Reconciliación: MÍA.

Esta es una historia real y por tanto, merece ser contada en condiciones. Ligera dominación masculina. Los polvos de reconciliación, siempre han sido los mejores ;) "Estaba disfrutando como una zorra, bajaba la cabeza y le lamía los huevos con dedicación para luego volver a tragarse su polla.."

Hacía 8 meses que no se veían.

Por aquel entonces él solo tenía interés en su coche, sus amigos, copas y mujeres; y tener que atender a una novia comenzaba a ser una molestia.

Ella, cada vez que veía en el espejo su increíble cuerpo de 20 años, se preguntaba qué hacía mendigando las caricias de un desgraciado.

Así, cansada y harta, decidió pedirle un tiempo y él hizo lo necesario para que ese tiempo se convirtiese, en pocos días, en una ruptura definitiva.

Pero ahí estaban de nuevo, después de 8 meses, a punto de salir hacia la playa para pasar juntos una semana que sería decisiva. Sin embargo, las cosas habían cambiado.

Sentado en el coche, él esperaba su llegada sin saber muy bien qué iba a decir, ni qué clase de mujer iba a encontrarse. La echaba de menos pero aquella era una ciudad pequeña y habían llegado a sus oídos rumores acerca de ella y su mejor amiga en un bar, literalmente bañadas en cerveza y dándoles un espectáculo lésbico a 3 ejecutivos de traje que les pagaban las copas.

Pensarlo le hacía sentir un tremendo asco y desprecio por ella, vendiéndose al mejor postor como una puta barata, cuando ambos sabían que a pesar de haberlo dejado ella era su puta, suya.

Levantó la cabeza y la vio caminar hacia su coche con paso firme y la maleta en la mano.

Estaba increíble. Si siempre había estado buena, ahora estaba impresionante.  Había perdido lo menos 5 kilos, su melena oscura estaba más larga que nunca y ese minúsculo pantaloncito blanco resaltaba el moreno de sus piernas de una forma que debería ser pecado.

Él salió del coche y ella lo besó con ansia. Recorría cada rincón de su boca con la lengua y le mordía los labios suavemente mientras sus manos se perdían por su espalda.

- Hola amor – dijo él sonriendo cuando ella le liberó del beso.

- Vámonos.

Desde luego no era la niña tierna y complaciente que él conocía.

Tras un viaje de dos horas llegaron al hotel. Él no había parado de mirarla y ella no le había dedicado ni una sola sonrisa que no escondiese ironía y resentimiento.

Estaba siendo dura con él y, viendo como la miraba todo el público masculino que se cruzaban, estaba claro que podía permitírselo.

A pesar de lo mucho que le jodía y lo poco acostumbrado que estaba a no tener el poder, ese rollo de subidita engreída estaba empezando a ponerle la polla como un mastil y al entrar en la habitación lo único en lo que podía pensar era en follársela sin compasión y bajarle los humos.

- Ven aquí zorrita.. – la agarró por la cintura para pegarla a su cuerpo y empezó a manosearle las tetas por dentro de su fina camiseta negra mientras intentaba bajarle el pantaloncito.

- ¡¿Qué haces?! – ella forcejeaba intentando separarse - ¡Suéltame! – su tono parecía más de enfado que de súplica.

- Calla nena – le quitó la camiseta y desabrochó su sujetador negro que cayó al suelo dejándola únicamente con un diminuto tanga que apenas cubría su sexo- si se que lo estás deseando...

La empujó y cayó sobre la cama.

Con una sonrisa triunfante en su cara, él veía como la joven avergonzada se apresuraba a coger una almohada con la que tapar sus pechos sin atreverse a levantar la mirada.

Así es como quería tenerla, totalmente a su merced.

Entonces ella, haciendo acopio de toda la rabia contenida, lo miró desafiante.

- No quiero follar contigo – casi gritó – dame mi ropa.

- Vale, ¿bajamos a la playa? – dijó cogiendo del suelo su sujetador y lanzándoselo a la cama.

¿Ya estaba? ¿Eso era todo? ¿No pensaba insistir más ni tratar de convencerla? ¿O quizás enfadarse?

Acostumbrada a apartarse a los hombres a patadas, aquella indiferencia la había herido en su orgullo seriamente. ¿Quién se creía que era para no querer follársela?

Ya por la noche, tras tomar una copa en el paseo marítimo, decidieron seguir bebiendo en la terraza de la habitación.

Mientras ella se ponía cómoda, él se apoyó en el balcón y encendió un cigarro pensando una estrategia con la que recuperarla. Finalmente optó por atacar por el que siempre había sido su punto débil: el sexo.

- Te propongo un juego – dijo levantando la voz pero sin apartar la vista del mar.

- Tú dirás….

Se giró y la vio apoyada en el marco de la puerta. Vestía un pantalón corto vaquero que apenas le cubría las nalgas, un top que dejaba la vista su ombligo y la mayor parte de sus grandes y redondos pechos y un par de medias de liga blancas que terminaban en unas sandalias con un tacón de infarto.

-          Vaya forma de ponerse cómoda – pensó mientras notaba el bulto de su pantalón crecer hasta tratar de reventar las costuras.

- ¿Y bien?

- Y bien ¿qué? – la recorría con la mirada como un lobo hambriento ante su próxima presa

- El juego…

- Ah sí. Se llama “prueba o prenda”. Consiste en lanzar una moneda al aire: si sale cara (prenda) debes quitarte algo de ropa, si sale cruz (prueba) harás durante 20 segundos lo que yo te diga. Si te niegas a alguna de las dos, bebes.

- ¿Y tú? – pregunto ella con desconfianza

- Yo igual. Las reglas son las mismas para los dos.

Así, empezó a salir la ropa a medida que entraba el alcohol y las pruebas dejaban de ser inocentes. A ella solo le quedaban las medias, a él aún los pantalones.

- ¡Prueba! – él sujetaba la moneda en la palma de su mano y la miraba expectante. De pronto lo miró a los ojos con una sonrisa maliciosa:

- Cómeme el coño.. –separó lentamente sus piernas exponiendo por completo una vulva perfectamente depilada y totalmente húmeda de excitación.

Él casi se atragantó por la lujuria con la que dijo aquellas palabras. El sexo oral era algo que durante el tiempo que estuvieron juntos apenas la hizo y ella se estaba vengando ahora.

Él miró su brillante entrepierna y negó con la cabeza. Las cosas iban a hacerse a su manera.

- Túmbate en el suelo – su voz era firme. Ella dudó: sentada en la silla probablemente nadie se fijaría en su desnudez, pero si se tumbaba en medio de la terraza, cualquier vecino que se asomase la vería entera…

- ¡Venga!

Se levanto de su silla y se colocó boca arriba en el frío suelo de baldosa. Sus grandes pero firmes tetas subían y bajaban al compás de su respiración agitada y sus pequeños pezones pedían a gritos ser maltratados.

- Dobla las rodillas y ábrete de piernas, que se te vea bien la raja – él reía con superioridad.

Ella obedeció. Se sentía totalmente vulnerable, en el suelo y con la brisa acariciando su coño, haciéndola consciente de la sucia postura en la que estaba.

Él se agachó despacio, alargando su tortura a propósito y disfrutando con su humillación. La separó las rodillas más aún y la miró a los ojos desafiante enviando un claro mensaje: voy a comerte el coño, pero soy yo quien manda.

Acto seguido metió su cabeza entre las piernas de la chica y lamió su vulva de abajo a arriba. Ella gimió sin poder contenerse. Pasó la lengua por su clítoris y comenzó a moverla en círculos haciéndola jadear desesperadamente. Su vagina comenzaba a encharcarse y sentía que iba a correrse en cualquier momento. Entonces él mordió suavemente su clítoris y penetró con su lengua el coño de la chica que, soltando un grito de placer y apretando los puños, suplicó que no parase.

De pronto él se levantó y volvió a su silla. Ella lo miró incrédula al borde del orgasmo.

- 20 segundos… - dijo él dando un trago a su copa- ya te he regalado 15 a mayores.

Indignada y odiándole como nunca se incorporó y lanzó la moneda:

- Prueba – golpeó la mesa con los puños y dio un largo trago.

Él se acercó y agarrándola por el pelo la llevo hasta el dormitorio:

- Voy a penetrarte.. – empujó su cabeza contra la cama, dejándola con el culo levantado y colocó su pene en la entrada- y tú no puedes hacer ningún ruido – empujó un poco y ella se agarró a las sabanas conteniendo la respiración. - ¿serás capaz… o prefieres beber directamente putita?

- Ni me voy a enterar de que estás dentro – el sarcasmo de su tono hizo que él olvidara el juego y desease reventarla hasta hacerla llorar, por lo que agarró sus caderas y embistió sin piedad hasta que sus huevos chocaron contra su cuerpo.

Ella se sintió morir y apretando con fuerza los labios comenzó a contar mentalmente deseando que esos 20 segundos pasaran rápido. Las lágrimas bañaban sus mejillas mientras él retrocedía un poco para volver a empalarla con brutalidad.

- ¿No tienes nada que decir? – levantó la mano y descargó un fuerte azote sobre su nalga que comenzó a enrojecer.

Volvió a sacar su polla de aquel estrecho agujero y comenzó a entrar de nuevo muy despacio, buscando arrancarle un gemido de placer.

Ella notaba como aquel trozo de carne duro y caliente se abría paso en su interior, quería gritar, quería moverse y follarse a sí misma con esa polla que la estaba volviendo loca.

- Veinte..!. –  Se apartó de él y se dejó caer sobre la cama, orgullosa de su silencio.

- Ya me he cansado de juegos – con un enfado imposible de disimular él saco unas esposas del cajón de la mesilla y encadenó sus muñecas a los barrotes de la cama sin darle tiempo a reaccionar.

- ¡¡Eh!! ¿Qué haces? ¡¡Quitame esto gilipollas!!

Él volvió con una botella de una whisky y se colocó frente a ella

- ¡Abre la boca!

- Ni de coña..

- ¡¡Que abras la boca, hostia!! – la agarró por la barbilla clavando sus dedos y obligándola a obedecer. Entonces inclinó la botella y dejó caer un contundente chorro de bebida directamente en su garganta.

A ella se le saltaban las lágrimas. Era la típica pija de malibú con piña y el whisky la estaba destrozando por dentro. Sin apenas darla tiempo a respirar, descargó otro chorro en su boca y acto seguido le abrió las piernas y roció su sensible e hinchado coño con el alcohol.

- Aaaaaaahhhh hijo de puta!!! – aquello ardía más de lo que se puede imaginar, intentó soltarse las manos, apretó las piernas con fuerzas tratando de aliviarse pero era inútil. - ¿¡¡Dónde vas!!? – Él se había vestido y se dirigía a la puerta- No me dejes así!!

Al cabo de unos minutos el escozor empezó a mitigarse pero el calentón que tenía no le daba tregua.

Viéndose sola, decidió girarse con la poca movilidad que le permitían las esposas y tratar de apagar ese fuego.

Cuando él llegó, poco después, no pudo evitar echarse a reír ante la imagen que se encontró.

- Qué cerda eres…desnuda, atada y frotándote el coño contra las sábanas como un animal…¿no se te habrá ocurrido correrte, no perra?

El plan estaba funcionando, estaba cachonda perdida.

Ella no contestó, trató de volver a su postura anterior boca arriba pero él se lo impidió. Abriendo las esposas, la puso de rodillas sobre la cama y volvió a cerrarlas, esta vez con las manos a la espalda.

- Ya que no quieres hablar, te daré algo que hacer con la boca – y sujetándola de la nuca le metió la polla hasta el fondo de su garganta.

Instintivamente ella empezó a chupar, llevaba mucho tiempo deseando volver a hacerlo. Apretaba sus labios contra el tronco y recorría la punta con su lengua, deleitándose con ese líquido que empezaba a salir. Estaba disfrutando como una zorra, de vez en cuando bajaba la cabeza y le lamía los huevos con dedicación para luego volver a tragarse su polla.

Él la miraba desde arriba: su precioso cuerpo arrodillado sobre la cama, sus tetas bamboleándose al ritmo de la mamada, su tremendo culo moviéndose lentamente como pidiendo caricias…  La tiró del pelo obligándola a echar su cabeza hacia atrás:

- Mírame a los ojos y no dejes de comer polla. – mientras decía esto, su mano se dirigió entre las piernas de la chica y comenzó a acariciarla.

Ella sintió que el flujo ya le bajaba por los muslos y ahogó un gemido contra el glande de él; la ponía tremendamente caliente que la tratase así.

De pronto metió dos dedos en su vagina y soltó la bomba:

- ¿Te has acostado con algún tío en estos meses?

La pregunta la dejó paralizada y trató de mover la cabeza para alejarse de él pero una sonora bofetada en su mejilla derecha la hizo reaccionar:

- ¡¡Te he dicho que no dejes de comer polla, zorra!! Contesta sí o no con la cabeza.

La chica no se movía. Con aquel enorme miembro aún dentro de su boca y una mano entre sus piernas manteniéndola al borde del éxtasis trataba de pensar qué responder.

No quería enfadarlo y que la dejase así, solo quería complacerle para que se la follase de una vez.

Ante la falta de respuesta, él, sujetándola por la cabeza con ambas manos comenzó a follarle la boca sin compasión hasta que le dieron arcadas. Solo entonces la dejó tomar aire e insistió:

- ¡¡Contesta!!

- ¡¡¡Siii!!! – admitió ella entre jadeos tratando de respirar – me habías dejad…

- Cállate… - notó como una vena de su cuello se hinchaba y palpitaba mientras su mirada se volvía oscura. - ¿Disfrutaste?

Ella lo miró suplicante desde abajo, pidiendo que aquel interrogatorio terminase, pero él había agarrado la presa y no estaba dispuesto a ceder.

- ¡¿¿Qué si disfrutaste mientras te follaba otro tio??!

- Nooo... -bajó la cabeza a punto de llorar de vergüenza.

No la creía. Era una zorra, había disfrutado seguro. Y quería pegarle una paliza por ello. Pero verla arrodillada ante él, totalmente desnuda y atada, avergonzada y con lágrimas en los ojos por haber hecho algo que tenía derecho a hacer (ya que estaba soltera) le hizo darse cuenta de que era más suya que nunca.

Le quitó las esposas y, tumbándose en la cama boca arriba, se la subió a horcajadas. Su pene no había perdido ni un grado de erección con la confesión de la chica.

Ella, masajeándose las doloridas muñecas trató de disculparse:

- Lo siento de verdad, yo…

- No hables – su tono era tranquilo; la cogió por las nalgas y elevándola un poco colocó su pene en la entrada de su vagina – no quiero oírte…

La dejó caer y su miembro comenzó a penetrar su húmeda cavidad muy lentamente.

Ella se sentía morir de placer, estaba disfrutando cada centímetro que entraba en su vientre y cuando llegó al final comenzó a mover sus caderas de atrás a adelante como en una danza, sintiendo como aquel miembro presionaba su punto g en cada movimiento que hacía.

Al poco tiempo, él,agarrando su culo, comenzó a taladrarle el coño con furia. Ella estaba ida de placer, tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta y estaba a punto de correrse por tercera vez. Era el momento, iba a recordarle quien era su dueño.

Puso la mano alrededor de su delicado cuello bañado en sudor y ejerció una ligera presión.

- Te está gustando ¿eh, guarra?

Ella le dirigió una mirada llena de vicio y al segundo volvió a cerrar los ojos y aumentó el ritmo de la follada excitada por el insulto que él acababa de propinarle.

De pronto la presión en su cuello creció notablemente impidiéndole respirar

- ¡¡Abre los ojos perra!! Quiero que veas bien quién te está follando.

Lo miró con los ojos llenos de deseo y de súplica. Su flujo empapaba el vello púbico de él y sentía un nuevo orgasmo empezando a formarse en su bajo vientre.

- Esto por puta – Un tremendo bofetón estuvo a punto de hacerla caer – por follarte a otro – le ardía la mejilla y sin embargo estaba más en celo de lo que había estado en su vida.

- Y esto por disfrutar con alguien que no sea yo – la mano volvió a descargar contra el rostro de la chica – eres mía ¿te enteras? y solo disfrutas conmigo.

En aquel momento,agarrando sus posaderas, aumentó el ritmo de las embestidas hasta que su miembro empezó a notar las contracciones vaginales y sus gemidos se convirtieron en auténticos gritos de placer mientras él se derramaba en su interior llenándola de leche.

Rendida, se dejó caer sobre su pecho y él la rodeo con los brazos posesivamente.

- Soy tuya… - susurró antes de quedarse dormida.