Reconociendo mis raices
Para conocer a mi familia paterna, mi madre me envia a pasar unas vacaciones con ellos. Y conoci mucho, especialmente de mi tio.
Hola, me llamo XXXXXX, tengo 25 años, nací en Norteamérica pero mis padres son mexicanos, de Colima precisamente. Bueno, mi padre era mexicano, falleció cuando yo tenía tres años. Aunque yo siempre digo que me acuerdo de él, aquí entre nos la verdad no es esa, solo repito historias que mi madre me contó. Mi madre no se volvió a casar. Quiero compartir con ustedes algo que me ocurrió en 1992, entonces yo vivía con mi madre en California, con una buena pensión que recibimos por la muerte accidental de mi padre.
En ese tiempo pasábamos los veranos aquí, en la tierra de mis padres. Tengo recuerdos maravillosos de esas vacaciones. Mi madre fue hija única y no tengo familia materna, pero por el lado de mi papa, son muchos. Normalmente mi madre rentaba una casa en Santiago, manzanillo y ahí nos iban a visitar todos los hermanos de mi padre con mis primos, y la pasamos fenomenal.
Mi abuela, la madre de mi papa vivía en un lugar que se llama Tepames. Todos mis tíos son profesionistas y vivían en colima, menos uno, el mas chico, que en ese tiempo vivía con ella allá. Debo de confesar que en mi familia existía un conflicto familiar a causa de que mi madre se convirtió al cristianismo y las relaciones entre mi abuela y ella, sin que hubiera ningún conflicto, eran frías y distantes.
Ese año, yo tenía 11, era un chico más desarrollado que otros de mi edad y mi madre decidió que yo debía conocer a la abuela y para ello me envió una semana de vacaciones a Tepames. Jamás hubiera imaginado todo lo que allá me esperaba. Cuando llegué no me gusto el lugar. Es un pequeño pueblo, pobre, oscuro, seco, lleno de polvo, caliente y sin mucho que hacer. Mi abuela era maestra en Colima y trabajaba allá, acostumbraba irse a las 12 del día, trabajaba y se quedaba a dormir en Colima, a las seis de la mañana regresaba a Tepames y otra vez a las 12 del día partía. Ella se esforzaba por hacer lo mas placentera mi estancia en su casa, pero yo me la pasaba fatal.
En Santiago había, playa, alberca, computadora, acuamoto, nintendo, televisión por cable, pizzas, hamburguesas, comida china, como si estuviera en california; mi madre me cumplía todos mis caprichos, mis primos siempre me trataban bien ya que envidiaban todos mis juguetes y yo me aprovechaba de eso para que hicieran lo que yo quería. Pero aquí, no había mas que frijoles, huevos, tortillas, chiles, vacas, gallinas, tractores, caballos, un campo de futbol de tierra, y un tío, que cuando llegué se portó hosco y burlón.
_ vaya aquí esta el gringuito!_ me dijo cuando me conoció,
_se vé un poco debilucho, a ver si aguanta el clima, ja ja, ja_
Un pueblo como Tepames, una temperatura de 38 grados y un Tió mandón de 17 años. Era lo peor que me había pasado.
El segundo día, nos levantábamos a las seis de la mañana, mi abuela preparó un desayuno riquísimo, pero luego mi Tío me hizo acompañarlo al rancho, ahí él me instruyó para que yo diera de comer a los animales: puercos, vacas, gallinas, perros, así como limpiar los corrales; mientras él hacía labores como: arar con un tractor, o regar los plátanos.
Para mi, hacer esa labor fue algo terrible. Para empezar no estaba acostumbrado a trabajar en nada que no fuera mi school, mi madre siempre me hacía todo lo que yo quería, por ser hijo único y huérfano, me acostumbro a dármelo todo. Además me parecía humillante tener que obedecer obligatoriamente a alguien que aunque mi pariente, era ajeno a mi. Con los demás yo era el que imponía las ordenes, y aquí, yo era el que tenía que obedecer. Además era asqueroso tener que sacar las heces, soportando su hedor.
Estuve a punto de decir que no, pero hubo algo que hirió mi orgullo,
Y si no puedes no lo hagas me dijo, esto es trabajo para hombres, no para maricas, remató.
Eres un campesino estúpido pensé, voy a demostrarte que soy mas inteligente que tu. Y me propuse no darme por vencido ante sus sarcasmos y con todo y mi repulsión hice el trabajo encomendado.
Regresamos a casa al mediodía, la abuela ya se había ido a trabajar y comimos lo que nos había preparado. Al final me ordenó que lavara los platos, y yo pensando en que no le daría el gusto de hacerme fastidiar, obedecí sin chistar. El se acostó para dormir un rato, cuando despertó me dijo que iría al entrenamiento de futbol.
Cuando nos fuimos para el campo de entrenamiento, me hizo que le cargara su maleta y cuando llegamos al campo sus compañeros le preguntaron que quien era yo y porque cargaba su maleta.
Es mi perro faldero gringo respondió.
Todos soltaron la risa haciéndome enrojecer de pena, aunque yo me reí también para que vieran que no me afectaba. Durante el medio tiempo, uno de sus compañeros me dijo:
hey tú, falder-dog, ven a darme un masaje en mis pantorrillas porque he tenido un calambre.
Otra vez todos rieron celebrando la ocurrencia de llamarme falder-dog. Yo para congraciarme con ellos, me reí también y fui a darle el masaje al grandulón que me lo había ordenado. Varios de ellos me dieron ordenes que yo fielmente cumplí, al terminar, todos los amigos de mi Tío le dijeron que tenía un falder-dog muy obediente.
A partir de eso, todos me siguieron llamando así y yo me sentía integrado con el grupo. Al finalizar el partido fueron por unas cervezas y todos se pusieron a beber comentando las incidencias del entrenamiento. Regresábamos a casa y mi Tío se encontraba un poco achispado.
Al llegar a la casa, subimos a su cuarto y ahí me aclaró que en realidad tenía una idea equivocada de mi, que al principio yo le había parecido un mocoso insolente, pero que ahora pensaba que un buen chico. _ Si haces todo lo que te digo, te la vas a pasar bien, pero si te encaprichas y me desobedeces te haré la vida imposible_ , sentenció. En ese momento empecé a experimentar un sentimiento nunca antes vivido. Ya he dicho que mi padre falleció cuando yo era pequeño, que no tuve hermanos y que mi madre me complacía en todo. Jamás, yo había obedecido a alguien, siempre había hecho mi propia voluntad, por lo que esto me resultaba inédito, ....y me gustaba.
Debo confesar que en esa edad ya me daba cuenta de que me atraían algunos hombres, de hecho ese verano había comprado mi primera revista gay con fotos de sexo explicito entre gays. Y en mucho, mi tío era un modelo como los que ahí venían retratados, pero en vivo. Medía 180, pesaba como 75 k, el trabajo del campo había labrado naturalmente un cuerpo musculoso y atlético. Tenía grandes manos y pies, su piel era blanca, surcada de venas azules. Tenía cabello negro, completamente lampiño del pecho, pero abundante vello en las piernas y bajo su ombligo y también debajo de sus axilas.
Mi tío había quedado con ganas de tomar más cerveza pero no tenía dinero y me preguntó si podía invitarle algunas más, yo pensé que eso me daba otra oportunidad para congraciarme con él, así que le respondí que si. De inmediato abrí mi maleta, saque un billete de mi cartera y fui presuroso a traérselas a la tienda de la esquina.
Cuando regresé me quedé petrificado. En sus manos, mi tío, el hermano de mi padre, tenía la revista tan celosamente guardada en mi maleta, que al salir había dejado abierta sobre la cama, seguramente él había querido curiosear y había dado con ella.
Así que lo que faltaba era, que además de falder-dog, eres puto verdad? Yo me moría de vergüenza. Agache la cabeza y me puse a llorar.
Por favor, Tío, no se lo vaya a contar a mi mamá , le supliqué.
Él empezó a decir que mi Abuela se moriría de pena al saber que tenía un hijo homosexual. Que yo no era digno de estar en su casa. Y otras sandeces por el estilo. Yo estaba francamente asustado y avergonzado. Sin poder contenerme me arrodillé ante el y le supliqué:
hágame lo que quiera, pídame lo que sea, pero, por favor no se lo cuente a nadie.
Qué estas dispuesto a hacer hijo de la chingada, me pregunto.
Lo que sea, cualquier cosa, respondí.
Dime que cosa, me volvió a interrogar.
Lo que Usted mande, cualquiera que sea, dije mirándolo suplicante.
El seguía sentado, pensativo, luego de un momento dio un trago a su cerveza y me dijo
lo que tu necesitas es alguien que te corrija , has crecido con demasiadas libertades , tu madre no te ha tratado con mano firme , así que, aunque sea tarde deberás aprender a obedecer, yo te voy a enseñar , estas de acuerdo, cabrón?
Solo asentí afirmativamente con la cabeza. En mi interior los sentimientos eran encontrados.
Ven aquí entonces, putito de mierda, me dijo señalando al piso justo delante de sus piernas.
Yo mansamente me acerque y cuando me tuvo a su alcance, me agarro del pelo y con un fuerte jalón me hizo acostar bocabajo sobre sus peludas piernas.
Con esto te voy a bajar los humos de gringo pendejo que tienes, buey!
No entendía lo que estaba pasando. Mientras me mantenía colocado sobre sus piernas, empezó a bajarme el short que yo traía, descubriendo mis pálidas y pequeñas nalgas blancas. Me las acarició un par de veces haciéndome sentir glorioso, pero luego dejo caer un golpe que me conmovió totalmente.
Jamás mi madre me había pegado, nunca nadie me había puesto la mano encima, en mi país esto esta prohibido hasta para los padres con sus hijos. El golpe fue terrible, intenté zafarme pero su mano izquierda me asía fuertemente del cabello y con la derecha dejo caer otro golpe sin ninguna consideración.
Sentí el dolor profundo en mis nalgas, algo caliente me cubrió y él imperturbable siguió dándome una tras otra hasta completar no se cuantas, tal vez una docena. Yo entendí que ese era el precio que tenía que pagar por mantener en secreto mi verdadera personalidad. En seguida el me ordenó
quítame los zapatos perro despreciable, y sin pensarlo dos veces lo obedecí.
Me arrodille ante él, temblando me dedique a desatar sus agujetas y quitárselos. Cuando lo hice, me invadió el olor de sus calcetas húmedas a sudor. No pude evitar un estremecimiento de placer. Él me miraba fijamente
huélelas puto, me dijo refiriéndose a sus calcetas.
Acerqué mi nariz hasta rozar la tela y aspiré lentamente llenando mis pulmones de ese olor especial que sus calcetas expelían.
Te guste el olor a patas de macho, puto?
Era increíble lo que me estaba pasando, yo, el hijo consentido, el de los primeros lugares en el College, el acostumbrado a lujos, estaba ahí, arrodillado, oliendo los calcetines húmedos y olorosos a sudor de mi Tío, luego de que había estado entrenando dos horas, bajo ese calor tropical. ......y me gustaba.
Sí señor, le dije mirándolo directamente a los ojos, Él sonrió sorprendido y me dijo
pues sí que eres un puto obediente ,
gracias señor, le contesté con un tono de orgullo por su comentario y aspirando mas profundamente el aroma de sus sucios calcetines.
Quiero que me los quites y que lamas mis pies, perro .
Eso era justamente lo que yo estaba deseando. Luego de quitar sus calcetines, descubrí unos pies enormes, surcados de venas, con dedos como cacahuates y vellos sobre sus dedos y en el empeine. Como un niño con una paleta de dulce, me puse a pasar mi lengua a lo largo de la planta de sus varoniles pies. Oh my God, jamás había experimentado un placer como ese. Parecía que no era yo mismo. Que era otro el que disfrutaba algo tan humillante como chupar los pies sudados de un hombre que hecho deporte. Y sin embargo ......me gustaba
Si hasta ahí hubiera quedado la experiencia habría sido bastante buena, pero faltaba lo mejor. Me di cuenta que a mi Tío, le excitaba mi caricia. Bajo su short se había erguido una carpa enorme e inocultable. Sus mejillas estaban encendidas, sus labios resecos necesitaban que constantemente pasara su lengua para humedecerlos. Y su mirada que proyectaba una lujuria que jamás antes había yo visto en ninguna foto de las distintas páginas de Internet que a menudo fisgoneaba.
Cuando baje su short, en medio de una tupida selva negra de vellos enormes y brillantes, apareció un enorme tronco blanco, con una esfera roja y brillante y surcado de venas obscuras y resaltadas. Y el olor, dios mío, ese intenso olor a sudor, sexo, semen, orina. Como un perfume atrayente y misterioso me invadió el cerebro y movió las últimas hormonas que aun permanecían vírgenes en mi cuerpo.
Lentamente, desde sus pies, fui pasando mi lengua por la piel de sus poderosas piernas cubiertas de vello negro y crespo. Saboreaba cada centímetro, el sabor salobre del sudor resultaban un manjar para mi paladar. Que rico fue mordisquear esas varoniles piernas y que placer cuando mi nariz fue llegando hasta el sitio donde su piernas se unían.
Su enorme miembro palpitaba y emitía un líquido transparente que salía del orificio superior y caía como hilos viscosos sobre el mechón de vello negrísimo que cubría todo su pubis. Jamás había tenido un pene frente a mi, me asombraba su tamaño, sus forma, ese canal hinchado que sale de entre sus guevos y asciende hasta el orificio. Y la piel de sus dos enormes globos cubiertos también de esos alambres finos y obscuros. Me sentí como niño en la pastelería, no hallaba si adorar sus lustrosos guevos, o enterrar mi nariz en la maleza de su vientre, o pasar mi lengua a lo largo del mástil, .....e hice todo eso y aún más.
Que delicia fue palpar la enorme cereza de su verga con mis labios. Su lisura y textura es arrogante, su color purpura intenso, y su inagotable hilo de plata que mana y me regala un elixir exquisito que pruebo y trago completo.
Luego, no se si transcurrió una hora o un minuto, pero sentí las manos de mi Tío empujando mi cabeza para enterrar en mi boca su bestial falo que llega hasta el fondo de mi garganta y me provocan ganas de vomitar. Dios mío, no me hagas esto, por favor dame fortaleza para soportar este dulce y palpitante pedazo de carne en el fondo de mi boca.
Que agonía tan extraña. Deseo que hunda todo su garrote en mi. Mi cuerpo responde ante el objeto extraño. Mis ojos se llenan de lágrimas. La mano de mi Tío me sostiene fuerte del pelo. No tengo escapatoria al tormento. Me debato y deseo intensamente que eyacule y que me permita tragar su semen. Y mi deseo es compensado
Primero lo avisaron sus gemidos, luego la presión de sus manos en mi cabeza, después los movimientos mas violentos de su cadera, la dureza increíble que alcanzó su lanza y las palpitaciones que desde la base de su pene empujan su savia de macho. Luego la vorágine de sentir algo viscoso y tibio en mi boca, un sabor penetrante un olor intenso. Si, hágalo asi, pienso. Gracias Tío por regalarme el más valioso de los líquidos de un hombre. Gracias por verterlos en mi, por servir de receptor, por convertirlos en mi alimento.
Por varios minutos mi Tío me sostuvo asi, con su verga dentro de mi boca, luego su instrumento volvió a erguirse y nuevamente fui usado por mi Tío que derramó otra abundante dosis de su blanca mermelada.
Jamás había disfrutado un placer tan intenso, en ese instante ví mi reloj y pensé: Oh my God Im here for twenty four hours only!!! Y me faltaban otros siete días junto a él!!!!.