Reclamado por mi ama marta

Continuan las aventuras con mi señora Marta, la cual me llama para continuar el entrenamiento

RECLAMADO POR MI AMA MARTA

Tras la última visita de Marta a mi despacho, la vida siguió tranquilamente, con la rutina habitual, de casa, trabajo, gimnasio, salidas con amigos, sin más preocupaciones, y sin contactar con la primera señora dado que ésta me había cedido a Marta.

Así transcurría la vida cuando una tarde, Carmen mi secretaria me pasó una llamada de su hermana, la cual con carácter serio me indicó que me tenía que presentar al día siguiente a las 17 horas, en su consulta de dentista, colgando seguidamente.

Estuve todo el día intranquilo, y llegado el momento me dispuse a encaminarme a la cita establecida. La consulta la tenía en una planta baja, así que entré en la misma y me topé con una sala de espera vacía y un mostrador al frente del cual se encontraba una joven de unos 25 años, con una gran cabellera de pelo rubio rizado, generosos pechos, que querían escapar de la bata de sanitaria que tenía puesta. Me indicó si tenía cita y le respondí que a las 17 horas, tras lo cual y tras una mirada algo especial, comunicó la llegada a su jefa por el teléfono interior.

Tras colgar me indicó que la siguiera, por lo que pude observar su retaguardia, enfundada en una estrecha bata blanca, que transparentaba un tanga y sujetador minúsculos, y los pies calzados en unos zuecos blancos. La seguí cuando abrió una puerta y me hizo entrar en una habitación vacía, y tras cerrar la misma me indicó que me desnudara completamente y le entregara la ropa. Algo confuso seguía allí en medio de la habitación mirando a la enfermera, cuando ésta acercándose me atizó una tremenda e inesperada bofetada con su mano derecha que me hizo doblar la cabeza, indicándome que obedeciera, que no teníamos todo el día y que debía acatar las órdenes de nuestra señora, por lo que sin más demora que quité la camisa, los pantalones, zapatos y calzoncillos, entregándole todo ellos a la enfermera, la cual guardó todo ello en una bolsa de basura y tras ello, en un armario oculto que abrió de la pared, volviéndose hacia donde yo estaba, y contemplándome desnudo ante ella, ya empalmado por el morbo de la situación, y sobre todo porque ella clavaba su mirada en mis partes, me indicó que me mantuviera firme y extendiera los brazos. Tras accionar un interruptor que estaba en la pared, bajó del techo unas cadenas en cuyo extremo había dos grilletes, que envolvieron mis muñecas, volviendo a su subir las cadenas hasta quedar totalmente estirado, marcando las costillas y solo apoyándome con parte de la planta de los pies.

Inmovilizado, excitado y expectante, la enfermera antes de retirarse me palpó con sus manos y mirada pícara, primero pellizcándome los pezones, luego bajando por el vientre hasta agarrar la polla y sopesar los huevos, y finalmente dándome unos azotes en el culo con uno de sus zuecos, dejándome el culo caliente, se volvió a enfundar el zueco y me indicó que no me moviera hasta que nuestra señora volviera, marchándose riendo y dejándome allí, estirado, desnudo, empalmado y con el culo caliente mirando la blanca pared en aquella habitación desnuda.

Tras esperar, al menos media hora, se volvió abrir la puerta, entrando por la misma Marta acompañada de su enfermera, ambas con batas blancas y zuecos sanitarios, y tras plantarse delante de mí me observa desafiante, ordena a su acompañante (Olga como luego se enteré que se llamaba), que me calentara un poco, marchándose seguidamente.

Olga quitándose la bata que quedándose con un minúsculo tanga y sujetador que apenas contenía sus tetas, ambos negros, cogiendo un látigo corto de un armario, y tras un breve calentamiento, empezó castigando mi espalda y culo, que fueron tomando una tonalidad rojiza y doliéndome cada vez más, si bien me indicó que como gritara o hiciera ruido me pondría una bola en la boca, por lo que procuré no gemir demasiado, si bien mi erección seguía potente y desafiante, hasta que fue girando y colocándose delante de mí, en una escena muy morbosa dado que me observaba primero a los ojos, bajando hasta mi polla dura y excitada, allí atado del techo y estirado, sofocado de calor por los latigazos y con el culo y espalda caliente, mientras ella, igualmente sofocada por el ejercicio, sudorosa, con su minúscula tanga y sujetador que apenas contenía sus grandes pechos, transparentando sus pezones duros, habiéndose impregnado la habitación con nuestra transpiración cargada de feromonas y tensión sexual, empieza a golpearme  polla y los huevos con una fusta corta, cuando entra de nuevo nuestra señora Marta, la cual tras observar unos instantes la escena y mi castigo, ordenó a Olga que me descolgara y a mí que me mantuviera de rodilla, cayendo desplomado en el suelo una vez desenganchado del techo. Tras ello, y tras descalzarse de sus zuecos, dejando al aire sus bellos pies, huesudos y con las uñas pintadas de carmín, me ordenó lamérselos cosa que me apresuré a realizar, pasando mi lengua por sus dedos y empeine con gran deleite por mi parte, ordenando mi señora a Olga que se acabara de desnudar y se arrodillara detrás mía y empezara a lamerme la polla, los huevos y el culo para excitarme pero que no se le ocurriera hacerme correr bajo ningún concepto o en caso contrario la castigada sería ella, hechos que no vi al estar Olga detrás de mía, hasta que noté su húmeda lengua lamer mis huevos y subir hasta la raja de mi culo y parar, lamiendo mi culo lo cual me puso súper excitado, por lo que dándose cuenta mi señora ordena a Olga que se levantara, y desde atrás pateara mis huevos con su pie desnudo, hecho que sentí al poco tiempo, al principio como una caricia con su pie en huevos y polla dura, y luego recibiendo un golpe un brusco  en todos los huevos que me hizo retorcerme y caer sobre los pies de la señora, y bambolear la polla de un lado a otro, babeante y mojando el empeine de la enfermera, riéndose ambas, repitiéndose la operación varias veces para regocijo de ambas.

Tras ello y retorciéndome en el suelo agarrando mis pobres pelotas doloridas, y agarrado por los pelos por mi señora Marta, me indicó que volviera a estar a cuatro patas, indicando a Olga, que por lo visto se había puesto un arnés, que me enculara, mientras yo debía seguir lamiendo sus pies. Pronto sentí el falo de goma penetrándome y abriéndose paso por mi ano, mientras sentía los duros pezones de Olga rozar mi

espalda, y conforme incrementaba el ritmo del mete-saca, eran todas sus tetas las que se aplastaban en mi espalda, mientras yo seguía más babeando que lamiendo los pies de mi señora, al ritmo de las embestidas.

Finalmente tras un frenético baile por parte de todos, y sudorosos, Olga se desplomó sobre mi espalda, y tras quitarse el arnés, frotó ansiosamente su coño por mi espalda y culo, abierta de piernas hasta caer rendida.

Mi señora me ordena levantarme y tras observar como mi polla estaba en pleno esplendor, soltó una buena carcajada e indicó que así me quería, siempre excitado, frustrado, humillado, caliente  y sumiso frente a ella y a sus amigas, sodomizado física y mentalmente, a impulsos solo de mi excitación y sabiendo que ella me domina completamente, y sabiendo cómo será su castigo.

Me ordenó vestirme e irme y que estuviera atento a su llamada para presentarme ante ella cuando lo ordenara, ya que el próximo día sería presentado ante unas amigas.