Recordando su olor.

Este es el primer relato que público, es "soft" y os cuento en inicio de nuestro juego.

Esa tarde, solo en mi oficina y como hacía otras veces cuando el trabajo lo permitía, entré a un chat de sexo. Los usuarios pasaban de mil y perdí unos minutos ojeando los diferentes nombres hasta decidirme por uno cuaquiera “rejummm”. Resultó ser valenciana, un año mayor que yo que tengo 39, morbosa y dispuesta a que ambos pasásemos un rato divertido. Hubo complicidad y entendimiento, tanto que decidimos citarnos para otro encuentro.

Esas citas online fueron sucediéndose cada tarde y noche, ambos sentíamos que esos minutos llenos de letras cálidas eran solo nuestros, a pesar de en muchas ocasiones tener a nuestras parejas sentadas a escasa distancia, fantaseábamos haciendo que nuestra imaginación nos transportase a diferentes situaciones, donde éramos los protagonistas de intensos encuentros sexuales.

Atractiva, morbosa y juguetona, dedos ágiles con las palabras, muchos gustos en común y tanta complicidad hacía que pensásemos tímidamente en lo prohibido, en cruzar la barrera de la pantalla y permitir que nuestras pieles se conociesen y rozasen.

Los dos con una vida cómoda y bien asentada,  los dos con pareja, un entorno social rico en amistades y una familia cercana. ¿Por qué complicarnos la vida y arriesgarnos?  Por morbo, porque solo se vive una vez y porque algún día, en los últimos minutos de mi vida, no quiero pensar en aquello que pude hacer pero no hice.

Para mí no era complicado, no tengo jefe, mi trabajo me permite movilidad y no es raro que pase varios días fuera yendo de aquí para allá. Para ella mucho más difícil, horarios establecidos, rutinas familiares diarias, algo fuera de lo común podría resultar sospechoso y ninguno queríamos problemas. Si decidíamos quedar, debería ser con la total seguridad de que no habría riesgos.

Conscientes de que es imposible que el tiempo pare para nosotros y sin oportunidad de vernos, nuestras citas online siguieron día tras otro hasta que por cuestiones laborales tuve que visitar su tierra. Nunca se bien que haré mañana, así es mi trabajo y como en otras ocasiones pensé en que la tentaría diciéndoselo, a sabiendas de que respondería en tono jocoso que aunque le encantaría, le era imposible. Su rutina diaria, su vida, su trabajo y familia, una jaula difícil para escapar, todo sumado al detalle de avisarla con poca antelación.

A pesar de que Valencia es un destino al que normalmente voy y vuelvo en el día, esa vez por puro morbo, decidí que me quedaría a dormir e hice una reserva el SH Valencia Palace, además en mi solicitud de reserva quise que asignasen un número concreto de habitación, del que me informaron en la confirmación, la 303.

Esa noche como tantas otras nos encontramos en el chat, hablamos de nuestro día, me excitó contándome que llevaba un vestidito corto sin nada más que la cubriese, le conté como me acariciaba imaginándola así. Nos montamos una fantasía en una calita desierta, donde desnudos rozábamos y uníamos nuestros sexos y bocas indistintamente. Justo antes de ir a dormir le dije que en unas horas saldría con destino a Valencia y que dormiría en la habitación 303 del SH Valencia Palace, añadiendo que aunque era consciente de su situación, en mi habitación habría fresas, Mumm y además estaría solo durante toda la tarde y noche. Sin darle tiempo más que para alguna expresión de sorpresa y risas, me despedí y salí del chat.

Cuando conduces solo tiendes a darle vueltas a la cabeza, al menos yo, y fui prácticamente las tres horas y poco que dura el trayecto fantaseando con la idea de que apareciese, de lo que haríamos, de las ganas que tenía de probar por fin esa piel, ese cuerpo, sus labios…  a pesar de tener bastante claro que no aparecería no podía evitar los nervios en el estomago, al fin y al cabo no nos conocíamos personalmente y esa es una barrera importante, de hecho me di cuenta que aunque sabía que era de Valencia, ni siquiera tenía la seguridad de que viviese en la capital, no sé bien porque mi intuición decía que no vivía en la ciudad, más bien en algún pueblo cercano o al rededores….

Trabajé toda la mañana, comí con gente del trabajo y sobre las cuatro me dirigí al hotel, parando por el camino en un pequeño supermercado para comprar solo unas fresas, porque dudando si encontraría champagne Mumm, ya llevaba una botella en la maleta.

La habitación estaba bien, amplia y cómoda, pedí hielo y puse el champagne a enfriar en una cubitera, enchufé el portátil y trabajé durante un par de horas sin poder concentrarme bien, fantaseando continuamente con escuchar unos golpecitos en la puerta.

Sobre las siete de la tarde bajé un rato al spa del hotel, forzado por la necesidad de salir un rato de la habitación y asumiendo que tal como pensaba, la esperada visita nunca llegaría, de todas formas, pedí a la entrada del spa que avisasen a recepción para que si alguien me buscaba o preguntaba por mi habitación, me llamasen inmediatamente.

Cuando una hora después salía del spa, la señorita me dijo que habían llamado para informarme de la llegada de un sobre, pero no pareciéndole un tema urgente, decidió no molestarme. Fui directamente a recepción sin pensar si quiera que iba en albornoz, efectivamente había un sobre con el número 303 escrito, era marrón, de esos del tamaño de medio folio, acolchado.  Noté que había algo dentro, al menos algo más que una carta….  Pregunté quién lo había dejado y a pesar de la escasa descripción supe que había sido ella. Una señorita elegante, con media melena morena, así como de 1,70….

Agradecido fui a toda prisa al ascensor y sin dar tiempo ni a que se cerrasen las puertas tiré de la lengüeta de apertura. Al mirar dentro vi un papel cuidadosamente doblado y algo de tela que no supe definir hasta tenerlo en mi mano. Era un tanga negro, olía a ella, a su sexo. El timbre de aviso de llegada del ascensor me hizo volver a la realidad, siendo consciente de la erección que tenía salí con cuidado y un poco curvado hacia delante, dirigiéndome rápido a la 303. Una vez dentro y sin apartar el tanguita de mi nariz, pude leer las pocas palabras cuidadosamente escritas en una página en blanco y firmada por un beso rojo, eran sus labios pintados de rojo y plasmados en el papel.

Las he llevado puestas desde esta mañana, me las acabo de quitar para regalártelas

y como puedes comprobar, solo pensar en dártelas ha hecho que estuviese muy mojadita….

Me hubiese encantado pasar la noche contigo, pero sabes que no puedo, tendrás que

conformarte con olerme.

Disfruté durante mucho rato de su olor, quería quedármelo dentro, no dejar de olerla, poder recordarlo siempre. Llené la bañera y abrí el champagne, que tras el spa subió rápido a mi cabeza, pasando la prenda de tela negra por mi nariz cada poco rato, pensando en masturbarme en su honor, sin embargo me aguanté con la esperanza de encontrarla como tantas noches en el chat.

Tras el baño y una cena ligera encendí mi ordenador, entré al chat habitual y tras pocos minutos se abrió un mensaje privado en mi pantalla anunciando su llegada, nos saludamos y agradecí su regalo aunque en mi foro interno me sentía un poco rabioso, haberla tenido tan cerca…  yo en el spa, ella en recepción, solo unos metros…   podría habérmelo dado ella misma, quitárselo para mi….  Y así se lo decía aunque era consciente de que tenía toda la razón alegando que si me las hubiese dado personalmente, muy probablemente hubiese llegado tarde a casa y ambos nos hubiésemos quedado aun con más ganas.

Nos tocamos cada uno a su lado de la pantalla, fue excitante hacerlo oliéndola y divertido pensar en la situación. No fue noche de fantasías, esa prenda portadora de su olor más íntimo era muy real y me masturbé respirando su cálido aroma e imaginando que la veía sentada en su sofá, con una camiseta cortita y sin sujetador, tanga pequeñito que no ocultaba todo lo que debía, mientras sus dedos juguetones se movían de forma ágil y rápida sobre su inflamado clítoris…

Tras despedirnos y emplazarnos para el día siguiente me fui a dormir, no dormí solo, dormí con su prenda íntima en mi almohada y no recuerdo que soñé esa noche, pero no dudo que mis sueños fueron con ella, imaginando que por fin conseguimos que el tiempo se parase para todos menos para nosotros, y durante unas horas poder ser el uno del otro, nuestro momento, en uno de los muchos sitios a donde viajan nuestras fantasías, pero solos, sin cargas laborales ni familiares, sin miedos ni prejuicios, sin nada más importante que disfrutar juntos, rozar nuestras pieles y dejar que nuestros cuerpos se conozcan hasta hacerse tan íntimos que se fundan en uno solo.

Dedicado a ti…….