Recién casadas (9)

Los papás de Andrea las visitan para descubrir que están casadas

Capítulo 9

Sí, estaba enamorándome de Andrea, eso estaba más que claro, me estaba llenando de un amor inimaginable. Le agradecía a la vida por hacerme coincidir con ella de esa manera. Decidí dedicarle una canción, la llamé mientras estaba en el trabajo y empecé a cantar Coincidir de Fernando Delgadillo.

Después de terminar de cantarle la invité a comer, saliendo del trabajo fui por ella y cuando se subió al coche nos quedamos mirando un poco, esta vez me animé a dar el primer paso, me acerqué lentamente a su mejilla y ella sólo giró la cabeza para que el beso cayera en sus labios. Encendí el auto y conduje con media sonrisa en los labios, estaba emocionada, mejor dicho, estaba enamorada.

Comimos platicando de nuestros respectivos trabajos, los proyectos a futuro y lo emocionadas que ambas estábamos por estar en Los Ángeles. Llegando a casa puse música y Andrea se acercó a mí, instintivamente nos pusimos a bailar lentamente, y justo ahí descubrí que hasta bailar era hermoso con esa mujer. Quizá la vida me estaba dando la oportunidad de enamorarme y de ser correspondida.

El jueves de esa semana salí con mis compañeros de trabajo, era extraño pues fue la primera vez que salí sin Andrea, y fue porque ella no tenía ganas de salir, me sentí rara pero no podía quedarle mal a mi equipo de trabajo. Unas copas más tarde me encontraba algo borracha, así que llamé a mi hermosa esposa.

—Mi amor, tu esposa está borracha—. Le dije en cuanto contestó la llamada.

—¿dónde estás? — preguntó con voz adormilada.

—En un bar—

—¿quieres que vaya por ti? —

—La verdad sí me gustaría, pero no quiero despertarte— le dije riendo

—Mándame tu ubicación— me dijo después de una sonora carcajada.

—Aquí te veo— colgué y me fui al baño.

Andy pasó por mí a eso de las dos de la mañana, he de reconocer que la culpa era mía pues la había despertado, pero no estaba en condiciones óptimas para conducir y creo que fue la mejor decisión que pude haber tomado.

La manera en que ella y yo nos conocimos había sido extraña, lo reconozco ampliamente, pero me sentía muy agradecida con la vida por haberme puesto en su camino, no sólo era una bella mujer, también era un ser humano excepcional. Al llegar a casa me fui directo a la cama, Andrea me desvistió y arropó mientras yo jugaba y bromeaba con su cabello, luego caí profundamente dormida, sentí entre sueños que me besaba y ya no supe más de mí. Por la mañana desperté primero que ella, me dolía mucho la cabeza, oficialmente estaba con resaca.

El brazo de Andy me tenía atrapada junto a ella, me pareció tierno que me abrazara mientras dormía, no quería romper el momento así que tomé mi teléfono que ella debió conectar a cargar pues no recordaba haberlo hecho yo, ingresé a la reunión con mi equipo de trabajo y los saludé con un "crudos días compañeros"; algunos respondieron y otros sólo se rieron.

Andrea despertó y creí que me soltaría, para mi sorpresa sólo me abrazó más a ella, se acercó a darme un beso en el cuello y se dejó caer sobre mí, enterró su cara en mi cuello y trató de hacerme una marca con los dientes.

—Espera estás loca—le dije riendo.

—¿qué tiene? —

—No tiene nada, sólo que estoy en reunión, tengo resaca y tú tienes que trabajar— le dije zafándome de su abrazo.

—¿qué quieres desayunar corazón? — Me miraba con malicia, sabía que eso no se iba a quedar así.

—Una buena barbacoa estaría rico— le dije jugando.

—Te haré waffles—

—Está bien, me iré a duchar— nos encontramos frente a la cama, le di un suave beso y caminamos en direcciones contrarias.

Me regresé por el celular para tomar la reunión en la ducha, lo coloqué encima de una repisa y me introduje en la ducha, cuando salí hice algunos comentarios en la reunión respecto a cómo llevaríamos las cuentas de algunos clientes, luego cerré el micrófono para vestirme, la cámara estuvo apagada todo ese tiempo.

Andy entró en la habitación y me dio un corto beso, ella estaba ya en su propia reunión virtual por lo que sin decir algo se fue, sólo se escuchaban ambos teléfonos. Cuando terminé de vestirme salí de la habitación y vi que aún no preparaba nada de desayunar, no quise presionar así que me fui a la otra habitación, aproveché mientras escuchaba para acomodar algo de ropa y algunas cosas más.

Minutos más tarde se escuchó el timbre y rápido salí, Andy me dijo que era un paquete y salió ella a recogerlo, cuando volvió pude observar que era un paquete de comida.

—No es cierto— dije con risita nerviosa.

—Sí, lo es— se acercó a darme un beso. —barbacoa para mi diseñadora favorita, que por cierto hoy está cruda—.

Ambas reímos, de inmediato fui por unas sodas a la cocina y regresé a comer con ella en el comedor. Entre besos y risas desayunamos barbacoa. Cuando terminamos nuestras jornadas de trabajo nos fuimos a recostar un rato a la cama, hicimos el amor lentamente y después nos quedamos dormidas.

Despertamos ya por la noche y nos pusimos a ver una película, Andrea me recordó que sus papás llegarían al siguiente día y que no sabían que estábamos casadas, sólo les dijo que vivía con su novia actual, me entró una risa nerviosa, seguimos viendo Las Locuras del Emperador hasta quedarnos dormidas de nuevo. Había sido una semana pesada para ambas, el trabajo comenzaba a acumularse, ambas sabíamos que en nuestras profesiones así era.

Por la mañana nos dimos una ducha juntas, fue muy tierno. Luego nos fuimos al aeropuerto a recibir a sus papás, mientras ella esperaba en la sala de llegadas me fui a comprar una caja de donas para los nervios, en realidad yo podía comer donas para cualquier situación. Cuando regresé iba a media dona y alcancé a ver que Andy saludaba a un hombre de mediana edad, barba de candado y ligeras canas, imaginé que era su papá y por dentro me moría de miedo. Me comí la dona lo más rápido posible y me acerqué.

—Hola, qué tal— los tres se giraron hacia mí

—Mamá, papá, ella es Paulina— ambos me sonrieron

Andrea me señaló que traía comida en la mejilla, traté de limpiarme sonriendo y me acerqué a saludarlos. Nos estrechamos la mano y su mamá me dio un abrazo.

—Es un placer conocerte, Andy nos ha platicado mucho de ti— me sentí sonrojar

—Encantado Paulina— me dijo su papá

Nos fuimos al coche, conduje mientras Andy platicaba con sus papás, yo sólo atinaba a responder monosílabos y tratar de seguir el GPS al restaurant mexicano que habíamos elegido para desayunar.

Cuando estábamos a mitad del desayuno Andrea empezó a decirle a sus papás lo increíble que era la vida en Los Ángeles, los lugares a los que los llevaríamos y todo lo que haríamos.

Estaba a mitad de mi huevito con jamón cuando me tomó de la mano y acto seguido habló.

—Quiero que sepan que estoy casada con esta maravillosa mujer—

Necesité más que dos vasos de jugo para calmar mi garganta, me atragantaba mientras la mamá miraba seria a Andy, su papá me miraba incrédulo y ella permanecía en silencio.

—¿en serio? —dijo su papá después de varios segundos, los que me parecieron eternos.

—Pá, me casé con ella hace unas semanas, la verdad es extraño como pasaron las cosas, pero no me arrepiento, ha sido la mejor decisión que tomé, es una persona maravillosa—

—Pero ¿cómo fue? ¿por qué no nos avisaron? —

—Eh bueno...—quise hablar, pero me vi interrumpida por Andrea

—Fue todo de manera muy repentina, lo importante es que estamos juntas y quiero compartirlo con ustedes, perdón por no decirles antes, espero puedan perdonarme y también deseo que la pasen increíble con nosotras y sean testigos del amor que nos tenemos— Andy tomó mi mano y miró fijamente a su mamá.

—Bienvenida a la familia hija—su mamá sonrió hacia mí —contigo estoy molesta ¿cómo te atreves a no invitar a tu madre a tu boda? Ya hablaremos luego Andrea­—todos reímos, creo que yo por los nervios.

Terminamos de desayunar y nos fuimos al apartamento para dejar las maletas de sus padres, entré a la habitación por un poco de ropa y me fui a la otra habitación, su mamá me miraba raro, pero no me animaba a preguntar, entonces ella habló.

—Andrea ¿cómo está eso de la ropa de Paulina en una habitación y duermen en otra? ¿están peleadas? —

—No mamá— dijo entre dientes —es sólo que no hay mucho espacio en el apartamento y por eso acomodamos algunas cosas allá, pero no te preocupes, siempre dormimos juntas—

—Ya, hasta ahí, no quiero saber más, no vayas a entrar en detalles— reímos nuevamente todos juntos.

Nos metimos a la habitación entre risas.

—Perdóname, en serio, mi mamá es un poco imprudente, pero te juro que es una gran mujer—

—Ya lo creo belleza, no te preocupes— me acerqué a darle un corto beso en los labios.