Rebeca
Este relato es fruto de mi imaginación, no es real. Esta basado en una historia que me explico una amiga. Espero que les guste.
Rebeca
Desde muy joven, traté de aprender todo lo que pudiera sobre sexo, eso me hizo una excelente amante, conocí hombres que me educaron sexualmente, algunos me enseñaron lo que se debe hacer....y otros todo lo contrario, de esa manera los fui estudiando, conociéndolos, sabiendo cuales eran sus deseos mas ardientes, sus temores, sus ansiedades, sus fantasías mas prohibidas, aquellas que ni locos le contarían a un amigo. Todo esto me llevó tiempo y mucha paciencia, pero los resultados fueron excelentes, porque hoy ellos casi no tienen secretos para mí. Esta "graduación" me llevó a atravesar muchas barreras que quizás otras chicas no se atreverían a pasar, el sexo oral fue una experiencia temprana y tal vez la barrera mas sencilla de pasar, luego llegó el sexo anal, y aquí sí, marque diferencias con mis congéneres, ya que muy pocas se atreven a "entregar su trasero", y las que lo hacen, acceden solo por satisfacer a su hombre y no como una experiencia buscada y disfrutada. En cambio yo siempre lo hice por puro placer, valga el juego de palabras. Fue justamente este deleite mío por el sexo anal, lo que me hizo tan solicitada por los hombres que se movían en mi círculo de amistades, y a medida que fui creciendo mi cuerpo se fue tornando cada vez mas imponente, mis pechos, bien desarrollados, eran muy llamativos y se convirtieron en el centro obligado de las miradas masculinas, y mi trasero, firme y bien modelado, era blanco de los piropos mas osados. Y yo consciente de mi belleza, potenciaba el efecto que producía mi paso, con blusas semitransparentes, pantalones de hilo súper ajustados, minifaldas cortas, o cualquier otra prenda que me permitiera provocar, y les juro que lo lograba, casi siempre usaba colores pasteles o blanco, para hacer resaltar mi negrísimo y largo cabello.
Por supuesto que esta actitud mía me trajo algunos problemas, porque los hombres me acosaban y no querían aceptar el NO tajante que les proporcionaba si no me gustaban, incluso hubo un par de veces que debí recurrir a la amenaza de ir a la policía si no dejaban de insistir, pero en el fondo me divertía. Y la otra consecuencia fue el odio que me tenían las mujeres, que veían en mí al mismo demonio, una mujer inescrupulosa que solo quería robarle a sus hombres, y esto sí que no lo hacia, jamás salí con un hombre casado, al menos no me enteré que lo fueran, pero mi fama me jugaba en contra.
Y sucedió que un día llegó a la empresa en la que trabajaba, una chica de 29 años, 5 mas que yo, que acababa de cumplir los 24, que realmente era muy linda, ahora lo puedo decir, pero en ese momento, ni en sueños lo reconocía, y esta muchacha pronto me tomó antipatía, quizás instigada por las demás chicas que veían en ella a la mujer que me destronaría como la mas hermosa del lugar. Muchas veces pasaban a mi lado y ponderaban la ropa de Rebeca, (ese era el nombre de mi rival), el cabello de Rebeca, las piernas de Rebeca, la inteligencia de Rebeca, etc, y lo hacían con el solo objetivo de incomodarme y hacerme rabiar, cosa que consiguieron enseguida pero que jamás demostré.
La cuestión es que esta señorita me trataba bastante mal, además era jefa de personal, por lo que estaba bajo su mando (yo era secretaria), y cuando estábamos solas siempre me hacia referencias sobre un ex-amante mío que en ese momento salía con ella y siempre remataba su comentario con una sonrisa burlona y mirada sobrada.
Esto siguió así por mucho tiempo, casi un año, y ella aumentó su animosidad contra mí, hasta que un día mientras estábamos en el ascensor, solas, entonces lo detuvo y me preguntó porque no me iba de la empresa, ya que nadie me quería ahí, y que les haría un gran favor a todos si me retiraba, yo me la quedé mirando un poco asustada porque noté odio en su mirada, y no le contesté, entonces ella siguió acercándose hasta quedar casi cara a cara conmigo, y me dijo que si no me iba, ella tenia maneras de hacerme renunciar, todo esto sin dejar de mirar sobradamente, yo me sentía confundida y furiosa al mismo tiempo y no sabia como reaccionar, traté de mantener la calma, al menos exteriormente y creo que lo logré, casi la agarro de los cabellos, pero eso le daría la excusa para echarme, fue un instante en que no sabia como iba a reaccionar, yo, estaba entre ella y la pared, ahí casi pegadas, y ella con su maldita sonrisa, sentí deseos de borrársela, pero no sabia como, pensé en insultarla, en amenazarla, pero esto no daría resultado, y casi sin pensarlo y sin saber porqué, le di un furioso beso en la boca. Ella retrocedió confundida, como si no entendiera lo que había pasado, de hecho, yo tampoco lo entendí, lo juro, y trató de accionar el ascensor, cosa que logró después de varios intentos, se quedó en un costado, sin mirarme, y eso para mí fue maravilloso.
¡Había borrado aquella sonrisa!, me sentí tan eufórica que en ese momento no había reparado en lo mas obvio, por primera vez en mi vida había besado la boca de una mujer, y eso no me disgustó para nada, a pesar que lo imaginaba como algo que me repugnaría.
Antes de que se abrieran las puertas del ascensor miré a mi rival, que seguía con la mirada en el piso, todavía confundida, y noté algo de lo que no me voy a olvidar nunca, debajo de su blusa, se marcaban nítidamente sus pezones, y recién ahí entendí el motivo real de la confusión de Rebeca, aquella mujer ¡estaba excitada!, y para mí fue como tocar el cielo, ¿seria posible que yo hubiera logrado vencer a mi enemiga de aquella manera?
Antes de salir la miré y le dije -Por favor, no me persigas mas, me pone de muy mal humor, y cuando me enfado no sé como voy a reaccionar, ¿entiendes, mi amor?- deje caer el "mi amor" con suavidad y mirándola con aire de inocencia, y dicho esto me salí del ascensor con tal tranquilidad que aún hoy me asombro de mi misma.
Rebeca tardó mucho tiempo en volver a hablar conmigo y aparentemente nunca le contó a nadie lo que pasó en aquel ascensor, y yo guardo el mejor de los recuerdos de aquella tarde, en que por primera vez, tuve el primer contacto lésbico, que aunque inocente, ya que fue solo un beso, estuvo cargado de emoción. Y pensar que una vez un amante mío me propuso formar un trío con otra mujer y yo le respondí con un soberbio cachetazo, al tiempo que le gritaba -¡Yo no soy ninguna tortillera!, pero bueno a veces las cosas se dan así, sin proponérselo.
Después de aquel incidente con Rebeca, mi cabeza se llenó de sensaciones que nunca había tenido, el hecho de haber besado en la boca a una mujer, no era algo fácil de digerir, y menos si antes no había tenido ninguna fantasía al respecto, antes de esto las mujeres eran solo rivales en la lucha por conquistar hombres, pero no las veía como centro de la conquista. Hubo una vez una amiga que se me insinuó y la saqué volando, porque me parecía tan chocante que una mujer amara a otra mujer, que no pude evitar decírselo, llenándola de vergüenza, y ella me pidió por favor que no se lo contara a nadie, cosa que yo no prometí y que usé como amenaza, por si insistía con el tema mas adelante, hoy estoy arrepentida por aquella actitud y desgraciadamente no tengo la posibilidad de pedir perdón, ya que después de aquel episodio no volví a verla nunca mas.
Quizás la sensación mas fuerte que me quedó fue la de la ternura de aquellos labios, me emborrachaba de placer al recordar la textura, la suavidad y la frescura de la boca de Rebeca, muchas veces me sorprenda con los pezones erguidos por imaginar que repetía esa escena, y así de a poco, fui tomando conciencia de que no había sido tan terrible lo que había hecho, y que no difería mucho de mi primer beso con un chico, de esa manera me fui haciendo a la idea de que besar a una mujer no me convertía en lesbiana, y quizás se me duplicarían las opciones a la hora del placer.
La otra sensación fuerte que me dejó fue de que manera sorprendí a aquella mujer, que parecía tan segura y arrogante, y que después de mi beso, me evitaba la mirada, y trataba de hablar conmigo lo menos posible, solo lo imprescindible entre una jefa y su empleada, pero mas de una vez la sorprendí mirándome mientras escribía o realizaba algún trabajo y esas miradas no eran del todo inocentes (cosa que pude comprobar después). Hasta donde yo sé, ella nunca contó a nadie lo que sucedió en ese ascensor, (por lo menos, no en la empresa en donde trabajamos).
Y sucedió que un día de mucho trabajo tuve que quedarme unas horas mas para terminar el trabajo de liquidación, por lo que nos quedamos ella, una chica de nombre Claudia y yo, pero me sorprendió y gratamente que pasadas las 21:00 horas le pidiera a Claudia que se retirara, cuando aún quedaba trabajo por hacer, ¡y mas me sorprendió que se quedara a solas conmigo!, pero eso fue lo que sucedió, y cuando ya nadie quedaba en la empresa, salvo la gente de mantenimiento y limpieza, que estaba en los pisos inferiores, empezó a resoplar cuando supuestamente algo le salía mal, o hacia algún comentario en voz baja como si fuera para ella solamente, pero lo suficientemente audible para llegar hasta mí, entonces, me di cuenta que quería llamar mi atención y decidí avanzar hasta donde la prudencia me lo permitía, y en uno de los tantos resoplidos le pregunté que era lo que le pasaba, y me contestó- no sé lo que me pasa, hoy estoy hecha una inútil, nada me sale bien.
-Si te puedo ayudar en algo solo tienes que decirlo- le contesté.
-Te lo agradecería, por que estoy agotada y ya no puedo mas- fue su respuesta
Al final "el problema" era una chorrada que una jefa como ella podía resolver muy fácilmente, lo que me dio pie para pensar que solo fue una excusa para romper el hielo. Una vez resuelto le pregunté si necesitaba algo más, a lo que respondió que no, por lo que me volví decepcionada a mi mesa de trabajo. al ver que pasaba la hora y no había progreso, decidí que debía hacer algo y rápido, tomando coraje y sin importarme lo que pasara, me levanté de mi silla y le dije que tenia que preguntarle algo que era muy importante, ella me miró un poco desconcertada y me dijo- Sí, pregunta lo que quieras.
-¿Te acuerdas de lo que pasó en el ascensor?- le dije
-No, ¿que pasó?- su respuesta no me convenció para nada, ya que yo sabia que no podía olvidarse de aquel momento tan fácilmente- así que fui lo mas directa que pude, como siempre
-Pasó que no puedo sacarme de la cabeza el beso que te di y tengo unas ganas de repetirlo....-fue mi respuesta.
Ella me miró y noté su nerviosismo, quería hablar y no podía, giro la cabeza hacia la puerta y dijo.
-Alguien puede entrar en cualquier momento
Esas palabras significaban que no me rechazaba, es mas, era una aceptación cabal de lo que le proponía, y esto me llenó de alegría, había conquistado a aquella mujer, solo faltaba consumar la conquista y que mejor lugar que esa oficina en donde estábamos solas y sin nadie cerca que interrumpiera.
Me acerqué suavemente a su oído, y le dije que nadie vendría a molestar y que si ella no quería seguir, que me lo dijera que yo no me enojaría. Pero no dijo nada y ese fue el último peldaño de la escalera que me llevaba a su boca, la besé con tanta pasión y tanta fiebre que me quedaron ardiendo los labios, pero no me importó, besé sus labios, sus ojos, sus mejillas, recorrí con mi lengua los lóbulos de sus orejas y lamí su cuello, aquella piel tan suave y perfumada me emborrachaba, en ese momento entendí lo que siente un hombre cuando besa mí cuerpo, seguí disfrutando de la piel de Rebeca hasta que me separé para ver su rostro, que estaba en profundo éxtasis, y contemplar a esa mujer tan excitada me provocó una onda de calor que casi me ahogó, traté de recuperar el ritmo de mi respiración y cuando lo logré, deposité mis manos en sus senos, sin dejar de besarla, y pude descubrir que estaban erectos, y con cada caricia de mis dedos, un suspiro de Rebeca inundaba el ambiente, y me llenó de satisfacción que yo pudiera darle placer a una mujer, con solo acariciarla. Poco a poco ella se fue animando y me apretó los pechos, como si quisiera amasarlos, me besó tan profundamente como lo había hecho yo y por último, sin dejar de mirarme me desabrochó la camisa blanca del uniforme, y levanto mi sostén, dejando mis pechos al aire, que se movían rítmicamente al compás de mi agitada respiración, bajó su cabeza y pude sentir por primera vez, una lengua femenina sobre mis pezones, y les juro que esa sensación no se borrará jamás.
Fue entonces que escuchamos una puerta que se abrió en algún lado, y nos asustamos, por lo que rápidamente acomodamos nuestras ropas como pudimos y mientras yo le acariciaba el cabello a Rebeca, apareció uno de los guardias de seguridad que estaba haciendo su ronda y nos vio a través de la ventanilla de la oficina, Rebeca se puso pálida, y me di cuenta que metería la pata si yo no actuaba rápido, así que la tomé de los cabellos con mas firmeza que violencia, y la empujé sobre su silla y le grité -Ahora te salvas por que no estamos solas pero la próxima vez no te va salvar nadie.
Y diciendo eso y poniendo la mejor cara de furia, me retiré de la oficina, pasando al lado del vigilante que me miró sorprendido y con miedo de que le pegara a él también.
Mientras fichaba mi salida escuché como el hombre le preguntaba a Rebeca porque yo la había empujado y si quería que me detuviese, a lo que ella le contestó que no, que el tema ya lo arreglaría de otro modo. Dicho esto el vigilante se retiró después que yo sin sospechar lo que realmente había pasado. Mi rapidez de reflejos nos salvó de un verdadero escándalo y además empezó a correr el rumor de que nos habíamos peleado y eso hizo que tuviéramos una coartada perfecta para continuar con lo que habíamos dejado inconcluso.
Después de aquel encuentro en la oficina, Rebeca no volvió a hablar de tema, solo charlábamos del trabajo, evidentemente se había asustado por lo del vigilante que casi nos sorprendió en plena batalla lésbica, entonces al ver que no daba señales de continuar lo que habíamos dejado inconcluso, decidí llamarla por teléfono para concertar una cita en una cafetería de la Diagonal de Barcelona, pero ella me dijo que no quería saber nada del tema y que estaba arrepentida de lo que habíamos hecho, esta respuesta me decepcionó, pero igual insistí para que nos viésemos por última vez y después nunca mas tocaríamos el tema, pero nuevamente me dijo que no, entonces yo le dije que iría igual, y que la esperaría a las 7 de la tarde (ella dejaba el trabajo a las 18:00).
Me vestí igual aunque esperaba que ella no fuera, un jeans y una blusa bien ajustada eran mi ropa, sin sostén. Salí y cuando llegué al café de la cita ella ya estaba allí, lo que no dejó de sorprenderme, le pedí que entráramos a tomar algo y me dijo que no, que solo vino para decirme que olvidáramos lo que pasó, le dije que un café no quitaría ni agregaría nada a la situación y finalmente la convencí. Cuando nos sentamos, los hombres que estaban en el café nos miraban, lo que era lógico ya que las dos éramos hermosas, y además a mí se me marcaban mucho los senos.
Luego de unas palabras sobre el trabajo, le dije que no tuviera miedo que yo jamás le contaría a nadie lo que había pasado en la oficina aquella noche, y que después de que nos despidiéramos nunca mas le tocaría el tema, pero que ahora quería preguntarle algunas cosas, ella asintió y me dijo -Yo también.
¿Que cosas quieres saber? le dije.
¿Porqué me besaste en el ascensor?, fue su pregunta
En realidad no lo sé, le dije te lo juro, lo único que sé es que me gustó mucho. Cuando dije esto ella se puso colorada y se tapó la cara pero me sonrió y me dijo - A mí también.
Eso me dio pié para acelerar a fondo e invitarla a mi casa que queda a 10 minutos de allí, al principio como siempre dijo que no, pero luego aceptó, así que salimos, paramos un taxi y bajamos enfrente de mi casa. Cuando entramos yo estaba muy excitada y ella levantó a Txiqui, mi gato siamés y comenzó a acariciarlo mirándome a los ojos, yo le dije que quería terminar lo que habíamos dejado inconcluso, y su respuesta fue dejar a mi gato en el suelo, y apoyarse en la pared, yo me acerqué y posé mis labios sobre los suyos suavemente, ella me hundió la lengua y nos quedamos así por varios minutos, besándonos profundamente y tocándonos los senos, le quité el suéter gris que tenia puesto y luego la camisa y ella me quitó la blusa dejando mis pechos al aire, volvimos a besarnos y ella me lamió los pezones y yo me calenté mucho con la visión de su boca atrapando un pezón entre los labios, levanté su cara con las dos manos y la volví a besar, ella acarició mi trasero y luego buscó el cierre de mi pantalón y lo abrió para luego meter su mano en mi sexo que ya estaba empapado, me quité el pantalón y volví al juego, ella se había quitado el suyo y al fin pude contemplar su cuerpo, que era hermoso, nos pegamos acariciándonos los senos mutuamente y luego le quité la ropa interior y ella quitó mi tanga blanca que era lo único que me quedaba, así seguimos abrazadas hasta que me separé de ella y la arrastré hasta mi cama, la tiré sobre el colchón y me coloqué sobre ella, poniendo mi muslo derecho entre sus piernas para comenzar a frotarlo contra su sexo, ella lanzó un suspiro y eso me puso en las nubes, así que decidí cruzar la última barrera me puse al pié de la cama, me arrodillé, la tomé de las pantorrillas y la atraje hacia mi, dejando su sexo frente a mi cara.
Era la primera vez que veía un sexo tan cerca mi y contemplarla me quito el aire, la tenia depilada y los labios tenían los bordes brillosos, lo que significaba que estaban húmedos, me quedé ahí sin saber si me animaría a hacerlo o no y cuando estaba a punto de retirarme, vi la cara de Rebeca excitada, contemplándome y allí fue donde decidí ser realmente una chica bisexual, apoyé mi boca bien abierta sobre toda su sexo, devorando todo, labios, clítoris, y hasta el bello de su pubis, luego introduje mi lengua bien al fondo y al fin pude sentir el sabor de una mujer en mi boca, después me dedique a recorrer aquella maravilla con suavidad, metiendo mi lengua entre todos los pliegues, cada tanto succionaba su clítoris como si chupara una cereza, me encantó hacerlo, pero me levanté y subí a la cama, me puse al revés que ella y puse mi sexo frente a su cara mientras hundía mi cabeza entre sus piernas, al rato sentí su boca recorriendo mi clítoris, ¡fue hermoso! estábamos en pleno 69 y así acabamos como yeguas. Yo me quedé respirando agitada a 5 centímetros de aquel sexo y podía ver cada tanto pequeños espasmos, y allí supe que jamás dejaría de degustar aquel manjar.
Luego nos levantamos y nos dimos un baño de inmersión en donde probamos cosas nuevas para nosotras, como masturbarnos mirándonos, y eso nos dio nuevos orgasmos.
Nuestro encuentro terminó a las tres y media de la mañana, ella se quedó a dormir conmigo, y ese no fue el único encuentro, pero sí fue el mas deseado. Hace mucho que no veo a Rebeca, aunque hablamos por teléfono seguido y este verano pensábamos encontrarnos en Tarragona, donde ella vive, pero no podrá ser ya que yo me mudaré a Madrid, pero me queda el dulce recuerdo de su cuerpo y el sabor de su sexo.