Raúl y Marc 4: Apuesta pagada
Raúl paga la apuesta a Laura en un trío con Lucía
Cuarta entrega de las aventuras de Raúl y Marc. Esta es más corta pero publico también hoy la siguiente entrega. En esta ocasión Raúl paga la apuesta que hizo con Laura sobre que esta no podía seducir a Lucía. En mi pérfil podéis encontrar el resto de relatos. Se agradecen comentarios o sugerencias de relatos.
Lucía y Laura no paraban de reírse mientras llevaban a Raúl al dormitorio. Raúl las seguía embobado y excitado. El joven de 23 años había conocido a Lucía, de 35 años en una boda y había acabado compartiéndola con su mejor amigo y compañero de trabajo en una empresa de seguridad, Marc. Lucía que vivía en otra ciudad había alargado sus vacaciones en la ciudad y se había instalado en la casa de Raúl para disfrutar de unos días de sexo. Laura, de 25 años, era una belleza bisexual amiga de Raúl del gimnasio de crossfit al que acudían. Había congeniado con Lucía y había decidido seducirla. Raúl, abierto en todas cuestiones de sexo, se había apostado con Laura que no lo lograría. Lucía había roto con su novio anterior porque no quería participar con otra mujer en un trío. Pero Laura había ganado y ahora Raúl tenía que hacer lo que ella quisiera por una noche. Hasta entonces habían tenido escarceos pero no habían llegado nunca a follar. Ahora estaba dispuesta a pasar esa frontera. Lucía se había enterado de la apuesta y había pedido participar en la recompensa.
Los tres habían salido a cenar, invitaba Raúl y ahora habían vuelto a la casa de Raúl y las chicas le habían pedido que pasara al dormitorio. Laura le miró seductoramente.
- Recuerdate que esta noche mandamos nosotras. Desnúdate.
Raúl se quitó los zapatos y los calcetines. Después la camisa, los pantalones y los boxers. Se quedó de pie desnudo ante ellas. Las chicas admiraron su cuerpo con músculos definidos en el gimnasio pero sobre todo el triángulo inguinal y su rabo de 20 cms ahora semirígido. Las dos sabían que se lo iban a pasar muy bien esa noche.
- Túmbate en la cama y apoya las manos en la cabecera
Raúl les hizo caso. La cabecera era un diseño de barras de madera y agarró dos de ellas. Laura sacó una bolsa del armario, la había preparado esa noche en el sexshop donde trabajaba. De ella sacó un par de esposas. Raúl empezó a ponerse nervioso e iba a protestar cuando Laura le encadenó una mano a una de las barras. Sin embargo, la idea le excitaba y su enorme polla empezaba a levantarse sola. Antes de poder decir nada, Laura le había puesto la otra esposa. Raúl estaba ahora totalmente inmovilizado, desnudo, a merced de las dos bellezas.
- Lucía cariño por qué no se la terminas de poner dura.
Lucía se subió a cuatro patas en la cama y comenzó a lamerle. Su miembro respondió y pronto se alzó en toda su plenitud. Raúl cerró los ojos dispuesto a disfrutar de las sensaciones. Cuando estaba totalmente duro, sintió que algo se deslizaba por el mástil hasta la base y de repente una opresión en la base. Abrió los ojos sorprendido y vio que un anillo de plástico apretaba su polla. El dolor era casi placentero y la sangre se había acumulado haciéndola incluso más grande. Laura le miraba divertida.
- Uhhhmmm, preciosa. Vamos a pasarlo muy bien esta noche. ¿Probamos si funciona?
Laura se inclinó también y se metió la punta de su polla en la boca. Lucía bajó y le chupó primero un huevo y luego el otro. Ambas bellezas se alternaron en darle placer con sus lenguas. Recorrieron la base cada una por un lado de arriba abajo, se alternaban en metérsela en la boca o le lamían las pelotas. O recorrían su perineo y la entrada de su ano. Raúl levantaba la pelvis siguiendo los movimientos de sus cabezas. No había quien aguantara ese tratamiento mucho tiempo y pronto notó que iba a correrse. El placer le recorrió entero pero se paró de golpe en el anillo de plástico. Todo su cuerpo le pedía descargar pero no podía y el dolor y el placer le dejaron extasiado. Laura empezó a masturbarle lentamente mientras se recuperaba.
- No vas a correrte hasta que nosotras digamos cariño. Esta noche es nuestra ¿recuerdas?
Raúl jadeaba sin palabras. Laura y Lucía se pusieron de rodillas y empezaron a besarse como en las películas porno. Ambas estaban a ambos lados de la pelvis de Raúl y la saliva que salía de sus bocas caía sobre su miembro que palpitaba como con vida propia. Las manos de las dos empezaron a acariciarse a la vez que se desnudaban la una a la otra. Pronto estaban totalmente desnudas y empezaban a masturbarse mutuamente sin dejar de besarse en ningún momento. La visión de los pechos de ambas, naturales, más grandes en el caso de Laura pero perfectas en el caso de Lucía hacía que quisiera menearsela, pero las esposas se sumaban a la frustración.
Laura de echó hacia atrás apoyándose en las manos y exponiendo su cuerpo. Sus tetas se derramaban por su pecho sobre el tatuaje de rosas que la rodeaban en la base. Lucía se inclinó y empezó a comerle el coño. Laura alargó una mano y empezó a bombear la polla de Raúl como si no hubiera mañana. Movía la cintura acompañando la boca de Lucía. Su otra mano fue hasta su clitoris y lo acarició también furiosamente. Pronto su labios inferiores explotaron contra la cara de Lucía y un enorme squirt la empapó. Laura era una eyaculadora femenina natural y alcanzaba pronto explosivos orgasmos. Ver el pelo mojado de Lucía por su compañera lésbica volvieron a llevar al límite a Raúl. Laura aceleró el ritmo mientras sentía palpitar su rabo entre sus dedos. De nuevo el alivio se cortó en seco y Raúl se derrumbó en la cama. Sus huevos dolían con la necesidad de vaciarse.
- Joder Laura, déjame correrme coño.
- No, no, cariño. Por fin voy a probar esa polla y quiero que nos dure toda la noche.
Laura montó a Raúl de horcajadas y de un golpe su coño engulló su polla a punto de reventar. Por fin, después de tanto tiempo y escarceos follaban. Laura tuvo su segundo orgasmo casi inmediatamente que empapó a Raúl. Este volvió a sufrir como su polla estaba a punto de estallar. Laura botaba como una loca y sus pechos botaban de forma circular. Cuando se masturbaba a Raúl le encantaba llegar al límite para parar pero aquello era algo más.
Lucía se apartó y empezó a meterse dos y tres dedos en el coño a la vez que disfrutaba del espectáculo. Laura volvió a correrse una vez más y se levantó dejándole el turno a Lucía. Esta se subió y se metió el rabo hinchado a más no poder de golpe. Aquello era como uno de sus consoladores enormes pero con todas las sensaciones de ser de carne. Raúl continuaba a punto de estallar. Laura se sentó en su cara y empezó a follarle literalmente la boca. Raúl sacó la lengua y trató de seguir los movimientos pélvicos. Mientras Lucía había alcanzado un orgasmo y cabalgaba hacia el siguiente.
Durante los siguientes 45 minutos las dos estuvieron alternándose entre su boca y sus labios hasta que no pudieron más. Decidieron darle su recompensa y volvieron a inclinarse para lamerle toda su pelvis. Cuando notaron que sus huevos volvieron a contraerse, Laura aflojó el anillo y por fin una corrida enorme llevó a Raúl hasta el extásis y se derramó en la cara de ambas. Raúl incorporó la cabeza y vio las cara de ambas limpiando con sus lenguas los restos de leche de su miembro. Ambas le miraban viciosas mientras su polla, aunque dolorida volvía a alzarse. Laura se rio.
- Parece que la noche no ha acabado