Recién Casadas (4)
Andrea y paulina deben dormir juntas gracias a la visita de Gabriel y su esposa...
Capitulo 4
Me levanté temprano para ir al trabajo, me organicé con mi jefe para hacer home office los martes y viernes como había quedado con Andrea, ese día estuve algo ocupada empapándome de información de mis próximos proyectos, trabé buena relación con los colaboradores que iban a trabajar conmigo, un comunicólogo y dos programadores. En la hora de almuerzo llamé a Andrea para proponerle ir a cenar a un bar que encontré en internet, al parecer en el Robertson boulevard había un club gay, el Abbey food and Bar; ella aceptó así que quedé de verla a las ocho de la noche, pues iría a hacer unas compras saliendo de trabajar, necesitaba más ropa y Gabriel seguía sin enviar mis cosas.
Compré algunos shorts, camisas cortas, pijama, toallas y cojines para mi cama, adoraba los cojines y almohadas. Llegué al apartamento a eso de las siete y media y me di una rápida ducha mientras Andrea ya se estaba maquillando, por mi parte usé un poco de maquillaje; algo discreto. Me puse un short floreado y una blusa de botones, tipo camisa, en un tono pastel de rosa. Salimos hacia el bar en el coche.
—¿qué tal tu día?— preguntó cuando íbamos a medio camino.
—Fue un buen día, ¿qué tal el tuyo?— me ponía de nervios platicar con ella.
—Estuve checando trabajos en línea pero no encuentro, lo único que se me ocurre es poner anuncios en páginas web como lo he venido haciendo, ya cambié mi ubicación en redes y te quería pedir ayuda para armar una campaña de publicidad para ofrecer servicios de fotografía y diseño de planos o renderizado aquí en Los Ángeles—
—Me parece excelente y déjame decirte que claro que sí, sólo que me late más que sea a nivel nacional o incluso internacional, al final de cuentas puedes hacer diseños sin necesidad de estar físicamente con tus clientes—
—Claro, sería excelente, ahorita tengo algunos proyectos por terminar y no me gustaría quedarme sin trabajo, espero que vayan llegando poco a poco—.
—Verás que sí—
Aparqué a unos metros del bar y nos bajamos al mismo tiempo, entramos y nos colocamos en un gabinete, frente a frente. Nos explicaron que a la media noche había show variado, a veces eran trasvestis imitando a cantantes, otras veces eran hombres bailando y de vez en cuando mujeres, nos dieron la carta y pedimos unas cervezas para empezar.
Ambas coincidimos en no quedarnos hasta el show pues yo debía trabajar al siguiente día, además Andrea se sentía cansada de estar todo el día en línea, así que nos limitamos a pedir la cena y observar como mientras pasaba el tiempo iban entrando parejas, grupos de amigos y algunas personas solas; durante ese tiempo platicamos mucho, me gustaba mirarla directo a los ojos y creer en ella, me gustaba ponerle toda la atención posible pese a mi atención dispersa, pues siempre creí que era bonito y atento que te miraran a las ventanas del alma cuando hablabas.
Decidimos retirarnos a eso de las diez de la noche, Andrea era una persona muy complaciente, a veces eso me descolocaba, no sabía si me ignoraba, le daba igual o si realmente era un sí con ganas; de cualquier forma, trataba de siempre tener su aprobación para todo, aunque eso resultaba muy fácil casi siempre.
De regreso al departamento le propuse que pusiéramos música que a ambas nos gustara, una canción ella y otra yo, así nos conoceríamos un poco más, al menos en gustos musicales. Debo reconocer que fue un momento muy agradable pues en ocasiones coincidíamos.
Llegamos a casa y subimos entre risas por las últimas canciones que escuchamos, a ninguna le gustaba el reggaetón, sin embargo decidimos poner las canciones más sonadas para burlarnos de su contenido.
—Me la pasé muy bien, gracias por invitarme— me dijo al llegar a nuestro piso.
—Debo decir que yo también me la pasé genial, esposa— pronuncié la última palabra con un dejo de galantería.
—Hasta mañana—
—Descansa, hasta mañana—
Me fui a la cocina a beber un vaso con agua, y después a mi habitación para descansar.
Pasamos el resto de los días de la semana comiendo en restaurantes locales para conocer más la ciudad, la plática fluía de manera natural entre Andrea y yo, a veces conducía ella y a veces yo, todo era muy tranquilo, nos estábamos llevando muy bien.
El viernes era mi primer día de home office, así que salí de mi habitación en short a preparar café y un pan tostado para irme a sentar a la mesa del comedor para empezar a trabajar, aunque tenía el restirador quería estar más cerca de Andrea por si salía temprano de su habitación.
Unos minutos después salió aún con pijama.
—Buenos días esposa— me dijo en el mismo tono coqueto.
—Primero que nada, muy buenos días señorita, le informo que hay café y pan tostado en la cocina— respondí en el mismo tono.
—Gracias, es usted muy amable— se dirigió a la cocina y regresó con una enorme taza de café.
Ese día ella preparó el almuerzo, entre risas y trabajo de ambas conseguimos terminar con la comida que había hecho.
Cuando por fin terminamos los trabajos pendientes me invitó a comer a un lugar de mariscos que había visto por internet, acepté de inmediato, ella enseguida se fue a bañar así que hice lo mismo y salimos de nuestras habitaciones casi al mismo tiempo. Andrea conducía siguiendo el GPS mientras ambas coreábamos Cuando pase el temblor, de Soda Stereo.
Llegamos al lugar y pedimos la comida, fue una plática muy relajada, ya llevábamos casi una semana viviendo juntas, para ser mi primer semana de trabajo fue muy divertida.
Quedamos en irnos a tomar cañas por la noche así que regresamos al departamento a vestirnos para la ocasión, justo en ese momento recibí una llamada, era Gabriel, acababa de aterrizar en Los Ángeles, venía con Úrsula, su pareja, traían mis cosas y además pasarían el fin de semana conmigo, me quedé paralizada un poco, si bien me estaba llevando bien con Andrea, no sabía qué pasaría cuándo agregáramos personas ajenas, no tenía idea de cómo manejar la situación de estar casada.
Le informé a Andrea y se quedó pensativa, luego de unos instantes le pregunté si estaba bien, me dijo que no había problema, así que nos fuimos al aeropuerto, dejamos las maletas en el departamento y volví a ver pensativa a mi esposa, lo dejé pasar por la emoción de ver a Gabo y a U, así que nos fuimos a un bar para celebrar que estaban en Los Ángeles, la noche fue increíble, la pasamos platicando y la verdad es que nos la pasamos muy bien, todo fluyó de maravilla, Andrea y Gabo congeniaban muy bien, Úrsula era un amor, como siempre.
Cuando llegamos al departamento pasadas las dos de la mañana entendí la angustia de Andrea, sólo teníamos dos habitaciones, era lógico que en una dormirían Úrsula y Gabriel y en la otra nosotras, ellos llegaron muy ebrios por lo que les di el paso directo a mi habitación. Luego Andrea y yo nos miramos fijo en la sala de estar.
—Dormiré aquí, no te preocupes—
—Claro que no, en todo caso debería dormir yo aquí—
—Eso no lo permitiría— corté rápido.
—Entonces duerme conmigo, al final de cuentas eres mi esposa—.