Recreando mi pasado

A los 64 años recuerdo los hitos mas importantes, los que me hicieron más feliz o me dieron mas placer.

No es lo que escribo abajo (y pretendo seguir escribiendo en varios cuentos como éste) una historia de vida, ni mía ni de nadie que yo sepa, pero tampoco es totalmente fantasía. Podría decirse que es la vida que me hubiera gustado vivir. Todo es real, pero corregido y aumentado. Como nací, me crié y vivo en el Río de la Plata, concretamente en la margen que podríamos considerar norte del río, los diálogos los voy a escribir en ese castellano algo particular que tenemos los uruguayos y que salvo contadas excepciones compartimos con los hermanos argentinos, aunque sería más correcto decir con los porteños argentinos. Microsoft me marca en rojo muchas palabras y se que las escribo como me parece, ya que estoy pasando a escritura algo que es exclusivamente fonético. Simplemente es como nosotros hablamos, o mejor dicho como suena lo que hablamos.


Tener sesenta y cuatro años tiene, además de sus muchas desventajas, algunas ventajas.

En especial cuando uno no ha "bebido" la vida a sorbitos, sino que la ha "tragado" a borbotones.

Y hoy, cada vez que pienso en lo que he vivido y con la intensidad que lo he hecho, me siento muy satisfecho aunque tenga que estar pagando el precio correspondiente.

Vicios?... muy pocos, claro que con el exceso con que hago todo.

El cigarro, por ejemplo… he fumado mucho, no se cuanto exactamente, pero a 30 cigarrillos por día, durante más de 45 años la cuenta es muy fácil, aunque nunca la quise hacer. He consumido el dinero suficiente para pasarme dos meses recorriendo el caribe y/o el mediterráneo y, para un habitante de mi país, "eso" es mucho dinero. Eso dejando de lado lo más importante, a un asmático como yo fumar tanto le deja huellas muy acentuadas. El placer que el "pucho" me dio durante tantos años hoy se ha transformado en sufrimiento y una calidad de vida lamentable.

Otro de mis vicios... viajar… y con mi esposa hemos viajado hasta por demás. Hemos gastado en viajes lo que hoy necesitaríamos para mantener (ya jubilados), el tren de vida que teníamos mientras estábamos en actividad. Y para ser honestos mientras lo gastábamos (¿o invertíamos?) teníamos pleno conocimiento de lo que es la previsión social en nuestra tierra.

El juego… Me apasiona el bacarat (o como aquí se le denomina, "punto y banca") y durante unos pocos años fui un jugador empedernido. De los que juegan todo el dinero que tienen. Claro que al exceso de jugar lo que no se tiene, nunca llegué. Por suerte ese vicio me lo saqué de encima en dos o tres años.

El sexo… no creo que sea un vicio, para mi es algo muy natural y diría que una necesidad fisiológica, instintiva, las hormonas se segregan y condicionan nuestra conducta; la educación sólo encauza a ésta.

El sexo ha sido muy importante en mi vida, y he practicado sexo como una parte muy importante del amor, pero también he tenido mucho sexo "casual".

Hoy con mis años encima y pagando tributo a mis excesos, he tenido que "aflojar la mano", pero el erotismo me acompaña en forma sistemática.

He sido un admirador de Onan y he practicado la masturbación desde antes de desarrollarme. No eyaculaba pero me "mataba a pajas".

Mi primer contacto con el sexo lo tuve con una prostituta (a fines de los 50 del siglo pasado, no había muchas posibilidades de iniciarse). No podía entrar (por la edad) a un prostíbulo pero en la calle había "para elegir". Tuve mi primera (y última) experiencia estando en el 3er año de bachillerato.

No fue una experiencia agradable, la verdad… prefería la masturbación.

A que negarlo mi mayor fuente de inspiración fue siempre mi hermana. No tanto en las primeras épocas, (ni ella ni yo teníamos un físico estimulante hasta los 14 o 15 años. Siendo tres años mayor que yo ella empezó a tener "formas" a los 16 o 17 años, desde allí empecé a "levantar temperatura" mirándola.

En realidad no la miraba sólo a ella. Cuando contábamos con, 10 años yo y 13 ella, comenzó una amistad entrañable (aún perdura) con Ana una chica de la misma edad de ella, hija de un matrimonio que se mudó por esa época a tres casas por medio de la nuestra. El padre (químico farmacéutico) compró una farmacia al lado de la tienda de la que mi madre era propietaria.

Mi hermana Marcela y Ana tuvieron una atracción de piel inmediata, y compartieron a lo largo de su vida, "todo". Y cuando digo "todo" no exagero. Fueron capaces de hasta no sentir celos entre ellas, ni por los cariños ni por las pasiones. Creo que lo único que no han compartido es el amor por sus respectivos maridos. Ambas tuvieron mucha suerte, conocieron al hombre de su vida el mismo día (en un baile en el que yo estaba), se enamoraron, fueron correspondidas, y ambas parejas se olvidaron que en el mundo existen otros seres, hoy con la honrosa excepción de sus hijos, los demás seres humanos despertamos en ellas, cariño fraterno o indiferencia.

Llegaron a compartir el cariño fraterno, así fue que ambas tenían (y tienen) un gran cariño por Myriam, la hermana menor se Ana, así como también por mi.

De hecho, cuando hace veinticuatro años comencé con Myriam una relación de pareja, ya viuda ella y yo recién separado de mi primera esposa, ambas se acercaron a nuestra pareja y, con sus maridos formamos un grupo muy bien avenido, cada pareja en su casa pero nos queremos los seis y compartimos muchas cosas.

Cuando Las conocí Ana tenía13 años (igual que Marcela) y un gorrión muy zancudo (que andaba siempre a su alrededor) tenía 9.

Me resultaba increíble el cariño que sentía yo también por esa niña, dado que nunca me gustaron los niños. Aun hoy no los tolero, quiero mucho a mis tres hijas, quiero muchísimo a mis nietos, pero ni a unas ni a otros los tolero más de una hora. No fui consciente de la razón por la que pasaba horas jugando con una niña de nueve años, cuando yo era "tan grande" (tenía como un año mas de edad, o sea yo era mucho mayor)

Hoy lo entiendo o creo entenderlo.

Cuando contaba con quince años de edad sucedieron dos acontecimientos que marcaron jalones importantes en mi vida: Mis padres construyeron una casa en un balneario cercano a Montevideo (Pinamar) e ingresé al Liceo Militar y Naval.

Esa "casita de la playa" fue escenario de muchos de los acontecimientos importantes durante quince años de mi vida, (desde los quince, hasta los treinta). Y el liceo Militar dejó una marca a fuego que a los sesenta y cuatro años todavía dura. Y por más que cambien en conducta y mentalidad los militares seguirá (es seguro). Los militares le han hecho mucho daño a mi patria, demasiado daño, pero a mi me repelen más que a la mayoría de los uruguayos, porque a mas de ver su conducta, se como piensan. A mi no pudieron lavarme el cerebro y al año me dieron de baja.

Por supuesto que di sobrados motivos, en un año no estuve "preso" sólo un fin de semana y eso por que el feriado de la independencia "cayó" un sábado y la amnistía la dieron a la tarde después del desfile. La obediencia es algo que desconozco olímpicamente y el menosprecio a todos los civiles no lo podía tolerar. Yo creo que un militar es más asesino y sanguinario que muchos de los que estarán presos de por vida por crímenes aberrantes (conozco muy pocas excepciones, aunque algunas sean muy relevantes) y lo son por formación (o deformación).

A los deiz y seis años no fue muy bien en los estudios (en realidad me fue rematadamente mal, perdí el año), a esa altura ya mis hormonas no me dejaban en paz, y además tenía constantemente la tentación "imposible" de Marcela y Ana. Por si fuera poco ya Myriam estaba "tomando color"; ya sus zancos estaban desapareciendo y en su lugar unas muy largas piernas lucían exquisitamente torneadas, ya no era sólo dulzura lo que trasmitía toda ella, ya sus ojos verdes brillaban con picardía (tenía buenas maestras) y su pelo muy rubio, muy largo y sedoso incitaba a la caricia. No era una adolescente larguirucha, si muy alta pero sus formas de mujer se insinuaban.

Claro que no fueron las hormonas y las tentaciones lo único que provocó el desastre, pero ayudaron y mucho.

Mi padre, reaccionó de una forma rarísima. Se puso de acuerdo con dos hermanos de mi madre y éstos organizaron una (no muy pequeña) orgía.

A mis tíos nunca los pude entender muy bien, me quedó siempre claro que eran terribles "putañeros" y no digo mujeriegos, lo de ellos fue siempre tendiendo a la orgía. Ya algo mayores, su vigor había menguado algo, y estaban más para mirar que para actuar… pero claro para actuar tenían sobrinos.

Cuando traje a mi casa el resultado de la reunión de profesores con un "eliminado" redondo, mi padre se sentó (y me invitó a que lo hiciera con el) en la mesa de la cocina.

  • Ya me parecía que este año estuviste pa´la joda. No es que seas un estudiante brillante pero éste año batiste el record… ¿Qué pasa?

  • Nada viejo. Todavía estoy pagando las consecuencias de un año de milico.

  • Bueno… bueno… me parece que tendré que cambiar las medidas a tomar. Yo pensaba atacar el problema que me pareció, tenías. Al saber la "buena nueva" pensé en llamar a tu tío a ver que puede organizarte en la casa de Pinamar; pero frente a tu respuesta, me da la leve que lo que te pasa es mas intelectual que hormonal, así que tendré que contactar un sicólogo.

Marcela no me dejó contestar, salió nadie sabe de dónde diciendo:

  • Que el sicólogo sea especialista en concentración por que me parece que la edad de la "bobera" le picó fuerte y vive en las nubes.

Por supuesto mi padre, hombre de pocas palabras se limitó a mirarla, y luego me miró como invitándome a la respuesta.

  • Mirá viejo; el trauma de un año de milico no se me borra con un sicólogo, sino respirando aire puro un tiempo… y si, tenés razón las hormonas me traen mal. Marcela no captó del todo mi problema, parece que para ella la paja es como el trigo, en cambio yo soy muy tradicional y estoy en las nubes por que la paja no me alimenta, todo lo contrario.

  • Bueno nenito (saltó Marcela) yo hace algún tiempo dejé de masturbarme y es evidente que el viejo tiene razón desde que tengo una vida sexual plena no tengo problemas.

Mi padre quedó impávido, o ya lo sabía o lo encontró muy natural. Siempre fue un tipo muy pragmático y además siempre vivió unos años delante de la mayoría, pero al final de la década de los 50 debía ser el único en mi país que podía tomar esas palabras con naturalidad, viniendo de su hija. Por la razón que fuere asintió sólo con la cabeza las palabras de mi hermana.

  • O sea Marce… que entendés que lo ideal es que Ruben y Eliseo se hagan cargo del problema.

  • No tan así… después, si vas a tener que pagar un sicólogo para que le saque el trauma que le va a quedar por una iniciación sexual tan asquerosa.

  • Bueno, dije yo, tampoco la pavada, yo ya tuve algo de sexo (exagerado… pero cierto) y no creo que sea tan malo.

  • A no Lalito (fue siempre la única a quien permití llamarme Lalo), esos putañeros y sus minas te van a dejar "EL" trauma, te lo digo con cariño.

  • No tengo dudas de tu cariño, pero no encuentro muchas minas que como vos sean tan desinhibidas.

  • Si, lo se pero es una lástima que vivas esa promiscuidad sexual. En fin ustedes verán. Eso si no me hagas dormir en las sábanas en que te revolcás con esas arrastradas, traélas a lavar por lo menos.

  • Me parece que está decidido voy a llamar a Ruben por teléfono.

Y sin decir ni media palabra más se levantó y se fue. Marcela quedó mirándome y su cara era un poema, creo que allí comenzó a gestarse lo que culminaría pocas semanas después.

  • En serio Lalo me da mucha pena, pero parece que el viejo tiene razón. Esta sociedad tan hipócrita, y llena de prejuicios machistas no te deja muchas opciones.

-- Gracias por preocuparte, pero la verdad es que, aunque prefiero la masturbación a las prostitutas, estoy cansado del sexo solitario.

  • Yo no estoy tan segura y no me digas que tus hormonas son la razón. Como excusa suena a poco.

  • No te creas, no es "LA" causa… pero influye.

Al otro día, Marcela recién levantada me pega el grito:

  • Laloooo… el tío Ruben al teléfono.

  • Hola tío ¿Cómo andás?

  • Haciendo de bombero, ya hablé con Eliseo y me dice que luego a eso de las siete de la noche tiene todo pronto y nos vamos a Pinamar.

  • ¿Cuántos somos?

  • El arregló con cuatro chiquilinas y va también el chueco además de nosotros tres.

  • ¿De dónde salimos?

  • Te pasamos a buscar.

  • Hecho, los espero… decime, vienen primero a buscarme ¿no?

  • Claro, aunque mi hermana y tu padre están enterados, vos sabés que tu padre fue el de la idea.

  • Ta bien, los espero… chau.

  • Un beso a Marcela.

Si supieras lo que piensa de vos y de tus minitas, seguro no le mandás un beso, pensé mientras cortaba.

Como era lógico Marcela había escuchado todo, me volví… y allí estaba, mirándome con un gesto en su cara que mostraba sentimientos fuertes y encontrados, pena?, rabia?, impotencia?, si quizás todo eso y algo más.

  • ¿Estás seguro que no te vas a arrepentir?.

  • Bueno… eso lo sabré después, por ahora estoy como perro con dos colas.

  • Es lógico, te entiendo… pero estoy segura que te vas a arrepentir.

  • Repito, no va a ser peor que una prostituta y a eso si que no vuelvo.

  • La verdad Lalo, me siento orgullosa del hermano que tengo, como mujer no me gustaría que mi hermano se sintiera bien usando a otro ser humano, y pagando con dinero el disfrute de su sexo. Estoy segura que debes ser un estupendo amante.

  • Estoy seguro me falta experiencia, que espero suplir con vigor, empeño y falta total de egoísmo.

  • Tenés lo fundamental, cualquier mina, si tiene experiencia la va a poner a tu servicio para que aprendas y si no la tiene aprenderá junto a vos. Envidio a la que tenga la suerte de cruzarse en tu camino. Sos muy dulce… y yo se lo que es encontrase con tipos egoístas.

  • Gracias Marce, te aseguro que voy a analizar esta experiencia con tigo.

  • Siempre y cuando no me vengas con una depre como la que te inventaste con los milicos del liceo militar.

  • No Marce no es invento, vos no aguantarías todo lo que yo pasé.

  • Te creo, pero no exageres, sos conciente que ha ayudado a tu formación.

  • Si, de acuerdo… bueno me voy a preparar mentalmente, jajaja

  • Dale boludo.

La verdad?... me quedé con la espina, pero ya la sangre me circulaba a una velocidad vertiginosa. No se como reuní tranquilidad para no recurrir a "maría muñeca".

Y las siete llegaron, mis tíos fueron muy puntuales y yo, como una flecha corrí hacia el coche, con la sensación (y la certeza) que mi hermana me espiaba.

  • Hola, ¿todo en orden?

La carcajada de mis tíos debió oírla Marcela detrás de la ventana del living.

  • Claro, ¿Qué te creías, que tus tíos tienen la boca como calzón de vieja?

  • Bueno, las complicaciones pueden surgir.

  • Son años haciéndolo.

  • Ta bien, y que tal las minas?

  • Y… miss universo no son, pero si son muy querendonas y les "gusta" mas que comer.

Mi tío Ruben no hablaba, el se limitaba a conducir, parece que el primogénito llevaba la voz cantante. Me pareció que las chicas eran del barrio pues no demoramos más de cinco minutos en llegar. Aunque como estaban en la casa de Chueco, podían ser de cualquier parte de Montevideo y estar en su casa. Ni bien Ruben estacionó el auto salió, muy bullanguera, una chica que sin deslumbrarme no me disgustó. De unos veinte y pocos, ni delgada ni obesa pero con muy buenas curvas. Por suerte no era hora de dormir, pues sus gritos habrían despertado a un pueblo.

  • Eliseooooo, este es el botija al que hay que estrenar?

Creo que en ese momento descubrí como llegar a las mujeres… despertando su instinto maternal y simultáneamente descubrí que preferentemente debían ser mayores que yo, de ser posible bastante mayores.

No era éste el caso, la chica no era mucho mayor que yo, cinco o seis años pero a mis diez y seis se notaba la diferencia, máxime considerando la diferencia en cantidad y calidad de experiencia, así que de inmediato asumí el papel de indefenso niño.

  • No seas mala, ya tengo bastante vergüenza y miedo, si seguís así me voy a esconder para no hacer un papelón.

  • Cheee Eliseo, este botija es un dulce, no voy a poder esperar a llegar para comérmelo. Ah, ya que estamos frente a dos caballos me presento yo: me dicen "la potota".

  • Nada de trampas, quedamos en que no era tu fiesta sino la de todos, vos tenés que comértelo delante de los demás.

  • Me parece que vos no dijiste toda la verdad, dijiste traer un buen padrillo y que nos "pasaba por las armas" a todas y que lo hacía delante de todos. Pero si el botija se va a iniciar merece intimidad, por lo menos la primera vez.

Mi tío Ruben. habló por primera vez, mirándome muy fijo

  • La verdad no creía que vos fueras virgen, no lo concibo en alguien de mi misma sangre, pero… si en realidad, sin engaños, si es tu primera vez le dejamos la primicia a Potota y en la intimidad. Con la condición que luego la cosa se generalice.

  • Me parece justo, el problema es que no vine preparada, no traje camisón y este dulce se merece algo como la gente en su iniciación. Pero, veré en el camino… algo se me ocurrirá.

En ese momento salieron de la casa el resto de los participantes de la fiesta y mientras Chueco cerraba la casa las chicas se acercaron. Una de ellas hacia el coche de mi tío y las otras al de Chueco que estaba adelante. Potota no la dejó ni presentarse, diciéndole:

  • Para que vamos a ir apretados cinco en este coche, andate con Teresa y la flaca, junto al chueco que como buen tachero debe manejar muy bien y no corrés ningún peligro.

  • Bueno… hola me dicen Jose.

Estaba yo tan absorto mirando a Potota que ni miré a la tal Jose y menos a las otras. Ni siquiera saludé a Chueco, que si bien no lo conocía mucho si había coincidido con el, en alguna reunión en lo de mis tíos.

No se habló más y partimos. Nos quedaban más de cuarenta quilómetros por delante.

Mis dos tíos quedaron delante y Potota subió en el asiento trasero junto a mi. Eliseo sacó mate y termo comenzando el mudo diálogo de, mate va, mate viene con Ruben. Detrás el silencio pareció hacerse pesado, el ruido del motor diessel y el de la última chupada al mate era lo único que se escuchaba.

Yo, con los ojos secos y ardiendo miraba a mi compañera de asiento. No era ninguna belleza, acostumbrado a mirar el día entero a Marce y Ana (que extraño… ¿Myriam? por que me vino a la mente) ella no tenía ni para empezar. Pero mis diosas eran inalcanzables, sólo servían para inspirar a "maría muñeca" en cambio a mi lado tenía una chica, que no estaba nada mal y estaba dispuesta a que fuera el apoteótico comienzo de una noche que esperaba, (y así resultó) fuera memorable.

Dejando de lado una cara y un pelo (todavía recuerdo la confusión que sentí cuando al observarlo recordé el de Myriam y sus enormes ojos verdes) mas que normalitos tenía unos senos muy bonitos, ni grandes ni pequeños y muy bien formados. Al notar ella que los miraba, movió un poco su torso y los pude apreciar mejor. Sentí un tremendo calor en la cara y me imaginé rojo como un tomate, de inmediato bajé la vista, de refilón aprecié que tenía el vientre muy liso y fijé la vista en sus largas piernas enfundadas en unos jeans de streech, que me permitió ver la cara delantera de unos muslos preciosos, y que parecían muy prietos, claro que apretados por el tejido del pantalón.

-¿Y?… ¿pasé el control de calidad?

  • Sos muy mala… ¿no te das cuenta que te estoy admirando?

En ese momento era una verdad grande como una catedral, mis hormonas habían logrado que perdiera totalmente la objetividad. En mi estado de excitación yo sólo podía admirarla, ella era (sin dudas) mi primera experiencia. Aún con la tremenda excitación que tenía y que había provocado una erección como nunca había sentido, sentí como que mis músculos se aflojaban y mi cuerpo era una gelatina. Y ella notó ambas cosas. Y pareció embargarla una ternura infinita. Mis tíos habían comentado en más de una ocasión que era una leona, que se comía los hombres crudos. En su círculo era famosa; "la Potota", (seguramente su nombre de guerra) era la leader de un grupo de chicas que nunca llegué a saber por cuantas estaba formado, creo que la única que lo sabía era ella. Pero en ese momento yo estaba en otra. Seguía embelesado mirándola. Su voz, muy suave, aterciopelada, me sacó del ensueño.

  • Sos un dulce, la verdad no se que hacés aquí, verdaderamente te merecés la noche que pienso darte.

  • Espero que no me tengas que regalar nada, me gustaría vivir una noche de amor y eso es algo de a dos, no se que va a pasar mañana pero hoy ya siento que estoy enamorándome de vos, vine dispuesto a tener una noche de sexo casual y promiscuo, pero fue sólo verte y saber que hoy puedo ser el hombre mas feliz de la tierra.

  • Me desarmás bebé.

Mientras decía esto se hincó en el asiento y me dio un beso en la mejilla. La descarga eléctrica, que provocaron las hormonas liberadas, logró aumentar mi permeabilidad celular. Sentí que no tenía piel, mis sensaciones eran amplificadas y los sentimientos se mezclaban con los impulsos. Pasé mis brazos a su espalda bajé los codos y con éstos la apreté hacia mi, por su cintura. Fue mágico, sentí que se estremecía con migo, que nos fundíamos uno en el otro.

El beso no tardó en llegar, comenzó siendo un beso muy dulce y muy breve; un roce, seguido de otro… de otro, pero ya el cuarto no fue un roce, mis labios se apretaron contra los suyos mientras inclinaba mi cabeza. Ella no tardó en entreabrir los suyos y su lengua comenzó a acariciar mis labios. La mía salió a su encuentro y en ese preciso instante supe lo que era un beso. Al sentir el roce de mi lengua en la suya, la escondió y empezó a besar mi labio inferior primero y el superior luego y volvió a repetir la maniobra una y otra vez. Jamás había sentido algo igual y supe que en sus caricias no había técnica. Yo no la tenía, pero ella, que seguramente sabía mucho, actuaba siguiendo su instinto.

  • Nunca me mojé tanto, tan pronto y con aparentemente, tan poca cosa bebé. Me transportás a otro mundo.

  • Es seguro que te traje a la nube en que estoy.

Y entonces estalló… se me prendió como una garrapata y comenzó a besarme con desesperación. Abrió su boca, sacó su lengua y esta vez no acarició mis labios, la hundió en mi boca y comenzó una lucha cuerpo a cuerpo con la mía. Ya dentro del coche no se oía ruido alguno. Mi tío Eliseo ya no tomaba mate y se limitaba a mirarnos con su cuerpo orientado hacia atrás. Mi tío Ruben miraba por el retrovisor y quedó tan en las nubes que el coche comenzó a hacer "eses" en la carretera. Esto provocó un triple sobresalto, Eliseo y nosotros simultáneamente, miramos al conductor y gritamos.

  • Nos vas a matar a todos.

  • Si es verdad, perdonen. Esta escena distrae al más concentrado, disculpen y sigan tranquilos que no me distraigo más.

Pero el encanto se rompió. Con un suspiro, ella se recostó en el asiento, volteó la cabeza y me regaló un guiño de lo más pícaro. Luego cerró los ojos y suspiró.

  • Vaya nochecita que nos espera.

  • La verdad nunca viví lo que me parece que me espera, pero me da la leve que la recordaré mientras viva.

  • Decime Eliseo, ¿te parece que podremos vivir la noche que queremos tu sobrino y yo?. El se la merece y ya estoy envidiando a la privilegiada que tenga la suerte de enamorarlo. A mi el asado no me interesa, se me fue el apetito y el aperitivo menos, no quisiera tener una gota de alcohol encima, a la hora de hacerle el amor. Por que no te quepa duda que aunque lo esté deseando, a éste lo violo o lo violo.

  • Ya se que sos una leona y espero que el esté a la altura del apellido que compartimos.

Potota le dio la callada por respuesta, se recostó sobre mi hombro, cerró sus ojos y creo que se durmió de verdad. Yo con su leve peso encima quedé muy feliz, no me animaba ni a acariciarla para no estropear el momento.

Y así estuvimos el resto del viaje; en un silencio total, arrullados por el ronroneo del motor y alternando el mate entre mis tíos y yo.

Al llegar empezó la algarabía, las chicas y Chueco bajando de los autos todo lo que llevamos, entre risas y comentarios, mi tío Eliseo prendió el viejo tocadiscos que mis padres jubilaron de casa y llevaron a la casa de Pinamar y bajo las protestas de una de las chicas que quería que pasara samba enrredo, puso un disco de Canaro con tangos instrumentales.

Miré a Potota y estaba como nerviosa, no hacía nada y recorría de la casa (que ya había mirado de arriba abajo como reconociendo el terreno) al parrillero, mirando los enormes pinos del fondo de la casa e inspirando profundamente como para sobre-oxigenar sus pulmones. La invité a bailar, sin pronunciar palabra, sólo un gesto.

  • ¿Un tango?, así que bailás tango.

  • Para nuestro estado de ánimo vendría mejor un bolero, pero entre la música carioca que quieren tus amigas y un tango no dudo un instante. Mi madre y mi hermana me enseñaron a bailarlo y en mi casa es lo que se escucha, casi te diría, lo único que se escucha. Si te animás les damos una demostración de cómo se baila un tango.

  • Decime aquí hay agua caliente?. Me gustaría darme una ducha.

  • Bueno hay un calentador de agua a alcohol en la ducha y es seguro que hay mínimo dos litros de reserva.

  • Bueno entonces si no se molestan me doy una ducha. En el auto pasé mucho calor y me siento pegagosa. ¿Me enseñás como se utiliza ese aparato antediluviano?.

  • Es muy sencillo, pero para que no te quemes te muestro.

No una, las dos las chicas saltaron al unísono.

  • Ya nos llevan mucha ventaja. A no abusar.

  • Bueno no es para tanto, que ellos se diviertan a su manera un rato y después de cenar la hacemos entre todos.

Bien por mi tío, por lo menos de momento, me estaba salvando.

  • Eliseo es un piola del año cero ¿no?

  • ¿A… pero vos te creíste que me quería a duchar contigo?.

  • Y… esa esperanza tuve, pero si no es tu idea perdonáme.

  • Te dije que no había traído camisón, pero que algo se me ocurriría, ¿no?

  • Me tenés en ascuas.

  • Estoy improvisando, mi experiencia en lo romántico es muuuuuuy pobre.

  • Confío plenamente en tu sensibilidad.

  • Dale vamos al baño. Llevá el alcohol y los fósforos.

Yo sabía que en el mueble del baño estaban el alcohol y los fósforos, por lo que abrazándola por primera vez caminé hacia el baño.

  • Decime ¿hay alguna cama tendida?

Que nabo… como no me di cuenta. Jamás se dejaban las camas tendidas, aún en verano cuando se iba todos los fines de semana. Toda la ropa de cama estaba guardada (y guardada en bolsas de polietileno bien cerradas), por temor a los insectos.

  • Perdoname no me di cuenta, la ropa de cama está embalada.

  • Bobo, querés estar en todos los detalles ¿no?. No hay drama, ayudame a tender una cama, en lo posible de matrimonio.

  • No creo que mis padres se hagan problema. Y mi hermana me pidió que llevara las sábanas para lavarlas.

  • Ah… ¿tenés una hermana?

  • Si, dos años mayor.

  • Y…¿sabe a que viniste?

  • Marce sabe todo lo que pasa en casa, en especial si es concerniente a mi persona, no preguntes como hace. Pero siempre está enterada.

  • ¿Para cargarte?

  • Noooo por suerte nos llevamos muy bien, nos queremos mucho.

  • Bueno, dale… vamos a tender la cama.

  • Le alcancé las sábanas y esperé del otro lado de la cama, para ayudarla. Muy serios y callados las tendimos, pero allí se puso juguetona. Se arrojó sobre la cama recién tendida y tiró de una mano mía haciéndome caer sobre ella. Me tomó de los hombros y rodamos sobre ella. Muerta de risa puso sus manos en mi cuello como para ahorcarme y con una rodilla amagó a pegarme en los testículos. Muy serio la tomé de los hombros y acerqué su cara a la mía para besarla. Se rió e hizo una finta, con lo que en lugar de sus labios besé su mejilla.

  • Vamos despacio, primero nos duchamos y después veremos. Veremos si seguís así, cuando me veas desnuda en la ducha.

Una vez que entramos al baño trancó la puerta. Y mirándome fijamente comenzó a desabrocharse la blusa. - ¿Puedo?

La tentación de desvestirla yo, fue enorme.

  • Claro, vos desvestime, que yo te desvisto a vos.

Si no quedé electrocutado ese día, nunca voy a morir por un choque eléctrico. Desprendí de a uno los botones de su camisa, mirándola con pasión contenida. Cuando fui a retirarla de su cuerpo ella tiró hacia arriba de mi remera. La solté y dejé que me la sacara para luego sacar la suya. A los diez y seis años es muy difícil un infarto, pero juro que sentí un dolor en el pecho, no podía respirar bien, estaba agitado si, pero el dolor en el pecho aumentaba si inspiraba. Cuando la vi por primera vez en la puerta de la casa del Chueco, me pareció que tenía unos senos muy bonitos. Ahora al mirarla vestida sólo con el corpiño de la cintura para arriba sus senos me parecieron sublimes, delicados, suaves. La tentación de acariciarlos, de besarlos fue inmediata. No me pareció adecuada una caricia, podía resultar grosera, pero besar lo que el sostén dejaba visible, fue una tentación irresistible. Incliné mi cabeza y besé, primero la piel de uno y luego la del otro. Ella me lo agradeció levantando mi cabeza y sorbiendo mis labios con las suyos, primero uno y después el otro. Por unos momentos, nos olvidamos de desnudarnos, nos besamos minutos, que parecieron horas (u horas que parecieron minutos). Hasta que la pasión nos desbordó y seguimos desnudándonos mientras nos mirábamos, los ojos ardiendo cual brazas encendidos, las manos inquietas, torpes, con la intención de desgarrar nuestras ropas, pero conteniéndonos. Me costó un triunfo sacarle el jean, pero lo logré. Ella (quizás con más práctica) se deshizo de mi pantalón.

Miré su cara y bajé la mirada recorriendo su cuerpo semi desnudo. Sus senos con los pezones endurecidos, salientes, enhiestos. Su vientre plano su cintura breve, el arco de sus caderas, sus muslos robustos, nada de paréntesis entre sus piernas. Unas piernas torneadas por un escultor genial. Y volví la mirada a su rostro, a sus ojos, vulgares si… marrones ( ni miel, ni castaños, vulgarmente marrones), pero a mi me estaban enloqueciendo.

  • Por favor… no me mirés más que me incendiás. Desnudame y bañemonos.

Entonces me di cuenta que yo estaba completamente desnudo. No percibí en que momento me despojó del slip. Mirándola a los ojos y con mucho esfuerzo la despojé del sostén. La tentación de besar esos senos (que quedaron en la misma posición) fue irresistible, y tomando el derecho por debajo con mis manos lo besé desde arriba hacia el pezón. Cuando llegué a el lo succioné como si fuera el bebé que ella amamantara.

  • Por faaa… vooor vamos a ducharnos.

Comprendí que su deseo de provocarme con la ducha, en lugar de una ropa sexy, la atrapó a ella y estaba súper excitada. La liberé de su bikini. Tomé el jabón y una esponja de la jabonera y comencé a frotar su cuerpo. Cuando estaba frotando su vientre, entreabrió sus piernas y yo entendí su mudo mensaje. Pasé a conciencia la esponja por su sexo y cola, terminando en sus pies que levantó uno a uno.

  • Ahora me toca a mi.

Y me pasó la esponja mirándome a los ojos. Se abrazó a mi y nuestros cuerpos se pegaron. Una mirada traviesa asomó a sus ojos y su boca. Se separó dando un pasito atrás pero manteniendo su pecho unido al mío y tomando mi pene con una mano comenzó a frotarlo con la esponja en la otra. No lo toleré, fue demasiado para mí la atraje haciendo presión en su cola y ella se estremeció con el contacto. Cayó la esponja y liberó mi pene luego de acomodarlo entre nuestros cuerpos. Y comenzó una verdadera danza del vientre, movía en círculos sus caderas, las llevaba adelante, atrás, otra rotación, otro vaivén. Me miró… la miré… acerqué mi rostro al suyo y comencé a besarla. De nuevo caricias con los labios en la boca del otro. Nos turnábamos en dar y recibir caricias con milimétrica precisión. La temperatura amagó a subir. Comenzó a introducir su lengua en mi boca, la mía le salía al encuentro. Y en ese instante se terminó el alcohol. El agua fría nos estremeció, me separé de ella y cerré la canilla, mirándola, comiéndomela con los ojos. Separó aún más su cara y se rió nerviosamente.

  • ¿La toalla?.

  • Que torpe, me olvidé de traerla y lo peor es que están embaladas, nos vamos a congelar.

  • No creas, con el calor que despedimos, si nos abrazamos, nos secamos sin pasar frío.

Sin pronunciar palabra la abracé muy fuerte, y comencé a escurrirla desde la cabeza, hice presión en sus omóplatos y continué bajando por la espalda. Al llegar a su cola se estremeció con violencia y tomando mi cabeza comenzó a besarme furiosamente. La pasión apareció súbitamente y nos besamos como moribundos desesperados.

Nos besamos y nos acariciamos, parecíamos dos serpientes moviéndonos y nuestras pieles se rozaban. La piel de sus senos acariciaban mi torso, sus pezones muy duros es enterraban en mi pecho, nuestros bellos púbicos se rozaban. Y la temperatura subía en nuestros cuerpos; hasta que no pude más y la tomé con un brazo bajo sus corvas y el otro detrás de su cuello, la levanté y la llevé en brazos al dormitorio. Como mientras caminé los pocos pasos que nos separaban del dormitorio besándonos, no me orienté bien y tropecé con la cama. Caímos en un entrevero de brazos y piernas, pero con una habilidad increíble, ella separó las sabanas y se colocó boca arriba entre ellas. Yo me levanté y quedé con la boca abierta mirándola. Desde la cama me hizo un guiño y sonrió. Era un poema, ese guiño. Y siguió mirándome, con una expresión que me trasmitió muchas cosas; dulzura, picardía, lujuria. Me tiré entre las sábanas (que ella mantenía abiertas) boca arriba como ella. De un salto ella quedó boca abajo y encima mío, primero con las piernas cerradas y todo su cuerpo descansando sobre el mío, pero luego y mientras seguía mirándome fue abriendo sus piernas y recogiéndolas hasta que nuestros sexos quedaron en contacto. La besé; levanté la cabeza y la besé, una caricia de mis labios en su boca, un roce apenas y ella hizo lo mismo mientras movía su cuerpo sobre el mío.

Quedamos un tiempo así, besándonos muy suavemente, empapándonos el uno del otro. La ventana estaba abierta y se sentía el crepitar del fuego en el parrillero, algún murmullo y nada más que el ruido del fuego. Creo que ambos fuimos concientes que nos espiaban y aunque ambos queríamos intimidad, a ninguno de los dos pareció importarle.

Alguien puso la música más adecuada que se disponía en la casa. No llegué a preguntar quien (revolviendo entre los discos que llevamos con Marce para ese verano) encontró ese disco de Paul Anka. Pero sin dudas elegir "tu eres mi destino" fue un chispazo genial. Quizás por que al escuchar los primeros acordes de la orquesta de Don Costa yo identifiqué el tema, no tuve el escalofrío que ella sintió cando se escuchó el... iuuu arrrrrrrrrrrrr. Pareció explotar, sacó aire de no se donde para un suspiro por demás intenso, cerró los ojos y se apretó a mi como una garrapata, los rozamientos ganaron intensidad; serpenteaba sobre mi cuerpo y cada vez se apretaba más. De pronto aflojó la presión y comenzó a recorrer mi cara con sus labios. La recorrió varias veces y bajó a mi cuello. Sentí como un fuego que me rozaba y otro fuego empezó a circularme por las venas. Siguió besándome mientras bajaba por mi torso, al llegar a mi pubis se desvió y bajó por un muslo hasta la rodilla de allí a la otra y comenzó a subir hasta llegar a mi entrepierna. Esta vez no evitó mi sexo, puso su mejilla sobre mi vello pubico, sacó apenas su lengua y recorrió mi pene desde el tronco hasta el balano, lo descubrió con dos dedos y volvió a lamer muy suavemente el tronco desde el balano hasta la base del tronco. Entreabrió sus labios y con un roce imperceptible de ellos, pero en un suspiro que despedía un aire que era fuego gaseoso, llegó de nuevo al balano. Allí comenzó una felación que me electrizó. Presentí que no sería capaz de soportar ese tratamiento sin eyacular, estaba en las nubes, pero no quería que terminara así mi primer contacto (en serio) con el sexo.

La tomé de las axilas y atraje su cara hacia la mía. La besé con desesperación bebiendo de su boca la saliva que había acumulado en la felación. La tomé de sus hombros y giré arrastrándola en mi movimiento, quedé sobre ella, semi hincado invirtiendo la posición anterior De a poco me fui calmando, al besarnos fuimos cambiando la pasión por suavidad, enervante si, pero con mucha ternura. Comencé a devolverle el tratamiento, con besos muy leves comencé en su rostro, de allí pasé a su cuello y de allí a sus senos. Sacando apenas mi lengua acaricié con ella un seno primero y luego el otro. Entreabrí mi boca y succioné sus pezones duros cual piedra expuesta al sol por lo calientes… Más suspiros y sólo suspiros, no emitíamos el menor sonido desde nuestras gargantas. La excitación la fue ganando, abandoné esos manjares y seguí descendiendo por su torso, al igual que ella evité las caricias en su pubis y me desvié a un muslo, fui hasta su rodilla y pasé a la otra. Ella presintió que ahora no evitaría besar su sexo y, con un nuevo suspiro que esta vez fue acompañado de un leve quejido, abrió sus piernas y levantó sus rodillas. No desprecié su invitación, puse mis manos bajo su cola la levanté un poco desde ella y besé esa concha que escondía su vagina. Saqué de nuevo la lengua la coloqué sobre los labios y empecé a separarlos. Desde el perineo fui subiendo hasta hacer contacto con su clítoris. Y explotó. Empezó a convulsionar en absoluto silencio, mientras aumentaba su secreción lubricante. Empapó mi cara con su secreción. Luego de unas pocas convulsiones se tensó como una cuerda de violín y cerró sus piernas apretando mi cabeza. Quise… quise pero no pude seguir estimulándola tomando su clítoris entre mis labios, se notaba que era demasiado para ella en ese momento. Lo que sí pude fue dar pequeños golpecitos con mi lengua en los labios de su vagina. Culminó su orgasmo y se relajó. Trató de subir mi cabeza hasta la de ella pero las fuerzas no le dieron, cayeron sus brazos a ambos lados de su cuerpo y quedó muy laxa sobre el lecho. Entendí que necesitaba un beso, yo también lo estaba necesitando y desplazando mi cabeza llegué a su cara. La besé, muy suave, otro roce imperceptible y ya no se cuantos iban, ¿Cuántas veces pasamos de la pasión a la ternura?. Claro que ahora no cabía otra hasta que ella se repusiera de ese orgasmo que sentí; fue inmenso.

Su respiración de a poco fue tomando un ritmo normal y, cuando fue normal del todo me miró, sonrió y habló, creo que por primera vez desde que estábamos en la cama.

  • Siempre creí que la felicidad era un estado del alma, que no tenía nada que ver con el placer, pero acaban de fundirse en mi, placer y felicidad los siento como una sola cosa.

Le di la callada por respuesta y me limité a besarla, ahora el beso la excitó.

Había oído mucho sobre que era una leona. Pero sus movimientos ahora lo negaban, si se podía comparar con una fiera (y valla si lo era) es seguro que debía pensarse en una pantera.

Con agilidad y movimientos felinos me dio y se dio una vuelta y quedó sobre mí, ahora ella semi hincada y empezó un recorrido de pequeños y breves besos por todo mi cuerpo. Cada vez más breves y la sucesión mas rápida, sin ningún orden, se movía sobre mi cuerpo cada vez más rápido, levantaba la cabeza me miraba como una loba hambrienta y volvía a bajarla besándome donde cayera. Y nos fuimos excitando cada vez mas… y mas… y mas. De pronto me di cuenta que ambos jadeábamos y en un momento del jadeo pasó a emitir un sonido casi gutural, apenas audible, pero real. Se hincó del todo y tomando mí pene que estaba por explotar lo colocó en la entrada de su vagina. Traté de apresurar la penetración (estaba D E S E S P E R A D O), pero me lo impidió apretándome contra la cama con sus dos manos en mi cadera.

  • Qietoooo… dejame a mi, por favorrrrr.

Y yo seguí en mi papel de niño bueno, que está aprendiendo (cosa que era una verdad como una catedral). Antes de penetrarse frotó su clítoris con mi pene; el calor y la humedad que rezumaba su sexo aumentó mi excitación hasta el límite, pero aguanté estoicamente. Y por fin se dejó caer, introduciéndose mi sexo en el suyo. Fue sublime como una paradoja, otra vez mi excitación descendió increíblemente varios niveles. Me sentí tan unido a ella que parecía increíble que el contacto fuera sólo entre nuestros sexos. Me sentí en una verdadera comunión intelectual con ella. A su vez debe haber sentido algo por el estilo pues se quedó muy quieta apoyando su pelvis en la mía, mientras sus ojos, Húmedos y extraviados me miraban sin verme.

En ese momento entendí lo que verdaderamente quiere decir "alma mía". Hoy después de haber vivido mucho y ser un materialista dialéctico convencido, que por tanto no cree en el concepto de alma, puedo afirmar sin dudas que todo mi ser, todo yo estaba en su cuerpo. Sentí que todo mi ser le pertenecía, que ella había sabido ganarlo y era suyo por derecho adquirido. Y no lo adquirió pagando con placer, me lo pagó dándome felicidad.

Lugo de transcurrir una eternidad, comenzó nuevamente una verdadera danza del vientre. La pantera se materializó en ella, su vagina era un molinillo que trituraba deliciosamente mi falo. Y llegaron los orgasmos; primero el mío, sentí como mi semen recorría toda la uretra e irrumpía en ella. Y luego casi inmediatamente sus músculos vaginales empezaron una serie de espasmos exprimiendo mi pene ya seco. Toda ella convulsionó y luego el relax total, quedamos transformados en gelatina. Y en silencio, los dos, sólo con un jadeo enloquecido y suspiros.

Se quedó sobre mi, colocó su cabeza en el hueco entre mi cabeza y hombro y así se quedó mientras nuestras respiraciones se normalizaban.

A través de la ventana comenzaron a oírse voces y risas y tuve la certeza que habíamos dado un espectáculo, pero no me importó demasiado, era un precio mínimo, teniendo en cuenta que lo usual en estas "fiestitas" era que lo que acabábamos de hacer, se hacia delante de todos entre comentarios, risas, aplausos y algunas groserías. Claro que todos deben haber percibido que ésta vez Potota y yo hicimos el amor, algo nada frecuente en este círculo. Tuve la certeza que mi tío Ruben fue el artífice de nuestra relativa soledad, lo que no sabía es si ésta persistiría. Nosotros seguíamos con la luz encendida y la puerta abierta (cuando entré con Potota en brazos no atiné a cerrarla).

El silencio entre nosotros era muy significativo, yo no había pronunciado palabra y ella unas pocas desde que estábamos en la habitación. Recordé mi anterior experiencia, me recordé mirando la pintarrajeada cara de una mujer, que tendría la ropa interior en su cartera (si es que no la había dejado en su casa) y escuchando como me incitaba a "acabar de una vez" por que podía encontrarnos la ronda policial y terminaríamos los dos en la comisaría. Potota pareció despertar de un largo sueño, evidentemente tenía más capacidad de recuperación que yo, ya que de lo único que fui capaz, mientras ella "despertaba" fue de oír y recordar.

  • Me parece que nos queda poco de tranquilidad, de hecho es increíble que no estén aquí todos aplaudiendo y gritando. Tendríamos que vestirnos, no quisiera estar desnuda cuando vengan; me estremece de placer que vos me veas así ya que se que te gusto, pero me daría vergüenza que me vieran todos así.

Raro ¿no? Todos ellos me han visto desnuda. Y, vestida de Eva hice mil diabluras frente a ellos.

  • Es una lástima, estoy disfrutando de este momento tanto o más de lo que disfruté de hacer el amor.

  • Te aseguro que en esta barra desentonás aquí no se viene a hacer el amor. Lo usual es que el sexo se utilice como medio de dar rienda suelta a bajos instintos en el mejor de los casos, o lo que es peor como un obsceno instrumento de comicidad.

Dale… vamos a vestirnos y consideráte muy feliz de que no nos hayan interrumpido.

Me dedicó una traviesa sonrisa y salió como flecha hacia el baño. No terminó de cerrar la puerta cuando los gritos de afuera se sintieron en la ventana.

  • Vienen a comer algo o los vamos a buscar.

  • Ya vamos, Potota está en el baño.

  • Terrible hija de puta, se está vistiendo.

  • Eliseoooo andá al baño a traer a "la Potota" que se está vistiendo.

-Me pareció la voz de Jose pero no lo puedo afirmar ya que le había escuchado pocas palabras en el frente de la casa de Chueco. De cualquier manera la vi enseguida ya que acompañada de otra chica irrumpió en la habitación mientras oía pasos en dirección al baño.

  • Dale Jose, agarralo de los pies que yo lo agarro de la cabeza, así lo llevamos desnudo pa la mesa del parrillero.

Mientras oía golpes en la puerta del baño me tomaron como dijo la chica (después supe que se trataba de Teresa) y me llevaron afuera. No me resistí; mas que nada por que presentí que sería tomado como una broma y comenzaría un juego de manos que no tenía fuerzas ni ganas de practicar.

Tuve como un relámpago de idea que Potota era muy rápida para vestirse ya que oí voces y risas en la cocina cuando la traían a ella también.

Y así como estaba, desnudo, me pararon en la mesa del parrillero mientras el tío Eliseo y Chueco hicieron lo propio con Potota. Y empezaron las bromas de mal gusto. Teresa rompió el fuego.

  • Che Potota ¿y te conformaste con esto?, si me mete eso no la siento y eso que soy re-estrecha.

  • Lo que pasa es que no está parada, la Potota es una maestra parando vergas en segundos.

Me dolió ese comentario en boca de mi tío Ruben aunque ese léxico era de lo más fino que escucharía en el resto de la noche.

  • Y buen... yo me ofrezco de voluntaria a parársela y que conste que creo que está para el arrastre; después de una tenida con la Potota no hay macho que no quede de cama.

Al mirar "eso " que habló me di cuenta que cuando se ponen motes en general son merecidos, es seguro que Flaca no era su apodo, alguien hizo patente su condición física poniéndole ese mote. Discépolo debe haberse inspirado en ella. Sin lugar a dudas era fané y descangayada" y con sus hombros justificaba el: "una percha en el escote bajo la nuez". Muy gráfico. El lunfardo no llega a ser ni un dialecto, es sólo una deformación del castellano que utilizaron los "guapos" allá por comienzos del siglo pasado o fines del XIX, para comunicarse entre ellos y no ser entendidos por la gente mas "leida". Pero, quizás por el sublime uso que de el hicieron grandes poetas del tango, se fue incorporando a nuestra cultura y la verdad, en lo personal me "suena" como música y seguramente es muy elocuente.

Jose, soltó una carcajada y estaba algo alejada de mi, seguro que si su boca hubiera estado cerca me hubiera emborrachado con su aliento de caña o vino. Todavía no estaba alcoholizada, pero le faltaba poco alcohol para perder el dominio de sus sentidos. Su comentario me lo confirmó.

  • Me parece que a éste no se le para por un rato largo. La Potota es una leona, pero este guacho, me da la leve que es un flojo de mierda, no creo que puedamos(así lo dijo), pero si querés te ayudo.

No entré en la grosera provocación, estaba desnudo y me tenían muy fácil, resistirme sería comenzar un juego. Yo solito me metí allí y mas o menos sabía los códigos con que se regían. Si Marce estuviera allí, el "te lo dije" no se lo acallaba nadie. Le di la callada por respuesta, pero ni me sonreí, me limité a mirar a Ruben como esperando una ayuda que por supuesto no llegó. Miré entonces a Potota (era conciente que ella tenía el respeto de las demás) y la vi como con vergüenza. La flaca (no puedo pensar en "eso" si no la nombro con el pronombre y en minúscula) siguió la dirección de mi mirada y pretendió ser cruel.

  • Che Eliseo, tu botija es un flojo del año cero, la potota se lo pasó pa la cueva y ahora tiene que defenderlo.

  • Tené mucho cuidado, si Jose aún con ese léxico logra ponerme en condiciones, en cuanto esté frente a frente con tigo se me arruga como "traje´e confeción".

Supe que me había pasado y con la más sana intención empecé a querer hablar, pero Jose fue muy rápida.

  • Buen, buen, buen, Parece que el nene es muy educadito y finolis vamos a tener que darle "como adentro´e un gorro" a ver si aprende a vivir y se deja de bobadas de "nene bian".

Tenía que arreglarla de alguna manera, Jose había tomado el guante que arrojé a "la flaca" y se puso agresiva.

  • Che pará… no te vayas "pa´l lado´e los tomates" si "la flca" me da un tiempo "pa" recuperarme le doy "pa tabaco ojilla y fósforos". Además "dejenmen" abrigar que todavía no hace tanto calor como "pa´ star en bolas".

Creo que nunca hasta ese momento había hecho gala de tanta "fineza" al hablar, pero surtió el efecto deseado. La cara de "la flaca" (que había quedado tipo mármol) se iluminó y salió como flecha hacia la casa, volviendo antes que se descongelara la escena, con mis pantalones y mi remera. Mientras me vestía miré a Potota y en su expresión vi; no sólo alivio, sino una gran admiración y agradecimiento. Nos bajamos de la mesa y Eliseo se acercó con una tablita en la mano en la que reposaban dos chorizos bastante chamuscados que, sin embargo despedían un aroma apetecible.

  • Bueno Chiquilines coman algo que les llevamos ventaja.

  • Flaca dale un poco de Coca-Cola al gurí, que no "chupe" hasta haber comido algo, si se llega a mamar mi hermana me mata.

  • Claro, ya le doy y sacá el chupi de la mesa que lo quiero bien fresquito, a ver si es cierto que me da aunque más no sea p´a tabaco solamente.

  • Bueno pero vos te lo comés aquí, nada de matársealas de callada. Está faltando acción y ya me cansé de estar de mirón, quiero participar.

Chueco hacía mucho tiempo que no hablaba y con seguridad, quería, además mucha acción. Pero la flaca no podía con su condición y tenía que soltar alguna grosería (aunque bien pensado y confirmado luego, era lo que deseaba).

  • Pero de que acción hablás. ¿Querés participar aplaudiendo y gritando? O sos capáz de darme junto con el.

  • ¿Tenés dudas? Ese culito me lo como, "como que hay Dios"

  • Nene ¿ya te recuperaste? Mirá que me despeloto YA y te enseño lo que es una mina que quiere y quiere. Potota no te enojes, yo se lo que das y que no tengo ni pa empezar al lado tuyo, pero hoy vos estás pa´l amor y aquí estamos pa´la joda.

Comenzó a desnudarse; la verdad daba pena. Si Discépolo creó "Esta noche me emborracho" viendo a la mina "salir del cabaret"; al ver a la flaca desnuda sin duda alguna se abría superado. Me quedé mudo y mirándola, sin saber donde esconderme, pero tenía diez y seis años y fundamentalmente LA AYUDA DE POTOTA.

Vino en mi auxilio, aún sin que se lo pidiera con la mirada; su sensibilidad era enorme, o quizás muy perceptiva, porque conocerme, me conocía poco. Vivimos un momento muy intenso pero no hacía más de tres horas que nos conocíamos.

  • Che flaca, sos muy ligera, por lo menos vamos a desnudarlo y frotarlo un poco que tiene frío.

  • ¿No tuviste bastante que querés ahora franelear?

  • ¿La verdad?, me dejó de cama, si lográs ponerlo en forma, sos Gardel yo después de esa horita no puedo ni abrir las piernas. Pero claro, de algo le servirá ser taaaan jóven.

  • Bueno entonces… botija demostrá que podés, que estoy empapada, te necesito YA, y vos chueco… dale, que esperás, no me digas que te cansó hacer el fuego.

  • Teresa ayudálo a ponerce en forma, y vos Jose, hacé algo con el chueco que me parece que gritó mucho pero… nada de nada.

Evidentemente Potota era la leader, todas la obedecían sin chistar. Pero era lógico, aparte de tener don de mando demostró ser muy inteligente y las otras no estaban sobradas de tal don.

Mirándola le deletreé un gracias sin pronunciar palabra, seguro lo vio sólo ella, se sonrió y se retiró tomando una rodaja de chorizo para comerla mientras miraba la escena.

Ya la flaca estaba desnudándome y Teresa acudió sin chistar. Cuando terminó de desvestirme se quedó mirando mi sexo, hizo una mueca rara y miró a Potota, la que rió con ganas mientras hablaba.

  • Vos opiná lo que te guste a mi me conformó. Te diría que me enloqueció y no se como las dejo que estén preparándose para robármelo.

Vi el cielo abierto y probé fortuna.

  • Dicen que vale más, malo conocido que bueno por conocer. También dicen que no cambies de caballo en el medio del río. Así que no me enojo si me dejan con Potota.

La flaca no demoró la respuesta.

  • Muy finolis el nene, pero no las manda decir, que opinan… los dejamos de nuevo solos o lo matamos aquí entre las tres.

Chueco se tenía fe, parece, por que saltó.

  • Si los dejan irse yo que colita me como.

  • No te preocupes Chueco que te bancamos más de lo que podés dar.

Si seguía escuchando a Chueco y la flaca vomitaba, necesitaba que se callaran a como diera lugar, así que tomando a Teresa, que había quedado como congelada, de los hombros la atraje hacia mi, pegué su boca a la mía e introduje mi lengua en su boca. Su aliento casi me tira al suelo, pero hice de tripas corazón y apechugué, pasé mi brazo por debajo se su sexo y comencé a acariciarle la cola. Se descongeló de golpe y me desnudó, sin interrumpir el beso que nos dábamos. Sacó mi mano de su cola, se agachó y comenzó una felación. La flaca se desmelenó miró a Chueco con ojos de loba y se arrodilló frente a él. No era su intención hacerle una felación, se ve, por que se dedicó a llenar su pene de saliva.

  • Y Teresa ¿falta mucho? Apuráte que me estoy chorreando toda.

  • Cuando quieras te lo paso.

  • Bueno acostalo boca arriba en la mesa.

La aludida me invitó con la mirada a que la ayudara; mi tío Ruben ya venía con una manta, la extendió sobre la mesa y entre mis tíos y Jose, que estaba inactiva me tendieron boca arriba en la mesa sobre la manta. La flaca subió ágilmente y se "tiró en palomita" sobre mi. Mientras hacía un gesto a Chueco para que la siguiera. Estaba ya a horcajadas sobre mi pelvis, cuando Chueco se hincó detrás de ella; fue todo tan rápido que ni lo vi pasar, sólo percibí que estaba de rodillas detrás de la flaca. Esta levantó su cola todo lo que pudo mientras dirigía mi pene a su sexo escondiendo la cabeza en el hueco de mi hombro.Bajó su pelvis y se penetró.

  • Dale Chueco… hayyyy… papito la tenéssssss linda mismo, me gusta.

Por suerte no le veía ni la cara, sólo sentía mi pene enterrado en una cueva muy suave, muy húmeda y muy caliente. Traté de ubicar a Potota con la mirada, pero estaba muy concentrada de espaldas a nosotros y corriendo brasas bajo el asado. Chueco parece que hizo una entrada triunfal. Yo no lo vi pero escuché a la flaca.

  • Esssssso chuequito… daaaale… massss… assssi papito. Hayyyyyyy botija te sientooooo… dale con feeeee… que divinooooo…maaaaas… demennnnnnnnn duro…siiiiiii

Mientras decía esto y algunas groserías más que no quiero recordar, se movía hacia un lado y hacia otro, parecía poseída yo hacía movimientos ascendentes y descendentes, sentía los empujones de Chueco y ella seguía con movimientos circulares. Parecía una máquina los "massssss" "massssss" los "rómpeme" chuequito no paraban de salir de su boca. Cuando llevaba en esas un minuto apenas levantó su cabeza y sin hablarme me comió la boca. Si, literalmente me la comió, levemente mordía mis labios para luego sacar su lengua y proyectarla en mi boca, para luego volver a morderme. La verdad era una maestra, no se como hacía para en su estado poder morderme sin lastimarme. Y como lo que no mata engorda, me excitó y empecé yo a subir y bajar mi pelvis con un ritmo de locura y mucha fuerza. Nuevamente de su boca comenzaron a brotar obscenidades. Intensificó las maniobras de su boca en la mía e imprimió a sus caderas un ritmo de locura.

Allí pensé que debía haber sido ella la que quería música de samba; la estaba bailando sin música y con dos penes dentro de su cuerpo. Y lo disfrutaba, lo disfrutaba mucho.

Y tuvo un orgasmo, pero no cualquier orgasmo, un orgasmo fuera de serie. Y se hizo escuchar, por suerte en diciembre hay muy poca gente en los balnearios por que sus gritos debían oírse a algunas cuadras.

  • TOMENNNN… GUACHOSSSS… ESTOY ACABANDO… SIIIIII… POR FAVORRRRRRR… MASSSSSS…FUERTE DALEEEEEE BO…TIJA DALEEEEEEEEEE…TE ESTOY EMPAPANDO… SIIIIIIIII

No aguanté más y tuve mi orgasmo, pero ella ni se debe haber dado cuenta, en realidad si estaba segregando mucho flujo lubricante, tanto que sentía mis muslos mojados. Y entonces escuché a Chueco.

SENTILO GUACHAAAAAA… TE VOY… …A… IN…UNDARRRRR… ES TODA TUYAAAAA TE LA GANASTEEEEEEE… NO ME LA APRIETESSSSSSSSS… ME SACASSSSSSSSS… TOOODOOOO.

Ella yacía acostada sobre mi cuerpo y jadeaba, como jadeaba, indudablemente el orgasmo la aniquiló. Pero se repuso pronto, estaba Chueco saliendo de ella cuando dejó de jadear, dio vuelta la cara y le tiró un beso volador. Giró su cabeza, me miró y se inclinó sobre mi cara besándome. Resonó entonces la voz de Potota, que me pareció algo alterada.

  • Buenoooo el asado ya está pronto, si demoramos se seca y a mi me gusta jugoso, por que no se dan una ducha y comemos.

Caí en la cuenta que ni ella ni yo nos habíamos duchado después de hacer el amor. Yo después de estas batallas debía tener una mezcla de aromas insoportable, así que antes que me ganaran corrí al baño.

Cuando salí del baño la flaca y Chueco estaban amasijándose, me sonreí, pasé al lado de ellos e intenté salir. En la cocina estaban Teresa y Jose juntando platos y cubiertos, al verme venir los dejaron sobre la mesada y me cerraron el paso. No me extrañó, pero me desagradó. No es que fueran feas o no tuvieran linda figura, la verdad estaban muy bien. Pero yo tenía a Potota en la mente.

  • Dónde vas tan apurado, me estoy arrepintiendo de haber venido en el coche del Chueco. Nosotras parece que estamos pintadas esta noche.

  • Bueno no es para tanto. ¿Querés decir que con mis tíos no pasa nada?

  • Noooooo, de vez en cuando pasa, pero me da la leve que es verdad que te trajeron de padrillo y ellos están pa´l chupi están bajando botellas a lo bobo.

  • ¿Ellos sólitos? Potota ha tomado poco y yo nada pero los demás

  • Decime la verdad, pero posta posta ¿eh?, vos no te estarás metiendo con la potota

  • Exactamente como lo decís, no, no me estoy metiendo, pero la verdad vine a algo parecido a una orgía y desde que salimos de Montevideo hasta que en la mesa tuve ese round con la flaca y el chueco viví una noche de amor. Me dejó muy impresionado.

  • Vos sabés que nosotros estamos p´a la joda y la potota es la peor, ¿no?, nos gustan mucho TODOS los hombres y el chupi y la noche de farra y sexo con el que caiga.

  • ¿Y?

  • Y eso, que la potota está p´a la joda como nosotras. Se ve que le despertaste la veta maternal y fue cariñosa, pero mañana nos va a llamar al taller pa otra garufa, y no nos importará a ninguna de nosotras quienes sean los machos. Si hay chupi y buena verga … arriba… dale que es tarde.

  • Mirá, en primer lugar yo también estoy aquí y eso no me desmerece frente a mi mismo. Cada cual, que haga de su culo un pito que del mío hago una corneta. Yo no creo que ninguna de ustedes sea la peor, ya que nadie está cometiendo un delito, y a mi la moral de esta sociedad me revienta. En realidad los únicos que tienen una ética, para mi y te repito, para mi no aceptable son mis tíos, pero si le deben explicación a alguien es a sus esposas.

  • Epaaaaa… ¿en serio sos tan liberal?.

  • Por que tan; soy liberal y punto, además no me gusta que me juzguen, así que no juzgo.

  • Bueno nos estamos yendo. Al fin hoy, ¿estás sólo pa la potota?

  • Ya viste que no, aunque la verdad con un esfuerzo que no quisiera repetir, cuando quieras quedamos, nos vamos a donde quieras y la pasamos bomba, o no, eso se sabrá después pero es la intención, lo mismo te digo Teresa, me encantaría pasar un rato y si es posible una noche entera con c a d a u n a de u s t e d e s.

  • A mi me quedó claro ¿a vos también Jose?

  • Muy claro, no me gusta pero lo entendí.

  • Si algo se debería tener claro, es que en cuanto a pasarla bien es cosa de dos, cuando presionás lo más probable es que el otro, al pasarla mal te lo haga pagar.

Dando por terminada la conversación salí y me fui derecho a donde estaba Potota. La encontré muy distante, enfrascada en una insulsa conversación con mi tío. No me dio corte, la miré y se hizo la desentendida, pero para algo está la sangre, mi tío no la imitó, dijo tener el vaso sucio y se dirigió a la cocina. Sin mirarme siquiera Potota se dirigió a Ruben y le preguntó si la playa quedaba lejos. Mi tío le dijo que él siempre utilizaba el coche y eran como cuatro cuadras, pero que yo siempre iba a pie. No tuvo mas remedio que dirigirse a mi.

  • Decime botija a pie ¿queda muy lejos?

Me sentí muy mal, rematadamente mal, me ignoraba, pero daba por sentado que yo estaba pendiente de ella y seguía el hilo de su charla.

  • Lo que, queda lejos

  • ¿No escuchastes? La playa.

  • Ah… ¿a pie o en auto?

  • Me la estás haciendo muy difícil.

  • Es que no te entiendo, ¿que te hice?

  • Y… por ejemplo el amor, aunque ahora ya no lo se dada tu conducta posterior.

  • ¿En serio querés ir a la playa?

  • Me da miedo está muy oscuro pero si me acompañás voy, tengo ganas.

  • Es muy cerca y la semana pasada trajimos pilas para las linternas, además es muy tranquilo, no hay problema.

Mi tío era muy piola pero no le gustaba que lo tomaran por bobo, así que muy serio nos echó.

  • Bueno a no hacerse los giles, vayan a donde quieran sin buscar disimular.

El gracias Ruben, nos salió al unísono y yo fui a buscar la linterna. No llegamos a caminar treinta metros, que se sentó en un pino caído y nos miramos. Ella rompió el fuego.

  • Vos sabés que no quería ir a la playa

  • Menos mal, estaba por pensar que tu indiferencia era olímpica, yo no quiero ser paranoico pero me estás esquivando. ¿Qué te hice?

  • Ya te lo dije, el amor. Hace mucho tiempo que tengo sexo un día si y el otro también, pero ya ni me acordaba lo que es hacer el amor.

  • Yo tuve sexo, o algo parecido hace casi un año, una sola vez. Y desde entonces preferí a maría muñeca.

  • ¿Tan mal te fue?

  • Peor, pero creo que tendríamos que charlar de hoy.

  • No, me interesa, contame.

  • Poco te puedo decir. Fue con una prostituta en el parque y apurándome por que nos podía encontrar la policía y terminábamos los dos en cana. Te alcanza, o querés mas detalles frustrantes.

  • No, está bien, y hoy ¿Qué tal?

  • Buenoooo… hoy viví dos experiencias, una sublime y la otra tan frustante como la primera de mi vida. Y por favor, no seas mala, no me preguntes cual fue la frustrante.

  • No, ya lo se, pero no entiendo por que la viviste.

  • No puede ser… ¿celos?

  • Sos un guacho, si celos ¿y que? Es de locos pero si, CE LOS.

  • Gracias por sentirlos, gracias por decirlo y gracias por decirlo a los gritos.

  • Grito de impotencia… es de locos, quise decir tu nombre y no lo se Y TENGO CELOS Y PEOR… TENGO CELOS DE LA FLACA.

Presentí que se largaba a llorar y por que no decirlo estaba deseando abrazarla, así que la tomé de una mano y tiré de ella hacia mi. Nos abrazamos con desesperación. No lloró, apoyó su cabeza en mi hombro y se quedó muy quieta durante unos segundos. Se apartó, me miró, se soltó de mi y empezó a caminar mientras hablaba.

  • Que despelote… por cierto, como te llamás

  • Eduardo y no me gustan ni los sobre-nombres ni los diminutivos de mi nombre.

  • Mirá vos que diferentes somos, a mi me encanta mi nombre y hoy en día la gente que lo conoce está muy lejos, nada menos que en Paysandú. Solo un sobrenombre y bastante ordinario, pero para lo que soy, mi nombre es demasiado.

  • Po… no, no te llamo más por ese apodo tan vulgar, no representa lo que sos.

Y ¿por que te tenés la autoestima por el piso?.

  • Yo tengo objetividad, soy lo que soy, es real no me subestimo. Y a vos te permito que me pongas un nombre, para que vos y sólo vos lo usés.

  • Y que pasa con el que te pusieron tus padres.

  • Mi madre, solo mi madre.

  • Está bien, tu madre y por que no puedo usarlo yo.

  • Mi madre, si vive, está muy lejos, y el nombre que me puso, se lo puso a una beba, ella esperaba de esa beba algo muy distinto de lo que soy.

  • Por favor dejá de subestimarte, sos demasiado inteligente para eso. Y lo suficientemente inteligente como para llevar la vida que entiendas correcta.

  • Bajá Lalito, bajá a l..

La interrumpí de inmediato.

  • Por favor, te dije que no me gustan los sobrenombres, ni apodos, ni motes, y mucho menos disminutivos. Todavía no se bien por que le sigo permitiendo el "lalo" a mi hermana. Cuando comenzó a hablar no sabría pronunciar mi nombre, pero ahora… te repito no se por que la dejo llamarme lalo. Me ha escuchado mil veces pararle el carro a todo el que me pone ese disminutivo.

  • Está bien, tenés derecho. Te decía que bajaras a la tierra. Mi madre supo que estaba embarazada a los tres meses de casarse, y a los dos meses mi padre se ahogó en el río. Mis abuelos, los cuatro, la ayudaron mucho pero tuvo que luchar mucho para salir adelante sola, fue criada entre algodones y no sabía hacer otra cosa que atender su hogar. Vivió por y para mi, y nunca aceptó que su hijita fuera tan puta. Yo se que soy puta, muy puta… una arrastrada, pero me gusta. Me gusta mas que comer. Mirá a vos te gusta el tango ¿no? ¿Te gusta Julio Sosa?.

  • Mas que Gardel.

  • Bueno el canta un tango en el que a "lo macho" le dice a la mina que sabe perder, que ella fue lo mejor que le pasó en su vida. Y que sabe que no se la merece, que donde hay timba y milonga el no se puede contener.

  • Claro en "mala suerte" es bien "el varón del tango" y cuidado no es "el macho" el es "guapo y varón".

  • Te entiendo, no sigas, pero como dice el tango "mala suerte si hoy te pierdo" "yo no puedo cambiar".

  • La verdad, no te entiendo, mirá: yo respeto y admiro a mi padre, es "la coherencia" hecha persona, y lo que me inculca a mi es válido para mi hermana. Siempre nos dice que en el amor nada está mal, va más lejos para el en una relación puede haber amor o una gran atracción que despierte pasión . Y también es válido todo. Y refiriéndose a la mujer, dice que debe ser "señora en el salón" "buena esposa en el hogar" y "bien puta en la cama". Y yo creo que ese "puta" no es denigrante, es una palabra que expresa que una mujer no debe ser frígida, de las que se levantan el camisón en la cama y dejan que el marido "le haga la porquería" o la embarace.

  • Veo que tu padre es muy liberal y muy desprejuiciado pero fundamentalmente muy inteligente. Está formando hijos para el siglo que viene. Pero faltan más de cuarenta años para que llegue ese momento. Además se refiere a la relación de dos. Yo no me considero una puta por lo que hago y me gusta que me hagan en la cama. Yo soy muuuuuuy… pero muuuuuuy promiscua. Demasiado promiscua. Hablando mal y pronto me gusta "darle de tronco" con el primero que aparece. Y si tu hermana hace esto, es seguro que a tu padre le va a parecer muuuy mal.

Buenoooo. Todo es relativo, por ejemplo el sabe que yo estoy aquí y lo que está pasando, es más, es más el le pidió a Eliseo o Ruben, no lo se, que organizara lo de esta noche. Por que perdí el año y piensa que en parte es por que la paja no es como el trigo y yo necesitaba sexo. Y cuidado, no es Eliseo que puede traer a su hijo, pero si se entera que su hija anda en ésta, la mata. No se si tuvo algún romance pero esto seguro que no.

Claro, mi hermana, que no es ninguna virgencita, no estaba muy convencida, me advirtió que esto podía ser muy traumático.

  • Che pero… ¿lo discutieron en familia?

  • No pero seguro que mi madre lo sabe.

  • Mirá estamos perdiendo el tiempo y lo que es peor estamos perdiéndonos algo muy lindo entre los dos… si nos dejan.

  • Falta mucha cosa que aclarar, pero es sobre vos y por que te menospreciás. Si querés lo dejamos.Y más para hacer lo que me parece que me estás prometiendo.

  • Si nos dejan. Veremos.

Al comenzar a volver, percibí el escándalo que provenía de la casa de mis padres. No lo había notado.

  • Se ve que cuando estoy en algo con tigo se me borra lo que nos rodea. ¿Escuchás que escándalo?

  • Es lo normal.

Cuando llegamos a la casa aprecié lo que era una "garufa" como ellos la entendían. No es precisamente lo que en la jerga común de mi país quiere decir el término. Hay inclusive un muy conocido tango en el que al personaje del poema se lo llama garufa, por que sale de garufa todos los sábados. Es muy inocente, ponerse polainas y salir a "romper la noche" bailando, siendo "muy divertido". Esto se parecía mas a una bacanal. Todos desnudos y manoseándose unos a otros, mientras hacían que bailaban. Me vino a la mente una frase del inefable mexicano "cantinflas" cuando al invitar a bailar a una muchacha le pregunta si no quiere "mover el esqueleto".

Pero nos sirvió para pasar desapercibidos y entrar a la habitación de mis padres. Cerré la puerta y, pasé la llave, la luz estaba apagada y así la dejé, una claridad tenue llegaba de las bombitas encendidas afuera. Muy delicadamente cerré la ventana. No lo notaron los de afuera y entonces me di vuelta.

  • Todavía no me dijiste tu nombre.

  • ¿Te gusta Alicia?.

  • Le gustaba a Quiroga, pero vos no te parecés a su Alicia… por suerte.

  • Pues a mi madre también le gustaba. Siempre decía que le hubiera gustado más ponerme Alicia, se ve que leyó "el almohadón de plumas" después de bautizarme.

  • ¿Y?… decime un nombre por fa vor.

  • No lo necesitás el fa vor te lo pido yo, haceme el amor. Olvidate de con quienes estamos y amame.

  • ¿No querés ser puta en esta cama?.

  • Si claro, me va a encantar, pero no quiero groserías, la pasión del mundo brulle en mis venas, pero vos sabés ser sucio y tierno a la vez. Y yo quiero ser muy muuuuuy sucia, pero buena chica a la vez.

Le hice caso, me senté en el borde de la cama (toda revuelta y con las huellas de nuestro anterior encuentro). Tendí mi mano hacia ella, que la tomó y apretó con fuerza.

Me invadió una laxitud deliciosa y me dejé caer atravesado en la cama y arrastrándola con migo.

Quedamos ambos boca arriba sin mirarnos, sintiendo en la mano de cada uno el calor de la otra.

El ruido de afuera llegaba atenuado por la ventana cerrada y no existía para nosotros.

No se cuanto tiempo pasó, hasta que ambos sentimos al unísono la necesidad de mirarnos. Y nos miramos, ella con los ojos húmedos yo con los míos resecos, afiebrados. Y nos besamos, otra vez las leves caricias de los labios a los labios. De una lengua apenas asomada acariciando los labios del otro.

Y la pasión fue llegando, lentamente, cada caricia un poco más apasionada que la anterior. Puse mi cuerpo de costado en dirección a ella y ella me imitó. La tomé de las axilas y con torpeza pero lográndolo, hice que quedáramos acostados, Pasé un brazo bajo su cuello y con el otro la abracé por la cintura.

Y se desató, se sentó a horcajadas sobre mi y comenzó a tirar hacia arriba de mi remera. Levanté los brazos y pudo sacármela. Con fiereza comenzó a besar mi cuello y pecho. Miles de besos pequeños, pero que eran pequeñas ventosas.

Intenté desprender los botones de su blusa y no me dejó. Siguió besándome, con besos cada vez más largos y haciendo más succión, ya eran verdaderas ventosas. Pude besarla en el cuello, a cada beso me contestaba con un suspiro. De repente dejó de besarme se incorporó apenas, desprendió dos botones de su blusa, tomó ésta desde los faldones y se la sacó por sobre la cabeza. Llevó sus manos atrás y desabrochó su sostén. Entonces dejándose caer sobre mi pecho comenzó a acariciarme con el suyo. Con sus senos de piel tan suave y sus pezones parecía que dejaban huellas en mi piel. Con su cabeza ligeramente levantada, mirándome y mordiendose él labio inferior.

Así estuvo largo rato hasta que no soporté mas tiempo sin besarla, levante mi cabeza para acercarla a ella y ella bajó la suya. Y nos besamos, como ya era una costumbre suavemente primero y cada vea más intensamente.

Tomé mayor protagonismo y rodé, haciendola rodar a ella y quedamos ella boca arriba y yo sobre ella, boca abajo, separé mi cuerpo y comencé a sacar su jean, la ropa interior bajó junto al pantalón. No perdió ella el tiempo y a los tirones, pero hábilmente terminó de desnudarme.

Admiré su cuerpo y me acerqué. Comencé a besarla, a recorrer su cuerpo con mis labios. Comencé besándola en la frente y recorrí todo su cuerpo con mis labios. Hasta llegar a sus pies, allí me entretuve en besar cada uno de los dedos. Y comencé a subir por sus piernas, besando cada porción de cada una de ellas. A medida que iba subiendo ella abría sus piernas un poco más. Besando y lamiendo llegué, por la cara interna de sus muslos a su sexo. Sentí su estremecimiento con sólo recibir mi aliento.

Con la lengua abrí los labios de su vagina. Un nuevo estremecimiento. Comencé a introducirla y sus secreciones mojaron mi cara. Comencé a mover la lengua desde el perineo hasta su clítoris y comenzó a jadear. Tomé ese rojo botoncito entre mis labios, lo succioné al tiempo que lo acariciaba con la lengua. Leves y breves gemidos se escapaban de su boca. Continué estimulándola y llegó al orgasmo. Los músculos de todo su cuerpo se pusieron en tención, apretó mi cabeza con sus muslos y de sus labios salió un gemido gutural. Y se distendió, sus músculos volvieron al tono de reposo, liberó mi cabeza de la tenaza de sus piernas y quedó como desmadejada sobre la cama. La dejé reposar unos segundos y acerqué mi cara a la suya para besarla. Correspondió a mi beso.

Quise liberarla de mi peso y no me dejó, me abrazó y se apretó contra mi. Pareció como si tuviera un nuevo orgasmo, tembló su cuerpo todo durante fracciones de segundos. Y comenzó a desplazarse hacia los pies de la cama serpenteando mientras sus pezones dejaban surcos en mi piel. Al llegar a mi ombligo hizo que nos giráramos.

Se ubicó como para comenzar una felación, llegó incluso a lamer la punta del balano; pero cambió de idea, se estiró quedando a horcajadas sobre mi pelvis, tomó mi pene y lo cocó en la entrada de su vagina empujó sus caderas hacia abajó y se penetró. Un gemido escapó simultáneamente de sus labios y de los míos. Se quedó muy quieta no se movió un ápice por un segundo y entonces hizo que volviéramos a girar. Quedó bajo mi cuerpo, con sus piernas atenazando mi espalda, bien abajo, a la altura de los riñones. Levanté mi cabeza y la besé quedándonos muy quietos. Nos miramos. Parecían nuestros ojos la terminación de dos cables de alta tensión. Como que un rayo los unía, nos volvimos a besar. Comencé un tímido movimiento de entrar y salir; ella respondió con uno circular.

Dos o tres movimientos apenas y cesó sus movimientos al tiempo que me inmovilizaba con la tenaza de sus piernas, e inmediatamente hizo que volviéramos a girar.

Se separó de mi interrumpiendo la penetración, sentí frío en mi pene, pero fue solo décimas de segundos.

Lo introdujo en su boca, sentí que primero sus labios acariciaban mi falo mientras lo introducía y luego su lengua jugueteaba. Serpenteaba con ella, pero se entretenía en jugar sobre el frenillo del prepucio. Me pareció que sus caricias se eternizaban y me sentía muy excitado pero también que una dulce laxitud me invadía.

Sacó mi pene de su boca y otra vez el frío, levantó la cara y me miró, sólo me miró y sentí una descarga eléctrica en mi columna. Otra vez acercó su cara a la mía y me besó. Tenía el sabor de sus secreciones en la lengua.

Nos miramos, nos sonreímos su expresión se fue haciendo pícara.

  • No te arrepentirás de tu primera noche de sexo.

  • Error no es mi primera noche de sexo.

  • No considerarás una masturbación vaginal tu primer contacto con el sexo.

  • Nooo y ni me la recuerdes. Y menos en este momento, lo que quiero decir es que es mi primera noche de amor. En el medio no pasó nada, la flaca no existió por que la intensidad de lo vivido con tigo borra de mi mente ese encuentro tan intrascendente.

  • Está bien no quiero discutir, no ahora, ¿te quejás?.

  • Como parece que necesitás oírlo te lo digo, estoy en las nubes, creo que esto es entrar en el sexo por la puerta grande.

  • Gracias, pero gracias por no confundirte; me desubica a mi.

Sonrió y comenzó una nueva serie de besos breves, otra vez me acariciaba con sus labios y la punta de su lengua. Tomé su labio inferior entre los míos y lo besé. Lo besé y acaricié con la lengua. Me miró con los ojos a milímetros de distancia y tuvo un escalofrío. Escalofrío que fue la antesala de la pasión desatada. Ese escalofrío tuvo la virtud de electrizarme, logré que giráramos y fue todo uno, me coloqué encima de ella y la penetré. La penetré lenta pero firmemente. Comencé el movimiento de afuera hacia adentro y viceversa mientras ella se movía circularmente. Alternando con algunos laterales. Nuestros jadeos se entrecruzaban y comenzó a murmurar.

  • Mirameeee… eso… asiiiiii… mi vida esssssss… tuya… yo soy… tuya… haceee… meeee felizzzzzzzzz… siiiiiiii… asi… por favor… estoy en el cielo… Que divino…te siento mio … siiii… mioooooooo.

Mientras la "o" perdía en el aire de la habitación en penumbras sentí como con sus talones apretaba mi espalda pretendiendo que nuestro contacto fuera aún mayor, y sus movimientos se hicieron más rápidos y cortos, y noté que su orgasmo comenzaba a llegar, los músculos de su vagina comenzaron a contraerse y distenderse, provocando mi eyaculación. Y la misma apresuró su orgasmo, no un orgasmo ruidoso, fueron varios temblores que sacudieron su cuerpo todo, sus piernas y sus brazos aumentaban la presión sobre mi cuerpo acercándome aún mas a ella, aunque pareciera imposible, sus músculos volvían a relajarse aflojando la presión y volvían a contraerse.

Hasta que ambos quedamos relajados sobre la cama, yo sobre ella con la cabeza en el hueco de su hombro, los ojos cerrados, la piel erizada. El placer me había deshecho, quería acariciarla y no me daban las fuerzas ni para eso, a ella debía sucederle algo por el estilo pues estaba como muerta.

Cuando un gemido, como de dolor, escapó de sus labios, me pareció que el peso de mi cuerpo la aplastaba y pretendí incorporarme para aliviarla. sus piernas y brazos me apretaron, inmovilizándome.

  • Por favor quedate… no te vayas… sos miooo… no me dejes… me siento muy… muy feliz, si te vas me muero.

  • ¿No te peso? me quedo a tu lado, la vida entera, pero no quiero que te sientas aplastada.

  • Noooo, me gustaría que pesaras cien kilos… que me hundieras en la cama… sentir que te pertenezco tanto como mío te siento… por favorrrr. No salgas de mi cuerpo, te noto tan adentro mío y me hace tan… tan feliz

Le hice caso, en lugar de separar m icuerpo la aplasté mientras pasé mis brazos por debajo de ella y la apreté todo lo que mis menguadas fuerzas me permitieron.

Y nos quedamos dormidos, era muy tarde, o muy temprano del siguiente día a conocernos.

La voz de mi tío me despertó, tuve conciencia que cuando nos dormimos, no se sentían gritos, música, ni risas, la "garufa" había sido dada por terminada y había que irse, nos estaban buscando.

  • En la playa no están, por lo menos no están donde se les pueda ver. Que hacemos.

Una histérica voz de mujer le contestó.

  • Los dejamos aquí. El debe saber volver

Nadie le respondió, Pero mi tío Eliseo dentro de la casa encontró la linterna.

  • Volvieron, éstos están en el cuarto de mi hermana y vaya a saber desde cuando.

Diciendo ésto intentó abrir la puerta, que por suerte había tenido la precaución de trancar con llave.

Unos delicados golpecitos, retumbaron como cañonazos dentro de la habitación y ambos saltamos en la cama. Nos miramos y al unísono soltamos una carcajada que Mi tío debió oír muy nítidamente.

  • Cheeee, no sean pelotudos, hay q´irse. Es muy tarde.

Quise incorporarme pero no me dejó, me apretó contra ella y fue ella quien respondió.

  • Eliseo, váyanse y dejen que nos quedemos. Esta noche es nuestra.

  • Vos estás loca. Mi hermana me mata. Además como vuelven. Eduardo no tiene un peso encima y seguro que vos tampoco.

Saltó de la cama, se envolvió en la sábana y de un salto llegó a la puerta, abriéndola.

Parcés un fantasma, desde cuando tenés vergüenza de estar con un coso en la cama.

Logró su objetivo, fue muy grosero, pero no quedaron dudas de lo que quiso decir. Nada más gráfico que el término "coso" para indicar que quien estaba en la cama podía ser cualquier desconocido, que ella podía tener sexo con alguien con quien no hubiera si quiera cruzado palabra.

Y ella cambió de color, aún en la penumbra del dormitorio noté como su cara se tornaba roja como la grana.

  • Tío, no tenés por que ser tan grosero, ella me conoció hoy pero vos hace diez y seis años que me conocés.

  • No… tiene razón no se refiere a vos… podrías ser cualquier desconocido. Tiene razón.

  • Mucho peor, con que derecho ofendés… tío. Potota hace lo que se le canta con su cuerpo y sus sentimientos. Y a vos sólo te ha dado buenos momentos. Y siempre has dicho que muy buenos, de placer o de diversión, a que viene ser ofensivo y de modo tan grosero.

  • No es ofensivo, es muy gráfico. Y es verdad. Me duele, pero es verdad y me molesta que me duela, tendría que tomarlo como un halago, me he sentido orgullosa de revolcarme con cualquiera y disfrutarlo, así soy yo, el lo sabe y vos tendrías que saberlo, pero ya que te hacés el sota, te lo recordamos. Y dije RE_COR_DA_M O S.

Diciendo esto se desembarazó de la sábana y quedó mostrando su desnudez agresivamente.

No se que sintió mi tío, pero se dio media vuelta y se fue sin decir palabra. Mientras ella se colocaba de frente a mi, entreabría ligeramente sus piernas y con sus manos levantaba exageradamente sus preciosos senos.

  • Mirá bien este cuerpo, creo que es muy bonito, por lo menos eso lo han dicho no se cuantos y no se quienes. ¿Sabés cuantos han disfrutado de el? y ¿tenés idea de cómo he disfrutado yo de cada uno de ellos?.

Mi desconcierto duró muy poco, reaccioné levantándome de la cama y tomándola de los hombros, canté.

Que me importa tu pasado

Si yo que nunca… guapié

Si te ofende algún cobarde

Te lo juro… por mi madre

Me juego donde me ves.

Sos un perro cantando, y demasiado lírico. Dejá en paz a Julio Sosa, me encanta escucharlo y claro es muy de guapos románticos pero vos sos un nene de mamá y papá, de arrabalero no tenés nada.

  • Tendría que dejar en paz a muchos interpretes, me parece mejor dejar en paz a Sucher y Jiménez.

  • Vamos a vestirnos que todavía nos van a dejar aquí.

  • Si tenés razón.

Tuve la sensación que habían pasado siglos desde que estuvimos haciendo el amor, ella estaba a miles de quilómetros de mi. Terminamos de vestirnos y nos incorporamos al grupo que estaba ordenando un poco y llevando lo que habíamos traído. Entre todos terminamos y ella se sentó en el coche de Ruben en el asiento del acompañante.

La miré y mi expresión debió conmoverla, ya que se ubicó atrás. Subimos mis tíos y yo y partimos a Montevideo. Me empujó hacia la puerta del coche, Arrolló sus piernas y se acostó con la cabeza en mis piernas. No se si durmió, pero claramente no dio lugar al mas mínimo diálogo, Cuando llegamos a la casa de Chueco, se incorporó me miró, acercó su rostro al mío y me dio un beso que jamás olvidaré antes de salir corriendo a la casa.

Sin decir palabra Ruben arrancó el coche enfilando a mi casa. Recién allí Eliseo giró y me encaró.

  • Espero no tener que arrepentirme de haberte llevado a esta garufa.

  • No veo por que te vas a arrepentir. ¿en algún momento, alguna actitud mía te molestó?

  • Si no te encajetás con la potota… nada, pero tené conciencia deque es la más arrastrada de todas las putas que conozco y he conocido.

  • Parece que ella es muy conciente de eso. Y además está muy contenta de serlo, es muy feliz con su vida.

  • O sea que sos conciente de que no va a cambiar.

  • No me dejó lugar a discutirlo es así por que quiere, está feliz y no quiere cambiar. No se que desperté en ella que necesitó hacer el amor con migo, me dijo que no recordaba cuando lo había hecho, la última vez y dijo que no creía que lo hubiera hecho nunca y no deseaba hacerlo de nuevo.

El bieeen que pronunció mi tío fue lo último que se escuchó. Ya estábamos llegando, me medio incorporé en el asiento, le di un beso a cada uno y con un "gracias tíos" que era muy sincero me bajé del auto.

Con sumo cuidado abrí la puerta de mi casa. En puntas de pie me dirigí al baño. Marcela me interceptó.

  • Tenés olor a mujer.

  • Pensaba bañarme ahora mismo, me arrancaron de la cama para venirnos.

  • Tajiste las sábanas como te pedí.

  • Perdoname me olvidé… y dejé la cama toda revuelta como estaba.

  • Se ve que te sacaron calzado.

  • Mañana te cuento.

  • No tengas dudas que me vas a contar todo y con lujo de detalles. Ahora duchate y vamos a dormir que vamos a despertar a los viejos.

Me duché y me acosté, me esperaba un largo y complicado día así que traté de relajarme y dormir. Traté, pero lo logré después de varias vueltas en la cama. Mi mente era una locomotora, imágenes y elucubraciones no me dejaban conciliar el sueño.