Recién casadas (10)

Semifinal

Antes que nada, quiero pedirles disculpas, ya sé que no tengo perdón de Dios, Pero la verdad no tenía muy claro cómo iba a terminar ésta historia. Ahora tengo la certeza de cómo va a terminar, y estoy lista para compartir con ustedes el siguiente capítulo.

Sin más por ahora, aquí tienen:

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Recién casadas 10

Después de una corta sesión de besos inocentes, Andrea y yo salimos de la habitación, primero ella y luego yo. Descubrimos que sus papás estaban instalados en la sala y buscaban un canal en la televisión. Andy se giró para verme y ambas sonreímos. Quizá por el anhelo de llegar a esa edad y estar así, un día cualquiera de visita con nuestra hija mientras buscamos un canal de TV… nuestra hija, creo que no lo había pensado hasta ese momento.

Tomé su mano entre mis dedos, quería que supiera que estaba ahí para ella, con ella y si me lo permitía, podía durar toda la vida así, tomándole la mano. Me jaló hacia ella y depositó un beso en mi mejilla, luego caminó despacio hasta quedar detrás del sofá sin soltar mi mano.

—¿quieren conocer Los Ángeles?— su mamá dio un pequeño brinco y su papá se giró a vernos. —¿o vinieron a ver Netflix?— dijo en tono divertido.

—Nos sentamos a ver algo porque no sabíamos cuánto tardarían haciendo no sé qué— su mamá tenía el mismo tono burlón que ella. Iba a adorar estar cerca de ellos esos días.

—Se miran muy bien juntas… te veo feliz hija— su papá me dedicó una sonrisa de aprobación luego de hacerme sonrojar con esas palabras.

Andrea apretó más mi mano, aunque eso no lo notó Enrique, su padre, pues nuestras manos estaban unidas más abajo del borde del sofá.

—Me da tanto gusto que por fin estés con alguien que te ama— dijo su mamá al tiempo que se levantaba del sofá.

Y aunque no habíamos pronunciado el te amo como tal, ambas sabíamos que ya lo hacíamos. Y qué importa si el destino nos jugó una broma, quizá era la única forma que la vida encontró para juntarnos. Mi hermosa esposa se abrazó a mí, avergonzada, mi sonrisa se hizo enorme al ver la mirada de aprobación de sus padres. Le acaricié el cabello un poco para luego darle un beso en la frente.

—¿A dónde quieren ir primero?— por fin pude vocalizar algo.

—Creo que podría darte un itinerario, pero prefiero que me sorprendas, querida nuera— habló su mamá con alegría en la mirada.

Al final nos decidimos por visitar Griffith Park, ninguno de los cuatro había estado ahí, así que sería una buena primera vez juntos. El día se nos fue demasiado rápido pues nos trasladamos al parque, la vista desde el observatorio era magnífica. Las cosas eran tan simples, demasiado. Caminamos juntos y Andrea no me soltó de la mano en ningún momento, he de confesar que me sentía como una adolescente cuando descubre el primer amor. Sus papás iban en su onda, platicaban, de vez en cuando se abrazaban e incluso se besaban, claro, de ahí había sacado Andy el ser tan tierna y cariñosa.

En el parque sólo compramos unos hot dogs, decidimos que iríamos a cenar al Mr Fish en Hill Street. De regreso al auto Andrea condujo mientras yo puse la música y hacía mis labores de copiloto, colocar el GPS y de vez en cuando darle un apretón de manos. Sus papás iban en la parte trasera, abrazados. La escena era de lo más tierna, éramos una familia feliz.

Durante la cena mis suegros no paraban de decirme las locuras que hacía mi esposa cuando era niña o adolescente, ella sólo se reía y se refugiaba en mi cuello dejando tiernos besos, a ratos me susurraba no les creas nada, yo sólo podía reír y esperar que me contaran más, pues en verdad quería saber todo de ella.

Cuando terminamos de cenar su papá insistió en pagar la cuenta, yo no lo quería permitir pero al final lo hizo. Nos fuimos al departamento y nos despedimos para dormir.

Cuando por fin estuvimos a solas, justo después de cerrar la puerta de la habitación, Andrea se acercó a mí y me regaló un largo beso cargado de muchas emociones.

Esta vez fui yo quien activó Alexa y le pedí La locura, de Yahir. Muy década pasada, lo sé. Tomé a Andrea por la cintura y la recargué en la pared frente a la cama, disfruté el sabor de sus labios, con mucha ternura recorrí cada rincón de su boca hasta que el beso se intensificó y sentí ambas manos en mis caderas, mi respiración empezó a entrecortarse y mi corazón se aceleró.

Me había tomado dos cervezas durante la cena y al parecer hicieron un efecto afrodisíaco, o quizá mi mayor afrodisíaco era esa hermosa mujer que tenía tomada por la cintura con una mano mientras la otra estaba enredada en su larga cabellera. Su perfume tenía un efecto hipnótico en mí.

Me dirigió a la cama y se posó sobre mí, con la luz a medio encender, regulada por el dimmer, el ambiente era muy romántico, quizá erótico. Andrea respiraba con dificultad durante el intenso beso donde nuestras lenguas peleaban dulcemente por poseer la boca de la otra. Su otra mano recorría desde mi rodilla hasta mi cuello, pasando por mi muslo derecho y el seno del mismo lado.

Se separó un poco de mí y comenzó a desabotonar la camisa de lino que traía puesta, se veía hermosa en cualquier prenda, y aún más sin ella. Hice el intento por quitarme la ropa pero ella no lo permitió, se acomodó a horcajadas sobre mí, me tenía sometida y yo sólo atinaba a ser suya, me encontraba embrujada por sus enormes ojos negros, si ella hubiea querido, yo hubiera muerto ahí mismo por complacerla.

En cambio, decidió llevarme a la locura con su suave y delicado tacto, me besaba dulcemente mientras sus manos vagaban por el resto de mi cuerpo. La música sólo aumentaba más mi líbido, en ese momento supe que jamás tendría mucho de eso, siempre iba a querer más. Andrea me mordió el labio para bajar y hacer un camino de besos de mis labios hasta mi vientre mientras iba retirando las prendas conforme le iban estorbando.

Muy lentamente se acercó a mi intimidad y hundió su lengua muy lentamente en mí, acto seguido bajé ambas manos por instinto a su cabeza, acariciaba su cabello mientras ella hacía magia entre mis piernas. Mentiría si dijera que aguanté mucho, evidentemente llegué al orgasmo muy fácil. Ella se desplomó sobre mí, subió a mi cara y dejó un beso en mis labios con sabor a mí. Me recuperé luego de un par de minutos y me coloqué sobre ella sin avisarle, ahora era mi turno de darle placer.

Bajé sin mucho preámbulo a sus piernas, donde dejé muchos besos húmedos mientras la sentía moverse por el placer provocado. Luego me fui a sus labios y los acaricié por fuera mientras escuchaba su respiración alterada, jugueteé un rato ahí hasta que decidí hundir mi lengua en su intimidad, localicé de inmediato su clítoris pues estaba palpitando. Me dediqué a darle mucha atención, dibujé letras con la lengua mientras con ambas manos la aprisionaba contra el colchón, pude notas cuando tomó una almohada y se la llevó a la cara, quizá para sofocar sus gemidos que ya se hacían presentes.

La sentí tensarse bajo de mí, aumenté el ritmo hasta que descargó un liberador orgasmo contra mi lengua, me mantuve ahí hasta que dejó de temblar. Después subí y le di un beso en la frente.

—Te amo Andrea— le dije fuerte y claro.

Ella enterró la cabeza en mi cuello, aún no podía regular su respiración. Me coloqué detrás de ella y la abracé por la cintura, así nos quedamos dormidas.

Por la mañana el sol entraba por la ventana, abrí los ojos y pude darme cuenta que ella también estaba despierta, parecía que era temprano.

—Buenos días, dormilona— me dijo con una amplia sonrisa.

—Hola hermosa ¿qué hora es?— bostecé.

—Las siete con treinta—

—Es demasiado temprano amor— me quejé

—Lo sé, pero tengo una idea— me dijo motivada

—¡Uf! ¿un mañanero en la ducha?— le dije con sonrisa pícara.

—No Paulina— esbozó en un intento de seriedad —una idea para sacar a mis papás—

—¡Oh!— fingí —había olvidado que papis suegros están en casa, espero que no hayan escuchado como profanaba a su hija durante la madrugada— pasé un dedo por su mejilla y simplemente se sonrojó.

—Levántate, tengo un plan— se levantó y tomó su celular para dirigirse a la puerta de la habitación.

—Hermosa— le hablé y se giró hacia mí — creo que deberías vestirte para salir— me reí.

—¡Diablos!— al parecer no se había dado cuenta que iba completamente desnuda

—Aunque no me quejo, tengo la mejor vista— se sonrojó un poco y luego recogió un cojín del piso y me lo aventó a la cara.

La vi colocarse una playera holgada y un short, sin sostén ni bragas. Nuevamente se dirigió a la puerta y esta vez sí salió. Pasaron unos cinco minutos, mientras yo hundí mi cabeza entre las almohadas esperando poder dormir aunque fueran tres minutos más.

—Listo— dijo cerrando la puerta —amor levántate— chilló.

—Tengo sueño— refunfuñé.

—Pudiste no haberte desvelado— decía en un tono malicioso.

—Pudiste no haberme desnudado anoche— dije sin pensar.

Se tiró sobre mí y comenzó a hacerme cosquillas.

—¡Para!— dije entre risas —Está bien, ya me voy a levantar— dije a regañadientes.

Me dio un corto beso en los labios y se levantó. Mientra me vestía decidí preguntarle:

—¿A dónde iremos?—

—A los estudios Universal, así que llévate tu cámara— me regaló una hermosa sonrisa —Ya compre los tickets— agitó su teléfono —¿desayunamos allá?—

—Sí mi amor— respondí. Gobernada, me recriminó mi conciencia.

Salimos y esta vez condujo su papá mientras su madre iba de copiloto, nosotras íbamos atrás, tomadas de la mano. Agradecí profundamente que se ofrecieran para ir al volante pues Andy yo tuvimos oportunidad de pasarla muy bien durante el trayecto.

Y como era obvio, decidimos tomar el almuerzo en The Broomsticks, un restaurante en el parque temático de Harry Potter. Ambas estábamos muy felices, de repente su papá tomó un semblante serio y me preguntó algo que no esperaba.

—¿de qué casa eres Paulina?— me tomó por sorpresa y tranquilamente respondí

—Slytherin— tomé un bocado de mi comida y vi como todos me observaban. —¿Ocurre algo?—

—Eres una deshonra para la Familia Andrea— dijo su madre otra vez en ese tono burlón.

—¡ay¡ mamá, ni yo sabía, me acabo de enterar— me miraba seria.

—¿cómo te casaste con una Slytherin sin saberlo?—

—¡Uf! si te dijera— mi hermosa esposa suspiró —Llegando a casa vamos a hablar seriamente Paulina—

—Supongo que ninguno de ustedes es Slytherin— dije más para mí.

—De hecho, todos somos Gryffindor— dijo su padre mostrándose orgulloso.

—Eh… quiero que sepan que no arrastraré a su hija al lado oscuro— dije con una amplia sonrisa— si ella viene, será por gusto— terminé mi último bocado y los tres me miraron atónitos.

Después de esa divertida e interesante charla, nos fuimos a recorrer Universal City como lo hicimos con el parque, en parejas tomadas de la mano, Andrea me sostenía dulcemente mientras caminábamos por todo el parque. Compramos algunas cosas, descubrimos que éramos muy similares en cuanto a los gustos por películas, héroes y por supuesto, Harry Potter.

Me separé de ellos un momento con la excusa de ir al baño, me fui a la tienda de Harry Potter y busqué dos chaquetas, una de Slytherin y otra de Gryffindor, y también un llavero en forma de snitch. Regresé con ellos y le di la de Gryffindor a Andy, obviamente, no quería morir asesinada por su padre. La tomé de la mano dulcemente y me acerqué a su oído.

—Sé que todo esto fue muy extraño, pero no me canso de agradecerle a la vida por haberme permitido coincidir contigo, y aunque primero nos casamos y luego nos preguntamos el nombre, hay algo que quiero decirte— Me coloqué la chaqueta verde y saqué el llavero metálico de snitch— Tú fuiste mi patronus cuando en mi vida eran sólo dementores— extendí la snitch en su mano —Sé que eres mi esposa, y agradezco al cielo por eso, pero ¿quieres ser mi novia?— Su sonrisa se hizo muy amplia.

Sus papás nos observaban a lo lejos, quizá a unos seis metros. Me aseguré de que no pudieran oírme, pues sería incómodo explicar cómo habíamos terminado casadas.

—Sí Pau, obviamente sí— una lágrima brotó de su ojo derecho —Claro que quiero ser tu novia, quiero ser tu todo— rodeó mi cuello con sus brazos y me besó dulcemente.

Algunas personas a nuestro alrededor aplaudieron, otras se preguntaban por el anillo, incluso escuché quien dijo que era un insulto una Gryffindor y una Slytherin. Lo cierto es que sólo ella y yo sabíamos lo que significaba ese pequeño acto de amor.

Regresamos al departamento por la noche, su padre volvió a ofrecerse para conducir y acepté de inmediato, moría por ir de la mano nuevamente con su hija.

Aprovechando la oscuridad para esquivar un poco la vergüenza, me acurruqué en su cuello, el aroma de su perfume embriagaba mis sentidos.

Llegamos a casa y preparamos un poco de pasta para cenar. Estuvimos los cuatro sentados a la mesa compartiendo anécdotas de todo tipo, ignorando cuántas veces más lo haríamos.

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Por la mañana desperté desnuda, como ya era habitual, esta vez Andrea me tenía prisionera de sus brazos, me dediqué a disfrutarlo mientras duraba, lo cual realmente iba a ser poco, pues ambas despertábamos muy de mañana.

Nos dimos una ducha rápida y salimos a preparar el desayuno, claro que mi suegro ya se había adelantado y estaba preparando waffles con tocino y huevos. Andrea se puso a servir jugo en algunos vasos, su mamá hizo un poco de café y también sirvió un poco para todos.

Desayunamos platicando de trivialidades, decidimos pasar el día haciendo algo más tranquilo, nos fuimos a un centro comercial, Andrea y yo caminamos de la mano todo el tiempo, compramos helados, comimos en una zona de comida donde cada quien decidió qué pedir de lugares distintos.

Por la tarde regresamos al departamento y los papás de Andy decidieron recostarse un rato, ella y yo acomodamos las compras que habíamos hecho, en su mayoría ropa. Me hizo espacio en el clóset de nuestra ahora habitación. Pusimos música y bailamos algunas canciones, entonces una idea entró en mi mente.

Sugerí ir a bailar, ella aceptó sin chistar y se fue a decirle a sus papás, quienes también aceptaron. Por la noche nos vestimos un poco más formal, Andrea llevaba un short corto con una camisa blanca que hacía que su cabello resaltara, como siempre, lo llevaba suelto.

Por mi parte, me puse una falta, converse y una blusa amarilla sin mangas.

La noche pasó más rápido de lo que hubiera deseado, para mi sorpresa, sus papás bailaban muy bien, se veía que estaban acostumbrados a hacerlo, se complementaban a la perfección. Me invadió un sentimiento de anhelo, quería algo así con la chica que estaba en mis brazos.

Disfrutamos de la música mientras bailábamos sensualmente, Andrea me provocaba al tocarme, cuando pretendía besarme y no lo hacía, sin duda sabía cómo ponerme loca.

Entre risas tomamos un taxi hacia el departamento, obviamente no íbamos a conducir pues todos ya llevábamos varias copas encima. Llegando a la habitación Andrea saltó sobre mí, me hizo el amor lentamente mientras me miraba con esos hermosos ojos, su mirada me quemaba por todo el cuerpo.

Por la mañana fuimos muy temprano, casi de madrugada a llevar a sus papás al aeropuerto, nos despedimos entre abrazos y promesas de visitarlos nosotras. De ahí nos fuimos cada una a trabajar. Una nueva semana comenzaba, y sabía que mis aventuras con Andrea apenas estaban comenzando.

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Infinitas gracias a ti que sigues esta historia, me alegraría bastante saber si te ha gustado, estamos ante el penúltimo capítulo de ésta bella historia que sin duda, tiene un por qué algo importante en mi vida, quizá luego les cuente cómo surgió. Por lo pronto, puedo decirles que tiene un poco de verdad y otro tanto de fantasía. Me encantaría recibir un comentario, voto, mensaje e incluso algún correo, esos detalles llenan mi vida.

En los próximos días estaré subiendo la parte final.

Los invito a leer mi primer fanfic Las sombras de Lena, basado en las cincuenta sombras de Grey, que se encuentra disponible también en Wattpad y mi blog personal.

Gracias totales

Clauxs