Rebeca visita la farmacia del pueblo

Nuestra protagonista visita la farmacia del pueblo siguiendo las instrucciones del médico. Su visita será de lo más peculiar.

Este relato es la continuación de “Rebeca en las pistas de esquí”, es aconsejable leer antes el primer texto.

Espero que la lectura esté siendo de vuestro agrado y que disfrutéis tanto leyéndolos como yo escribiéndolos.

-_______________________-

Yo procedí a vestirme lo más rápidamente que pude y abandoné la consulta en dirección al telesilla. Entrando en el hotel empecé a notar los retortijones, afortunadamente tengo un buen control de mis esfínteres y soy capaz de aguantar tanto las ganas de mear como las de cagar durante bastante tiempo. Nada más entrar en nuestra habitación fui directa al baño, allí evacué una primera vez y después procedí a volverme a meter agua tibia con el bulbo que me había dado Alfredo en mi culo, siguiendo las instrucciones del que ahora era mi médico: tener bien limpio el culo para las últimas horas de la tarde. Lo hice tres veces más, he de reconocer que cada vez que lo hacía recordaba cómo me había metido el enema, los azotes que me dieron entre los dos en mis cachetes y la mamada que le hice al final a mi marido…volvía a tener un charco bajo mi coño, como continuara así me deshidrataría antes te empezar la velada.

Una vez estuve segura de que ya no salía nada más que agua de mi agujero, me duché, me vestí y me encaminé a la farmacia del pueblo. Al llegar tan solo estaba la dependienta, me dio la impresión de que estaba esperándome.

  • Buenas tardes -dije a la vez que le entregaba la receta que me había dado Alfredo-.
  • Buenas tardes -respondió ella cogiéndome el papel.

A continuación ella entró en la rebotica y salió con un envase grande, lo que imaginé que sería el sustitutivo de mi alimentación los próximos días. También portava otro envase, éste más pequeño que no supe qué era.

  • Mi marido me ha avisado de que vendría y me ha pedido que le ponga unos pircings, para ello necesito que entre en la rebotica.

Como ya venía siendo costumbre en mi desde hacía unas horas obedecí sin rechistar.

  • Desnúdese -me dijo con tono tajante-. Puede estar tranquila, estamos solas y he cerrado la puerta con llave, no podrá entrar nadie -en esta ocasión utilizó un tono más conciliador-.

Procedí a realizar lo que me había exigido la farmacéutica.

  • No debe preocuparse por nada, mi marido sabe muy bien lo que se hace. -Mi cara debía ser el reflejo de todos mis pensamientos porque a continuación ella añadío- Sí, soy conocedora de que se ha follado su boca esta mañana y de que han quedado en casa a tomarse unas cervezas. Lamentablemente no podré acompañaros esta noche porque tengo guardia y hasta mañana no volveré a mi hogar. Espero que disfruten, yo voy a realizar mi trabajo lo mejor que sé para que así sea. Antes que nada -continuó con su discurso ante mi mutismo- agáchate con las piernas un poco abiertas y cógete de los tobillos, voy a examinar cómo te has dejado de limpio tu puerta de atrás.

Me sentía de lo más incómoda dejando que una extraña me estuviera mirando con lupa mi culo y juzgando si era capaz o no de dejármelo bien limpio, !ni que no lo hubiera hecho antes¡

  • Has hecho un buen trabajo, mi marido estará más que satisfecho. Ahora voy a ponerte una crema que te ayudará a que se relaje el esfínter y evitará que te haga daño cuando te meta este plug por tu lindo agujerito.

Cuando dijo “este plug” giré la cabeza para mirar lo que me estaba mostrando…era el plug más grande que había visto hasta el momento

  • No te preocupes, sólo mide nueve centímetros y medio de largo por cuatro coma cinco de ancho. Al principio te sentirás un poco incómoda, pero verás que pronto te acostumbras y esta noche agradecerás que te haya metido esto -dijo moviéndolo de forma rotativa y vigorosa- por tu querido culito. Ahora que la crema que te he puesto ya estará haciéndote efecto verás que tan solo notas que te lo introduzco, pero no notarás ni dolores ni tan siquiera moléstias en tu puerta de atrás.

La mujer, de la que tan solo sabía que era una hermosura -debía medir sobre el metro setenta y pesaría sobre unos 68 o 70 kilos, bien proporcionada y con una buena delantera. Su larga cabellera bien peinada, recta y perfecta enmarcaba su cara dulce de ojos azules, pómulos marcados y labios perfectos- estaba haciendo un buen repaso a mi anatomía por la zona trasera, me sentía bastante violentada, pero tan solo hacía que asentir a todo lo que me decía y obedecer sus órdenes. Eso sí, mi coño debía estar en otro mundo, porque no paraba de babear y segregar jugos por doquier, en breve me llamarían Rebeca la caracola por culpa de él.

  • Pues muy bien, ya tienes el culito lleno. Ahora recuestate en la camilla boca arriba. Bien, no te asustes, voy a inmovilizarte de manos, torso y pies para evitar que te muevas mientras te coloco los pircings en tus hermosas tetitas y en tu baboso coño, no quiero estropear el nuevo juguete de mi marido. Estoy aplicándote un anestésico local que evitará que notes la punzada en tus pezones…y en tu clítoris…y como veo que eres una buena perra voy a darle una sorpresa a mi marido y te pondre un par más en tus carnosos labios mayores…¡verás que contento se pone!

Empezó a untarme mis pezones, que pronto respondieron a su acción y se hirguieron como dos soldados mientras pasan revisión, aprovechó y estuvo sobándome de lo lindo mis tetas, las apertaba con maestría retorcía mis pezones de una manera ruda y tosca que hacía que mi entrepierna chorrease como un grifo abierto. Cuando se cansó de tocarme las tetas pasó a tocarme mi zona más íntima, la qual estaba totalmente expuesta desde el momento en que me había atado las piernas colgando por la parte baja de la camilla y cada una a una de las patas del mueble, dejándome con el coñito bien abierto. Subió y bajó uno de sus dedos por el cítoris y los labios vaginales, introdujo un poquito uno de sus dedos por mi vagina -no voy a meterte más el dedo, si se entera mi marido se enfadaría mucho conmigo y me daría algunos varazos. Verdaderamente no me apetece-. Se entretuvo un poc más con mi clítoris, dejándolo bien untado de la crema anestésica y procedió a realizarme los cinco pircings…sí, sí has leído bien, cinco pircings: uno en cada  uno de mis pezones, otro en cada uno de los labios vaginales mayores y otro en la puntita superior del clítoris. A continuación y con destreza me untó con la crema que había visto que sacaba cuando entré en la farmacia para comprar mis suplementos alimentícios y me explicó:

  • Esta crema es una fórmula propia que hago a base de extractos de plantas y sirve tanto como analgésico como cicantrizante y antibiótico. Vas a procurar tener bien untados todos los pircings durante las próximas 3 horas y verás como esta tarde podrán hacer uso de tus anillas como si hiciera más de un mes que las llevas puestas. En los próximos días deberas llevar cuidado y seguir aplicándote la crema. ¿Lo has entendido?

Tan solo pude asentir con algunos movimientos de cabeza.

  • Muy bien perra, ahora arrodillate ante mi. -Lo hice, claro-. Cómeme el coño, sin tocarme con tus manos por supuesto.

Y ahí estava yo otra vez, de rodillas ante una persona desconocida hasta el momento y comiéndole sus partes íntimas.

  • Bien perra, bien, pero quiero que metas más hondo tu puta lengua. Umm, así, así… -Ella me sujetó mi cabeza y empezó a fotarse el clítoris con mi nariz, mientras mi lengua estaba bien metida en su coño- Oh, sí, ¡qué placer! Ummm, me corro, ummm que bien -empecé a notar cómo sus jugos entraban en mi boca e incluso en mi nariz. Se pegó una gran corrida en mi boca-. Ya veo qué es lo que le ha gustado a mi marido de ti, tienes una boquita muy buena, como tu culo sea igual de bueno lo vais a pasar de miedo esta tarde…¡lástima que me tenga que quedar de guardia! Espera, no te muevas de ahí, voy a darte una cosita más, para que te rehidrates empezó a mear sobre mi cara, se me introdujo en la boca parte de su orina, no sabía muy bien qué debía hacer pero visto lo que había visto hasta el momento pensé que bebérmelo sería una buena opción, así que me fuí bebiendo lo que me caía dentro. Muy bien perra, estas hecha una gran puta perra. Toma, un poco más, abre bien tu puta boca -me llenó la boca con su orina- ¡Traga!, bien ahora un poco más -mientras volvia a llenarme la boca con su orina- ves tragando a la vez que se te va llenando la boca putita…Ahora límpiame todos los agujeros de ahí abajo -procedí a paserle mi lengua tanto por la apertura de la uretra, como por la vagina como por el ano- Bien, pues ya puedes levantarte, vestirte y marcharte. Recuerda todo lo que te he dicho -acto seguido desapareció por la apertura que daba a la zona de la tienda y oí cómo despasaba la llave de la puerta del negocio, aún no me había acabado de vestir cuando sonó el timbre que alertaba de la presencia de un cliente y oía cómo se disculpaba por haber tenido la tienda cerrada unos minutos en horario comercial. Acabé de vestirme, cogí mis productos y me marché por la puerta de atrás, me sentia totalmente extraña y diferente a como había entrado, me daba la impresión de que mi cara sería el reflejo de todo lo que había pasado en la rebotica de esa farmacia. Me sentia observada y señalada, sólo queria llegar a la habitación del hotel para poder ducharme de nuevo y pensar a cerca de lo que había pasado.

CONTINUARÁ…