Raven, la esclava

Primer capítulo de cómo la joven Raven acabó siendo esclava en una ciudad completamente distinta a las que había visto antes.

Raven, la Esclava

Capitulo . 1-

El cobrizo pelo de Raven caía en suaves ondas por su desnuda y bronceada espalda. Estaba enfrente de un hombre de unos cuarenta y muchos años, con una barriga incipiente, pelo en el pecho, una barba bastante cuidada y cuyo pelo recordado y canoso estaba recogido en una ornamentada coleta.

Estaban en el establo de los terrenos de la casa del hombre, el Marques de Hamburt. Un lugar hecho por manos fuertes de madrera, lleno de paja, con suelo de piedra y arena de dos pisos. Estaban en la parte de arriba intentado esconderse de su mujer.

El miraba con ojos llenos de lujuria y lascivia el joven cuerpo de 20 años de Raven. Una aldeana de su marquesado, cuya familia trabajaba en los campos de el como agricultores y ganaderos. Desde hacia un año y medio, ella trabajaba como sirvienta de la mujer del Marques por orden de el. Cuando posó sus ojos en la chica una tarde, cuando volvía de un viaje por todo su Marquesado, comprobando que sus defensas seguían en buen estado, se encaprichó de su juventud y de los pechos perfectos que se insinuaban por la parte de arriba del corpiño de tela de su vestido de campesina.

Nada más llegar a su casa, dijo a su mujer que necesitaba una criada más joven e inmediatamente la hizo llamar. La familia de Raven estuvo encantada y disputa a que ella trabajase para la Marquesa, por lo que tres días después ya estaba en la gran casa de los marqueses de Hamburt y en una semana el Marques estaba entre sus piernas.

Al principio Raven se había mostrado muy reticente a mantener algún tipo de relación con su amo, pero por las monedas que siempre dejaba caer el marques después de sus encuentros y lo fogoso que podía llegar a ser, acabó aceptando.

Esa tarde había citado a Raven en el establo, cuando ya los mozos que cuidaban de sus caballos se habían ido a descansar con sus familias. Nada mas verla sintió como la parte central de sus pantalones se tensaba casi dolorosamente. Había pasado mas de un mes de su último encuentro a causa de unos viajes, y necesitaba con urgencia poseer de nuevo su suave y lujurioso cuerpo, enterrar su cara entre las piernas de ella, y volver a aspira el joven aroma del sexo de ella.

Nada más llegar, la ordenó que se desnudase. Ella despacio, se fue quitando la ropa, hasta quedar totalmente desnuda. El se aproximó hacia ella, y empezó a rozar con sus dedos los pezones sonrosados hasta que se pusieron de punta. Ella se dejaba hacer. Sabía que no servia de nada evitarlo, así que simplemente disfrutaba. Con el tiempo se había hecho bastante adicta a esas visitas. El hombre la complacía, y ella ganaba dinero.

  • Te había echado de menos...-le dijo el agachándose un poco para lamerle las tetas. Pasaba la lengua entre sus dos pechos, y luego haciendo círculos, llegaba a los pezones erectos para mordisquearlos y lamerlos con la punta de su lengua. Sabía que eso la volvía loca, y ella no se hizo esperar, en cuanto bajó la mano al sexo de la chica, ya estaba húmedo. Mientras se centraba en uno de sus pezones, la mano del Marques se perdía entre la humedad de ella, metiendo un dedo y sacándolo. Raven echó la cabeza hacia tras, con una sonrisa placentera bailando en los labios, mientras le acariciaba la nuca.

  • Te gusta, verdad que si niñita?- la dijo el sin sacar el pezón de la boca.

  • Sabes... que me encanta...- contesto ella ronroneando de gusto.

  • Me has echado de menos...?

  • Si

  • La has echado de menos, mi zorrita favorita?

  • Mucho mas aún-contesto ella vibrando sabiendo lo que iba a sentir.

El se levantó e hizo que se arrodillara delante de su dureza palpitante. Se desabrochó los pantalones verdes de seda cara y se sacó su miembro. Era bastante ancho, aunque no muy largo, pero lleno de venitas hinchadas .A Raven le gustaba aquella verga porque no la hacía daño, ya que no era muy larga, pero la daba mucho placer al sentir la en su interior tan ancha.

  • Vamos...salúdala..- dijo el con ganas, y dicho esto se la metió en la boca con un movimiento de cadera. Ella abrió la boca para contestar pero justo la recibió de lleno. Le empezó a saborear con verdadero ansia. La sujetó por la base, para moverse a ritmos cortos y rápidos, pasando la lengua por toda ella. Se la sacaba y la lamía como si fuera una manzana caramelizada de las fiestas de la aldea. Cuando el sentía que ya no se podía contener más, la sacó, se puso por detrás suya y haciendo que se agachase, se la metió fácilmente. Notaba que entraba y salía de su apretado sexo fácilmente a causa de lo mojada y caliente que estaba su muñequita. La cogió de las caderas y empezó a embestirla con bastante fuerza. Ella soltaba grititos ahogados sintiendo como su ancho miembro se introducía en ella, abriendo su interior con placer. El se apoyó en su espalda y con una mano, la pellizcaba los pezones, mientras que la otra seguía apoyada en la cadera de ella. Al hacer eso, Raven se volvió loca de placer, por lo que sintió que el ansiado orgasmo acudió a su interior con altos gemidos, que hicieron que su amo sintiese también que estaba apunto de acabar. La sacó justo a tiempo, la dio la vuelta bruscamente y se la metió en la boca en el preciso momento que su leche caliente y abundante inundó la boca de ella. Se le derramó un poco por la comisura de los labios, pero pudo tragar casi todo su semen.

Cuando acabó se apartó de ella sudando y respirando entrecortadamente.

  • Oh! Raven.. cada día lo haces mejor...-comentó el sonriente y satisfecho. Era mucho mejor que estar con su mujer. Ella sonrió arrodillada mientras se limpiaba la boca.
  • Te he traído un regalo...-dijo sacando un collar de plata, con una piedra preciosa en el centro.
  • Oh! Mi señor! Muchas gracias!-dijo ella acercándose a su amo gateado cual gatita en celo al ver aquel obsequio- La próxima vez, me lo pondré para que me..-empezó a decir, pero se quedó callada. Fuera se escuchaba ruidos de gritos y crujidos.
  • Alguien te ha seguido!!!??-preguntó el apartándola y levantándose de un salto.
  • Nadie me ha seguido!!-exclamó ella indignada vistiéndose- No soy estupida, si su mujer nos pilla, la que lo pagará soy yo.

Se abrochó el pantalón y bajó al piso de abajo del establo por la escalera. De un golpe abrió la puerta y vio en el horizonte las luces del fuego, con gritos de múltiples gargantas.

Raven se visitó con la falda, y el corpiño encima de la blusa. Bajó por las escaleras con cuidado de no tropezarse con la tela se puso al lado de su amo.

Se quedó boquiabierta al ver la escena. La aldea ardía, y voces con ruidos de cascos se acercaban a la casa del Marques y su esposa.

  • MIERDA! – gritó el y salió corriendo en busca de su guardia dejándola sola. Raven se quedó sola, y de pronto sintió un miedo que le recorrió el cuerpo, salió corriendo en busca de su familia. Con las prisas, se fue descalza, dejando los zapatos en el establo, por lo que el suelo y las ramas caídas magullaban sus pies descalzos.

Tras diez minutos corriendo sin pararse a tomar aliento, llegó a la aldea. Era un caos. Todas las casas de madera, paja y adobe estaban ardiendo por los tejados. Los aldeanos corrían despavoridos por todas las direcciones buscando agua para apagar sus casas, para buscar refugio o para huir de unos hombres que montaban a caballo. Ella pasó desapercibida entre tanto caos, y se dirigió a su casa. Encontró la puerta abierta de par en par y todo tirado por el suelo. Las cacerolas, platos, sillas, ropa... todo, pero no encontró ni rastro de sus padres y sus dos hermanos.

Justo cuando se iba a dar la vuelta sitió un empujón y calló dentro de la casa.

  • Vaya, vaya, mira que tenemos aquí...-oyó decir una áspera voz a su espalda. Se dio la vuelta en el suelo y vio en el umbral de la puerta un hombre vestido de cuero y tela, con una espada en la mano.- Mira Warren, que nos trajo el fuego...
  • Que niñita mas guapa...-comentó el tal Warren entrando en la casa. Raven estaba aterrada.- ven preciosa, vamos a jugar un rato juntos...- y el hombre se echó encima de ella, intentando arrancarle las ropas y manoseándola en su intento. La agarró de un pecho rasgando un poco la blusa y empezó a frotarse contra ella en el suelo. Ella intentaba agarrar su ropa, para que no la rompiese con frenéticos movimientos, pero se quedó un segundo parada cuando sintió la mano callosa y áspera de aquel hombre colándose por sus piernas. Seguía algo húmeda a causa del encuentro con su amo, pero para el significaba que estaba deseando que se la follase en el fondo. Sin sacar la mano, pasó la lengua por su pecho deleitándose.
  • Ahora vas a comprobar lo que es una buena poya, seguro que nunca has sentido anda igual...-y dicho esto se levanto para bajarse los pantalones.

Ella se revolvió, y hábilmente le dio una patada con el talón en su entre pierna. Este hecho hizo que se quedase doblado por el dolor y se cayese hacia un lado encogido. Raven se levantó y le lanzó al otro una sartén que estaba cerca suya , dándole en la cabeza sin que tuviese tiempo de reaccionar por la sorpresa.

Ella aprovechó para salir corriendo por encima de ambos hombres. En su huida, se cruzaba con otros hombres armados encima de caballos y con aldeanos que gritaban despavoridos intentando ya huir al bosque olvidando sus casas para poner a salvo su vida. Cuando Raven estuvo a punto de salir de la aldea, notó un fuerte golpe en la cabeza y cayó al suelo. Antes de desmayarse por la conmoción, oyó unos pasos, y sintió que la elevaban y la montaban en un carro de madera.

No supo cuanto tiempo estuvo inconsciente, pero cuando despertó, ara su sorpresa aun llevaba la ropa puesta. Estaba tumbada en una carreta tirada de dos caballos, con cuatro personas mas. Dos chicas jóvenesde su aldea y dos chicos, uno que no tendría mas de 17 años y un hombre muy atractivo de unos 30. Todos ellos atados y esposados como ella. Los que conducían la carreta eran dos de los hombres que habían estado en el asalto a la aldea. Un hombre negro y fornido, y otro hombre con el pelo corto y perilla. Ambos iban bien armados y de vez en cuando miraban a los prisioneros con sonrisas enigmáticas. Cuando el negro miró hacia tras reparó que Raven había despertado.

-vaya, la dormilona ya ha desperado. Buenos días pelirroja.

  • Donde...a donde vamos?? Y quienes sois?-dijo ella incorporándose todo lo que le permitían las cadenas. Dio un tirón y se fijó que estaban enganchadas a una argolla en el centro de la carreta.
  • Calma, no queremos que te magulles...
  • A DONDE VAMOS?-grito ella con fiereza.

El hombre de pelo corto paró a los caballos y se giró con gesto amenazador.

  • Mira niña, cierra la boca. Cuando llegues lo abras si no quieres perder tu bonito cuello, y créeme que no queremos porque eso ocurre, no cobraremos por ti. Y lo mismo va para el resto.

Siguieron el resto del camino en silencio, pero sin dejar de intentar huir fracasando en su empeño. Tras una tarde de viaje, al anochecer llegaron a una ciudad con una gran empalizada de madera. Sus portones se abrieron para dejar paso a la carretilla. Raven supuso que estaban fuera de los dominios de su amo... ¿ Que habría sido de el?

Poco pudo seguir pensando, porque en cuando llegaron se distrajo entre todo el gentío que había allí dentro. Pero se dio cuenta que la ciudad era un poco diferente a las que ella recordaba. La gente vestía muy ligera de ropa. Las mujeres exhibían exuberantes pechos con múltiples y exóticos adornos traídos de tierras lejanas, los hombres ataviados con poca ropa también no perdían la oportunidad de probar los deliciosos manjares que ellas ofrecían. Otros iban tapados y algunas chicas iban recatadamente provocativas. A pesar de las horas tan tardías, las calles estaban tan concurridas que costaba avanzar, pero pronto llegaron a un lugar parecido a un coliseo, aunque desde la posición de Raven solo se veía la parte de arriba de los asientos. Un hombre calvo y barrigudo, con apretada ropa de color rojo sangre les atendió en la puerta. Tras hablar brevemente les indicó a los dos hombres que bajasen a la mercancía, cogíendoles de de las cadenas e introduciéndoles por una puerta secundaria e aquel especie de coliseo.

Raven y el resto no habían hablado en todo el trayecto, pues ansiaban saber cual serían su destino.

El hombre se sentó detrás de una mugrienta mesa y les observó .

  • 100 monedas por todos.-dijo el hombre calvo.
  • 100?? Solo 100? 200
  • Jajaja, estos mercenarios siempre tan graciosos...-dijo el hombre calvo haciendo un gesto desdeñoso con la mano.
  • 200 o nada.
  • 140 y esta noche gratis y derecho a apuesta , y es mi ultima oferta.

Los mercenarios tras un momento de duda aceptaron. Ni Raven ni el resto sabían a que se podía referir.

  • Ya sabéis donde tenéis que ir..-dijo con desdén el hombre y ambos desaparecieron por un pasillo.
  • Bienvenidos a los cinco. Soy el señor Bobertus Martle , pero podéis llamarme Bob. Os preguntareis donde estáis. Pues bien, tengo el placer y nunca mejor dicho, de deciros que habéis sido vendidos, y a muy buen precio, a los La casa de los Juegos.- Explicó Bob pero los cinco le miraron sin comprender.- No se si os habéis dado cuenta, pero esta ciudad no es una ciudad normal. Tenemos el secreto beneplácito del rey, el cual viene con bastante frecuencia. Y va a venir a veros a vosotros, a los jugadores. Es decir, para que me entendáis mejor, vosotros, seréis esclavos de los Juegos. Si conseguir ganar 20 veces conseguiréis la libertad y volveréis a ser libres.... pero estos juegos son, algo diferentes a los que se narra en los antiguos textos rescatados de la mismísima Alejandría...-dijo Bob señalando a un cofre cerrado con un pesado candado.

Tras decir esto les condujo a unas celdas situadas a dos niveles más abajo. Realmente no les había quedado muy claro lo que eran los juegos y su papel en ellos, pero ni Raven ni ninguno de los otros esclavos estaba muy convencido de querer saberlo. Si no hubiesen estado tan nerviosos habrían reparado en el espectáculo que ocurría a su alrededor en alguna de las celdas. Una vez dentro de las celdas individuales, Bob les cerró la puerta tras ponerles unos collares metálicos finos con números. Raven echó un vistazo a su nueva habitación. Estaba muy mal iluminado por las teas que ardían a lo largo de las celdas. Había un camastro de paja y piedra para dormir y poco más. Pero oyó un fuerte gemido y un golpe. Raven se giro y vio al mercenario negro en la celda de enfrente, encima de una mujer que estaba tumbada en la cama de paja, boca arriba follandola salvajemente. Raven no podía dejar de mirar la escena. El estaba encima de ella, moviéndose con movimientos rápidos con los pantalones medio bajados. Sus fuertes y grandes músculos relucían perlados de sudor mientras se movía uniendo sus jadeos a los gemidos de la mujer de morena de pelo rizado que tenia debajo.

  • vamos cariño... estabas deseando que volviese...

Ella no decía nada. Pero le miraba con rostro encendido...aunque a los segundos desvió la mirada hacia Raven y sonrió.

-Parece que tenemos espectadores...Ted..

El hombre negro llamado Ted se giró sacándosela y mostrando a Raven su enorme y negra verga. Estaba húmeda y brillaba a la luz las antorchas. El sonrió de lado, e hizo poner a la chica de rodillas apoyada en la pared, de manera que Raven tenía toda la escena muy explicita ante sus ojos. Ted la agarraba de las tetas con fuerza mientras se la sacaba casi entera y se la metía con un golpe húmedo hasta los oscuros huevos de el. Ella cuando hacía eso daba un gran gemido. Ted la poseía de una manera muy primitiva. Una de sus grandes manos estaba agarrada al cuello de ella de manera posiesiva, y la otra mano, se había colado por el sexo de ella, moviendo algunos dedos con habilidad. Los voluptuosos y grandes pechos de ella se balanceaban al ritmo de las envestidas de el hombre, rozando los pezones la pared.

  • Te gusta, pelirroja?, te gusta lo que le hago?

Raven estaba húmeda, de eso no le podía caber la menor duda. Realmente deseaba dejar de mirarles, pero de una manera primaria sentía que se ponía muy caliente, e hizo un gran esfuerzo para no llevarse una mano a su sexo para aplacar la excitación.

El hombre negro cambió la postura. Sacó su enorme verga e la mujer, y se tumbo boca arriba en el camastro de paja. Ella, totalmente desnuda a excepción del mismo collar de Raven, se puso encima y empezó a cabalgarle. El le daba azotes en el culo, con bastante fuerza, y cada vez que lo hacia ella soltaba un gritito. Raven se moría de ganas de estar encima de el, pero al mismo tiempo deseaba que parasen.

-Acostúmbrate princesa, porque esto te va a ser muy útil en lo que te espera...-dijo ella con voz sensual entre gemidos. EL levantaba las caderas para metérsela hasta el fondo. Era hipnótico ver como en el sexo de ella se tragaba aquel falo negro y grueso, como los labios de la mujer devoraban todo sin apenas dificultad.

-Bájate-le ordenó el con un jadeo, y ella saliendo de el, se arrodilló delante de el, y Ted sin poder evitarlo aunque hubiese querido, empezó a bañarla en blanca, espesa y abundante leche. Caía en sus pechos, resbalándose perezosamente entre las tetas. También la dio en los carnosos labios de ella. Mientras el la bañaba en sus semen ella había bajado una mano a sus sexo y la movía frenéticamente hasta que ella también llegó al orgasmo.

Cuando ambos acabaron, la mujer estaba brillante a causa del líquido y el hombre exhausto. A duras penas se levantó, se subió los pantalones y se marchó de la celda de la mujer, dejándola sola de nuevo antes de limpiarse. Ella se levantó y miró a Raven con una sonrisa ladeada. Se limpió, se vistió con las ropas que estaban en el suelo y se acostó. Pero antes de dormirse, miró a chica que aun estaba en la misma posición.

  • Buenos y húmedos sueños, Princesa...hasta mañana...- y dicho esto se dio la vuelta y se durmió dejando a Raven con la mayor excitación que hubiese sentido antes.