Recién Casadas (5)

Al bajarnos del coche tuvimos que separar nuestras manos, pero apenas estuvimos afuera ella me tomó nuevamente de la mano y así caminamos detrás de Úrsula y Gabo, íbamos en silencio, me sentía sonrojada, casi podía jurar que mi cara parecía un tomate.

Recién casadas (5)

Capítulo 5

Nos fuimos a su habitación, me puse un tanto nerviosa pues aunque ya casi teníamos una semana viviendo juntas, aún no había tal confianza. Ella se sentó en el borde de la cama y me invitó a hacer lo mismo, sin mucho titubear me senté a su lado.

—¿Quieres ver una película?— preguntó para romper el hielo que se había creado en cuestión de minutos.

—Sí— me apresuré a responder.

A decir verdad, las cervezas que me había tomado se me habían bajado pues de repente sentía todo tan formal.

Tomó su computadora y la colocó en la cama, nos colocamos recostadas frente a la pantalla y ambas tomamos una almohada para acomodarnos mejor. Abrió Netflix y acto seguido se me quedó mirando.

—¿Qué quieres ver?—

—No lo sé, una que te guste mucho— respondí desviando la mirada.

—¿Qué tal algo de Disney?—

—Me parece genial— sonreí.

—¿Pocahontas?—

—¿te confieso algo?— dije algo apenada, ella sólo asintió —Nunca la he visto—

—¿qué? Eso debería ser considerado un pecado, te aviso que está hermosa, a mí simplemente me encanta, además, en español tiene una banda sonora genial—

—Ponla ya— me apresuré a decir pues su emoción era bastante y la verdad yo también me sentía emocionada con la idea de ver algo nuevo y que a ella le gustara.

La película comenzó y ambas estuvimos atentas a la pantalla, la luz de la habitación fue atenuada por la voz de Andrea con su bocina y asistente virtual.

A mitad de la película se me salió preguntar:

—¿tú realmente crees en el amor a primera vista?—

—La verdad es que no, creo que debes conocer a las personas para poder enamorarte— me miró un instante. —¿tú que piensas?—

—Creo que puede haber una atracción muy fuerte a primera vista, pero, sin duda, el amor se va construyendo día con día con pequeñas acciones, detalles y atenciones—

Ambas volteamos la vista de nuevo a la pantalla, debo decir que sí me gustó la película, aunque me hubiera encantado que Pocahontas y John Smith se fueran juntos.

Después de los créditos finales me percaté que Andrea ya dormía sobre la almohada, con cuidado cerré su computadora y la coloqué en el buró. Por mi parte me limité a conectar mi teléfono en el buró del lado donde me encontraba, puse en silencio el teléfono y me dispuse a dormir, había sido un día bonito, de hecho llevaba siéndolo toda la semana.

Desperté a eso de las once de la mañana, me encontraba sola en la cama, me levanté lentamente y me fui al baño, lavé mi cara y me dispuse a salir a la sala de estar, me percaté de que Úrsula y Andrea platicaban amenamente mientras preparaban el desayuno.

—Buenos días— me saludó U.

—Hola, lo siento, se me pegaron las sábanas—.

—¿qué tal tu noche?— su pregunta me pareció extraña pero decidí evadir esos pensamientos.

—Bien, aunque imagino que no tan bien como la tuya ¿y Gabo?—

—Sigue dormido— respondió Andrea.

—Había pensado en llevarlos a un lugar de waffles que según lo que leí, es el mejor de Los Ángeles—

—Pues tu mujer se levantó a prepararnos todo esto y ni cómo negarme— tu mujer resonó en mí, entré en un trance.

—Creo que hay algo que Pau no sabe, y es que no me gustan los waffles—

Úrsula y yo la miramos desconcertadas, era como un delito para nosotras, que siempre los acostumbrábamos en un buen desayuno en plan de señoras.

Gabriel salió de la habitación en short y playera, traía una cara de resaca a muerte.

—Señoras buenos días—

—Señora tu mamá, mi amor— le respondió Úrsula en un tono juguetón.

Por fin nos dispusimos a desayunar juntos, Andrea había preparado unos crocantes chilaquiles rojos con huevos divorciados, café y pan tostado.

Luego del desayuno todos nos dispusimos a darnos una ducha, por su parte Gabo y Úrsula dejaron en claro que se bañarían juntos, mientas que me fui a la habitación para sacar un poco de ropa y dejarlos solos, me fui donde Andrea y le propuse que se bañara primero y luego yo, así que se fue a su habitación mientras yo levantaba la mesa y lavaba los platos.

Cuando estuvimos listos empezamos a pensar a dónde ir, nosotras éramos relativamente nuevas en la ciudad, así que entramos a Google a buscar destinos, encontramos The Broad, un museo de arte contemporáneo y los cuatro estuvimos de acuerdo en visitarlo.

Mientras nos dirigíamos hacía allá, Andrea cedió el control de la música a nuestros invitados, lo cual se me hizo un gesto muy lindo. Llegamos al museo y decidimos hacer el recorrido por nuestra cuenta en lugar de seguir a algún guía, cada uno iba dándole su propia interpretación a lo que veía, por mi parte le expliqué a Andrea que siempre pensé que la belleza del arte estaba en el ojo del espectador, que éste era quien le daba valor en sí mismo.

Al terminar de recorrer el museo nos tomamos una foto los cuatro juntos, ignorando que en el futuro serían muchas más fotos. Buscamos un lugar para comer, optamos por sushi ya que Úrsula tenía antojo. Comimos entre risas por las locuras que una noche antes habíamos hecho, como subirnos al escenario del bar a cantar, caminar por varias avenidas muy concurridas ya algo bebidos; estuvimos muy a gusto.

Terminamos de comer y nos fuimos un rato a descansar al departamento, Gabriel y yo nos quedamos en la sala platicando mientras nuestras respectivas esposas se fueron a recostar un rato.

—¿cómo les va en su primer semana?—

—Debo decirte que todo es muy extraño, aún no sé bien si Andrea vaya a quedarse en la ciudad, no hemos hablado mucho al respecto—

—Fue una locura casarte con ella— sonrió — Pero ¿qué sería de la vida si locuras?—

—Y tú que las solapas Gabriel—

—Perdóname pero yo estaba hasta la madre, sólo recuerdo que se casaron, y te soy sincero muy vagamente—.

—¿Cómo lo tomó Úrsula?—

—Esa es otra historia— su semblante se puso serio —Me dijo que hablaría contigo, imagino que dentro de unos días cuando ya estés más consciente de lo que estás haciendo—

—¿qué le voy a decir a mis papás?— suspiré —Eventualmente me visitarán y no sabré cómo manejarlo.

—Creo que primero deben hablar tú y Andrea, lo demás sale sobrando, además, si le pediste matrimonio fue por algo ¿no crees?—

—¿por la tremenda borrachera que traía encima animal?— ambos reímos.

—Bueno, además de eso. Aunque déjame decirte que hiciste una buena elección de esposa, es muy guapa—

—¿Y sabes qué? Creo que como ser humano es muy bella, aún no entiendo cómo dejó todo atrás para seguir a una loca que le pidió matrimonio estando ebria, bueno, entiendo que está muy reciente su ruptura con su ex y quizá eso motivó a que tomara la decisión, pero tendremos que ver qué pasa transcurridos unos días—

—¿te gusta?— Gabriel siempre era directo conmigo.

—¿el qué?—

—Andrea ¿te gusta?—

—Ya te dije, me parece un ser humano bello, me gusta su sonrisa y sus ojos—

—Recuerda que si la puedes hacer reír, la puedes hacer gemir—

—No seas idiota Gabriel, es “dos personas que se hacen reír tienen derecho a todo”—

—Bueno, por ahí iba. El caso es que si te gusta y te parece un alma bella, y si tú le gustas a ella pueden llegar a tener algo chingón—

—Sí, claro, empezando al revés, primero con la boda y luego con el saludo— reímos de nuevo.

—¿qué tal si vamos a una cita doble?—

—¿crees que sea buena opción?—

—Pau, si ella no estuviera interesada ya hubiese tomado un avión de regreso, ya es hora de que pierdas el miedo, por favor, a ella no la dejes ir, además los divorcios salen carísimos—

—Gracias carnal, no esperaba más motivación de tu parte— me levanté del sofá —Te toca organizar, me iré a bañar y a proponérselo a Andrea—

Me fui a la habitación en que estábamos durmiendo, la encontré dormida y me pareció muy tierna, tan frágil y vulnerable, sentí el impulso de abrazarla mientras dormía pero temía por su reacción. Tomé algo de ropa y me metí a la ducha, al salir la encontré despierta.

—Creo que me dormí— me regaló una tierna sonrisa.

—Sí, también lo creo— traía puesta una camisa y un short y me secaba el cabello mientras la veía espabilar.

—¿qué haremos hoy con Gabo y Úrsula?— preguntó mientras conectaba su teléfono a la corriente.

—Gabriel está armando un plan, al parecer quieren salir nuevamente, es que esta gente no para—

—¿y tú quieres?—

—¿tú no?— pregunté desconcertada.

—Sí, claro, pero no sé qué tan cansada estés, trabajaste toda la semana y hemos tenido días muy ocupados, y como dijiste que Gabriel lo está planeando pensé que quizá no te apetecía tanto—

—Sí, me gustaría que saliéramos, si tú quieres…—

—Claro que sí, me voy a dar una ducha—

—Muy bien, estaré en la sala—

Al salir, Gabriel me comentó que ya tenía la reservación para una cena a pie de playa, así que luego de que Andrea salió de bañarse nos fuimos, esta vez dejé que él condujera y así pudimos ir ella y yo en la parte trasera del auto.

En el trayecto cruzábamos las miradas y nos regalábamos miradas de complicidad; entendí lo que decía Gabriel, quizá si nos podíamos hacer reír nos merecíamos todo juntas.

Me animé a dar un paso pequeño que pareció gigante, la tomé de la mano sin voltear a verla, para mi sorpresa ella entrelazó nuestros dedos y así llegamos a nuestro destino, con medias sonrisas, nerviosas; felices.

Al bajarnos del coche tuvimos que separar nuestras manos, pero apenas estuvimos afuera ella me tomó nuevamente de la mano y así caminamos detrás de Úrsula y Gabo, íbamos en silencio, me sentía sonrojada, casi podía jurar que mi cara parecía un tomate.

Reconozco que Gabriel se había pasado, había una mesa en la arena con cuatro sillas, iluminación desde el piso, velas y en general un ambiente muy romántico, y lo entiendo de él, pero para mí era muy extraño con alguien que conocía hacía una semana.

Pese a mi nerviosismo la cena se llevó a cabo de manera tranquila, todo fluyó sin tener que esforzarnos mucho, al parecer congeniábamos bastante bien los cuatro.