Recuerdo

Jaky es una estudiante de preparatoria, donde empieza a descubrir nuevas emociones, y que con ayuda de Eliza determina 100% sus sentimientos.

Viene a mi memoria el recuerdo de mi vida durante la preparatoria, una época tan hermosa, la cual sin problema alguno repetiría, época de cabios, donde la tecnología empezaba a despegar, donde la economía ya no era la misma, donde las clases sociales se empezaban a mezclar y donde inicie mi propio cambio.

Mi nombre es Jaky era una estudiante promedio, no sacaba las mejores notas, pero procuraba no reprobar ninguna materia, sabia las consecuencias que implicaba, el solo pensar en reprobar y ver la cara de desilusión de mis padres era lo que me motivaba a esforzarme. Gracias al futbol mantenían una figura esbelta, brazos y piernas fuertes y gracias a la herencia de mi madre unas bubis copa D, algo que me obligaba a usar ropa especial cuando jugaba. Pero que lucía con la ropa casual y no se diga con los vestidos escotados que me encantaba usar en las fiestas.

Fue en segundo semestre cuando empecé a cuestionar mi orientación sexual, si bien me atraían los hombres, también empecé a notar que no me disgustaban las mujeres. Especialmente ella, Eliza, se escucharía muy irónico, pero sin duda alguna de las más hermosas del salón, incluso me atrevería a decir que del colegio entero. Era mi amiga, alta, piel clara, ojos cafés, cabello ondulado y castaño, piernas largas y torneadas, con una sonrisa que hipnotizaba y a diferencia de mi muy inteligente. Nuestra amistad comenzó casi iniciando la preparatoria, ella no era tan fan del deporte, pero su novio si, así que aparte de ser compañeras de clase, nos encontrábamos seguido en las canchas de soccer.

En las primeras vacaciones de invierno me la pase en cama debido a una lesión en el tobillo derecho, lo que me obligo a usar un yeso por más de un mes, así que no pude salir con mis amigas, pero ellas sí pudieron visitarme en casa. Eliza era quien me visitaba con más frecuencia, al parecer su novio había salido de vacaciones con toda su familia y creo que nos hacinamos compañía junta.

Con el paso de los días, su estancia en mi casa se iba prolongando, al principio solo se quedaba 20 o  30 minutos, pero después comenzó a quedarse más y más tiempo. Hablábamos de todo un poco, la mayoría de las veces tonterías, discutíamos de los gustos musicales; eran la fan #1 de RBD; de los libros que habíamos leído hasta esa fecha y claro cuál era nuestro favorito, me confesó que una vez provoco un incendio en su casa por accidente, y yo le confesé que había visto una película XXX en la televisión. Gracias a todo esto nuestra amistad fue creciendo y fortaleciéndose y creo fue a partir de ahí que empecé a notar algo diferente en mí, eran emociones y sensaciones confusas, porque adoraba tanto su compañía que empecé a fijarme más en los detalles, el color del esmalte de uñas, descubrí que solo usaba tenis Vans y que lograba combinarlos con todo tipo de prendas, notaba incluso cuando peleaba con su novio, del cual solo sabía que no tenía la mejor reputación. Todos los días esperaba ansiosa su visita y cuando no llegaba, sentía que algo me faltaba, que mi día no estaba completo, incluso mi humor no era el más amable que digamos.

Una semana antes del regreso a clases por fin me quitaron el yeso del tobillo, me sentí tan libre, quise correr inmediatamente, pero mi madre me detuvo, por poco y tiro la bandeja del doctor. En cuanto llegamos a casa no tarde en avisarles a mis amigas, quería salir a dar una vuelta, a tomar un café, un helado lo que sea, pero necesitaba salir de mi encierro. Al final quedamos de vernos en el jardín del centro, le escribí a Eliza para que pasara por mí, ya que mi casa le quedaba de camino, un pretexto perfecto para verla más tiempo, afortunadamente dijo que SI.

Quedo en pasar por mí en una hora, así que me daba tiempo de bañarme y arreglarme. Fui de inmediato a mi closet para escoger detenidamente mi ropa, coloque mi selección preliminar en la cama, un vestido azul rey, un conjunto de falta negra con una playera blanca escotada y un jeans acampanados con una camisa de cuadros. Mi primera opción fue el vestido, pero al probármelo note que mi pierna derecha había perdido un poco de tonicidad debido a la falta de actividad, además lucia pálida, así que me fui inmediatamente por mi tercera opción, los jeans. Creo que perdí un poco de tiempo en esa selección, porque apenas me disponía a ducharme cuando escuche tocar la puerta, esperé a que mi madre abriera y alcance a escuchar a lo lejos su hermosa voz, era Eliza indudablemente, podría reconocer su voz a kilómetros de distancia, mire mi reloj y me di cuenta que había llegado antes de lo acordado, así me di prisa en ducharme para no hacerla esperar tanto. Al salir corrí hacia mi cuarto, no quería me viera semi-desnuda y en toalla, entre lo más rápido posible, cerré la puerta con seguro y respire, pensé –lo lograste-, pero no en cuanto me di la vuelta ella estaba ahí, sentada, no supe si estaba contemplándome o burlándose de mí. Sentí como la cara se me puso roja de la vergüenza. Pregunte titubeante - ¿Qué haces aquí?- y con la simplicidad que la caracterizaba contesto sin dudar – Espero no incomodar, pensé en llegar antes por si necesitabas ayuda-. Estoy segura que mi ritmo cardiaco estaba tan acelerado como cunando corría por toda la cancha, incluso más. No suque que decir excepto -¡Gracias!