Recién casadas (2)
Gracias a una mega borrachera, Paulina y Andrea terminan casadas y viviendo juntas, sin duda será toda una aventura.
Capítulo 2
Luego de dejar nuestras cosas en el apartamento le sugerí a Andrea que fuéramos a comer algo, mi resaca ya estaba pasando y teníamos muchas cosas de qué hablar. Nos subimos en el coche y le presté mi teléfono para que me ubicara con el GPS, nos decidimos por sushi así que conduje algunos minutos hasta llegar a Sushi Planet, por recomendaciones de internet. Ya sentadas a la mesa decidí que debíamos hablar, ella también se veía incómoda.
—¿cómo fue que terminamos casadas?— fue lo primero que salió e mi boca. Ella suspiró.
—Ayer yo fui a un bar con mis amigas, cuando estábamos pidiendo más tragos vi a mi ex con un hombre besándose, no lo pude soportar y me fui de ahí— me miró directo a los ojos por escasos segundos —Caminé sin rumbo por la avenida y apareció el club en el que te conocí, decidí entrar y la verdad quería ponerme hasta la madre. Pedí una mesa y una botella de vodka.— en eso llegaron a tomarnos el pedido.
—Yo quiero un rollo vegetariano— hablé primero —Y un té verde—
—Para mí lo mismo, por favor— cerró la carta y la entregó al mesero.
—Después ¿qué pasó?— retomé nuestra plática.
—Me llevaron la botella a la mesa y también una cerveza— me quedé viéndola seria.
—Ajá ¿y después?—
—La cerveza me la habías mandado tú, obviamente la rechacé pero fuiste tan terca que tú misma me la llevaste, me pediste que me tomara algo contigo y por precaución no quise aceptarte la cerveza, chance y me querías poner inconsciente con algo en la bebida para secuestrarme— su semblante era serio pero yo no pude evitar sonreír.
—Oye qué buena táctica de ligue, creo que la aplicaré— le respondí jugando.
—Claro que no, eso no es ligue, eso es acoso y está mal— me dijo indignada.
—Estoy jugando— dije riendo.
—Bueno, pues te dije que me invitaras un trago de mi botella, así que me serviste y te serviste uno, luego, tú y tu amigo se vinieron a mi mesa, la verdad estaban ya bastante tomados— aún me parecía increíble su historia.
—¿qué pasó después?—
—Me pediste que bailáramos, así que accedí y bailamos un buen rato, me besaste en medio de la pista y no te voy a mentir, ha sido uno de los mejores besos de mi vida— me sonrió genuinamente y no pude hacer más que corresponderle, sus hermosos ojos me miraban fijamente. —Después me dijiste que te irías a Los Ángeles, que me fuera contigo, en un principio pensé que era una locura, pero me insististe tanto que terminé diciéndote que sí, la cosa no paró ahí, me llevaste por un anillo y me pediste que me casara contigo, así que como clásica pareja de borrachos nos casamos en un casino, me agregaste a tu itinerario de vuelo y aquí estoy, de la noche a la mañana con una extraña en otra ciudad—.
—Debo reconocer que es una historia digna de un óscar, me conmueve bastante que hayas aceptado casarte conmigo aún sin conocerme, y me gustaría que te quedaras aquí, al final de cuentas tú querías escapar de allá y yo tenía que venir por trabajo, así que podemos ver qué pasa, eres una chica increíblemente hermosa, me encantaron tus ojos desde que los vi—
Terminamos de comer y de regreso al apartamento hablé con Gabo quien recordaba pequeñas lagunas de lo sucedido la noche anterior, lo único que yo recordé fue ese primer beso del que me habló Andrea; claro que lo recordé, sus suaves labios chocando con los míos mientras nuestras lenguas se entrelazaron, la música de fondo, sus manos en mi cuello y mis brazos rodeándola por la cintura, quería volver a probarlos pero no sabía cómo planteárselo.
Al llegar al departamento recordé que no llevaba maleta así que volví a llamar a Gabriel para que me la enviara lo más rápido posible, Andrea y yo quedamos en ir a comprar un poco de ropa al siguiente día, ella empezó a instalarse en la habitación secundaria y me acerqué a ella un poco dubitativa.
—¿no crees que deberíamos dormir en la misma habitación?— no me respondió, sólo se giró y me miró desconcertada. —Es nuestro primer de casadas…—
—Creo, además de lo obvio, que deberíamos ir lento, hace apenas unas horas no sabías nada de mí, y hace un día yo no te conocía, una corazonada me hizo decidir que sí me venía contigo, pero hoy estoy muy sobria para seguir pensando igual, te confieso que aún no sé si me quede— su respuesta me cayó como balde de agua fría.
Salí de la habitación y me instalé en la otra, me dediqué a descansar y tratar de procesar todo lo que había sucedido. No supe en qué momento me quedé dormida.
—¡Hey! despierta— lentamente abrí los ojos y me sobresalté al ver a Andrea a mi lado. —Vi que vendían emparedados enfrente del edificio y decidí bajar por unos, tomé las llaves pero ya están de nuevo en la mesita de la entrada ¿quieres cenar?— otra vez el brillo de sus enormes ojos me hipnotizó.
—Sí, vamos— Me incorporé y fuimos a la cocina.
—No sabía de qué te gustaría, traje uno vegetariano y uno italiano, espero que alguno sea de tu agrado—
—¿te late si los partimos a la mitad y los compartimos?—
—Me late— sonrió.
Cenamos platicando trivialidades, reíamos bastante por cualquier cosa, me gustaba que me miraba directo a los ojos, sus enormes ojos me dejaban sin palabras, sus labios rojos por el lipstick se miraban muy apetecibles, pero no sabía cómo pedírselo o cómo acercarme.
Recogimos la basura y quedamos de acuerdo en que al siguiente día compraríamos la despensa y mi ropa, además de otros artículos personales.
—¿te puedo preguntar algo, esposa?— le dije cuando ya se iba a su habitación.
—Jajaja, a ver, dime—
—¿a qué te dedicas?—
—Soy fotógrafa freelancer, estudio arquitectura en línea y hago uno que otro trabajo a distancia—
—Genial, yo soy…—
—Diseñadora gráfica, la mejor de todo California, incluso mejor que Gabo— completó mi frase.
—¿te lo dije?— pregunté riendo.
—Más veces de las que quisiera recordar— rodó los ojos.
—Hasta mañana, esposa mía— me acerqué peligrosamente a ella y deposité un beso en su mejilla.
—Hasta mañana— me dijo entre risas.
Cada una se fue a dormir a su habitación, la noche iba a ser larga para mí.