Recién Casados (1.1 La Boda)

Nueva versión de primer relato en la página. Un profesor de preparatoria me domina y me convierte en su perra.

1.1.

La Boda

Cualquier duda, sugerencia o comentario pueden escribirme a leopoldo_relatos80@yahoo.com.mx y yo con gusto les responderé, además disfruto mucho recibir mails de mis lectores. Este es una versión más larga de una fantasía que escribí como primer relato para esta página.

I

Estaba en la preparatoria cuando tuve esta experiencia en la que pude descubrir mi verdadera sexualidad. A petición de mi profesor de Humanismo, empecé a realizar un proyecto sobre el impacto de la pobreza en la sociedad de país, para que pudiera entrar en un concurso nacional. Mi profesor, que por las tardes trabajaba de abogado en el despacho de la familia, podría ser descrito como un gran macho de espalda ancha y cuerpo atlético. Tiene la cabeza rapada y barba de candado. Sus padres lo llamaron Salvador Carmona. Tengo que aceptar que desde el primer momento que lo vi me gusto y pasaba varias tardes masturbándome en como sería él desnudo o en la intimidad. Poco sabía en ese entonces que las fantasías estaban por volverse realidad.

Un buen día el profesor me sacó del salón en el que estaba estudiando para llevarme a otro salón audiovisual que había pedido para que revisáramos cuidadosamente como avanzaba el trabajo. Avancé lentamente atrás de él por los pasillos. ¿Cómo iba a aguantar mi excitación esta vez si cada vez que estamos solos mi pene toma vida propia? Por lo pronto no quería pensar en eso, más bien tenía que explicarle porque me había retrasado con el plan que ya habíamos hecho del proyecto. Inventé veinte excusas que la verdad no iba a usar, porque cuando llegamos y empezó a revisar mi progreso en la computadora todo tomó un rumbo muy diferente. Se volvió hacía mí y se quedó en silencio por algunos segundos. Así pude contemplar su mirada.

"No puedo creer que no hayas hecho casi nada desde la última vez que nos vimos" aclaró mi profesor.

"Perdón, la verdad es que yo…"

"Eres una perra muy mala y mereces ser castigada", me interrumpió y me dio un beso.

Primero fue un simple contacto de los labios, después dejé que su lengua pasara a mi boca para que jugara ahí.

"Pero profesor, ¿Qué va a decir su esposa de todo esto? No podemos….", mis reclamos fueron apagados una vez más por un beso. Del bolsillo interno de su saco obtuvo un anillo dorado y me lo pudo en el dedo.

"No sé, ¿Qué dices de esto, querida perra?"

Mi respuesta fue una sonrisa, seguido de otro beso en el cual nos fundimos para empezar a quitarnos la ropa lo más rápido que pudimos. Con su corbata me amarró las manos a mi espalda y, los dos en bóxers, por fin terminamos ese largo beso.

Carmona me puso contra la pared y acercó su boca a mi oído. Podía oler su dulce aliento que ya extrañaba.

"Eres una perra mala y como tu esposo debo castigarte."

Me bajó mis bóxers y recibí la primera nalgada. Gemí de dolor y me mandó callar. Las nalgadas continuaron hasta que mi trasero se puso rojo. Ahora debíamos pasar a cosas más importantes, así que me tomó del pelo y me tiró de espaldas al piso. Con la corbata atando mis manos, no tuve mucho equilibrio y caí sin poderme mover mucho en el piso. Se bajó su bóxer rojo y pude ver su gran pene erecto por primera vez. Subió mi cabeza hasta que entró en mi boca. ¡Por fin había llegado este momento! Sólo imagínense esa escena, yo tirado desnudo, recién casado con un profesor macho y violador que me está montando mientras yo se la mamo. Antes de que se fuera a correr sacó el pene de mi boca y dejó que el semen se escurriera por todo mi cuerpo. Después él bajó su cabeza para lamerme.

"Aún no estás lista para saborear la leche que los machos como yo producimos para las putas como tú."

El hecho de que se refiriera a mí como mujer me excitaba mucho. No me había caído el veinte de que yo era la esposa de un macho violador con un torso marcado, con grandes pectorales y todo lampiño.

Me levantó del piso y me quitó la corbata de las manos.

"Dime, perra, ¿Te gustó lo que acabas de hacer?"

Yo asentí.

"¿Acaso no te excita ver el cuerpo perfecto de tu nuevo macho, desnudo frente a ti?

Volví a asentir.

"Pues entonces te ordenó que te masturbes frente a mí."

Llevé mi mano izquierda a mi pene y lo empecé a masajear, mientras Carmona me tomaba del pelo y acercaba mi cabeza a su pecho atlético lleno de sudor. Empecé a lamer por un rato, sintiendo el sabor salado de mi nuevo amo. Justo cuando se dio cuenta que mi trabajo sobre su piel se alentaba, él se agachó frente a mí y engulló mi pene. Me corrí en su boca. Se levantó y en medio de un beso me dio mi propia leche.

"Los grandes machos como yo no debemos tomar la leche de su pinches putas", me aclaró Carmona.

Me acerqué a él para abrazarlo, pero él me tomó del hombro y me empujó hacia el piso. Yo besé sus pies para completar el rito por el cual él me dominaba y yo me volvía su esclavo (o puesto en sus términos: su esposa, su perra). Lo vestí lentamente contemplando cada fibra de su hermoso cuerpo. Después él me vistió lo más rápido que pude y ambos regresamos al salón. Al parecer nadie sospechaba nada, pero no pude explicar de donde saqué el anillo. Más tarde ese día me dijo que ese fin de semana tendríamos nuestra luna de miel. ¡No podía esperar!