Recordando la ultima sesión
El recuerdo de la sesion me hizo volver a vivirla tan intensamente como si la repitiera. Soy sumisa real y cotidiana y si me quereis me encontrareis
La ultima vez que me utilizó me dejo marcada, cabreada , con marcas de la fusta en las nalgas las piernas y alguna en los pechos.
Me cabreo porque sabía perfectamente que lo hizo a conciencia.
Otras sesiones habían sido mucho mas duras y no me habia marcado.
Esta vez fue a marcarme, queria que su presencia permaneciera en mi piel en los días siguientes.
Y encima tuvo mucho cuidado de no correrme, el muy cabrón me dejo a las puertas en varias ocasiones.
En resumen Cabreada y Marcada
Me tendría que cubrir las marcas por lo menos durante seis o siete dias
Habían pasado ya cuatro horas y pese a que enseguida me puse hielo, además del color rosado ya oscuro, habían adquirido volumen como largos cordones que escocían con el roce de la falda o la blusa.
Ahora que me encontraba ya sola y después de maldecirlo durante toda la tarde no podía quitármelo de la cabeza, tumbada en el sofa viendo una película estúpida en la televisión el roce del pijama sobre el muslo me hacia presente la sesión y volvía a sentir en el fondo esa sensación de anhelo del orgasmo me había inducido varias veces.
Joder me estaba mojando.
Sin darme cuenta, me encontré con mi mano derecha entre las piernas.
Separándolas un poco, introduje dos dedos en mi sexo y lo encontré mojado, muy mojado.
No pude reprimir un profundo suspiro.
uffff...... hacia tiempo que no estaba tan chota
Me quite los pantalones del pijama, permaneciendo con la parte de arriba puesta, me gustaba el roce en los pezones que habían adquirido una notable presencia.
Volví a introducir, esta vez ya tres dedos en mi sexo, los deje allí notando como palpitaba como el sexo adquiría vida propia.
Con la mano libre acariciaba suavemente el fustazo del muslo, escocia, dolía, y esa sensación inexplicablemente se traducía en contracciones y calor en mi sexo, saque los dedos suavemente y antes de que abandonaran la cueva ya había vuelto a introducir la mano entera, solo quedaba el pulgar fuera y seguía dilatando a cada contracción.
Cuando volví a rozarme el fustazo reviví claramente la sesión, en unos segundos me vi atada, colgada con el palo que me impedía cerrar las piernas sujeto a mis tobillos.
Oi la fusta en el aire y el profundo escozor al chocar con la piel de los muslos.
Oí mi propia voz apagada por la mordaza, note la saliva llenando mi boca y resbalando por la comisura de mis labios.
Esa sensacion objetivamente dolorosa en mi mente, se tradujo en una terrible contraccion de mi coño que dio lugar instantaneamente a una dilatacion que sin pensarlo aproveche para introducir la mano entera, nunca había dilatado tanto.
Tenia mi mano derecha introducida en mi sexo hasta la muñeca y me estaba empezando a correr como una burra, empujaba y empujaba, me sentía llena y notaba las palpitaciones.
Durante unos segundos eternos todo mi cuerpo fue sexo, solo sexo en una oleada tras otra cada vez mas presente, mas profunda que yo acompañaba con arremetidas de mi mano ya cerrada sobre si misma, convertida en puño que horadada sin la menor consideración ese sexo donde una hora antes no habrían podido introducirse dos dedos juntos.
Al sacar una de las veces el ya puño, como acompañándolo me salio un potente chorro de meado que choco sonoramente como un chasquido contra la televisión,
al volverlo a introducir lo metí mas hondo que nunca, me faltaba brazo, me sobraba coño. lo deje dentro como nunca me habían penetrado, tensa.
Poco a poco fui relajando todos los músculos aunque manteniendo la mano profundamente introducida y fue entonces cuando me acabe de mear encima, mojando todo el sofá, oyendo como caía sobre el suelo, incapaz de moverme.
Solo el dolor de la muñeca por la posición que le obligaba a mantener hicieron que sacara la mano de mi sexo. Fuera con la piel arrugada me la metí en la boca notando su olor a coño, a coño de guarra como el me decía mientras me fustigaba.
La seguia notando dentro de mi .
Me enrosque sobre mi vientre y solo me despertó horas mas tarde el frió de la gran meada sobre la que había dormido.
Había transformado el dolor en placer, una vez mas tomaba conciencia de mi forma sexual
El muy cabrón no me había permitido correrme ante el, sin embargo sin saberlo me regalo durante días, mientras un roce me hacia sentir su presencia de los orgasmos mas brutales que tendría en mucho tiempo.
¿O si que lo sabia?