Realidad 4
No me puedo desenganchar de mi hermana y por accidente casi acabo follandome a mi madre
A pesar que los recuerdos se mantienen nítidos en la memoria, ubicarlos en el tiempo es difícil, al final se amontonan solo puedo intuir detalles para darle a cada uno una cronología, lo que si tengo claro es que la aventura del intento de involucrar a los primos fue cumplidos los 16, aun faltaría evolucionar al cuerpo de ambos pero ya mi hermana tenía un cuerpo de mujer, las tetas ya habían alcanzado un volumen impresionante y la tersa pelusa de su coño ya se había convertido en una mullida mata de pelo. Después de la decepción que nos llevamos la cosa se enfrió, procuramos centrarnos más en nuestra vida social, dedicar más tiempo a las amistades y a otras actividades, era difícil mantenernos muy distantes porque además de la circunstancias familiares de tener que pasar mucho tiempo en nuestra mutua compañía, por la poca diferencia de edad prácticamente compartíamos los mismos espacios y círculo de amistades, no era un problema de por sí, ya que insisto nuestra relación era muy buena, pero era como querer dejar de fumar trabajando en un estanco. Hasta ese momento nuestros encuentros eran muy serenos, producto de juegos previos y mucha comunicación, se podría decir que hacíamos el amor y no necesariamente finalizaba en coito. Pero después de aquello, la abstinencia a la que nos sometíamos ocasionaban que sesiones explosivas, se acumulaba la tensión hasta un punto de ruptura y bastaba cualquier pequeño detalle para desencadenar una actividad frenética. Para ella era más fácil, le bastaba con mostrar parte de su suculenta anatomía para tenerme a su completa disposición, yo muchas veces tenía que pasar un largo proceso de insinuaciones para lograr su colaboración. En el fondo era una tortura porque fue cuando más tiempo de libertad teníamos, ya no era necesario dejarnos bajo el cuidado de nadie durante los cada vez más frecuentes viajes laborales de nuestros padres. Eso mas esporádicos pero más salvajes, la experiencia nos había enseñado la forma de darnos placer mutuamente. Sabia lo sensible que eran sus tetas, dedicaba mucho tiempo a masajear y chupar sus pezones, igualmente ponía especial pasión en comerle el coño ya que era algo que a ambos nos encantaba, me encantaba sentir su orgasmo mientras se lo comía, muchas veces no pasábamos de un 69, no parábamos hasta habernos corrido. Ella estando a tono sabía en todo momento como volverme loco con solo abrirse de piernas en el sofá y masturbase para mí. Nos complementábamos a la perfección pero sabíamos que aquello debía acabar en algún momento. Ambos ya habíamos tenido nuestros rolletes pero en aquella época las chicas “buenas” no estaban muy por la labor, por mi lado intentaba tocar cada vez mas carne con escoso éxito, y ella debía ser cauta para no ser muy lanzada yo me mostraba vigilante pero más por el rol de hermano que por celos, en el fondo me daba morbo cuando me contaba que fulano le había tocado un pecho o le había acariciado el coño en el cine, siempre nos contábamos todo al llegar a casa, nos teníamos para desahogarnos en casa en todos los sentidos .
Después de todo este tiempo y experiencia acumulada, mi madre había abandonado por completo mi mente, a pesar del recuerdo de aquella tórrida tarde con mi padre, deje de verla en ese sentido. Por ese motivo es tan curiosa el accidente que me ocurrió viajando con ella cuando yo tendría unos 17 años, lo deduzco porque fue antes de los 18.
Ese año pasaríamos las navidades en Orlando, Florida, ya sabéis Disney. Mi hermana y mi padre viajaron antes por su lado por motivos familiares. Posteriormente fuimos mi madre y yo. El viaje seria haciendo trasbordo en New York para seguir rumbo a Miami, donde no reencontraríamos. El viaje fue terrorífico, muchísima turbulencia, gente gritando, vomitando, dos horas de retraso por desperfectos según nos enteramos después, yo mismo vomite manchándome no solo a mi sino a todo el que estaba a mi alrededor, ya que al sobrevenirse el vomito mi instinto fue correr al baño, pero estábamos en una turbulencia con la señal de los cintos encendida, el espectáculo fue bochornoso, yo tratando de ir al baño , la azafata corriendo hacia mí para que volviese al asiento, y yo soltando todo lo que tenía en el estomago. Después que la cosa se tranquilizo, medio nos limpiamos y me dieron una pastilla para el mareo, pero yo creo que era para los nervios porque me entro mucho sueño, estaba constantemente atontado. Una vez llegamos a New York como es lógico habíamos perdido el vuelo, tendríamos que ser alojados en un hotel hasta el día siguiente. Hospedaje tendríamos pero ropa no, ya que el equipaje estaba facturado hasta Miami. Por una noche no pasaría nada. La habitación era una doble, pero en USA en aquella época una cama matrimonial es doble. Ninguno puso problema porque además de madre e hijo, ambos estábamos tan agotados que donde era lo de menos, lo importante era dormir, yo además aun tenia los efectos de la pastilla. Después de ducharme me dormí inmediatamente en calzoncillos, ambos tendríamos que dormir en ropa interior para poder lavar la ropa de vomito. Ni me entere cuando mi madre se acostó. En algún momento de aquella noche, juro que estaba teniendo uno de los sueños más calientes que he tenido, no recuerdo a quien pero sé que me estaba follando a alguien que me debía atraer mucho por lo caliente que estaba. De repente fui recuperando un poco la conciencia, y algo no cuadraba en mi sueño, como que la imagen mental no se correspondía con el tacto. Fui saliendo del estado de somnolencia poco a poco, seguía magreando a alguien pero ya no tenía claro que estaba pasando, cuando por fin descubrí que estaba magreando a mi mama. Estaba ella boca arriba, yo tenía una pierna entre las de ella separándoselas, tenia metida la mano bajo sus bragas y abarcaba completamente su coño con la palma de la mano frotándoselo, mientras estaba comiéndole y apretujándole una de sus tetas que habría sacado bajo el sujetador. Pasaron varios segundos hasta que tuve plena conciencia de lo que ocurría y aunque me gustaría decir que aquello dio lugar a una noche loca entre madre e hijo, que me baje a comerle todo el coño, que la puse a chuparme la polla tal como se la había visto comer a mi padre, pero no haciéndome aun el dormido me gire dándole la espalda, no se ni si se entero, en la penumbra no supe si estaba despierta, al menos no dijo nada, ni en el momento ni al día siguiente, siempre he creído que ella no dijo por la creencia de que despertar a un sonámbulo es peligroso y como yo de chico fui sonámbulo, la pobre pensaría que habría recaído. Por un momento pensé que todo había sido un sueño, pero el olor de mis dedos y mi mano lo desmienten. Nunca dijimos nada , todo siguió normal entre nosotros, mas cortada se mostro cuando más adelante un día entro a mi habitación a despertarme, y al descorrer la persiana para que la claridad me obligase a levantarme, la fina bata que la cubría desapareció por la claridad e inconscientemente mis ojos se fueron a su peludo conejo que estaba a ½ mt, esa ves ella si se dio por enterada e instintivamente llevo sus manos a su coño y a sus tetas , salió zumbando, nunca mas volvería a estar al menos en mi presencia sin ropa interior.
En la próxima entrega ya hace aparición en mi vida entre otras mujeres, la que a la postre se convertiría en mi todavía esposa.