Recién cogido (2)

Toda historia tiene más de una versión. Si se trata de una historia de amor y obsesión sexual, escuchar la otra campana ayuda a comprenderla y a excitarse aún mas.

De todas las historias, siempre hay dos versiones. Se que la persona que más amo en el mundo, contó la suya en estas páginas. Pero a mi me gustaría contarles como yo la vívi y luego armar un álbum único. Recién cogido fue su versión. Esta que sigue, es la mía.

Soy Martín Quesada, para mi madre Tincho, para mis amigos más cercanos "Puma", por referencia a la selección argentina de rugby, famosa en el mundo entero, porque yo fui jugador de rugby. Mi amor, me dice "lindo" y en realidad creo que es una exageración: soy agraciado, bueno algo tengo que decir, pero no es para tanto.

Siempre me gustaron los deportes, como el rugby, el hockey y el fútbol, las artes marciales, las motocicletas, las fiestas, el ruido, y porque no, las mujeres. Tuve muchas novias, y varias amigas de mis hermanas me perseguían a muerte porque además de mi "bella figura ", soy o mejor era, un buen candidato para el matrimonio. A muchas madres de chicas casaderas, les gusta que sus hijas tengan como novio a un jugador de rugby. . Parece que ello es garantía de virilidad

El rugby es un deporte muy de machos. Un deporte de contacto físico, donde treinta tipos, quince por cada equipo, corren, transpiran, se apoyan y se revuelcan, en dos tiempos de cuarenta minutos, y en el que para evitar el avance del equipo contrario, casi todo está permitido. Entre otras cosas, agarrar al contrincante de cualquier parte del cuerpo. Bueno no se si de cualquier parte….pero ¡¡ La de culos y pijas y huevos que he tocado casi sin otra intención a lo largo de los años!! La de veces que los de los equipos contrarios me han tocado a mi Los jugadores de rugby suelen ser bien varoniles, peluditos, robustos, morrudos , algunos mas que morrudos.. Hay profusión de culos gordos y bien fuertes y cuellos, espaldas, pechos, muslos y brazos musculosos y gruesos. La fuerza y la garra, son los factores más importantes para este deporte, juinto con la velocidad y la precisión en los pases y en las ejecuciones. . Es en fin, un deporte muy rudo, bien de machos pero de machos que se toquetean, agarran, aprietan, manosean, soban, y acarician con fuerza. Por eso, pienso, no sé, que muchos de sus jugadores terminan gustando de la verga, o eso creo yo. Hay muchas páginas web dedicadas a los jugadores de rugby gays.

Mirá las fotos y te darás cuenta. Es un deporte de ultra contacto corporal entre machos en plenitud física y sexual, machos de pelo en pecho. A mi me calientan todavía pero, ahora mi corazón tiene dueño. No pertenece a una chica ni a un jugador de rugby. Es todo lo contrario a eso. Se llama Tomás Gabriel Olivieri, tiene 18 años y es el mejor amigo de mi hermana más chiquita, Lorena, la gordita regalona de la casa.

La historia empieza un poco antes de conocerlo. Yo jugaba entonces en la primera división de Pabellón, un equipo de San Fernando en el Norte del Gran Buenos Aires, famoso por haber sido la cuna del mejor defensor de la historia del rugby argentino: "Palito" Ramírez Gondra, apodado "Garrote" dicen que menos por los "palos" que pegaba a los contrarios, que por el tamaño y grosor de su verga. Yo no lo conocí en su época estelar sino cuando ya era un viejo arrugado con bastón y la mirada en el vacío. El "garrote" se le habría debilitado parece y ya no se le pararía más, supongo, y si se le paraba alguna vez, seguro que ya no sabía para qué.

Yo era uno de los jugadores más jóvenes, y por mi aspecto sexy y aparentemente desenfadado, de galán gritón y extrovertido, era el preferido de las chicas adolescentes que venían a presenciar los juegos.

En un partido que perdimos 20 a 3, según algunos por culpa del árbitro, contra "Patricios Argentinos" un equipo de San Isidro, uno de los barrios más tradicionales de la clase alta argentina, en las afueras de Buenos Aires, un tipo del otro cuadro, que me gustaba a rabiar, me había estado mirando y el me había echado el ojo hace mucho según después me contó. Nos habíamos conocido en un casamiento de la hermana de un entrenador y ahí nos habíamos "visto" por primera vez, Se llamaba Mariano Ayala y tenía dos años más que yo, o sea que tenía 24 años entonces. Mariano era más alto que yo, más corpulento,, morocho de ojos muy grandes y un cuerpo de película. El tipo estaba muy fuerte, y parecía muy caliente y bien dotado, porque la pija se le marcaba como un gordo cilindro con cabeza, en el pantalón amarillo claro de su equipo, (e incluso, como después comprobé, cuando vestía jeans) Yo en esa época iba a cumplir 22 años, tenía novia, y no me había interesado todavía, lo juro, en la carne masculina. Era virgen en materia de hombres. Si lo juro. Soy sincero. Bueno, bastante sincero, sin exagerar..

Pero Mariano, tendría como un imán para mí. Iba a ser como el representante del destino que me iba a apartar del camino heterosexual en el que estaba yo cómodamente instalado, Mariano me calentaba tanto, que me sacaba la concentración en el juego y durante el partido tuve que acomodarme el bulto en el el slip deportivo varias veces, para que no se notara mi condición. Tenía la pija erecta al máximo. Estaba "al palo" como se dice aquí.

Me miró y lo miré. Sus ojos eran brillantes y grandes y me atrapaban, me decían cosas halagadoras que no se traducían en palabras, pero tenían un efecto narcótico.. Me seducía con su mirada, Esa mirada hablaba un idioma que yo no conocía todavía, pero que iba a aprender rápidamente. En cada oportunidad que podíamos, chocábamos y hacíamos contacto. Parecía a propósito. Su piel transpirada, quemada por el sol, caliente y varonil, bien peluda, me producía escalofríos. En algún momento, casi como si uno no quiere la cosa, mientras yo saltaba para conseguir la pelota, el me agarró desde atrás y para que yo soltara el balón me manoseó el bulto. Conseguido el efecto deseado, o sea que yo perdiera la pelota, sonrió pidiendo disculpas. Me acordé de su madre y le iba a dar una patada ya que me había puesto en ridículo delante de todos, pero cuando lo miré a los ojos, me devolvió una mirada brillante y de ojos húmedos, de esas que cortan el aliento, acompañada de una sonrirsa simpática. La suya era una mirada que decía como el Chavo "fue sin querer queriendo, pero perdoname".

La derrota había sido tan aplastante, y mis compañeros de equipo estaban tan enojados con el árbitro, que ese sábado no se cumplió un ritual del rugby: no se jugó lo que se llama el tercer tiempo, o sea que mi equipo no invitó al contrario. a relajarse después del partido, bebiendo juntos. El "tercer tiempo" siempre estaba regado por mucha cerveza, o whisky, o combinaciones de bebidas alcohólicas. Algunos jugadores eran como esponjas de lo mucho que absorbían de alcohol. A veces ese tercer tiempo terminaba en borracheras o peleas. Ahora pienso que también en algunos casos finalizaría en la cama entre dos jugadores de equipos contrarios o del mismo equipo. Tantas hormonas, tanta testosterona mezcladas con excitación y whisky, hacían el milagro. El tercer tiempo terminaba con acciones del "tercer sexo". Incluso en tríos y orgías….

Aquella mañana yo había sido testigo involuntario de una escena "extraña" entre dos compañeros de mi propio equipo. Había ingresado muy temprano en el vestuario y escuché voces entrecortadas y gemidos. Me detuve para no ser visto, pero ello no me impidió escuchar el plaf plaf de una pija haciéndose camino en un orto dilatado y golpeando con las bolas el culo bastante peludo del que la recibía goloso tirado sobre un banco.. La pija era enorme y parecía imposible que entrara en tan estrecho agujerito. El plaf plaf siguió por un rato y también los gemidos de ambos, hasta que escuché unos gritos que daban cuenta del tremendo polvo que acababan de echarse. Al cabo de un rato, cuando percibí el sonido de las duchas abiertas, entré al fondo del vestuario , casi en penunbras, como si nada hubiera pasado y al rato vi salir de las duchas a los protagonistas de aquel episodio: eran dos compañeros míos, dos muchachos que yo creía super heterosexuales y con novias, dos jugadores que siempre estaban juntos y hasta se parecían físicamente: Resultó entonces que Damián y Federico no eran simplemente amigos y compañeros de equipo. Uno de los dos, o los dos, quién sabe, la recibía por el culo. Me vieron entrar y dejaron de hablar, se los notaba todavía acalorados no obstante las duchas, pero sugestivamente muy tranquilos y relajados. Habrán cogido bien, se sacaron el afrecho pensé y me callé la boca Mi pija se había puesto dura de la excitación. Pero la imagen de esos culos masculinos encimados, latiendo al unísono, la visión de aquella pija enorme, gruesa y dura entrando y saliendo del culo del de abajo , y los gemidos de placer, esos gritos de deseo, me persiguieron por todo el día.

Nunca había tenido nada que ver con otros tipos, pero tampoco fui un mata- putos o sea un fascista que odia a los gays. ¿Si ellos eran felices, quién era yo para juzgarlos? Que cada uno haga lo que quiera con su pito (su pija) Hasta el árbitro… Yo sería pronto uno de "ellos".

Pero mientras Mariano me miraba con esos ojos de lobo en celo, durante el partido, yo no dejaba de pensar en los dos muchachos que había visto más temprano: en aquellos gemidos animales y en el ruido plaf, plaf, plaf , de esas bolas gordas llenas de leche golpeando contra las nalgas del culo del que era garchado (cogido, follado, penetrado). La pija se me paraba y yo soy de humedecerme enseguida: (creo que es algo de familia). Prefería pensar que era porque hacía mucho que no la ponía, dado que las relaciones con mi novia de entonces andaban mal y durarían un tiempo más, sólo por costumbre. ¿Cómo podía calentarme yo, con otros machos?

Quería negar asi, que mi excitación era porque me identificaba con esos dos compañeros de equipo y me colocaba mentalmente en su lugar, o sea porque me estaba conviertiendo en puto y el loco de Mariano me calentaba a más no poder.

Estaba en el estacionamiento del estadio, esperando a mi compañero de equipo, José Luis, que vivía cerca de casa, que se había olvidado algo en el clulb, cuando me vió Mariano, que estaba subiéndose a su convertible azul y me dijo "vení que te llevo". Dudé en haber escuchado bien. Quería irme y no queria ir con Mariano, porque pensaba que el tipo se traía segundas intenciones. Ese me quiere coger pensé…. Tenía un conflicto de intereses, ser fiel a mi amigo José Luis que había prometido llevarme a casa o irme con un guacho que me gustaba a rabiar y que evidentemente estaba re caliente conmigo. Preferí esto último y allí sellé mi destino. Me converti en un nuevo adorador de la verga. Y ahí comienza esta historia

Cuando salimos de la zona del estadio, Mariano encendió el estéreo y tomó una ruta angosta que iba al country club donde vivía su familia Quería mostrarme el lugar dijo, pero en realidad lo que buscaba era prolongar nuestro tiempo juntos. Ambos vestíamos shorts. En algunos semáforos, Mariano sacaba la mano derecha del volante del auto, y me daba palmaditas en la pierna izquierda desnuda, justo donde terminaba el short.. Quería tocar piel. por supuesto.. Su mano caliente me ponía nervioso e inquieto, y tenía miedo que advirtiera mi erección, si ello llegaba a ocurrir. Frente a la casa vacía de su familia estacionó y entramos. En el viaje hablamos de todo, nos reímos bastante, recordamos de dónde nos conocíamos: y de nuestros presentes, el también estudiaba ingeniería pero en otras Universidad y tenía novia. Pensaban casarse pronto dijo. Ya en la casa. casi en penumbras, me invitó a tomar algo Mi conciencia decía, dale algún pretexto y decí que no, huí, escapate corriendo…Pero mi pija, caliente y contestataria parecía decirme andá, sacate las ganas. Quizás después de todo, esto era mi imaginación calenturienta. El era heterosexual y no podía ser que quisiera sexo conmigo….

Mariano me gustaba mucho y evidentemente yo le caía bien. Me sorprendió su forma de ser, pues lo suponía pedante y vulgar y no lo era. Hablaba muy bien, era culto, se estaba por graduar de ingeniero civil y encima, tenía un bulto espectacular. O sea que además de ilustrado, era un caballo en la región sur o sea de la cintura para abajo.

Tomamos whisky y el se sentó a mi lado y nuestras piernas desnudas se tocaban. Yo me moría de inquietud, pero no me atrevía a dar el primer paso. Después de todo, nunca había estado con otro hombre y no estaba seguro si lo que él buscaba era hacer un amigo o meterse en mi cuerpo…. Había que ser cauteloso.

En un momento, dejó su vaso con whisky sobre una mesa y me puso su mano en la rodilla y luego yo puse mi mano en la suya en un acto casi reflejo, de coraje o de calentura o como si le siguiera la broma: es algo que aún hoy no me explico. El me volvió a mirar a los ojos, y sacó su mano de mi rodilla para tomar mi mano y apretarla entre las dos suyas. Era un gesto extraño, no era lo que hubiera esperado yo, en ese momento de otro jugador de rugby. Era el principio de una serie de movimientos sensuales, lentos y silenciosos que siguieron, el abrazo, los besos de lengua, las caricias, el desnudarnos , correr a la cama, acostarnos abrazados , besarnos de nuevo locamente, tocarnos laa pijas y los culos , lamernos las tetillas, mordernos la boca de deseo y calentura.

Tomé su verga mas oscura que la mía y mas gruesa y comencé a masturbarlo y el tomó mi verga dura e hizo lo mismo. Nos mirábamos a los ojos y nos besábamos a cada rato Me parecía increíble haber dado ese paso. Estoy cogiendo con otro macho, pensé. Esto no lo estoy soñando, me decía a mi mismo. O si, es un sueño.. Pero lo miraba a los ojos y sentía tantas ganas, y percibía sus manos recorriendo mi cabeza, mi cuello, mi pecho y mis hombros y me enloquecía de deseo de besarlo y seguir.

Nos abrazamos en bolas, las piernas entrecruzadas, las manos entrelazadas, mi cabeza en su pecho, y me impresionaron la perfección de su tórax, de sus tetillas oscuras y erectas como si fueran pijas chiquitas, el poder de sus anchas espaldas, la marcación de su vientre firme y duro , que parecía una tabla de lavar, de tanto músculo abdominal.desarrollado al máximo. Su piel brillaba como si fuera acero pulido, pero se veía muy suave y a la vez muy masculina. El se soltó del abrazo y se colocó en diagonal a mi y en dirección contraria y me entregó su garcha para que se la chupara y yo le di la mía, en un sesenta y nueve nervioso y apasionado. Lamí todo el largo de su enorme pija, la olí con hambre, y la hice pasar por mis labios y mi cara antes de comérmela con gula. Comencé a saborear mi primera pija con deleite. Era esponjosa y dura a la vez, gruesa pero delicada, y la fui lamiendo despacio, humedeciéndola con mi saliva arrebatada. Su boca, por el otro extremo de mi cuerpo, era un fuego y su lengua una llama, que calentaba aún más mi verga, con un calor que me envolvía como si fuera un manto de placer que hacia despejar toda duda que pudiera tener pendiente. El me la mamaba con un placer increíble y a mi, mas inexperto y perturbado por la ocasión, sus movimientos me hacían perder el ritmo por lo que su enorme pija se escapaba de mi boca ensalivada y dura como una piedra.

No llegamos a acabar en ese momento porque él, cambiando la posición de su cuerpo, y tras masturbar mi pija por un rato largo, se quedó mirándome con sus enormes ojos húmedos y transfigurados por el deseo. Luego cuando mi pija estaba dura como nunca se sentó sobre ella pero mirando hacia la ventana, no hacia mi y poco a poco se fue acomodando todo el largo de mi garcha hasta quedar completamente empalado y comenzar la flexión de sus piernas una y otra vez, incorporándose y sentándose, mientras mi pija iba entrando y saliendo a medida que se levantaba y volvia a bajarse. Aquel orto divino que me entregaba caia sobre mis muslos mientras yo lo penetraba cada vez mas profundamente provocando sus jadeos y suspiros. Puteaba, gritaba, gozaba de una manera casi grosera y brutal. Qué placer papito, le decía yo y el seguia subiendo y bajando su culo sobre mi pija dura y grande como nunca la había visto. Cogeme, cogeme, cogeme, pibito, dame pija, gritaba y como en una letanía mi pija entraba y salía y al entrar se regodeaba en el placer de ese orto tan caliente y goloso..

Mientras el buscaba que lo penetrara cada vez más, con la fricción cada vez mas urgente de mi verga, el comenzó a masturbarse. Yo lo veía inclinado, a través del espejo, y observaba como su poronga enorme iba creciendo entre sus manos que la pajeaban, a la par de mis cogidas. Mi pija entraba y salía pero nunca del todo y por momentos parecía desaparecer en las profundidades oscuras de su culo incendiado. Era un espectáculo increíble… Y yo seguía cogiéndolo, enterrando mi pija en su orto hasta que sólo se veían los globos inflamados de mis huevos llenos de leche. Cogeme, cogeme, papi cogeme repetía, y mi pija se hundía en las profundidades casi infinitas de aquel culo abierto para mi placer. En un momento su culo se contrajo y de su enorme poronga saltó un chorro impresionante de leche que salpicó el espejo y a mi cara, reflejada en el

Más tarde , sentí mi propia leche atravesándo mis venas , mis conductos, mi deseo inmenso de acabar, y acompañando su vaivén , ahora con más frecuencia y con penetraciones profundas , entre gritos entrecortados de placer de los dos, me vine en aquel culo tan masculino y fuerte, y creía desmayar, pensé que aquel orgasmo era algo parecido a una muerte feliz.

.Mas tarde, nos bañamos en su enorme jacuzzi, el con su cuerpo velludo y fuerte y yo con el mío mas joven y aparentemente menos adulto, y en el agua nos buscamos y me lo cogí de nuevo, como si no existiera mañana, como si solo pudiera pensar en el placer de cogerme a un macho varonil como yo, rugbier como yo, pero inmensamente puto, terriblemente puto . Su orto, su necesidad, su cuerpo entregado a mi, eran como una droga que me convertía en adicto a ese cuerpo, a ese tipo tan sensual y calentón.

Nos duchamos luego y el me pidió el culo. Me costó aceptar, que otro tipo me cogiese, que un hombre entrara en mi cuerpo, y venciera mi virginidad, algo que yo defendía porque lo vinculaba a mi hombría. Si aceptaba que el me penetrara, era como pasar una barrera que vencía todos mis prejuicios , todos los preconceptos que la sociedad había puesto en mi cabeza. Internamente me rebelaba y no deseaba que me la pusiera, pero mi calentura enorme con aquel muchacho, vencío todas las represiones, los temores, las convenciones sociales, había pasado ya la frontera. Entregame el orto bebé, me decía una y otra vez, mientras parado detrás de mi , me apoyaba la pija contra la raya del culo, y la refregaba de izquierda a derecha, para afuera y para adentro, provocandome escalofríos y un deseo irrefenable. Mi culo se movía hacia un lado y el otro hasta que el me envolvió fuertemente con sus brazos contra su cuerpo y me la puso sin pedir más permisos. El dolor fue enorme. El trataba de consolarme, con palabras suaves dichas al oido, mordiendo mi oreja y mi cuello o lamiendo mi nuca con su lengua enorme. Pero yo sentía una punzada que era como el desgarro, la rotura de un cordón que me ataba a mi vida anterior. La visa hacia un mundo desconocido que se adueñaba de mi cuerpo, y mis esfínteres se abrieron y el, con esa enorme pija oscura y dura como un diamante, se introdujo en mi , entre mis gritos maldiciones y llantos hasta que por fin comencé a sentir poco a poco, un placer inocultable. El placer oscuro y casi perverso de sentirme penetrado por otro hombre.

Nos seguimos viendo por un tiempo con Mariano. Siempre en su casa del country club, siempre con mucha pasión y abandono. Luego hubo otros jugadores de rugby, historias cortas, alguna historia mas prolongada que otra, tipos mas grandes que yo, tipos casados o con novias algunos. Un entrenador, ex figura del seleccionado, el hermano de un dirigente de mi club, y hasta una historia con un compañero de equipo, que terminó mal porque me enamoré por primera vez y el terminó viajando a Chicago, para hacer un master, y me quedé solo otra vez.

En casa dije que mi tristeza era porque había cortado con mi novia, pero en realidad era por aquella historia que se había terminado con alguien que no me interesa nombrar , y que ahora sigue en Chicago y que mandé a la casilla del olvido para poder vivir y seguir adelante.

En un año y medio, había pasado de heterosexual practicante y exitoso, a gay secreto y experimentado. Había cambiado mi ruta, conocido el placer de la carne de otro hombre, e incluso, me había enamorado sin suerte de otro tipo . Ese dolor, la tristeza del fracaso, no era comparable a nada. Era un dolor que tenía que guardar para mi , que no podía contar a nadie. Un dia dejé de jugar al rugby. En mi casa, pensaronn que lo hice porque estaba mal por mi ruptura con mi novia , pero solo yo sabía que la causa tenía un nombre y apellido que yo no me atrevía a pronunciar.

Mi hermanita Lorena, gordita , dulce y simpática, lo intuyó, y me preguntó un dia a boca de jarro , si yo me había convertido en ermitaño , en un cínico , porque me había enamorado de alguien que ella sabía quien, que me había abandonado por un post.grado.

Lo negué. ¿Cómo se atrevía esa mocosa a decirme algo así? ¿Era tan evidente que yo era gay? Insistió, me discutió todas y cada una de mis actitudes, y no tuve otro remedio que decirle la verdad. Ella me abrazó y me dijo que me entendía, que yo era su hermano preferido y que nada iba a cambiar entre nosotros.

Nunca sabré si trajo a casa a su amigo del alma, Tomás Gabriel Olivieri, porque sospechaba que el pibe era gay o porque estaba segura que lo era, y que podría hacer buenas migas conmigo.

Y cuando lo vi, el corazón me dió un vuelco. Era un chico algo extraño. Su físico no tenía nada que ver con el cuerpo de los jugadores de rugby. Más delgado que yo, rubio con grandes ojos cubiertos por unos anteojos de marco incoloro. Casi lampiño, medio torpe en sus gestos, tímido, vergonzoso, con una voz que parecía temblar y una mirada dulce y varonil a la vez, una actitud pacífica y mansa. No era un guerrero ni lo es, y al verlo recordé una frase de una novela donde el protagonista le decía a alguien "I am not a warrior but a lover". No soy un guerrero sino un amante. Hagamos el amor y no la guerra , pensé

Tomás vestía mal, con ropa que parecía buena, pero antigua, de colores demasiado oscuros sin forma. Su piel parecía no exponerse mucho al sol, sus brazos eran delgados. Había en él , un aire intelectual, fuera de época, como si fuera un ratoncito de biblioteca. Me sonreía con temor, y no respondía a mis frases más hirientes. O lo hacía de una manera humilde, como si fuera yo el dueño de la verdad. Sin confrontarme. ¡!! Y esa mirada ¡¡ .Lo decía todo con sus ojos grandes y húmedos. No se ofendía por alguna de mis bromas a veces no demasiado agradables, que provocaban la ira de mi hermana.

Yo disimulaba el impacto que me producía su sola presencia con agresiones, con un aire superior que yo mismo desconocía. El chico ese, me gustaba a rabiar. Miraba sus piernas fuertes, con apenas una ligera pelusilla de vello, su culito redondo y pequeño apenas sugerido por sus shorts de tamaño demasiado grande para su cuerpo, su pecho no demasiado desarrollado, sus manos y pies grandes. La forma de moverse, como si pidiera permiso a cada uno de sus músculos. En otras palabras, me gustaba a rabiar. Era todo lo contrario a mi. Cinco años menor que yo, pero más sabio, más inteligente, más racional. Seguramente vírgen, enormemente tímido, increíblemente suave y masculino a la vez. Lo adoré, me gustó el primer día que lo vi. Me hice muchas pajas pensando en cogérmelo, en hacerlo mío, en bajarle esa ropa de mal gusto que llevaba y acariciar su piel, besar sus manos , sus pies, lamer sus nalgas, chuparle el culo, mamarle la pija, penetrarlo y hacerlo mío. Pero era una calentura rara en mi Por primera vez sentía una extraña ternura. Quería tener sexo con el, pero no como un acto animal y salvaje, sino para hacerlo feliz, contenerlo, cuidarlo. Hacérle el amor y protegerlo del mundo.

Pajero y sentimental. Eso sos Martín, me decía a mi mismo, cuando desnudo en mi cama , mi pija estallaba en chorros de leche sobre mi pecho y mi vientre, pensando en Tomás . Que no era "mi tipo" de hombre pero que me había clavado un puñal en el corazón, simplemente con mirarme. Sencillamente por darme a entender que podría haber un mundo, fuera del rugby, de los terceros tiempos, de los tipos semi rudos que solo buscaban coger conmigo a oscuras, en secreto, y acabar pronto para no volvernos a ver. Yo había sido igual a esos tipos, encandilado por los culos de los otros jugadores, embriagado por sus pijas peludas, subyugado por una masculinidad entendida como la exaltación de los valores que ya no me inspiraban confianza.

La idea de invitarlo a Tomás a pasar una semana en Cariló, no fue de Lorena mi hermana, sino mía. Ella se asombró de mi interés, se alegró con mi buena voluntad, y con la posibilidad de pasar unos días con su mejor amigo, Tomás , en libertad y sin la presencia de nuestros padres, que se iban al Carnaval de Río de Janeiro.

Tomás llegó a casa, con un bolso demasiado pesado, pero parecía mas grande, algo más alto: había sacado músculos, traía el pelo cortado a la moda. Su ropa era más juvenil. Había aumentado de peso y esos kilogramos de más , le sentaban muy bien. Me deslumbró.con su nuevo cuerpo, pero más me llegó con su mirada, igualmente dulce, igualmente llena de preguntas, una mirada que me acariciaba sin querer. Fue mucho para mi, por eso pretexté indiferencia. Por eso aparentemente no le presté la mayor atención. Pero que lindo estaba. Ese culito hermoso me tentaba, y sus tetitas vistas por primera vez cuando fueron a la playa, me dieron ganas de morderlas, chuparlas besarlas.

Lo instalaron en un cuarto al lado del mío en el primer piso de nuestra casa de Cariló y compartíamos el mismo baño en el que tantas veces me había pajeado pensando en ese chico

En la primera noche que llegó, yo estaba escuchando a las tres de la mañana un album de la banda AC/DC de rock pesado (Stiff Upper Lip se llamaba) cuando escuché que Tomás me golpeaba la puerta. Yo estaba tirado en el piso fumando un cigarrillo y le dije que pasara. Al principio me sorprendió y luego me tranquilicé.

Es una banda heavy, AC/DC le dije. no se si la conocés. Me miró como si se le hablara de marcianos. No la conocía.

.

No, desde los Rolling Stones que no escucho nada, respondió como "sobrador" como tomándome el pelo. .

Lo miré y no pude menos que sonreirme. Tenía una mirada tan seria y concentrada y a la vez tan linda que no pude menos que pensar, que ese pendejo me gustaba a rabiar. Yo seguía acostado en el suelo, con mi cabeza en un almohadón, en bermudas y sin camiseta, con las piernas abiertas mis pies desnudos sobre la alfombra . Lo miré embelesado aprovechando que el humo del cigarrillo me tapaba . No podía creer que a un metro tuviera al chico que me volvía loco. Eché también burlonamente el humo hacia su cara y le preguntë:

A qué viniste Tommy

A pedirte que bajaras el volumen de la música, no puedo dormir Martín - me dijo con sincera bronca.

Mi nombre en su boca. La primera vez que mi nombre era acariciado por su boca humedecido por su lengua, cantado con su voz. Me volvía loco su presencia y no sabía que hacer. Recurrí al humor. Pero era un humor con calentura.

Lo siento.le dije. Si querés te puedo acunar

¿Cómo? Preguntó y me pareció que estaba entre enojado y feliz

Te siento en mi falda y te canto, le dije riendo y advirtiendo que mi voz sonaba como la de un ebrio Me sentí infinitamente tonto

Gracias, me alcanzará con que bajes el volumen, respondió , antes de mirarme por última vez aquella noche

..

Está bien, le contesté acariciíandome las piernas mientras el iba hacia la puerta con su culito hermoso cubierto por un pantalón pijama corto de una tela suave y fina.. Su culito era como dos melones pequeños perfectos y armónicos. Me calentaba a rabiar.

Cuando cerró la puerta, bajé el volúmen, me maldije cien veces por haber sido tan estúpido y al rato me acosté muy cansado y vencido. Mi pija me pedía caricias a gritos y yo la acaricié despacito, despacito, pensando en Tommy. Solo en él. El alcohol y el sueño me vencieron y no acabé.

En esos primeros días apenas si nos veíamos muy tarde por las noches. Tommy y Lorena iban a la playa y yo no podía dejar de pensar en él Y sentía una extraña timidez e impotencia.

Algunas noches coincidimos para la cena y yo no podía disimular. Lo miraba a los ojos y el desviaba la mirada muy incómodo. Pensaría que lo estaba juzgando. Yo le hubiera querido decir tantas cosas pero no me atrevía. Mi imagen ruda y de ganador me impedía decir cosas tan sencillas y tan elementales. Expresar los sentimientos que iban brotando de mi corazón. Con las miradas le decía te quiero, no ves que no puedo vivir sin vos… Pero claro mi apariencia tenía que ocultar ese interés. Tenía que fingir indiferencia para que el no pensara mal de mi.

Durante la cena, era mi hermana Lorena la única que hablaba, y contaba chistes y decía que todas las chicas de la playa estaban muertas por Tommy y que con sus nuevos músculos había adquirido fama de don Juan. Yo escuchaba y a veces para disimular los celos, reía a carcajadas. No se si mi risa sonaba natural , pero de mi forma quasi brutal de ser , propia de mi pasado de rugbier, podía esperarse eso y mucho más.

El me miraba como si me tuviera pena, en casa ya no se nombraba a mi novia y estoy seguro que mi hermana le habría dicho que yo estaba mal por haber roto con ella. Pero no era cierto. Estaba mal porque, tras haber superado mi historia con aquel compañero de equipo, estaba ahora irremediablemente enamorado de otro chico. Y no me atrevía a decírselo.

Dos dias despues de llegar, lo vino a buscar un tal Diego en una camioneta de las de tipo 4 por 4, con una hermana y Tommy se fue a Pinamar con ellos , llevando a Lorena.. Ni que hubiera sido a propósito: yo no podía acercarme y el se iba con otro chico, muy atractivo por lo que pude observar desde la ventana de mi cuarto. Había mucha confianza entre ellos y entonces, movido por los celos, comencé a pensar que Tommy no era tan inocente como yo pensaba. sino que seguramente cogía con ese chico. Lo vi irse feliz y a mi eso me dio como decimos acá " en el quinto forro de las pelotas" O sea , hablando en buen español, no me gustó nada. Pero nada, nada.

Me quedé tomando sol en la playa y luego volví a casa a almorzar, a escuchar música, ver un DVD y luego pensar. Me imaginaba a Tommy en brazos de aquel muchacho alto y muy esbelto. Podía hasta sentir sus gritos de placer, sus gemidos mientras el tal Diego se la metía por el culo. Eso me ponía loco. Como podía ser que mi amor, bueno el pibe que yo amaba secretamente, me hiciera esto.. Y lo veía chupando la pija enorme de aquel flaco, saboreando sus huevos, gozando goloso la garcha de Diego

Cuando llegaron de regreso a Cariló yo estaba en el porche, acompañado de una botella de cerveza, bebiendo directamente de ella. Lorena me dijo de todo por estar bebiendo tan temprano y Tommy me miró sin decir nada. No se lo que pudo haber pensado de mi inocultable ebriedad: quizás me tuvo lástima, Yo no quería su lástima, ni su compasión sino su amor. En todos los años de mi vida, había pensado más en mí que en los otros. Como único hijo varón había sido el favorito de mi padre y el consentido de mi madre. Siempre había hecho lo que quería. Los mejores colegios, la ropa mas cara, el auto, el estereo, la moto, los viajes a Estados Unidos y Europa, todas las felicidades que se pueden comprar con dinero. Pero si tenía todo, no podía tenerlo a Tommy, y eso se convirtió en mi obsesión.

Bien tarde escuché el ruido de la ducha. Tommy se estaba bañando y tuve ganas de abrirle la puerta y meterme en bolas con él en la ducha Pero no quise asustarlo. Cuando salió del baño y se dirigia a su cuarto, abrí la puerta del mio y lo vi, cubierto con un toallón, sin anteojos mojado como un pollito. Tenía unos ojos inmensos y azules que sus anteojos cubrían, largas pestañas, cejas pobladas. Casi me quedo mudo al mirarlo tan cerca y sentirlo tan lejos. Solo atiné a pedirle que entrara a mi cuarto. Me dijo que iría a buscar sus anteojos pero yo le dije que viniera asi como estaba.

Envuelto en ese toallón, sin sus lentes, húmedo aún por la ducha y oliendo a un suave jabón de sándalo , entró en mi cuarto, hermoso , dulce , inquieto , descalzo e intrigado.

Cerré la puerta. No quería que nadie oyera esa conversación. Era muy tarde ya. Entonces casi sin mirarlo, le pregunté quién era el chico de Pinamar. Me miró con esos ojos claritos que parecían dos pedacitos pequeños de vidrio y me dijo que era un amigo. La forma natural con la que dijo "amigo" me resultó insultante. Fuera de mi , le grité:

Pero vos sos huésped de esta casa y no tenés derecho a irte cuando querés y menos llevarte a mi hermana a pasar el día con desconocidos..

Me miró como herido, como si esas palabras producto de mis celos lo hubieran lastimado y como que no obstante me perdonaba Pero no dijo nada. Se quedó calladito, con su cara infinitamente joven y sus labios hermosos secos por la emoción. Miró hacia la ventana y se que le sorprendióo la grandiosidad de la luna llena cayendo sobre el pinar, antes que yo me incorporara y fuera a él. Me sentí mayor, mas alto, mas fuerte que él y sus ojos volvieron a acariciarme. Estaba a veinte centímetros de su cuerpo desnudo envuelto en un toallón y tenía miedo que el corazón se me saliera del pecho. El temblaba y yo , también.

Todavía no te diste cuenta boludo (huevón, tonto). Le dije con la voz y los ojos cargados de rabia

No. ¿ De qué cosa me tengo que dar cuenta ?- preguntó con los ojos cargados de miedo

Dudé como decirlo. No sabía como un varón le dice a otro varón que lo quiere, que lo ama, que lo necesita. Como un macho le dice a otro macho, que más alla de las apariencias no es una bestia peluda, sino un corazón sensible envuelto en una coraza de hiper macho, en una postura de guerrero del rugby. Como decirle, violando todos los códigos de la sociedad, todas las reglas aprendidas, todos los convencionalismos, que lo amaba.

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Acaso no te das cuenta que estoy loco por vos, boludo – le dije .. Me salió una voz desconocida como si no hablara yo, sino otro. Una mezcla de grito y susurro. Pero con tanta emoción que pareció un sollozo. Era mi corazón el que hablaba, era el alma la que lloraba

Sonó a una declaración de amor. Muy distinta a la que alguna vez habia pronunciado a una chica. Muy diferente a las palabras, los gestos obscenos, cachondos, medio animales o a la voz caliente que habia usado con otros tipos con los que había tenido sexo. Es como si me hubiera dado cuenta, en ese momento, que ser gay no era algo sucio, ni reprochable, ni perverso. No era algo lascivo nefasto y despreciable. El amor entre dos hombres podía existir. Y yo lo había encontrado. Y lo estaba declarando.

El tardó un rato en responder, sorprendido, conmovido, superado por semejante declaración, pero cuando recuperó la compostura me dijo :

Y vos boludo, no te das cuenta que yo también

Queria escucharlo de sus propios labios.

Vos también quée…. – le pregunté como extrañado.

Estoy loco por vos, me contestó llorando.

¿Cömo decirle en ese momento todo lo que sentía? ¿Cómo enjugar sus lágrimas y decirle que estaba a salvo, que yo lo amaba y que en esta sociedad corrupta en la que vivimos, lo nuestro era hermoso y que iba a durar para siempre? Si me dirás que eso es meloso y casi imposible… Si, tendriás razón si sospecharas que quiero pintar un mundo ideal , un paraíso terrenal perfecto donde no hay rencores, ni dobleces , ni mentiras ni pecados. Yo solo te digo que en ese momento por primera vez me sentí feliz. No era mi redención. Era mi primera oportunidad.

Cerré la puerta con llave, apagué la luz y con infinita suavidad lo desnudé. El toallón que lo cubría fue a parar a un rincón junto con mi slip, y asi desnudos de cuerpo y alma nos acostamos abrazados en el piso, temblando

Por fin nos besamos. Y ese fue el único beso que voy a recordar en la vida., porque todos los besos anteriores que había dado a otros, perdieron sentido, porque fue nuestro primer lazo físico de unión. Nuestra primer caricia, después de tantos desencuentros y hostilidades.

Venía luz de la calle, y me levanté para entornar las persianas y el se paró detrás de mí su piel contra la mía y me dejé caer en la maravilla de esa piel suave y tibia, en la certidumbre que ese chico tan joven me sostendría. No me iba a dejar caer. El quería besarme en cualquier parte disponible, y lo hacia mis hombros, en el cuello, en las orejas y yo temblaba de deseo como el .

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Me di vuelta hacie el y lo miré a los ojos y fue como vernos por primera vez. Y entonces nos abrazamos y besamos y tocamos, y su cuerpo de adolescente casi hombre me pareció más maduro, más fuerte, más musculoso, más de macho. Como si en ese preciso instante hubiese crecido para mí. En ese instante el se hizo adulto.

Lo llevé a la cama alzado en mis brazos, yo mirando para adelante y el mirándome a mi, sus piernas en mis caderas y su pija contra mi pecho, su culito en mis manos, y era liviano y también pesaba, y sentí que mis manos de rugbier abarcaban aquellas nalguitas lampiñas y suaves pero fuertes y que iba a desfallecer de calentura si no lo deslizaba sobre las sábanas de mi cama. Me subí sobre su cuerpo y aplastando su piel enardecida busqué su boca, su lengua, su saliva, sus labios, sus dientes, quería besar su sonrisa, su sorpresa, su deseo. Quería penetrar su garganta para gritarle que lo quería y el me devolvía uno a uno los besos que le daba, bien a lo macho, y tan apasionadamente como yo lo hacía ..

Nuestras lenguas se unieron en una danza sensual y deliciosa y el acarició mi cabeza, y mi corazón saltaba sobre su pecho y mordí sus tetillas y las lamí. Besé sus orejas y su cuello y absorbí la sal de su sudor y me desmayé de placer cuando el enloquecido me levantó los brazos y lamió con su boca y su lengua mis axilas, y pronunciaba ruidos que me calentaban aún más al hacerlo.

Por momentos cuando yo hacía algo que lo excitaba aún más, me mordía y yo lo dejaba pues no me dolía. Me besó o los ojos y yo deslicé mis manos por su espalda, por su culo delicioso, por la dulce raya de su culito, sus piernas suaves y fuertes. No voy a repetir las palabras dulces que dijo a mis oídos. Nadie me las dijo nunca antes y se que nadie más me las dirá asi. Las guardo para mi porque las atesoro. Esas palabras de amor justifican mi vida..

Temiendo que sus gritos despertaran a mi hermana ponía un dedo en sus labios , y por un instante el callaba sus gemidos, mientras yo le acariciaba excitado su contorno. Ese dedo en su boca anticipaba algo más grueso que pronto pondría en su boca. Era como luego me dijo el aperitivo .

En ese momento tomé su pija entre mis manos y era ma grande que lo que yo creía, el pibe estaba "armado" y la empecé a mamar con ganas y con infinito deleite. Supe por su excitación que era la primera vez que le chupaban la pija Desesperado me decía . Ay papito, ay papito mientras subía y bajaba, y se retorcía por el tronco de su linda verga enloquecida. Es tan apasionado y sensual que sus gemidos debieron escucharse por todo Pinamar, y era imposible reprimirlos del todo. Le lamí los huevitos deliciosos y los puse húmedos y sensibles con mi lengua. Me decía "segui, segui, no pares .Por favor seguí chupándomela. Asi asi que me muero, me matás me decia. Y yo continuaba apretando con mis labios y mi lengua aquella verga enardecida y enorme para ese intante. Dame tu pija le gritaba. Dámela, repetía y el me la daba , y yo levantaba su culito para ponérmela más y mas en mi boca como si fuera una una vagina abierta de par en par.

Seguí chupándo y antes que se corriera le levanté los muslos y los deposité sobre mis hombros y con la lengua dura y mojada comencé a chupar aquel culito divino que era mi festin, empecé a comerle el orto , a abrirlo de a poquito para mi , te voy a comer el orto , le decía en los breves momentos en que paraba para tomar aliento,. Dame ese culo le decía en voz baja, una y otra vez mientras mi lengua se hundía en aquel ojete que se iba dilatando despacito para entregarse a mi verga por primera vez

Pasaba mi lengua una y otra vez mientras el se abría como una flor , temblando impaciente por lo que esperaba que ocurriera El placer fue tan intenso que acabó como si se muriera una enorme cantidad de leche que mojó mi pecho , el suyo y hasta mi mejilla izquierda. Era la prueba de su amor, las lágrimas de su deseo reprimido. La comprobación del placer con otro ser humano.

Fue después de acabar que se limpió suavemente y comenzó a chuparme la pija de arriba abajo, dando pequeños mordiscones que me volvían loco, y pese a la falta de técnica y experiencia me volvia loco, apretaba mis huevos llenos de leche largamente retenida para el y se la metía muy profundo disimulando alguna arcada involuntaria y yo gritaba, me movía como loco acariciaba su dulce nuca y toda su cabeza hasta que acabé en su boca en su cara , hasta en las orejas , y en el pelo. Fue ahí que nos abrazamos , extenuados , rendidos, con una extraña quietud. No se si nos dormimos largo tiempo pero cuando desperté lo encontré con su cabeza en mi pecho y abrazado a mi y me volvi a enamorar.

Más tarde, cuando ambos estábamos ya largamente despiertos me puse un profilactico y unté su culito deseado y mi pija con una crema y lo penetré con mi pija dura al máximo y me extraño el calor que irradiaba aquel orto deseado, tan suave como la seda y tan apretado que sé que le dolió mucho aunque lo hice con infinita paciencia y ternura. y el aceptó aquel dolor , aquella entrada desgarradora con un coraje y una actitud que me dieron admiración , y cuando lo hice mío supe que ya nada sería igual en nuestras vidas, que nunca más estaríamos solos. Que en una noche de fines de carnaval, el destino nos había unido para volver a nacer.

galansoy

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He querido contar una historia de amor, y una obsesión , desde otra óptica , a sugerencia de un consecuente lector. En lugar de hacer una zaga, he contado la misma historia pero desde la perspectiva del otro protagonista. Es una historia caliente, que espero que les guste . Valórenla y escríbanme sus comentarios. Un gran abrazo de g.