Recordando antiguas masturbaciones
Una vieja revista porno consigue un buen polvo a la protagonista
La conocía, su cara, puede que hasta su cuerpo me sonaran. Pero no conseguía recordar de qué. Se había mudado hacía poco a la urbanización y cada vez que me cruzaba con su lisa melena roja de paseo por las calles me resultaba mas familiar. No somos muy puritanos y en verano lo normal es ir en bañador o hacer top less o nudismo en los jardines de las casas sin que nadie se asuste de ello. Nadie se preocupaba de la vida de sus vecinos mas de lo necesario, aunque si se podía disfrutar de ellos y con ellos se hacia sin complejos.
Un día repasando en cajas olvidadas en el sotano procedentes de la mudanza material pornográfico medio olvidado me encontré sus ojos profundamente azules mirandome desde la portada de una revista. Los ojos gélidamente azulados, el largo cabello rojo fuego y cobre suavemente rizado cayendo descuidadamente sobre uno de sus hombros, los labios gruesos y sensuales fruncidos en el gesto del beso, los hombros níveos, cubiertos de pecas, desnudos. Las manos cubriendo los pezones de grandes areolas claras rosadas, sus pechos redondeados y voluminosos en un gesto de falso, minímo pudor, pues el pubis desnudo mostraba la gloria llameante de sus rizos y una sábana que parecia de raso apenas cubria los muslos rotundos un poco por encima de las rodillas.
Recordé las veces que en noches solitarias mis manos habian recorrido la geografía de mi propio cuerpo en honor de su embriagadora anatomia, escondida en el baño en casa de mis padres o encerrada en mi habitación a solas. Viendola en el reportaje gloriosamente desnuda no podia mas que recordarla en su mínimo bikini blanco en el jardín de su chalet, trasteando con las plantas o tomando el sol con la espalda al aire. Cuando la veia en su impúdica prenda blanca y minuscula que realzaba con sabia maestría la belleza de su adorable cuerpo el mio comenzaba a entrar en calor. Recordando antiguas masturbaciones allí mismo sentada en el frio suelo de cemento del sotano mis manos acariciaron mis pechos voluminosos pero firmes primero por encima de la sencilla camiseta de algodón y luego deslizandose por el vientre y estomago volvieron a subir esta vez por debajo de la tela donde sin el impedimento de un sujetador se marcaban perfectamente los duros pezones que no pude dejar de acariciar. Me habia excitado sin remedio, resuelta a no dejar a medias los placeres que estaba comenzando me saqué la camiseta dejando mis pechos al aire para poderlos acariciar sin mas trabas.
Solo dejaba de amasarlos durante un segundo para pasar la página del reportaje y contemplar la belleza de mi vecina nuevamente expuesta en otra pose. Deseaba mas y una de mis manos volvio a deslizarse por mi tersa piel esta vez hacia abajo deslizando un dedo un segundo en el ombligo para casi inmediatamente deslizarse por dentro del corto short vaquero que llevaba. lo desabroché me lo bajé hasta las rodillas para poder introducir sin pausa uno de mis dedos entre los labios mayores de mi vulva.
Un ruido en lo alto de la escalera rompió mi concentración. Mi marido estaba abriendo la puerta del sotano para bajar a buscarme. Solo tuve el tiempo justo de arrojar la revista al suelo y de una patada esconderla bajo una estanteria. Así me sorprendió medio desnuda con los pantalones cortos por los tobillos y masturbandome. Su bella cara se iluminó de inmediato, y con una media sonrisa preguntó si podia ayudarme en algo. Con voz enronquecida no pude mas que decir: -baja aquí y follame, estoy caliente. Mientras bajaba se deshizo de su camisa arrojandola a los escalones y dejandome ver sus poderosos pectorales y biceps. Con ironia preguntó -¿No me digas? y al llegar junto a mí ya se habia bajado los pantalones quedando solo con un tanga negro tapando su poderoso rabo. Lo besé por encima de la licra, notando como se inmediato reaccionaba y se endurecia.
Terminé de sacarme mis pantalones quedando completa y gloriosamente desnuda con el coñito encharcado por la masturbación y el poderoso recuerdo de la vecinita. Ni me molesté en quitarle la prenda que lo cubria, me limité a sacarle el pene ya duro como el acero y los testiculos por un lateral del tanga y a girarme para poder apoyarme en una lavadora vieja. meneando las anchas caderas le dije: ¿a que esperas? y así sin mas preambulos lo introdujo en mi interior de un solo empujón. Bombeaba dulce y lento pero poderoso introduciendose en mi hasta el fondo y masajeando sin contemplaciones mis pechos sensibles. mordisqueaba mi cuello, la nuca o los hombros.
Yo lo cojia del culo echando mi mano hacia atras para que se clavara profundamente. En cierto momento me cogió de la cintura, me giró, y cogiendome de las nalgas me sentó en el borde de la lavadora para volver a metermela esta vez desde adelante y poder asi besarme en la boca con toda su lengua en la mia y un montón de saliva por parte de ambos. Dos veces me corrí antes de que su orgasmo me llenara de semen. Dulce y cariñoso me besaba dulcemente mientras su polla en mi interior iba quedando flacida y salia por si sola de mi vulva. Luego cogidos de la cintura y sin molestarnos en vestirnos subimos las escaleras para ir hasta la ducha del jardín a darnos un remojón. Duranto todo el polvo no conseguí apartar de mi cabeza las carnes desnudas de la peliroja lo que consiguió excitarme aun mas.
Mi chico sabia que durante mi juventud me habian gustado las mujeres y chicas y que habia tenido experiencias homosexuales pero aunque se moria de ganas por verme en acción con otra chica nunca me lo habia pedido. Si conseguia seducir a la vecinita le iba a dar un bonito regalo.