Recuerdos ardientes

No siempre los recuerdos son malos, ¿no?

En este ir y venir de cosas, personas y sentimientos actuales, no dejan de acudir a mi mente recuerdos pasados. Ya sabéis, ex relaciones, ex amores, ex amantes, ex amigos y un millón de ex que a cada uno rodean.

Es curioso lo que pasa cuando acaba una relación, aunque no tengas la culpa, se sufre un tormento interno acompañado por una lluvia de recuerdos, afloran antiguas sensaciones y encima sufrimos una terrible nostalgia de esos buenos momentos que nos empeñamos en revivir, sin recordar, eso sí, los martirios que cada uno nos hizo experimentar.

Lo real es que muchos de esos efectos nos sorprenden cuando llegan a nuestro campo de visión racional. No lo esperamos y nos hace sufrir dos sentimientos contrapuestos: por un lado la felicidad que nos transmite algo positivo y por otro la morriña de no tenerlo en el momento actual.

Uno de esos momentos oníricos apareció en mi mente ayer. Entrecerré los ojos. Casi podía ver la situación. Fue con mi ex, aquella con la que estuve tanto tiempo, con la que fui una ignorante cornuda feliz

Cuando apenas llevábamos un año, en un bar donde ahora la planta superior es un pub, pero entonces era un comedor que nos dejaba usar el dueño para beber tranquilas mientras jugábamos a algún que otro juego de mesa.

Pues estábamos arriba, en lo que era el comedor. Apenas había luz y estábamos toda la pandilla arriba con nuestros litros jugando a los dados. Como todas las parejas recientes, nuestra libido estaba disparada y ella se sentó en mi regazo. Me gustaba que hiciera eso. Ese día, no se, debía ser la luna, y empecé a acariciarle la pierna, cada vez mas arriba. De vez en cuando me daba algún que otro golpe en la mano y me decía que me castigaría si seguía así. Normal, teniendo en cuenta que todas mis amigas estaban allí. La suerte era que ellas no se enteraban de nada, estaban demasiado ocupadas tomando.

Así estábamos pues, jugueteando, y haciendo que peleábamos. Continué acariciando su pierna al tiempo que comencé a besar su cuello, algo que a ella le excitaba mucho. Cuando note su mano acariciando mi pelo mi mano se deslizó hasta su entrepierna, agasajando esa parte tan íntima sobre el pantalón. Supongo que estaba tan excitada como yo y puso la chaqueta sobre sus piernas tapando mi indiscreta mano, dando su aprobación a tal exhibición pública de nuestro calentamiento. Era increíble estar haciendo eso delante de todas nuestras amigas sin que ninguna se estuviera dando cuenta.

Se puso un poco tensa cuando comencé a desabrocharle el pantalón, y me susurró al oído que no lo hiciera, que estaba loca. Pero pudo más mi mirada enamorada y serena que el miedo. Mis dedos se deslizaron dentro del pantalón y apartaron hacía un lado su minúsculo tanga. Estaba empapada y un pequeño suspiro se le escapó por entre los labios. Menos mal que en ese momento todas jaleaban a una que tenía que beber 5 vasos de golpe. Fui acariciando su clítoris sin dejar de mirar su cara. Tenía los ojos entrecerrados, y estaba muy rígida, pero se notaba que estaba disfrutando, tanto de la situación como del masaje. Sus manos se aferraban a la chaqueta que nos cubría y su respiración se hizo mas profunda. Como pude fui introduciendo dos dedos dentro de ella. Dio una sacudida de sorpresa y yo sonreí mirándola a los ojos. Yo estaba temblando de excitación, era algo increíble. Lo que es hacer algo así a la persona que mas quieres. Porque la confianza es un punto, al igual que tener 20 años y estar caliente como una plancha.

Mis dedos entraban y salían de ella deleitándose con cada parte que descubrían. Lo que mis ojos no veían, lo veían mis manos. Sentía como su humedad se esparcía por la piel de mis falanges al mismo tiempo que se reflejaba en sus ojos el placer que sentía.

La mano que acariciaba sus espalda se escapó en busca del pecho mas cercano, aferrándose a el y dando el trato que mi lengua deseaba pero no podía y su clítoris fue atacado de nuevo cuando noté en todo su ser la inminencia del orgasmo. Dentro de lo incómodo de la situación mi mano aceleró lo mas que pudo.

Ella apartó la invasora que se había apoderado de su pecho y, girando su torso, se abrazó con fuerza a mi, clavando sus dientes en mi cuello, amortiguando así el grito de placer que se escapaba de lo mas profundo de su ser. Busqué su boca para besarla con mas ganas que nunca. No era un beso romántico ni tierno, era un beso sexual que le mostraba mi sentimiento en ese momento.

Una de nuestras amigas se volvió hacia nosotras con una sonrisa de envidia sana. "Mirad chicas, que bonito es el amor en sus comienzos. ¿Es que no os podéis separar ni un momento?". Con el corazón a 1000 y rojas como tomates sonreímos, nos volvimos a dar cuenta de que no estábamos solas y eso hizo que la llama se volviera a encender.

Como pude abroché de nuevo su pantalón, y, sin ningún tipo de vergüenza, ella empezó a acariciar mis pechos mientras me decía al oído que quería ir a mi casa. Con urgencia nos despedimos de las amigas y nos dirigimos a mi casa, donde, nada mas cerrar la puerta, me acorraló besándome como solo una situación tal permite.

Se que la ropa iba quedando por el camino, y en el momento en que ambas estábamos desnudas nos tumbamos. Estábamos en la alfombra de la sala, teníamos demasiada prisa como para llegar hasta la habitación o subirnos al sofá. "Ahora llega mi venganza, te voy a hacer gritar". Su mano estaba haciendo círculos sobre mi clítoris y noté como su otra mano se alejaba para coger algo de su bolso. Estaba demasiado excitada como para ver algo.

Noté algo en la entrada de mi vagina y de golpe me introdujo un dildo. Y grité, aunque no precisamente de dolor.

Su mano en mi clítoris, el artefacto aquel entrando y saliendo a una velocidad endiablada y su boca, que se había apoderado de mis senos, hicieron que perdiera la noción de todo con el placer que sentía. Mi mente y mi cuerpo se rindieron ante la gran explosión final. Fue tal la descarga que las lágrimas de felicidad se deslizaron por mi rostro sin que yo pudiese hacer nada por evitarlo. Mi ex se asustó cuando me vio llorar. Fue tal el amor que sentí en ese momento que pensé que jamás nos separaríamos y ella sintió lo mismo.

Pero pasaron 5 años y la relación se rompió, siendo, como ya dije, una ignorante cornuda feliz.

Es realmente increíble lo que se nos pasa por la cabeza a veces. Da igual si se portaron mal o bien, la memoria selectiva hace que esos recuerdos inesperados afloren y si no estas preparad@ puedes sufrir mucho. En mi caso, el tiempo ha hecho su trabajo y este recuerdo sigue siendo uno de los mas excitantes de mi vida y, aunque esa mujer ya no forma parte de mi vida, el recuerdo que guardo es positivo y de cariño. Estoy segura de que, la próxima vez que la vea, una sonrisa se reflejará en mi cara recordando aquella noche.

(Dedicado la otra "P" de estos lares, gracias por el título)