Realidad 2
No es un relato, mas bien es una retrospectiva de las distintas facetas de mi vida sexual, como dicen uno es el resultado de sus experiencias, ese es el motivo por el que lo publico en esta categoría.
De manera intencionada no he profundizado mucho en detalles, primero por cautela a que alguno de los afectados pudiese reconocerse y segundo por mi incapacidad a poder trasmitir las sensaciones y sentimientos que pusiesen despertar según que eventos, por ejemplo como describir lo que siente un chaval cuando lo incitan a ir de manera furtiva a espiar en el baño y se encuentra con su madre , no sabría explicarlo, una lucha entre el remordimiento de conciencia y la curiosidad del morbo, cuando la curiosidad ganaba la batalla se producían las aventuras.
Hay partes que me gustaría ser más descriptivo, entrar en detalles, como por ejemplo la tarde que mis progenitores me brindaron aquel espectáculo. La espera inicial ya no provocaba tanta angustia, ya estaba habituado, pero al sentir entrar a mi padre me bloqueo completamente, si me pillaba saliendo de mi escondite sería una fatalidad, la paliza seria lo de menos. Permanecí inmóvil, tenía miedo hasta de respirar, en mi mente solo pensaba en la manera de salir de aquello. Pero ese miedo no evito que no perdiese detalle de todo lo que acontecía en la habitación, la gente suele afirmar que no concibe o imagina a sus padres o abuelos follando, a mí ya no me haría falta imaginarlo, también se derribaron varias leyendas de críos, como por ejemplo que las mujeres decentes no comían rabo, a pesar del miedo que pase y los remordimientos que a veces provoca fue algo muy enriquecedor y que me marco en gran medida, una cosa era verla dándose una ducha o vistiéndose y otra ver su culo abierto a corta distancia mi mientras hacia una mamada o ver como estrujaban sus pechos o se movían al compás de las embestidas, ni mi mujer sabe porque me gusta tanto fallarla a cuatro patas al lado del espejo viendo el bamboleo de las tetas.
BISEXUAL
Lo cierto es que entre mi primo y yo había una gran camaradería y complicidad, el secreto que compartíamos estrecho nuestra amistad, a pesar de vernos solo en vacaciones y fiestas, cuando nos reencontrábamos nos poníamos al día respecto a nuestras aventuras. Al compartir habitación nos hicimos hermanos de pajas, por llamarlo de alguna manera, en las noches al acostarnos nos poníamos a comentar lo vivido o a recordar, y acabábamos pelándonos la polla. Al comienzo con disimulo, después con recato y así pasando por distintas fases a lo largo de los años, porque esta “amistad” se prolongaría por varios años . No recuerdo ni cuándo ni la causa que propicio que pasásemos a hacernos las primeras pajillas mutuas, ni siquiera el instigador, aunque seguramente fui yo, siempre quería ir un paso más allá. Durante aquellas tertulias nocturnas seguramente se llegó a exagerar o a inventar más de alguna historia para calentar más el ambiente, mis días allí eran una vorágine de sensaciones, contribuía mucho la seguridad que tenían los adultos en aquel lugar, además de todo éramos familia. Sería difícil poner fecha a la evolución de nuestra relación, creo que aquel primer verano ya llegamos a acariciarnos uno al otro, pero no recuerdo como fuimos evolucionando hasta llegar a hacernos mamadas, nunca llegamos a plantearnos encularnos, o al menos no lo recuerdo.
Llegados a este punto es importante añadir a nuestras respectivas hermanas, porque por su parte tenía dos hermanas , una muy mayor pero la otra era de mí misma edad, yo tengo una hermana poco menos de un año menor que yo, tener dos embarazos tan simultáneos fue una de las causas que dificulto a mi madre recuperar su cuerpo.
Obviamente en aquel pueblo no éramos los únicos habitantes, durante el día compartíamos con todo el mundo, pero a la noche nos recogíamos, a medida que íbamos creciendo la picardía y la malicia nos empujaba a juegos más picantes, la botella, verdad o castigo, los médicos, etc. Ya entonces mi hermana tenía un tipito, mi prima era menos agraciada, pero era lo que había, creo que fue al segundo o tercer verano que nos “enrollamos” cada uno con la hermana del otro, la verdad es que en aquella época y en aquel entorno era la única posibilidad. Así que durante los días estábamos juntos o al acecho de espiar a alguna hembra en el baño de casa y en las noches a contarnos batallitas, según me contaba él tenía más suerte que yo, no solo por físico, también era más receptiva según se ufanaba . En un principio dudaba de sus historias, ya que yo mantenía una relación muy especial, en el buen sentido, con mi hermana. Por motivos laborales, normalmente pasábamos el día solos en casa, teníamos una asistenta que después de darnos de comer, limpiaba y se marchaba, por lo que, a pesar de la común rivalidad entre hermanos y hermanas, ese mutuo apoyo que nos brindábamos desarrollo una complicidad entre ambos. Al tratar de averiguar que tan cierto eran los cuentos sobre su ligereza dio lugar a que el tema de la sexualidad entrase de lleno en nuestras vidas, poco a poco nos fuimos confesando nuestros secretos, supongo que alguien debió percibir el cambio de actitud porque de repente comenzamos a pasar mucho tiempo juntos pero nadie noto que esos juegos entre Barbies y JI Joes tenían un trasfondo cada vez más sórdido y los juegos de rol se hicieron frecuentes, mucho roce y doble sentido pero no fue hasta una escapada familiar a Toledo donde nos hospedamos en el parador, una habitación para nuestros padres y otra para nosotros. La tensión sexual, el lugar y la oportunidad fue demasiado para nosotros. Ya pudimos jugar a los médicos con total libertad y mucho mas, la curiosidad y el morbo explotaron, nos observamos, palpamos, exploramos, sentimos, saboreamos, fue todo muy primario, instintivo pero fue el comienzo de nuestro amor incestuoso. Después de esa primera aventura resulto milagroso no ser descubiertos a lo largo de todos estos años, de hecho esa primera vez fue cuando estuvimos a punto de ser pillados, perdimos la noción del tiempo y si la puerta no hubiese tenido el pestillo echado nos encuentran metidos en la bañera, todo se solvento con una regañina por pasar el pestillo. Aunque la frecuencia de nuestros encuentros fue menguando con el paso de los años, la última vez que mantuvimos relaciones fue estando ambos ya casados y con hijos como detallare más adelante, cuando hable de la parte de mi vida que encuadraría en “amor filial”.