Receta de Cocina
Todo empezó ayudando a Renata en la cocina por una reunión imprevista y terminé cocinando su exquisito cuerpecito a fuego lento.
Receta de Cocina
Por Georgina del Carmen
Soy el mayor de los dos hijos de mi familia, mi hermana, Renata, es un año menor que yo, actualmente ella tiene 20 y yo 21, ambos somos estudiantes en una universidad privada. En términos generales se puede decir que Renata y yo nos llevamos muy bien, aunque cada uno tiene su círculo de amistades por separado.
Hace aproximadamente año y medio, Renata asistiría a una reunión de compañeros de colegio, sin embargo en la casa en la que se efectuaría la tertulia, los padres de la anfitriona no dieron el permiso correspondiente. Ya todos estaban invitados y prácticamente todo organizado, así que necesitaban un lugar donde realizarla. Era sábado y mis padres estaban en uno de sus acostumbrados viajes de fin de semana y mi hermana me llamó por teléfono para decirme que el festejo seria en nuestra casa, a lo que no me opuse, sino al contrario me ofrecí a ayudarle.
El tiempo estaba encima y me pidió, como principio, realizar algunas compras y empezar a preparar algunos bocadillos, ya que los invitados estaban por llegar.
Cuando Renata llegó con los primeros invitados ya había algunas botanas que ofrecerles y bebidas, tanto alcohólicas como refrescos. En tanto yo preparaba algunos comestibles sencillos, mi hermana los llevaba a la sala para ofrecerlos a los concurrentes. Algunos que recién llegaban traían bebidas o comida que mi hermana llevaba a la cocina para que yo los pusiera en charolas y platos, y preparaba las bebidas que solicitaban.
En una de las entradas de mi hermana a la cocina se inclinó sobre la mesa de preparación de alimentos para adornar unos platos y lo que nunca me había pasado sucedió, fijé mi mirada en el amplio escote de su blusa que, con la ayuda del pequeño brassiere de media copa, dejaba a la vista gran parte de sus atractivos senos, por mas que trataba de reprimirme era imposible despegar la vista de su pecho.
-"¿Qué vez, curioso?"- Me dijo Renata sin mostrar molestia, mas bien en tono festivo, me había descubierto mirándole las chiches.
-"Solo lo que me enseñas"- Le dije sonriente y ella correspondió con sonrisa picara, sin tratar de evitar que se le vieran las lindas tetas.
Cuando salió de la cocina con los platillos, mi fijé por primera vez en su atractivo cuerpo que estaba enfundado en un ajustado pantalón blanco a la cadera en el que se marcaban las pequeñas pantaletas del mismo color y que por la pretina se dejaban ver los olanes de la parte superior de su sensual prenda intima y los altos tacones que acostumbraba calzar resaltaban su atractiva figura. La verdad Renata estaba bien "buena" y nunca lo había notado.
La siguiente vez que mi hermana fue a la cocina confirmé que estaba hecha un "mango", mi mirada volvió a su escote para admirar sus hermosas tetas, Renata se daba cuenta, pero me lo permitía. Me pidió que le preparara una "cuba" y otra para mí y brindamos, se notaba agradecida por la ayuda que le estaba dando y yo encantado viéndole los senos y su estupendo cuerpo que a medida que pasaban los minutos la veía más "rica", me puso cachondo y mi verga se empezaba a enderezar.
Regresó Renata y tras brindar nuevamente me pidió que preparara un aderezo para las botanas, me empezó a ayudar para lo que tuvo que inclinarse y nuevamente puso a mi vista sus hermosos senos y yo embelesado los miraba mientras mi verga se endurecía totalmente.
- "Me los vas a desgastar"- Me dijo sin hacer nada por evitarlo.
-"No se desgastan, no seas envidiosa"- Conteste, sin despegar la vista de su apetitosa "pechuga", tratando de ser simpático, pero la verdad ya estaba bien caliente y le desnudaba con la mirada.
-"Si al rato el brassiere me queda grande ya sabes porque"- Dijo de manera amistosa sin tratar de cubrirse. Yo pensé "En ese plan toda la ropa te quedara grande", ya que a cada entrada que Renata daba a la cocina le recorría todo el cuerpo imaginándola desnudita. Volvimos a brindar y preparé unas nuevas copas para nosotros y algunas para los invitados.
Yo no conocía a nadie de los asistentes y no creo que ellos a mí, ya que asistíamos a colegios distintos, así que no me interesaba salir a saludarlos, me era mas importante ayudar en la cocina y sobre todo ahora que por primera vez estaba disfrutando de la excitante presencia de mi hermana, que como dije me parecía mas "buenota" a cada instante y en consecuencia me sentía mas caliente a cada segundo.
Por enésima vez fue Renata a la cocina, para mi buena suerte ya que gozaba cada ocasión con su perturbante presencia.
-"Té estas portando muy bien, mereces un premio, piensa qué"- Dijo
-"Cuando menos un beso"- Respondí de manera automática, sin meditarlo, me estaba evidenciando de lo excitado que ya me tenía.
-"¿En donde lo quieres?"- Dijo mirándome a los ojos.
-"En donde quieras"- Respondí, pero pensé "En la verga". Renata se acercó a mí besándome en la mejilla.
-"Entonces no lo estoy haciendo tan bien"- Le reproché, me parecía poco el premio, aunque dejarme verle las chiches era mas que buen premio.
-Entonces tu dime donde lo quieres"- Me dijo retadora.
-"Que sea remunerador a la labor"- Dije, mirándole los bellos senos inconscientemente.
Renata, con gran audacia se acercó nuevamente y tomando mi mandíbula con una mano posó sus labios en los míos.
-"Pero ponle ganas"- le dije con cierto cinismo provocado por lo cachondo que ya me tenía, sentía que la verga me explotaba de lo parada.
Mi hermana dio un pequeño sorbo a su copa y sin decir palabra me tomó nuevamente el rostro ahora con ambas manos, y pegó su boca a la mía, la entreabrió chupando mis labios y pasando su lengua por ellos. No supe en que momento puse mis manos en su talle repegando su cuerpo al mío haciéndole sentir seguramente el bulto de mi verga en su vientre.
El beso terminó, pero no nos separamos, nos quedamos mudos e inmóviles por unos instantes.
-"Pero que dure más"- Le dije, refiriéndome al beso. Renata accedió y volvimos a besarnos, ahora con toda la boca abierta chupándonos mutuamente nuestras lenguas y poniendo una gran carga de erotismo en aquel pecaminoso beso entre hermanos. Repegaba mi falo en su vientre con descaro, ella no hacia nada por evitarlo y era imposible que no lo sintiera, de hecho ella hacia presión con su vientre contra mi paquete. El beso se prolongó por lo menos un par de minutos hasta que una amiga de ella entró a la cocina, no pudo vernos ya que estabamos a un costado del refrigerador.
Su amiga quería un trago, se lo serví con el nerviosismo natural de quien estuvo a punto de ser descubierto en algo pecaminoso, Mi hermana disimulaba fingiendo que ponía más botanas en un plato. Cuando la chica salió Renata me dijo
-"Ya ves por nada nos cachan"- Pero se acercó nuevamente a mí. La volví a tomar por la cintura besándonos nuevamente, ahora con mayor pasión y desvergüenza. Juntamos nuestros cuerpos con renovada pasión. Así duramos nuevamente unos minutos disfrutando la situación. Era necesario que mi hermana volviera a la sala, al salir contoneaba su voluptuoso cuerpo provocativamente, mientras yo recorría su excelente figura con la mirada llena de morbo, casi en la puerta volteó y me dijo con picardía:
-"Me tienes ganas, ¿verdad?"- y salió con coqueta sonrisa. Yo estaba que eyaculaba, Renata me tenía tan caliente como nunca lo había estado, el tener esta candente experiencia con mi propia hermana era indescriptible.
A poco tiempo Renata regresó para solicitarme otras copas, su actitud era indiscutiblemente provocativa, sin duda estaba cachonda tanto como yo, bamboleaba exageradamente su cuerpo al caminar y ponía su escote deliberadamente ante mi vista, de entrada volvió a besar mis labios por un instante pero humedeciéndolos con su agradable saliva y procedió a servir las copas para sus amigos, volvimos a brindar, sin mediar palabra nos fundimos otra vez en un febril beso en la boca, mis manos fueron bajando lentamente de su talle hasta sus encantadoras y firmes nalgas acariciándolas con suavidad. Sin perder la pose me repitió:
-"¿Me tienes ganas?- Me susurró rozando sus labios con los míos.
-"Muchas"- Dije masajeando su trasero con mayor energía, ella movía su vientre contra mi falo sin inhibición. Volvimos a besarnos con frenesí desmedido. Subí una de mis manos hasta la cadera baja deslizándola por dentro de la pretina de su pantalón, que siendo strech daba cabida a mi mano sin mucho problema, le acariciaba las nalgas en directo dado que las minúsculas pantaletitas se incrustaban entre sus hermosas posaderas permitiendo manosearlas a placer aun por encima de sus calzoncitos.
Renata también accionaba y con una mano me acariciaba la verga por encima del pantalón a todo lo largo de mi falo.
-"Sí que me tienes ganas"- Me decía haciendo alusión a lo endurecido de mi macana que apretaba con cierta presión. Era mi oportunidad y no estaba dispuesto a desperdiciar, así que con la mano que me quedaba libre la metí por el pronunciado escote de su blusa acariciando sus firmes tetas por debajo de las reducidas copas de su brassiere.
Nuevamente estuvimos a punto de ser descubiertos, un compañero de ella entró a la cocina por otro trago, lo bueno fue que tocó la puerta antes de entrar y tuvimos tiempo de deshacer la pose y fingir otra ocupación. Aquellos sobresaltos eran angustiantes pero al mismo tiempo ponían una carga de erotismo extra en nuestra "pecaminosa" actividad.
En cuanto el tipo salió, abracé a Renata por la espalda, ella complaciente recargaba sus nalgonas contra mi verga moviendo la cadera para sentirla a plenitud, yo con una mano volví a sus tetas y la otra la metí por abajo del pantalón y las pantaletas pudiendo acariciar su vellosidad púbica y alcanzar con mis dedos sus labios vaginales, frotándole el clítoris y mojándolos con el néctar que le brotaba de su candente sexo, mientras le besaba el cuello y la nuca.
Mi hermana tuvo que regresar a la sala a atender a sus invitados, esta vez tardó un poco en regresar a la cocina en donde la esperaba con ansiedad. Por fin regresó, me llevé una grata sorpresa Renata se había quitado el ajustado pantalón y se había puesto una minifalda ajustada de la cadera y de vuelo amplio en los muslos, se veía muy rica mostrando sus piernotas sabrosas. Tras ella entró una de sus amigas que hizo mención a que se había cambiado de ropa. Mi hermana le dijo que se había manchado el pantalón y me puso como testigo del hecho, como si hubiera sucedido en la cocina y ante mi presencia.
Ahora comprendía, mi hermana se había cambiado de ropa para facilitar el guiso de la cachonda receta que se estaba cocinando entre nosotros.
Habíamos quedado a solas nuevamente y nos besábamos con impudicia.
-"Ahora demuéstrame tu que tan atrevido me puedes dar un beso"- Me dijo retadora, mientras mis manos recorrían hacía arriba sus muslos por debajo de la mini hasta su mojada vulva por encima de las pantaletas.
-"Puedo ser tan atrevido como tu quieras"- le respondí.
-"Hazlo tu solo, lo mas atrevido que puedas"- replicó.
Estaba obligado a demostrarle a Renata que podía ser más atrevido que ella, pero principalmente debería aprovechar la gran oportunidad que me estaba dando de disfrutar su cuerpo.
Me senté en una silla e hice que mi hermana se colocara frente a mí dándome la espalda, le levanté la faldita e hice que ella la sostuviera, con determinación le hice a un lado las pantaletitas sacándolas de entre sus hermosas nalgas y con rapidez hundí mi rostro entre la separación de éstas, plantándole un sonoro beso en su culito divino, Renata permaneció inmóvil, lo que me dio oportunidad de seguirle besando y lamiendo su precioso ano en el que intentaba meter mi lengua, hasta que luego de unos instantes mi hermana giró para deshacer la pose y solo acató a decir "Que bárbaro, no te mides, fue delicioso y sí que fue muy atrevido".
Su reacción fue besarme en la boca y una vez que lo hizo me comentó, "Te sabe la boca a mi culito, te sabe tan rico como un sabroso, exótico y excitante aderezo que solo los reyes disfrutan", reímos y continuamos besándonos y manoseándonos por todos lados.
El festejo continuaba en la sala con constantes regresos de mi hermana a la cocina, en donde ella y yo teníamos nuestra fiesta particular besándonos en la boca, me chupaba la verga y yo le repetía los besos en el culito y en la papaya, haciéndola conservar las pantaletitas puestas para evitar que sus jugos íntimos escurrieran por entre sus muslos y por otro lado para poder chupar lo mas que pudiera de ellos en su sexo o en sus calzoncitos. Todo ello enriquecido por la excitante emoción del riesgo de poder ser descubiertos en cualquier momento por sus amistades.
La noche fue cayendo y a poco los invitados se fueron retirando hasta que Renata acompañó a la puerta a la última pareja que quedaba, salí a la sala para recoger los vasos que aun estaban ahí, cuando mi hermana regresó lo hizo con la faldita en la cintura para indicarme que ya estabamos solos, me encontró en la sala, ahí mismo nos fundimos en un ardiente beso en la boca y el manoseo reincidió ahora con la tranquilidad de que nadie podría sorprendernos. Sin embargo volvimos a la cocina para servirnos un último trago y brindar por ésta nueva y perversa, y por ello más excitante, experiencia entre nosotros.
Renata caminaba voluptuosa delante de mí, mostrándome sus fascinantes nalgas que contoneaba con lascivia mientras lentamente se iba bajando las pantaletitas hasta medio muslo, por mi parte me saqué la parada verga sin perder detalle del trasero de mi hermana y lo cachonda que se veía con las pantaletas bajadas.
Servimos las copas y brindamos, con una mano sosteníamos las copas y con la otra ella me friccionaba la macana y yo le estrujaba las nalgas dedeandole el culito. Luego de un largo y obsceno beso Renata me dijo "A este beso le falta el aderezo especial", refiriéndose al comentario que había hecho luego de que le besé el culito la primera vez. Era una invitación más que clara para que le besara el culo.
Decidido empecé a quitarle la ropa mientras le decía, "Claro que vamos a aderezar esos besos, pero primero te voy a cocinar a fuego lento", la encueré por completo dejándola solo con las zapatillas de altos tacones, se veía divina, con velocidad me despojé de mi ropa quedando también desnudo.
Antes que otra cosa le dí gusto, me arrodillé tras ella e incrusté mi cara entre sus nalgonas para besuquearle y chuparle por largo rato el culo como me lo había pedido y luego besarnos en la boca "Aderezando el beso con el delicioso sabor de su adorable culito". Acto seguido hice subir a mi hermana a la mesa de preparación de alimentos y separándole las piernas me hundí entre ellas para darme un banquete mamándole la papaya y degustando su néctar intimo que a borbotones le brotaba de su candente sexo hasta hacerla llegar al orgasmo, dándome más jugo de mujer que tragaba con deleite como si fuera el mas exquisito de los licores.
Renata dijo que era su turno de hacerle los honores a mi falo, trepé a la mesa recostándome y ella se montó en mí, en sentido inverso, mi verga quedó en su boca y de inmediato empezó a mamarla, a lamer el tronco y los güevos, sus nalgas quedaron sobre mi rostro, las besaba y lamía, para luego pasar a su culito y luego a su mojada hendidura sexual y así alternadamente disfrutaba del hermoso trasero de Renata.
Llegó el momento culminante, mi hermana giró permaneciendo montada en mí, ahora de frente y pronunció las "palabras mágicas", con voz temblorosa por la excitación dijo "Cógeme", ella misma colocó mi verga entre sus labios vaginales y lentamente se fue sentando en ella hasta que sus ingles tocaban mi vientre, había devorado mi verga con su sabrosa papaya. Movía su cadera de forma circular y de arriba a abajo como experta putilla poniendo sus manos en la nuca, desde mi posición podía ver sus encantadoras chiches y su vellosidad pélvica.
Sin dejar de moverse se inclinó dándome a chupar sus senos y pude asirme de sus nalgas, yo también hacia movimientos de penetración al compás de sus movimientos de cadera. Pronto le llegó un nuevo orgasmo bañando mi falo y vientre con sus suculentos jugos, pero no dejaba de moverse repitiendo "Cógeme más... no deje de cogerme". No me lo esperaba pero Renata se acercó a mi oído y me dijo "¿Quieres cogerme por mi culito?". Nuevamente sin dejarme contestar mi hermana levantó la cadera, sacó mi verga de su sexo y con su mano la encaminó a su ano haciendo contacto mi glande con su colita.
Renata se separaba las nalgas con ambas manos y se sentaba sobre mi camote haciendo presión para que su culito aceptara al intruso que poco a poco se fue incrustando en su conducto excretor hasta que lo tuvo todo dentro y solo quedaban fuera mis güevos. La agradable presión que su recto ejercía en mi verga me tenia al borde de la eyaculación, sus movimiento de mete y saca arreciaron entre jadeos y ahogados gritos de placer de ambos, sazonados con frases cachondas en las que nos decíamos uno al otro lo rico que sentíamos.
Varios minutos después mi hermana se vino nuevamente y yo le alerté que estaba a punto de eyacular, Renata con agilidad desconocida giró quedando montada como inicialmente, diciendo antes de meterse mi verga en la boca "Dame su esperma como postre, vente en mi boca para saborear tu leche y tú come tu postre de mi sexo". Instantes después me empecé a venir dentro de su boca que no dejaba de succionar mi semen tragándolo con deleite, mientras yo degustaba sus deliciosos jugos vaginales que aun escurrían de su sexo.
Ese fue el inicio de una larga relación incestuosa que ha durado hasta la fecha, aunque que ambos tenemos pareja, y nuestro lugar favorito, cuando podemos, para darnos el placer prohibido es la cocina, aunque no hay un solo rincón de la casa en donde no hayamos disfrutado de muestra pecaminosa relación.
Georgina del Carmen
Relato redactado con datos proporcionados por Niko.com quien asegura son verídicos y autoriza su redacción y publicación, por lo que lo pongo a su consideración.