RECUERDOS CASI OLVIDADOS (Quinta Parte)

Cuando tu padre se lavaba en las duchas de la mina tenía que soportar muchas insinuaciones.

Mi padre estaba desnudo en el patio, con los huevos y la polla al aire, los ojos cerrados, tiznada la cara, pecho, hombros y piernas mas abajo de la rodilla, esperando que yo lo enjuagara con la goma y luego le refregara bien la piel con jabón y un estropajo de cuerda.

Y así lo hice. Lo mojé por todos lados y empecé refregándolo por detrás, esta vez me atreví y metí el estropajo por la raja de su culo, él se abrió de piernas y entonces entendí que tenía permiso para seguir, lo enjaboné bien por su perineo, los huevos colgones me tocaban el dorso de la mano y repetidamente me excedí con su trasero, a pesar de que era lo mas limpio de su cuerpo, yo arrastraba el estropajo por su raja, pero mi dedo índice iba por libre y pude notar que le apreté bien su esfínter anal.

Cuando empecé a lavarlo por delante, mi padre presentaba una erección de caballo, su polla no miraba al frente, sino arriba y sus huevos se habían retraido un poco en la bolsa escrotal. Tenía un nabo de fotografía, largo y con buena anchura. Pocas venas se le notaban y su capullo era limpio y apetecible. Miraba su cara mientras le lavaba su cabeza, rostro, hombros, pecho y vientre. Enredaba mis dedos en su vello pectoral y púbico. Seguía con los ojos cerrados. Bajé a las piernas y nuevamente el dorso de mi mano se refregó por su escroto a la altura de las ingles. Volví a mirarlo y seguía con los ojos semicerrados aunque su respiración había aumentado y era mas acelerada. Con osadía le refregué el estropajo por los huevos y luego a lo largo de la polla, de su pubis a su capullo, al volverlo a hacer, su mano se cerró sobre la mía, me la agarró y empezó a dirigirla en el contorno de su nabo. El estropajo se cayó al suelo, aún así apretó su mano sobre la mia y ambas sobre su polla, muy lubricada por el jabón y dirigía mi mano hacia delante y detrás masturbándolo, después de un rato me soltó la mano, yo intenté recuperar el estropajo y él siguió masturbándose. Arqueaba su cuerpo y se pajeaba delante mia, cuando escuché un fuerte gemido dobló su cuerpo hacia delante y disparó tres, cuatro, quizás siete u ocho trallazos de semen. Madre mia, ahora sé a quien salía yo cuando expulsaba tanta cantidad de leche de mis huevos.

Se sentó en la silla que estaba cerca y ahí terminé de enjuagarlo.

-Carmelo déjame liado en la toalla y tráeme algo de ropa de mi habitación.

Cuando volví estaba en la cocina, su polla todavía tenía media erección. Se vistió y dijo que tenía hambre. Estuvo muy charlatán mientras comimos, pero en ningún momento hizo ninguna referencia a la paja que se había hecho delante de su hijo. Esta vez no probó el vino, solo agua y mientras mordía una pera dijo que se iba a la cama.

-Deja todo esto para recogerlo luego. Vente a la cama conmigo y así descansas.

-Igual voy ahora, aunque no tengo mucho sueño.

Estuve recogiendo la cocina y luego me asomé a la habitación. Fresca y oscura.

-Ven Carmelo, túmbate un rato a mi lado y descansa.

Entré y vi que estaba sin tapar y solo en calzoncillos. Su cuerpo moreno y velludo hacía contraste con la sábana blanca. Me despojé del polo y le dije a mi padre que me dejara sitio, pues estaba despatarrado en mitad de la cama.

-¿Así te vas a acostar? Quítate por lo menos el pantalón.

-Es que no tengo puesto calzoncillos, con los pantalones cortos no suelo utilizarlos.

-Pues desnudo, no pasa nada.

Como me quedé callado y sin hacer nada, mi padre dijo:

-Venga vale, los dos desnudos, si total ya no tenemos nada que ocultar.

Y se quitó los calzoncillos y los arrojó sobre la mesilla. Yo me quité el pantalón corto mientras él me miraba. Y me tumbé a su lado. Intenté hablar de algo, pero me cortó diciendo…

-Chissst! Vamos a intentar dormir. Hace calor y yo estoy muy cansado.

Los próximos minutos intenté dormir, pero no lo conseguía, como además me rozaba con la piel de mi padre, me empalmé y con mis manos me apretaba la polla sobre el vientre para que no se notara.

Después de dar dos o tres vueltas. Mi padre me habló, aunque yo pensaba que dormía.

-¿Qué te pasa Carmelo? No paras de moverte.

-Es que no logro dormirme, igual me levanto ya para no molestarte.

-Tienes que relajarte, estás muy tenso. ¿Sabes qué hago yo para relajarme?

-¿Contar ovejitas?

-Ja,Ja, cierra los ojos y déjame que te ayude.

Y noté como su mano se cerraba sobre mi nabo y, muy despacio, me bajaba el pellejo y me descapullaba. Se escupió en la mano y empezó a masturbarme muy despacio, de vez en cuando me soltaba el nabo y me masajeaba mi pubis, el perineo y mis huevos. Joder, que ricura de paja me estaba haciendo. Yo empecé a mover mis caderas y él aumentó la frecuencia de frotación de su mano.

-¡Papá, me vengo ya!

-Eso es hijo, ¡descarga!, echa toda la tensión que tienes por la punta del nabo.

-Es que voy a poner todo perdido.

-Si piensas en eso no disfrutas. Deja que explote y no te preocupes por nada más.

Y el primer trallazo de semen le llegó a su pecho, los sucesivos fueron un poco mas cortos, pero no mucho mas. Le sujeté la mano para que no siguiera meneándomela, y todavía solté tres o cuatro chorros mas. Los últimos, ya sin fuerza, sobre su mano y mi vientre.

-¡Joder hijo! ¡Tenías que tener los huevos a reventar! Casi me has dado una ducha de semen. ¿Siempre echas tanta leche?

-Sí, casi siempre es así. Si estoy de pie los primeros chorros llegan bastante lejos. ¡Pero tú también has echado un montón de leche antes en el patio!

-Sí. En eso sales a mí. Desde jovencito he sido muy lechero.

-¿Papá?

-¿Qué hijo?

-Que es verdad que es mejor que te hagan la paja a hacértela tú mismo.

-Claro hijo. Y cuando necesites descargar tus huevos aquí tienes a tu padre. No hace falta que vayas a la Cantina a buscar sexo con cualquiera. ¿Entiendes lo que quiero decir?

-Creo que sí, papá. Ahora voy por una toalla húmeda para limpiarte.

-Ni se te ocurra. Quiero que tu semen se seque en mi cuerpo y dormirme con su olor.

-Papá te quiero mucho. Pero cuando venga mamá…

-Cuando venga tu madre todo deberá ser como antes, pero siempre, de una forma u otra podré satisfacer tus necesidades.

Y se dio la vuelta. A pesar de todo no conseguía dormir y no paraba de dar vueltas. Mi padre roncaba dándome la espalda. Pensé separarle las nalgas para ver y oler su agujero, pero deseché la idea no fuera a despertarlo. Entonces se me ocurrió. Me levanté, me vestí y salí a la calle. Tres calles mas allá entré en la Cantina.

Don Ramón estaba dormitando al lado de la puerta vestido tan solo con unos pantalones cortos. Medio abrió los ojos y se me quedó mirando. Me acerqué hasta él, al fondo había alguien mas pero no los distinguí. Parecía que jugaban a algo. Me senté junto a Don Ramón.

-¿Qué quieres tú? Tu padre no está aquí.

-Ya lo sé. Solo he venido a pedirle perdón.

-¿Perdón?

-Sí, por lo de ayer. Yo no sabía que Blas me ofrecía por dinero. No vine para eso. No volveré a venir por aquí.

-Bueno, olvídalo, chaval. Lo pasado, pasado está.

-Pero no quiero que piense de mí que soy un chapero. Si un dia follo con un hombre es porque me gusta, no por dinero.

-Mira Carmelo, muchas veces no podemos elegir. De cualquier forma venir a decirme eso te honra. Yo no soy tan buena persona. Consiento que Blas le cobre a algunos viejecitos por follarlos o dejarse mamar en mi negocio porque así tengo mas clientela. En ese negocio suyo yo no participo pero lo consiento. Al fin y al cabo quién soy yo para juzgar a nadie y decir lo que está bien o mal.

-Pero algo me dice que usted y mi padre tienen algo en común, lo noto cuando hablan el uno del otro; y si respeto a mi padre, también debo respetarlo a usted.

En ese momento se acercó un tipo delgado y con bigote.

-Vaya Ramón, el chaval es bien guapo. ¿No querrá un poco de acción?

-Vuelve a la partida Serapio. Solo estamos hablando. Aquí no se te ha perdido nada.

-¿Tú qué dices chaval? ¿Me voy y te espero allí al final de la barra? Hoy vengo con la cartera bien repleta.

-Serapio, ¡lárgate!

Y se lo quedó mirando. El tal Serapio se volvió lentamente mientras me miraba y se pasaba la lengua por sus labios entreabiertos. Se alejó despacio.

-¿Por qué no me hablas de mi padre, Ramón?¿Qué hay entre ustedes?

-Es muy largo de contar. Son cosas que pasaron hace tiempo. ¿Por qué no le preguntas a tu padre?

-Venga Don Ramón, sea lo que sea, no voy a escandalizarmen.

-Pareces mayor y mas maduro de lo que eres Carmelo. Eres guapo y tienes buena polla. Ya ves que están dispuestos a pagar por un poco de sexo contigo. Pues algo así pasaba de joven con tu padre. Anda, entra en la barra y échame un whisky. Coge lo que quieras para ti.

Don Ramón bebió casi todo el whisky de un trago y me ofreció nuevamente el vaso. Yo volví a entrar en la barra y cogí la botella de whisky y la traje a la mesa y una gaseosa para mí. Me senté a su lado y esperé pacientemente a que empezara a hablar.

-Sabes Carmelo que tu abuelo, por quien te llamas así, el padre de tu padre murió en un accidente en la mina. Tu padre tendría entonces tu edad y su madre tuvo que ponerse a limpiar casas para poder mantenerse ambos. El pobre de tu abuelo no había logrado dejar gran cosa. Al año siguiente tu padre entró en la mina. Era muy joven, pero el ingeniero se apiadó de él porque tu abuela estaba mala y ya no salía tanto a limpiar casa a casa y porque tampoco en el pueblo había tanta gente rica que pudiera pagarse una asistenta. Yo entonces trabajaba en la mina y coincidí en el mismo relevo y turno que tu padre y a mi, desde el principio, me cayó bien y noté que él se sentía mas a gusto conmigo que con nadie.

Se volvió a llenar el vaso, pero no bebió. Se lo quedó mirando.

-Tu padre Matías era un joven bien proporcionado, guapo, con buen tipo, callado y trabajador. Pronto mas de uno le echaron los ojos en el trabajo y cuando se lavaba en las duchas tenía que soportar muchas insinuaciones y bromas de mal gusto, coincidía además en que estaba bien dotado y hubo un par de hombres que le hacían la vida imposible con insinuaciones sexuales. Todos lo veíamos, pero no hacíamos nada.

-Un día, en las duchas, Ricardo (que ya murió) y Sebastián, que viene mucho por aquí a ver que rabo puede llevarse a la boca, lo arrinconaron y empezaron a meterle mano cuando casi todos los del turno habían salido ya de los vestuarios. Yo estaba ya vestido, pero oí gritos y fui a asomarme a las duchas. Aunque tu padre era un joven fuerte, lo tenían en el suelo maniatado, boca abajo y Ricardo estaba encima de él intentando violarlo. Acudí en su ayuda y logré que lo dejaran en paz, aunque eso me sirvió para que mucho después me acusaran de abandonar mi puesto de trabajo y me expulsara la compañía minera. Pero esa es otra historia.

-Desde entonces tu padre no volvió a entrar en las duchas, se iba todo tiznado a casa y allí se lavaba. Creo que no lo ha vuelto a hacer. Y nos hicimos mas íntimos los dos. Yo era casi el padre que no tenía.

Se quedó callado como queriendo recordar o meditar sus próximas palabras. Yo no dejaba de mirarle.

-Pero yo tampoco era un santo. Yo soy maricón. Y tantas horas con él y tanta confianza me llevó a desear tener sexo con él. Me aproveché de su pobreza, le ofrecí dinero porque se dejara comer la polla. Aunque él rehusó y estuvo tres o cuatro días sin hablarme, al final vino a mí. Necesitaban dinero y vendió su cuerpo por necesidad. Ya nada volvió a ser igual entre nosotros. Volvimos a tener sexo, siempre por dinero, pero nunca lo pude follar, a él no le importaba follarme, podía hacerme una paja o chupármela, pero no quiso nunca que lo follara o lo besara. Empezó a hacer de chapero con otros hombres. Luego, cuando ya fuera de la mina puse el bar, éste fue siempre el refugio de todo el que quería tener relaciones con otros hombres y él se pasaba aquí las tardes follando a clientes a cambio de dinero. El Sebastián incluso llegó a vender un garaje de su propiedad y se gastó todo el dinero en que tu padre le follara la boca o el culo.

-Eso fue hasta unos meses antes de nacer tú. Luego cambió el sexo por el vino. Dejamos de vernos y ya solo aparece por aquí cuando está muy bebido o quiere apagar con sexo sus preocupaciones. Gana poco, pero no ha querido volver a venderse por dinero.

-Quiérelo Carmelo. Es un buen hombre para los obstáculos que le ha puesto la vida. Creo que tienes pedida una beca para irte a Málaga a estudiar.

-Así es, antes de fin de mes sabré si me la han concedido o no.

-Ojalá y haz tu vida lejos de aquí. Y ahora vete porque lo que se me está apeteciendo es chuparte todo el culo y los huevos.

  • Gracias Ramón. Necesitaba saber lo que me has contado. Y la chupas muy bien.

-Vete ya cabronazo. Casi me ahogas con la cantidad de leche que me soltaste en la garganta, menos mal que estaba acostumbrado a las descargas de tu padre, que también son de campeonato. Vete y dale cariño a tu padre. Yo me lo dejé escapar.