Re edición, Encuentro Accidental, Capítulo 5

Regreso con este relato :)

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Hoy o mañana lo estaré actualizando.

Capítulo 5 - Reciprocidad

Aquella mañana, era una de las pocas veces en que el cielo no se había mostrado nublado, al menos no completamente; las nubes cubrían el sol de rato en rato, lo que daba la sensación de una agradable tarde de primavera a pesar de que era invierno. Aun así, la mayoría de la gente llevaba playeras de mangas largas, sudaderas o bufandas, nunca se sabía a qué hora caería la lluvia.

Martín trataba de mantenerse tranquilo mientras caminaba con Claire por aquél parque del centro de la ciudad: era un lugar muy bonito con varios caminos de cemento a través del pasto, los senderos estaban rodeados de árboles que poco a poco se iban secando y había varios asientos de madera que estaban distribuidos por algunos lugares. A esa hora del día, había alguno que otro joven y muchacha paseando en su bicicleta. Claire se quedaba viendo fijamente a éstos últimos.

— Eh… — comenzó Martín, algo inseguro, tenía las manos en los bolsillos de su chaqueta color marrón claro — te gusta manejar bicicleta, ¿no?

— Claro, de hecho tengo un grupo de amigos con los que viajamos cada fin de semana a pueblos cercanos — ella volteó a mirarle, sus ojos verdes eran tan bellos para él que se quedó algo anonadado, pero recuperó la compostura.

— E-Eso suena genial — tartamudeó, ella volvió su vista a un muchacho que pasaba por una superficie empedrada — yo no hago más que jugar ajedrez y esas cosas…

— Mira, el de allá, por ejemplo — le señaló Claire, interrumpiéndole, tal vez ni siquiera le había estado escuchando, él sólo murmuró un “¿eh?” — Está pasando por ese empedrado en mala posición — explicó ella — para pasar ese tipo de superficies, empedrados, tierra, no se debe estar sentado en la bicicleta, pues de lo contrario te lastimarás el trasero — rió.

— ¡Oh! — Musitó el muchacho, sorprendido y rió — oye tienes razón, qué interesante, sería genial poder salir contigo a manejar, ¿no crees?

— Claro, puedes unirte a mis amigos y a mí un fin de semana — le sonrió Claire.

A pesar de estar muy nervioso, Martín disfrutaba de aquella salida, por fin la muchacha había aceptado salir con él al menos una vez. Hacía mucho le había pedido a Leila que se lo pidiera por él, pero ella no había aceptado; sin embargo, cuando él se acercó por sí mismo, armándose del valor necesario, ella se encogió de hombros con un “bueno”. Trataba de quitar de su cabeza aquello que Vanessa se la pasaba repitiéndoles “a ella le gusta Diego”, la verdad era que a ella no parecían interesarle esas cosas y él estaba feliz por eso; al menos tendría una chance.

Ella siempre hablaba de una manera muy fluida, pero su tono de voz era constante, en ningún momento se alteraba o carraspeaba; se notaba muy seria y segura de sí misma. Algo que poco a poco a él le inspiraba confianza y poco a poco comenzaba a hablar con más seguridad, dejando de lado su nerviosismo y tontos tartamudeos. A medida que pasaba la tarde, él trataba de evadir temas relacionados con la facultad, pues no quería hablar de Leila, Diego o Vanessa; por lo que le preguntó acerca de su familia y el por qué se había mudado a México.

Ella decía que su madre era mexicana y que su padre era alemán, de allí que su nombre y apellido eran extranjeros “Claire Hunt”. Vivió en México hasta los nueve años antes de irse a Alemania y terminó sus estudios allí, entonces decidió postular a una beca en aquella universidad pues quería estudiar en castellano de nuevo. Al menos esa era la razón por la que según ella regresó junto a su madre.

Martín escuchaba todo esto con mucha atención y hacía uno que otro comentario, sólo para reír o darle la razón. De pronto, la conversación fue interrumpida por el sonido de su celular, cuando lo sacó, vio en la pantalla “Leila”, frunció el ceño, confundido mientras levantaba una mano indicándole a Claire que esperara un momento.

— ¿Sí? ¿Leila qué pasó?

— Esta tarde Vanessa ya será dada de alta y vendrá a mi departamento — se oyó la voz de su amiga al otro lado — planeé una reunión con todo el grupo, como en los viejos tiempos, ya le avisé a Lilian y va a venir.

— ¿En serio? Yo también me apunto — sonrió él — estoy aquí con Claire, ¿le digo? — se oyó un largo silencio al otro lado de la llamada.

— Sí, claro, díselo, ustedes tienen que estar antes porque le daremos una sorpresa.

— Bien, ¿entonces nos vemos esta tarde en tu depa?

— Esta tarde a las cuatro, nos vemos Martín.

El muchacho colgó y sonrió, volteó hacia Claire quien tenía una expresión de curiosidad. Él le miró fijamente.

— Leila nos invita a su departamento a una reunión a las cuatro — le sonrió — ¿vamos?

— Oh, no creo que yo esté invitada a esa reunión — negó la muchacha con la cabeza.

— Me acaba de decir que tú también estás invitada, acompáñame — hacía un esfuerzo sobrenatural en mostrarse confiado e insistir en que fuera al departamento de Leila — además no estará Diego, Leila me dijo que terminaron.

— ¿Eh? Qué extraño — murmuró ella — pero estará Vanessa y no nos caemos muy bien.

— Oh, por favor, te aseguro que estará bien, sólo olvídense de sus diferencias.

— Lo voy a pensar.

Aquella tarde, en el hospital central, Diego le ayudaba a Vanessa a alistar sus maletas. Él todavía no le había dicho que Leila le expulsó de su casa, terminando con su relación de una forma muy brusca, no estaba listo para decírselo, no sabía cómo ella iba a reaccionar y estaba cansado de que le regañaran. Al tiempo en que se peinaba el cabello, ella hablaba con orgullo.

— Hoy por fin me mudaré al depa de Leila, tú eres su novio — comentaba mientras él metía la ropa al maletín — todo está saliendo bien, pronto podremos tener un buen dinero — dudó un momento, como si una nueva idea hubiera cruzado su mente — ¿y si le pides que se case contigo?

Diego, que estaba de espaldas a la chica, levantó la vista, horrorizado, ¿en qué rayos estaba pensando Vanessa? Incluso si él hubiera continuado de novio con Leila e incluso si ella le quisiera, un casamiento de mentira era demasiado. Negó con la cabeza, prefirió no discutir respecto a ese tema pues si lo hacía, seguro que ella se empecinaría con esa idea; era mejor dejarlo como una loca ocurrencia que no hubiera pasado a más. Después de un rato, ambos bajaron a la pequeña cafetería que tenía el hospital, tal vez lo mejor sería decirle la verdad.

Después de pedir dos cafés y uno que otro pastelito, él se decidió a hablar.

— Leila terminó conmigo — dijo, sin rodeos, prefería decírselo de esa manera, no quería que ella tuviera que deducir lo obvio.

— Pero… ¿qué? — La muchacha abrió los ojos de par en par, muy desconcertada — debes estar bromeando — rió, nerviosa.

— Que Leila terminó conmigo — él elevó la voz un poco — no es una broma, realmente terminó conmigo el sábado de la anterior semana.

— ¿Qué diablos? ¿Por qué? — ella aun asimilaba la idea.

— Me dijo que no me quería y que no era feliz conmigo — se encogió de hombros — a mí no me importa, mejor para mí…

— ¿Qué? O sea, ¿ella te dijo que ya no quería estar contigo y tú no hiciste nada?

— No le voy a rogar, también tengo orgullo — se quejó — ella puede irse a la...

— ¡Shh! ¡Ni una palabra porque acabas de cagarla! ¿Ahora cómo le sacaremos el dinero?

— Por dios, te quedarás en su depa, no necesitamos más que eso por ahora — intentó plantear – sacaré dinero del centro, conseguiré un cuarto…

— ¿Un cuarto???? — Ella negó con la cabeza — ¿estás loco? Será mejor que vayas a solucionar las cosas, piensa en algo — le ordenó, entonces alzó la vista al reloj de pared — mejor vete, Leila ya vendrá, sólo faltaría que te viera aquí.

Diego no dijo nada, se levantó, arrojó a la mesa el dinero de la comida que habían pedido y salió del pequeño local. No podía creerlo, por fin estaba libre para estar con Vanessa y ella sólo quería que fuera detrás de Leila como un pobre perro faldero; sólo por dinero. Apretó su cabeza con ambas manos y rechinó los dientes mientras sentía su frente palpitando, le arrojó un puntapié a uno de los pilares forrados de mosaico del pasillo y avanzó empujando a quienes estaban en su camino a la salida.

Fue entonces que su corazón dio un vuelco al ver a Leila subiendo por las gradas de entrada al hospital, dio media vuelta y corrió hacia un pasillo que estaba a un costado; se ocultó allí esperando no haber sido reconocido.

Una hora antes, en el departamento de Leila, aun a pesar del incómodo saludo entre ésta y Claire, Martín entró muy animado y junto con Lilian acomodaron los vasos y preparaban la comida que se servirían en la reunión. Leila, como siempre, sacó varias botellas de vodka, vino, tequila y distintas bebidas con las que solían emborracharse; su amigo hizo el favor de llevar varias cervezas. En varias ocasiones antes, habían hecho esas mismas actividades en aquél mismo departamento. Leila salió en su convertible gris hacia el hospital para recoger a Vanessa y subieron su equipaje a la maletera, aun a pesar de que la muchacha decía que debía recoger sus cosas del pequeño cuarto en el que había estado viviendo, la chica de ojos grises insistía en que ella misma le compraría ropa completamente nueva.

Cuando entraron al ordenado departamento, Martín levantó las manos haciendo un sonido muy gracioso de celebración, Lilian sólo levantó una mano y le sonrió con amabilidad, Claire sólo saludó de una manera un tanto incómoda. Vanessa soltó un inaudible gritito de sorpresa y dudó un momento, quedándose estática mientras su mirada se encontraba con la de la chica nueva; sin embargo, no dijo nada, sólo sonrió y saludó de manera amigable. Leila respiró aliviada, feliz de que no hubiera rencores entre ellas y podrían pasar una tarde tranquila.

Le indicó a Vanessa que ella dormiría en el mediano estudio donde habían acomodado el nuevo catre y colchón; junto a Martín, habían sacado el escritorio a la sala, por lo que habría espacio suficiente para la cuna en la que dormiría el bebé. También le dijo que podría sentirse en su casa, pues ya había dotado su baño de más insumos para que no faltasen además de comida especial que le ayudaría durante la gestación. Su amiga se notaba muy sorprendida, pero maravillada por las atenciones y la sorpresa que le habían dado con aquella reunión.

Cuando regresaron a la sala, se sentaron en el sillón de tres lugares, el confidente y el individual que estaban en frente del televisor y rodeaban a una pequeña mesa de café en la que estaba la comida y las botellas de bebidas junto con los vasos.

— Este festejo es para ti — le dijo Martín a Vanessa, con mucha emoción; conociéndole, estaba desesperado por comenzar a tomar — siempre tendrás todo nuestro apoyo.

— Gracias chicos, pero… — dudó la susodicha — por el bebé, no puedo tomar alcohol.

— Oh, claro ya previmos eso — asintió Leila mientras sacaba una botella de dos litros de jugo de frutas naturales — este es para ti — su amiga alzó una ceja mientras todos al mismo tiempo gritaban “¡salud!” con los pequeños vasos de tequila levantados y un bol de limones cortados en medio de la mesita.

La reunión comenzó muy normal, y las horas comenzaron a pasar entre juegos de mesa, chistes y conversaciones triviales; Leila estaba sentada con Lilian en el sillón confidente, ésta última no bebía mucho, pues no quería destruir sus neuronas. Martín tomaba cerveza tras cerveza, era su bebida favorita; hasta ese momento, Claire sólo había tomado dos tragos de tequila y de rato en rato tenía la vista y las manos pegadas a su celular; Vanessa tenía una expresión de incomodidad muy evidente al tener que tomar sola aquél jugo de frutas mientras los demás se divertían.

— ¡Oh, vamos! — Le decía Martín a Claire después de la segunda botella, ya se notaba alegre — ¡toma un poco más!

— Oh, Martín, no le obligues — Lilian no tomaba mucho, por lo que ya hablaba de una manera un tanto extraña con un solo vaso de vodka — destruirá tus neuronas — le advirtió a la chica nueva.

— Es que llevo mucho sin beber — rió ella, Leila por su parte y sin decir nada, se estaba acabando sola toda la botella de tequila.

Se levantó y notó cómo su cuerpo se tambaleaba sin quererlo, Martín al ver esto gritó algo parecido a “¡Vamos, Leila! ¡Tú sí sabes!”, ella rió mientras se dirigía a su aparato de música para poner algo de ambiente. Poco a poco, comenzó a sentirse desinhibida mientras volvía a su asiento bailando al ritmo del hip hop que acababa de sintonizar, Lilian le veía divertida, burlándose de su actitud. Vanessa se levantó y fue a sentarse entre ellas mientras el único chico de la reunión impulsaba a Claire para que tomara más.

— Oye, Leila — le habló mientras alzaba algunas frituras de sus recipientes — supe que terminaste con Diego — le dijo.

— Oh, no me lo recuerdes — su voz comenzaba a arrastrarse — fue algo muy, muy, muy… — rompió en carcajadas.

— Leila, soy tu amiga, confía en mí — insistió Vanessa. Lilian les veía de reojo con el ceño fruncido, muy atenta a su conversación y fingiendo servirse más alcohol.

— Pues es que — musitó — yo no lo quiero, no me gusta, creo que es feo — rió — sólo quería probar, pero él se fue todo enojadote.

— Bueno — rió su amiga — entonces creo que está bien.

— ¿Verdad que sí? — Se levantó y jaló a Martín de los brazos para que saltaran juntos, éste se tambaleó y estaba a punto de caerse — ¡ahora soy libre! — jaló a Claire de la misma forma, obligándole a ponerse de pie. Vanessa se acercó a la anfitriona y le habló en voz baja.

— Leila, ya son las ocho y estoy muy cansada, iré a acostarme.

— ¡Noo! — Se quejó la chica — ¡está bien! ¡Descansa!

La reunión- “mini fiesta” que estaban teniendo allí, comenzó a hacerse cada vez más revoltosa, a las nueve de la noche, Leila, Claire y Martín ya estaban muy borrachos. Antes de que la situación empeorara, Lilian se fue a las nueve de la noche, pues según ella, al día siguiente tendría un examen muy importante y se fue a pesar de los ruegos de sus amigos. Pasada otra hora, Martín, quien había consumido al menos cinco botellas de cerveza, media botella de tequila y tres vasos altos de vodka, corría al baño para vomitar; sus quejidos se oyeron en todo el departamento. Leila frunció el ceño e hizo una mueca con la boca, asqueada, mientras se mantenía acostada en el sillón de tres lugares a un lado de Claire, quien tomaba otro trago de cerveza, parecía no poder detenerse.

— Oye, cálmate — le dijo, parpadeando varias veces y ladeando su cabeza de lado a lado — te va a hacer mal — su voz arrastrada era graciosa — incluso yo dejé de tomar… — otro quejido de Martín en el baño — ¿oyes eso? Estarás así, como él…

— Yo tengo más aguante que ustedes — replicó Claire, moviendo las manos de manera muy graciosa — ustedes no saben lo que hacía antes de venir a este país.

— ¿Oyes eso? — Alzó una mano, el bombo de hip hop inundaba la casa — eso es música — la chica nueva sólo rió, despreocupada.

— Leila — Martín salió por fin del baño, tenía una expresión pálida y desesperada, se apoyó en el sillón individual y sacó su celular — voy a llamar a un taxi, así no podré ir a mi casa.

— Llama si quieres, ya sabes la dirección.

De esa manera, dieron las once de la noche y Martín ya se iba, dejando a Leila y Claire con la última botella de vino blanco que quedaba, sin embargo, habían parado de tomar pues en el caso de Leila, un sorbo más le haría acabar como su amigo que se había bebido la mayor parte del alcohol que había comprado para esa noche. Se la pasó hablando con Claire sobre tonterías, mientras ella asentía, como si no supiera hacer otra cosa que estar de acuerdo con lo que la dueña del departamento decía; entonces, en medio de su torpeza y casi inconsciencia, recordó que aun tenía asuntos pendientes con la chica nueva, se había portado muy grosera con ella la última vez que hablaron.

— Oye — comenzó — yo… quiero pedirte disculpas… — soltó un gracioso hipo — quiero pedirte perdón por lo que te dije el otro día…

— Ah, no te preocupes — negó la chica nueva agitando las manos a los lados — yo entiendo… uno tiende a mal interpretar… pero no hay bronca.

— Eso espero — rió Leila y vio la hora en su celular — ya es tarde, te llamaré un taxi.

Claire sólo asintió mientras esperaba a que ella terminara de hablar por celular, se sirvió una copa más de vino y se notaba moviendo la cabeza al ritmo de la música.

— Sabes — continuó cuando hubo colgado el celular y vuelto a guardar en el bolsillo de su sudadera — a mí no me importa Diego — se señaló a sí misma con una mano — tenías razón, yo no… no quería estar con él, sólo quería probar — rió débilmente de manera sarcástica — en serio intenté, intenté llevar una relación, pero no pude… — se volteó a la chica nueva, quien estaba apoyada en el espaldar del sillón y viéndole mientras asentía con la cabeza — él tenía algo que no, algo que me daba… una sensación fea sabes…

— ¿Desconfianza? — preguntó Claire con la voz muy arrastrada.

— Exactoo, así que… — le dio palmaditas en el hombro — sé que a ti te gusta él, así que… tú tranquila, ¿sí? Ya no está conmigo… — movió la cabeza graciosamente — tienes… el camino libre…

— ¿En serio? — La chica nueva rió y negó con la cabeza — no sabes lo que dices.

— ¿Por qué?

— ¿Te cuento un secretito? — apretó los párpados, aun riendo.

— Cuéntame — asintió Leila, entonces Claire se acercó un poco a ella y le habló en voz baja, para que nadie más escuchara.

— Me gustan las chicas.

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Hoy o mañana lo estaré actualizando.