Rebeca

Mi historia con Rebeca.

Sus pechos oscilaban al compás de su risa, mientras me miraba con ojos de viciosa, sonriendo, quitándose la ropa. Su esbelta figura me llena los sentidos y apenas me puedo fijar en su cara. Pero sus poderosos ojos me hipnotizan y no me puedo apartar de ellos. -¡Concéntrate anda! Me acaricia la cara con sus senos y me frota la verga con sus manos, la excitación sube en mí hasta límites insospechados previamente. Se introduce mi miembro en su boca, apenas rozándolo con los labios, con esa sensación electrizante que produce el contacto apenas insinuado. Mi espalda se pone tensa al tiempo que un cosquilleo recorre mis ingles y mis muslos se estiran para tratar de introducirme aún más en su boca, que se cierra progresivamente. Pero sólo para abrazar mejor mi pene y deslizándose suavemente, alcanzar la base de mi glande, donde hace presión y succiona al tiempo que con la lengua me aprieta la superficie. El goce es difícil de describir. Sus ojos me miran fijamente, como queriendo mantenerme atado a ella. -¿Quieres concentrarte? La frecuencia va aumentando progresivamente, al tiempo que la presión que ejercen sus labios se reparte por todo el cuerpo de mi pene, Estoy temblando de excitación y mis piernas flaquean cada vez que succiona mi glande, como si tratara de extraerle su jugo. Acompaña sus movimientos con masajes con la mano en el pene que queda al descubierto cada vez que ella se retira y comienza a jugar con él dentro de su boca. Lo gira levemente, haciendo un movimiento como de tornillo, suave al principio, cada vez más intenso, tensando mi piel y dándome el máximo placer. Y con sus ojos parece que me avisa, me alerta, me mantiene unido a ella. -Concéntrate de una vez Siento que voy a explotar, el semen ruge por salir de mi interior y abalanzarse sobre ella, trato de aguantar para aprovechar al máximo el placer pero al chupar está haciendo sonido a propósito, como si sorbiera un helado, lo cuál me excita aún más. Mi piel está al límite tras tanto sobe y mi glande está pidiendo a gritos un orgasmo al no poder resistir más su delicada lengua recorriéndolo con vigor y tremenda intensidad. Me voy a correr, trato de avisarla pero las fuerzas no me llegan nada más que para un gemido aislado. Y sin embargo ella se traga toda mi corrida, directa a su garganta pues se ha introducido el pene hasta la base cuando ha notado que se acababa. Chupa y después lame hasta dejar mi verga limpia y reluciente, extasiada de tanto placer. Y sus ojos permanecen fijos en mi, retándome, llamándome. -¡Mira, si no te concentras no vamos a acabar nunca! - De acuerdo, a ver si acabamos este caso y paramos para comer Joder como me pone la nueva enfermera. Y eso que sólo le veo los ojos encima de la mascarilla...