Recuerdos (4)

Una belleza haciendo memoria de los traumas en su pasado, que le dan felicidad en el presente...

Recuerdos 4

4ta Parte.

Por cosas del destino quien la hizo mujer, el primer pene que la penetro desvirgándola, fue el de su propio padre. La noche que bajo los efectos del alcohol, el violo a su madre desvirgándole su ano, salió de casa y después permanecer quien sabe donde, en un momento que según testigos, orinaba apoyado en un poste, un auto conducido por un magnate ebrio derrapó de la pista, golpeó el poste y a su padre, lanzándolo seis metros dejándolo en el pavimento al borde de la muerte.

Diana y su madre se enteraron por que la policía las visito la tarde del día siguiente. El causante del accidente asumió los gastos, la indemnización hizo que ella, su madre y su padre quedaran con el futuro económico resuelto, además de pagar la educación de Diana y darle una pensión al margen de su familia, le obsequio una casa para su familia y otra a Diana en las afueras, asegurándola en un buen puesto de una de sus tantas compañías, al margen de lo sucedió unos años después.

Su padre sobrevivió pero ambos brazos le quedaron tan destrozados que solo quedo amputarlos para evitar la gangrena, de la rodilla para abajo ambas piernas estaban tan dañadas que no podía sostenerse en ellas y se las dejaron por estética, producto del golpe en la cabeza quedo ciego y con los oídos dañados, el cerebro sufrió trauma, prácticamente era un vegetal aislado del mundo. Sus demás funciones corporales quedaron intactas pero era totalmente dependiente.

En el tiempo que su padre paso internado en la clínica, la relación lésbica e incestuosa con su madre se consolidó. Ya recuperado y rehabilitado, su padre fue llevado a la nueva casa que el magnate les había dado, donde ya residían. Su madre se dedico a atender las necesidades de su maltrecho padre, al asear sus genitales descubrió que por algún extraño motivo al frotarlo su miembro se endurecía y erecta, manteniéndolo.

Al principio solo lo masturbaba pero al verlo eyacular, el deseo de sentir un miembro, la llevo a examinar el fluido, confirmando que no podía procrear pues su liquido era azopermico como lo dijeron en la clínica. El golpe en los genitales le daño el deposito espermático esterilizándolo. Con esta seguridad, montándose sobre el, su madre misma se insertaba el miembro de su padre en su sexo hambriento y gozaba de su dureza hasta que el eyaculaba en las entrañas femeninas bañándolas con su inútil fluido.

Así vivieron tres años desde el accidente de su padre, su madre manteniendo relaciones con Diana y el cuerpo de su padre. Diana aprendió mucho de sexo aunque a los trece años aun era virgen. Una tarde su madre le enseño a masturbar a su padre y de ahí a chuparlo fue solo decisión. A poco haber aprendido esos menesteres se volvió experta, recordaba que una noche después de poner firme el miembro de su padre, vio a su madre cabalgarlo y que salvo la firmeza de su pene, el enfermo no hacia gesto alguno.

Recordó que al ver gozar a su madre ensartada por el pene de su padre, su mente se le aclaro y de golpe entendió que la vaga inquietud que tenia luego de los encuentros con su madre, se debía a la insatisfacción pues en su inconsciente su cuerpo le exigía ser penetrada, convirtiéndose en obsesión el conocer el miembro de su padre y así calmar esa inquietud que su sexo adolescente le exigía.

Una tarde su madre vio a Diana masturbarse con una película donde una joven era poseída por un señor de edad, al conversar con ella supo del deseo de su hija por ser penetrada por un miembro y que Diana deseaba que el de su padre fuese el primero. Al principio su madre se negó rotundamente pero ante la insistencia de ella, le dijo que lo pensaría. Desde ese momento Diana la importunó constantemente hasta que una tarde al volver de la escuela, al remover el asunto recibió el consentimiento de su madre.

Tras hacer desvestir a Diana, su madre se dedico a preparar a su padre y cuando el miembro viril quedo firmemente erecto, la madre lo unto con vaselina. Diana subió a la cama y se paro en ella con el cuerpo de su padre entre sus piernas. Se acuclillo hasta quedar en posición de rana con la punta del pene sujeto en su sexo virgen, subiendo y bajando lentamente, mientras gemía de dolor conforme entraba en su cuerpo, ella misma se clavó en la cabeza del pene.

Un dolor agudo en sus entrañas la desanimo de seguir y se puso de pie, intercambió opinión con su madre y ella le coloco su propia trusa en la boca. Diana se acuclillo nuevamente, sujetó en la entrada de su sexo la punta del miembro y tras apoyar una mano en el hombro materno, se dejo caer con todo su peso sobre el pene, soltando un grito y dejando caer de la boca la ropa interior.

El pene la penetro totalmente, ella quedó sentada sobre el pubis paterno berreando de dolor. Sintió que el intruso partiéndola en dos le llegó al cerebro y mordiendo fuertemente la trusa, permaneció quieta sin atreverse a mover un músculo mientras las lagrimas mojaban su infantil y angelical rostro contraído de dolor..

Al rato Diana percibía hasta la mas mínima protuberancia del intruso que llenaba su sexo y ayudada por su madre comenzó un lento sube y baja sobre su padre, haciéndolo durante bastante rato hasta que próxima al orgasmo presiono fuertemente su estrecha vagina contra el pene de su padre y vencida por el placer entre convulsiones cayo hacia delante y permaneció aplastando sus pequeños senos sobre el pecho velludo, mientras en involuntarias contracciones nerviosas alrededor del miembro paterno, su desvirgada vagina lo bañaba con abundante néctar sexual.

Nunca antes Diana había experimentado un orgasmo así, al recuperarse de la euforia el dolor era cosa superada. Acostada sobre el pecho paterno percibió que dentro de ella duro y firme, el pene de su padre la sofocaba con su dimensión y pugnando como un resorte forzado a doblarse, trataba de recuperar la verticalidad natural empujando su sexo. Se sentó obligada por el miembro que tenía atravesado y el garrote llegó hasta lo profundo de sus entrañas haciéndola gemir de placer y dolor.

Totalmente excitada, esta vez sin el dolor del desvirgamiento, cabalgó a su padre sin ayuda. Al inicio lo hizo lentamente gozando el roce en sus paredes vaginales, cuando el intruso salía de su cuerpo y jadeando de placer al clavarse ella misma en el miembro. Al ingresar a su sexo, ella tenía la sensación que su ser se abría al paso del respetable pene, pero restándole importancia a ello lo engullía totalmente con su vagina.

Cada movimiento le ocasionaba un gran placer y tratando de dominarse aceleró el sube y baja sobre su padre, hasta que un liquido caliente le bañó sus entrañas. Al sentir el cosquilleo en su matriz no pudo contenerse mas y derrumbándose, estrecho nuevamente sus senos en el pecho de su padre, tras convulsionar con el orgasmo, quedo acostada sobre el, despatarrada y bañando el cuerpo de su padre con los líquidos que fluían de su sexo.

Pasado un rato, tomándola con ternura su madre la saco de encima del cuerpo de su padre y depositándola boca arriba en su propia cama, le separó con delicadeza sus piernitas. A su vista quedo la rosa abierta del sexo de Diana. Ella acercó sus labios y sin prisa, bebió el liquido blancuzco manchado de sangre que manaba del interior de Diana hasta dejarla limpia, después de lo cual la arropo y la hizo descansar.

Tras perder la virginidad, tener sexo se le hizo costumbre a Diana y por disponibilidad entre sus quehaceres y estudios, generalmente por las noches o tras de descansar el almuerzo, sola o con su madre, ella gozaba del cuerpo de su padre hasta tres veces por semana, siendo sorprendida por su madre varias veces en plena cabalgata. A veces su madre participaba con ella y en alguna de ellas, su madre se ensartaba el ano con el sexo de su padre, pero Diana seguía aun con el ano intacto.