Recién Casadas (6)
Capítulo 6
Capítulo 6
Terminamos la cena entre risas nostálgicas, recordando la época universitaria en que Gabriel y yo nos habíamos conocido.
Mientras íbamos de regreso al departamento tomamos la misma rutina, Andrea y yo atrás mientras que Úrsula y Gabo adelante. En eso mi muy querida cuñada U, puso una canción muy ad hoc con la ocasión: ¿A qué le tienes miedo? De Omar Márquez y Edgar Oceransky. Y por primera vez pensé que no debería tener miedo de la situación que estaba viviendo; la vida, Dios, el cosmos; qué se yo quien carajo había diseñado un plan para encontrarme con esa mujer en la vida.
Llegamos al departamento y subimos, mientras íbamos en el elevador Andrea me tomó de la mano, quizá el alcohol que llevaba en vena le había dado el valor que a mí tanto me faltaba.
Esta vez no desaproveché el momento, me giré hacia ella y me atreví a plantarle un beso en la boca, nuestros acompañantes sólo festejaron ese acto, cuando se abrió la puerta fueron los primeros en abandonar el elevador, salimos de ahí y nos fuimos a nuestra habitación.
Pasamos gran parte de la noche platicando, me contó su vida y por mi parte hice lo mismo con lo que yo creía relevante de mi vida. La mañana siguiente llevaríamos a nuestros amigos al aeropuerto, nuestro fin de semana se había terminado de la mejor manera, nos levantamos con apenas una hora de sueño, despedimos a Gabriel y Úrsula con la promesa de que volverían pronto, luego fui a dejar a mi esposa al departamento y partí para el trabajo.
Me encontraba desarrollando un proyecto para una constructora y se me ocurrió que quizá Andrea podría trabajar con ellos, así que me atreví a escribirle un correo electrónico al CEO para recomendarle a una arquitecta de además de todo era mi esposa, poco tardó en responderme, quería conocerla y ver si podían acomodarse para algún proyecto, enseguida llamé a Andrea quien se puso súper feliz, pues su trabajo le encantaba y el hecho de tener algo que hacer iba a ir de maravilla con mi jornada tan extensa de trabajo.
Al siguiente día se miraron y por la tarde Andrea me contó que quedaron en colaborar en un proyecto para un complejo residencial, lo cual me dio bastante alegría pues así compartiríamos un tema en común. Ese día comimos en casa, ella preparó pasta con camarones, abrí una botella de vino blanco y comimos platicando; después nos recostamos un rato en su cama y me quedé dormida, cuando desperté ya no estaba, salí de la habitación y la encontré trazando unos planos en el restirador, estaba trabajando a mano.
—Qué lindo, creí que ya no había arquis que trazaran a mano—
—La verdad me gusta más— dejó el estilógrafo a un lado y se giró hacia mí— no quería despertarte, aproveché para avanzar con algunos planos para digitalizar mañana. ¿Quieres cenar algo?—
—No tengo hambre ¿quieres salir por un helado?—
—Sí, déjame termino esto y vamos—
—Perfecto, me voy a dar una ducha rápida—
Me fui a mi habitación y me bañé lo más rápido posible, salí y ella ya me esperaba sentada en el sofá. Bajamos el edificio y caminamos unas cuadras hasta encontrar una heladería, tuvimos una corta plática porque un chico nos interrumpió.
—Andy ¿cómo estás? ¿Qué haces aquí?—
—Leanne ¿tú que haces aquí?—
—Vivo en San Francisco pero estoy aquí por trabajo, y ¿tú qué tal? ¿es tu novia?— respondió el chico rubio.
Andrea y yo nos quedamos viendo un momento, luego me giré hacia el Leanne, quería escuchar la explicación que Andy tenía para él.
—Eh…—titubeó— verás, ella es Paulina, mi esposa — parecía que al chico se le había aparecido un fantasma, yo estaba muy divertida mientras comía otra cucharada de mi helado.
—¿te casaste? WTF ni siquiera me invitaste—
—Todo fue muy rápido, casi nadie lo sabe—
—Pues mucho gusto Paulina, yo soy Leanne, como ya pudiste escuchar, y soy el mejor amigo de tu esposa —.
—¿te quieres sentar con nosotras?— fue lo único que se me ocurrió decirle.
—No puedo, tengo una cita de trabajo, pero estaré unos días más aquí en Los Ángeles, si quieren nos podemos ver, claro si también estarán aquí—
—De hecho vivimos aquí— me apresuré a decir.
—Oh, veo que me he perdido de mucho Andy— se acercó a ella y algo le dijo entre dientes —las veré en estos días.
Y simplemente desapareció.
—Disculpa, es que no he tenido tiempo de avisarle a todo el mundo que estoy en Los Ángeles—
—Y casada— ambas estallamos en risas.
—Sí, y casada—
—Deberías invitarlo al departamento un día, o a una salida casual— la miré fijo— se ve que es un buen chico.
—¿No te molestaría?— preguntó apenada.
—Para nada; en lo absoluto— negué.
—Genial, lo llamaré mañana para ver qué día puede—
—Me parece estupendo—
Terminamos nuestros helados y nos levantamos para ir a casa, instintivamente busqué su mano y la tomé, ella rápido me sujetó y así caminamos hasta llegar al departamento.
—Duerme conmigo hoy— me dijo al entrar a casa.
—¿qué?—
—Duerme conmigo, hoy… y todos los días si tú quieres—
—¿Estás segura?—
—¿Cuándo te vas a dar cuenta que me casé contigo y que estoy aquí porque quiero hacerlo?—
—Me encantaría dormir contigo— por un impulso la abracé y ella se aferró a mí, estuvimos un rato abrazadas.
Me fui a su habitación, que a partir de ese momento era nuestra habitación, llevé la ropa para el día siguiente y me recosté a su lado, antes de quedarme dormida sentí un beso en la frente, me pareció súper tierno y me hubiese gustado corresponderlo, sin embargo mi cerebro ya había dado la orden de dormir y me hundí en ese sueño pesado.
Mi alarma no sonó por alguna extraña razón, cuando salí de la cama iban a ser las nueve de la mañana, Andrea no estaba en la habitación, abrí la puerta y el intenso aroma a café llenó mis sentidos, era ella cocinando; me acerqué y pude apreciarla en short y playera de tirantitos.
—Buenos días, esposa mía— se acercó al borde de mis labios y depositó un beso que apenas pude sentir.
—Por cosas así es que el home office no funciona— reí —Buenos días esposa.
—Enciende tu computadora, enseguida llevo el desayuno—
Me fui a la mesa del comedor y mientras encendí la computadora la miraba tan en su papel que me derretía por completo el corazón. Me preparó hot-cakes, huevos con tocino, pan tostado y café.
—Eres lo máximo— le dije tomando la taza de entre sus manos.
—Lo sé— nos reímos con cierto dejo de complicidad.
Desayuné mientras estaba en reunión con mi equipo de trabajo. Andrea me miraba atenta, siempre que podía le preguntaba si pasaba algo y solo me sonreía.
Fue un día de trabajo muy pesado pues teníamos ya atraso en algunos proyectos, traté de concentrarme lo más que pude, pero ver a mi esposa frente a mí no ayudaba, quería correr como una adolescente a tomarle la mano y llevármela a un parque, quería desvelarme con ella contándole mi vida, leyéndole poemas, qué sé yo, lo que las personas hacen para enamorarse, necesitaba con gran urgencia vivirlo con ella.
Al terminar mi jornada le propuse ir a comer a un local que había cerca, ella estaba haciendo unos planos y me pidió que primero buscáramos un lugar donde comprar materiales ya que necesitaba comenzar unas maquetas una vez aprobados sus planos. Nos subimos al coche y ella puso la ruta en el GPS, así la seguí y entramos a la papelería, estábamos como niñas pequeñas, a las dos nos volvían locas todos los materiales que ahí había para crear, sin duda nuestras profesiones eran de origen creativo y ambas lo traíamos en la sangre.
Después de eso regresamos al departamento, ambas no surtimos bien, por mi parte llevaba varios paquetes de plumones, marcadores, estilógrafos, eran mi delirio. Salimos a comer pues ya teníamos bastante hambre, pedimos unas hamburguesas y a mitad de la comida me confesó que las hamburguesas no eran lo suyo; lo cual me pareció una ofensa total, me indigné y levanté de la mesa, enseguida ella me siguió y me detuvo, cuando me giré no aguanté más y le robé un corto beso en los labios, acto seguido me volví a sentar, agachada sin voltear a verla continué comiendo mi hamburguesa.
—¿Ya era hora no?—
—levanté la mirada y me quedé viéndola un instante—
—Creí que nunca te ibas a animar—
—Lo siento, fue un impulso—
—Sí, espero que haya más— reímos juntas.
De regreso al apartamento la tomé de la mano con más naturalidad, ella aceptó de inmediato el contacto y estrechó aún más el contacto. Sin hablar llegamos y al abrir la puerta me dijo:
—Invité a Leanne a comer mañana, espero no te moleste—
—Para nada, de hecho me cae bien, creo que es buen tipo—
—Creo que hay algo que debo decirte de él—
—¿es tu ex?— la celosa que llevo dentro salió a relucir.
—Claro que no, es mi mejor amigo—
—¿Entonces?— Arqueé la ceja.
—Leanne es trans—
—Mmm… o sea que era mujer y ahora es hombre?—
—Sí…—
—Qué cool, no conocía a alguien trans—
—No te molesta— preguntó apenada.
—Claro que no, no soy transfóbica, además ya te dije que el tipo me cae bien, será interesante salir con él. ¿ya decidieron a dónde iremos?—
—¿podrías ayudarme con eso?— suspiró —No tengo ni idea de a dónde llevarlo—
—Pues en eso estamos iguales, tenemos exactamente los mismo días aquí jajajaja. Pero vale, déjame investigar un poco y vemos a dónde podríamos ir—.
—Genial, me iré a bañar para ponerme al corriente con el nuevo proyecto, y por cierto, muchas gracias por recomendarme sin haber visto mi trabajo—
—Sé que lo harás muy bien— me quedé sentada en el comedor contemplando mis marcadores.
Luego fui hasta el restirador y los dejé sobre él, me fui a recostar mientras esperaba que Andrea saliera de bañarse.