seguía inventándome la escena, igual era porque seguía caliente y con ganas de correrme) , estaba pendiente del que chupaba el pito. El otro le decía que si quería tragarse la leche y el que chupaba decía que sí. Al rato se corrió y le llenó la boca de leche al amigo y hubo algunos silbidos y aplausos.

-¿Pero Ramón no hizo nada?

-Me dijo que no echara cuenta que estaban haciendo guarrerías porque estaban borrachos. Luego me preguntó por ti antes de irme.

-¿Y qué es lo que te dijo de mi?

-No mucho, que se lo había pasado muy bien contigo y que te dijera que fueras a verlo pronto.

-Bueno hijo. No sé que decirte. Hay veces que vemos cosas para las que no estamos preparados. No sé si quieres preguntarme algo sobre lo que viste o ya estás informado de todo sobre el sexo. No quiero que te obsesiones sobre lo que viste.

-No papá. Tan solo me llamó la atención que quiera tragarse la leche que sale del pito. ¿Es que sabe bien?

-No, no sabe bien. Pero cuando alguien está excitado mientras practica sexo, sea con un hombre o una mujer, no le da asco nada del otro y quiere chuparle y comerse todo lo que salga de la otra persona.

  • ¿La leche también?

-Pues sí, no solo el semen, la leche como tú dices, sino todo su cuerpo, el culo o los huevos, el chocho o el nabo, las tetas y los pezones, la boca, las orejas, las axilas… cualquier parte del cuerpo, todo te gustará chupar cuando estés enamorado de otra persona.

-¿Esos hombres estaban enamorados?

-No, también se puede hacer todo eso sin amor, solo por placer.

-¿Y tú has ido alguna vez a la Cantina, papá?

-Si hijo, alguna vez, pero no siempre hay ese tipo de animación como tú habrás comprobado las veces que has ido.

-Sí, pero yo solo estoy un momento. Hay hombres que entran allí y están todo el día. ¿Todo el día se puede estar bebiendo?

-Bebiendo mientras esperan algo de acción. Poco a poco lo irás entendiendo. Ahora lo mejor es que no comentes nada con tus amigos ni con nadie. Y no me gusta que vuelvas a ir allí, no es lugar para un joven como tú, aunque ya debo tratarte como a un hombre.

-Buenas noches papá

-Buenas noches y procura cerrar la puerta cuando quieras pajearte otra vez.

-Sí, ja, já. Aunque ahora no me dará vergüenza si vuelves a pillarme otra vez. ¡Papá!

-¿Qué?

-¿Tú también te masturbas?

-Cuando tenía tu edad todos los días, ahora pocas veces, es mejor que te hagan la paja a que te la hagas tú mismo.

  • ¿De verdad es mucho mejor?

  • Buenas noches, hombrecito, ya lo irás comprobando por ti mismo.

Los días de verano pasan muy lentos en el pueblo cuando se acaba el colegio. No hay nada que hacer durante las horas de calor. O dormitas mientras la canícula aprieta o no paras de beber y sudar y a esperar que empiece el oscurecer para dar una vuelta con los amigos.

Y así pasaron los siguientes días en mi casa. Mi madre no volvió a mandarme por vino, supongo que mi padre le habría dicho algo, pero yo tenía curiosidad por volver a entrar en la Cantina de Don Ramón y, una calurosa tarde, mientras mi padre dormía su siesta, salí de casa y me dirigí a la Cantina. No había nadie a esas horas por las calles, pero la Cantina sí estaba abierta y la cortina antimoscas de colores ocultaba del vecindario lo que pasaba dentro de ese antro.

Con sigilo aparté la cortinilla y entré. Nadie me habló esta vez. Me quedé en la puerta y la cortinilla dejó de hacer ruido. Cuando me acostumbré a la oscuridad ví que apenas había nadie. D. Ramón no estaba en la barra. Un hombre al que conocía pero no sabía su nombre dormitaba en un sillón y, al fondo se oían algunos jadeos y me dirigí hacia allí cuando, en ese momento, escuché la voz de D. Ramón.

-Carmelo, ¿qué estás haciendo aquí?