Rebeca valora su primer día de perra

Nuestra protagonista hace una valoración de sus primeras 24h de perra.

Este relato es la continuación de “Rebeca y su marido acude a casa de Alfredo (2/2)”, es aconsejable leer antes los textos anteriores.

A la mañana siguiente Rebeca se despertó antes de que sonara el despertador que se había puesto para no llegar tarde a su cita con el médico. Se levantó para ir al aseo y mientras estaba sentada orinando su marido entró:

  • He pensado que no quiero que la primera leche que te entre por esa boquita sea la de otro, así que abrela bien que te la voy a follar. No emitas ningún sonido que los niños aún duermen. Quiero que me hagas una buena mamada, no me vengas con excusas de que aún no te has despertado.

Obedecí al instante, me propuse hacerle la mejor mamada que nunca le había hecho. Javier también estaba aprendiendo a dominar bien su cuerpo y tardó varios minutos antes de correrse, cuando acabó se me quedó mirando hasta que limpié bien su prepucio.

  • Muy bien perrita linda, tu dueño está muy contento por la mamada matutina que le has ofrecido. Puedes continuar arreglándote -dicho esto se subió los calzoncillos y abandonó el baño-.

Continué aseándome y arreglándome para salir al encuentro de mi siguiente polla. Cuando estuve en el ascensor vi que eran las 7:42, iba a llegar puntual a mi cita. Conforme salí del ascensor me encaminé a los baños públicos del hotel en el que me alojaba, en la puerta de los aseos de hombres estaba esperándome Alfredo, me miró con lascivia y me hizo pasar a uno de los aseos con puerta que había en la zona para hombres, huna vez estuvimos dentro se sacó la polla, cogió mi cabeza y me penetró la boca:

  • Son las 7:47 perra, te había dicho que la mamada me la tenías que hacer a las 7:45. Le dices a tu dueño que después de la jornada volvéis a estar invitados a tomar unas cervezas en mi casa, ya rendiremos cuentas cuando vengas -me decía mientras me follaba de forma furiosa la boca.-

Estuvo follándome la boca más de 10 minutos cuando retiró su polla y me ordenó:

  • Abre la boca y saca la lengua, voy a dejarte mi primera lefa del dia sobre ella.

Cuando acabó de correrse sobre mi lengua y me tragué hasta la última gota de su leche procedí a limpiarle la polla.

  • Ahora levántate y enséñame tu culo -obedecí al instante, los sonidos de asentimiento que emitía me hicieron pensar que estaba satisfecho con lo que veía.- Te he traído un regalo, no debería dártelo por haberme hecho esperar, pero como te tengo bastante aprecio…toma -me dió una bolsita con unas bolas chinas- Cuando subas a la habitación después del desayuno te quitas el plug de tu culito y te pones una de estas bolitas en tu coño. Cuando lo tengas dentro haces esta tabla de ejercicios, desnuda y grabándote que después quiero ver el vídeo. La bolita la llevarás la mitad del dia y la otra mitad te pondrás el plug. ¿Has dormido esta noche con el culito lleno? Ahora puedes responderme perra.
  • Sí, he dormido con el plug en el culo.
  • Muy bien, esta noche, si te portas bien, te llevarás otro regalo. Ahora vete perra y ¡haz los deberes!

Encaminé mis pasos hacia la zona del restaurante, ví que mis hijos y mi marido iban a entrar en ese momento, suspiré profundamente, al menos no me había perdido el desayuno con los míos. Desayunamos los cuatro juntos, entre comentarios y risas, Javier aprovechó para comentarles la posibiliad de recibir una nueva clase de snow de manos de Jan, ambos asintieron y aceptaron la invitación con ilusión. Esa mañana tan solo me tomé un par de vasos de zumo, uno de mis hijos me preguntó y le respondí que no me encotraba bien esos días del estómago y que el médico me había recomendado una dieta a base de unos batidos para que el estómago no tuviera que realizar muchos esfuerzos y que, de paso, los batidos ayudaran a recuperar mi flora intestinal. La explicación fue satisfactoria porque ambos asintieron con la cabeza y continuaron con su desayuno.

En la habitación los chicos se dieron prisa en arreglarse para irse lo más rápido posible, habían quedado a primera hora en las pistas con su nuevo grupo de amigos. Quedamos en vernos a la hora de la comida en el restaurante de las pistas. Una vez cerraron la puerta tras de sí mi marido ordenó que me desnudara de nuevo y me preguntó por mi encuentro con Alfredo. Le conté cómo había transcurrido, la cuestión de los dos minutos tarde y la nueva invitación para esa tarde.

  • Estupendo perrita, estás trabajando muy pero que muy bien. Esta tarde volveremos a casda de Alfredo a ver qué nos depara la velada -dijo con una gran sonrisa en su boca y una mirada lujuriosa en sus ojos-. Ahora ponte a cuatro patas, voy a aprovechar que te sacas el plug para darte un poquito por el culo, después te follaré tu coñito antes de que lo llenes con tu nuevo juguete y por último me limpiaras mi polla de tus jugos. Pon tu cara contra el suelo y ábrete el culo para ofrecerme mejor tus agujeritos, no quiero oirte gemir, aquí las paredes son de papel de fumar y no quiero que nadie sepa que me estoy follando a mi perra.

Tras decir la última palabra última palabra presionó sobre mi cabeza para que la bajara y se colocó detrás de mi para empezar a embestirme una y otra vez, de vez en cuando me pegaba una palmada en la parte superior de alguno de mis muslos. Cuando se cansó de follarme el culo continuó con mi coño haciendo un ritual semejante al anterior. Finalmente se colocó delante de mi:

  • Colócate sobre tus rodillas y hazme la mamada que sabes que me gusta -obedecí su orden, él cogió mi cabeza con una de sus manos y me la apretaba fuerte contra su pelvis unos ocho o diez segundos cada vez, después de unos minutos así- Ahora prepárate para recibir mi leche -ya sabía que eso quería decir que debía abrir la boca y sacar la lengua un poco para que me fuera echando su leche. Cuando acabó le limpié la polla. -Bien perrita, nos vemos sobre las 11:30 en la cafetería de las pistas -dicho esto cogió sus cosas y se marchó dejándome aún de rodillas en el suelo y con su sabor en mi boca.

Después de que mi marido se marchara me cambié el plug por la bolita que me había dicho Alfredo en mi coño, en un principio no me pareció gran cosa pero conforme iban pasando los minutos me dí cuenta de que la puñetera bolita cada vez pesaba más y debía esforzarme para que no se me saliera del coño y encima debía hacer la tabla de ejercicios con ella.

Cuando acabé de realizar todos y cada uno de los ejercicios no sin bastante dificultad para que no se me saliera la puta bolita, me duché y me arreglé para ir a las pistas. A las 11h encaminé mis pasos hacia el telesilla para subir a la cafeteria, no quería volver a llegar tarde. Quince minutos más tarde estaba ya en la cafetería y, a pesar de que había bastante gente, no me fue difícil encontrar la mesa en la que ya estaban mi marido y “mi médico”.

  • Hola, buenos días -me dijo un sonriente Alfredo como si no me hubiese visto desde el día anterior en el mismo lugar-.
  • Buenos días, ¿qué tal ha ido la mañana? -pregunté para no parecer descortés ante los oídos de otras personas externas a nuestro peculiar grupo-.
  • Muy bien, no he tenido mucha gente hoy -respondió él.-
  • A mi también me ha ido genial, he estado bajando por las pistas rojas como si fuera levitando, parece que me hayan quitado un peso de encima -dijo con una sonrisa de oreja a oreja estampada en su cara, mirando a Alfredo y guiñándole un ojo-.
  • Bien, voy a por tu café, aún no lo había comprado para que no se te enfriara. ¿Me acompañas Javier?

Ambos marcharon juntos y me dejaron a solas en la mesa al cuidado de todos sus trastos. Unos minutos más tarde volvían con un vaso de café y unas radiantes sonrisas en sus caras.

  • Toma, tu cortadito con leche acabadita de extraer, para que conserve todas sus cualidades -dijo Alfredo-.
  • Jajajaja -empezaron a reir ambos sin poder parar. La gente nos miraba y yo me ruboricé como nunca antes, agaché mi cabeza y empecé a tomarme aquel brebaje.
  • Espero que te guste, he pensado en preparártelo todos los días -me dijo mi marido con su sonrisa perenne y un brillo en sus ojos que no supe descifrar-.

Al rato, cuando Alfredo y mi marido ya iban a marcharse, el primero a trabajar un rato más y el segundo a realizar algunas bajadas más esquiando, apareció Jan portando un par de vasos de café:

  • Toma preciosa, te he traido un cortadito para que te ayude a reponer parte de la energía que gastaste ayer -dijo guiñándoles un ojo a los otros dos-. Espero que no os moleste.
  • No, que va, nosotros ya le hemos invitado a uno, ahora nos vamos a nuestros quehaceres -le respondió mi marido. Me di cuenta que cada vez se encontraba más cómodo en compañía de aquellos dos completos desconocidos hasta el día de antes , de que disfrutaba con ellos y de que se había vuelto más locuaz. Se despidió de mi dándome un pico-.
  • Nos vemos a la una en punto en el comedor -se despidió Alfredo antes de abandonar el local.-

Estuve a solas en la cafetería poco más de una hora, Jan se marchó cerca de las 12h para atender su última clase antes de la hora de la comida. A la una menos diez aparecieron nuestros hijos y poco después mi marido, nos bajamos los cuatro al comedor aunque nuestros hijos ya nos advirtieron de que no comerían con nosotros. Poco después de la una nos sentábamos en una mesa Javier, Alfredo y yo. Éste último se miró el reloj:

  • Se nos ha vuelto a hacer tarde, son las 13:08, se que no es tu culpa, pero mía tampoco -me dijo Alfredo relamiéndose los labios-.

Javier, Jany y Alfredo llegaron con sus bandejas de comida con su primer plato, segundo y postre, mientras ellos comían yo miraba cómo lo hacían pues se me había olvidado subirme el preparado para hacerme un batido. Poco después de la una y media habían acabado de comer:

  • Bueno, ahora toca un café bien cargado -comentó mi marido.
  • Sí, acompáñame para traerlos mientras Jan y Rebeca que salgan fuera a coger una mesa, aquí dentro hay demasiado ruido -dijo Alfredo- Jan, cuando estéis instalados en la nueva mesa entra -le dijo guiñándole un ojo y con una sonrisa pícara en la boca-.
  • De acuerdo, ahora nos vemos -respondió Jan-.

Estaba sentada en una silla disfrutando de los rayos solares sobre mi cara, recordando algunas de las escenas de la tarde anterior cuando llegaron los tres entre risas y comentarios:

  • Toma perrita, tu café con leche -me dijo mi marido antes de ponerse a reir junto con sus dos nuevos amigos.

En esa sobremesa me enteré de que tanto Alfredo como mi marido eran de la misma quinta, ambos tenian 46 años y Jan tenía 40, llevaba unos 20 años como monitor de snow. Alfredo y Jan se conocían de trabajar en las pistas, juntos llevaban sobre los 15 años y desde hacía casi 10 organizaban juntos veladas como la del día anterior.

  • Será hora de volver al puesto -comentó Alfredo-.
  • Sí, yo he quedado ahora con vuestros hijos, haremos una clase hasta las 15:30 -dijo Jan-.
  • Pues me iré a hacer un par vajaditas por las rojas desde la parte alta hasta abajo y sobre esa hora vendré para acabar el día esquiando con mis hijos -dijo Javier- bueno, eso si ellos me lo permiten.
  • Perrita -me dijo Alfredo- ahora cuando vuelvas al hotel te cambias la bolita del coño por el plug en el culo. Acuérdate de hacerte la lavatiba igualmente, me gusta que los agujeros en los que meto la polla estén bien limpios -dicho esto me pegó un pellizco en el culo y yo me envaré-Ahhh, veo que te duele el culito de las atenciones de ayer, te recomiendo que te pongas la crema que te dió María para los pircings también por las tetas, el abdomen y las nalgas, esta noche va a haber más -me confirmó con su sonrisa lasciva y alzando las cejas-.

Javier esperó a que se fueran los otros dos a mi lado:

  • Rebeca, me encanta el papel de perra que estás haciendo, me lo estoy pasando muy bien. Te adoro -nada más acabar la frase me dio un morreo-.
  • Yo también estoy disfrutando mucho, me siento más llena y más viva que nunca -le dije con la mejor de mis sonrisas-.
  • ¿Cómo ha ido el día? Más o menos llevas siendo una puta perra unas 24 horas -comentó Javier.-
  • ¡Oh! Pues es verdad, no lo había pensado. Pues he de decir que me siento diferente, pero creo que es un diferente bueno. En la velada de ayer hubo momentos que me sentí humillada, aunque esas mismas situaciones eran las que más cachonda me ponían así que decidí que me gustaban. Desde que llevo los aros estoy superexcitada todo el tiempo, supongo que me acostumbraré con el tiempo pero me gusta esta sensación. Me ha encantado esta mañana cuando me has follado la boca al despertarte, me he excitado al encontrarme con Alfredo en los baños públicos y lo he vuelto a hacer cuando te he hecho la mamada después del desayuno; reconozco que empiezo a valorar de forma positiva el semen. He de confesarte que me está gustando mucho y que nunca habría pensado que fuera tan puta. Definitivamente, este primer día como perra me ha…no encuentro la palabra…extasiado, encantado, llenado…no se cual lo define mejor…
  • No sabes lo que me alegran tus palabras porque yo también estoy disfrutando muchísimo como tu dueño y pienso seguir haciéndolo por bastante tiempo. Ahora perra, ves a la habitación y haz tu trabajo que me estás entreteniendo demasiado y no me dará tiempo a esquiar lo que queria -antes de girarse metió la mano por mi anorak y cogió el aro del pezón derecho y me lo estiró hasta que emití un gemido de dolor-.

CONTINUARÁ…