Rasurado
El placer de jugar con la comida.
Había jugado otras veces con comida, con vendas y este tipo de cosas, pero esta vez fue algo especial
El lugar no tenía nada de extraño, una casa, una cama, dos personas.....y toda la imaginación que le quisimos poner.
La noche empezó como siempre, nada fuera de lo habitual, el mismo ritual, besos, caricias, aunque eso sí mucha excitación porqué la química entre nosotros era muy fuerte.
Una vez nos hubimos quitado parte de la ropa, me propuso un juego, él me ataba las manos a la cabezera de la cama y me tapaba los ojos y yo me dejaba hacer.
La idea me apeteció, me pareció excitante y le dejé hacer.
A mi sólo me quedaba como única ropa un tanguita negro de puntilla que a él le pareció más excitante dejarlo puesto.
Se fué de la habitación y volvió al poco tiempo con algo que dijo que me gustaría.
Sentí que se acercaba a mi y me ponía algo en la boca, sentí el frio del hielo derretirse en mis labios e intenté beber de él, pero se alejaba ya por mi barbilla, por mi cuello, dejando un reguero de agua a su paso.
Entonces sentí el contraste de su lengua caliente persiguiéndolo. Noté como su lengua recorría la piel sensible de mi cuello y sentí mi cuerpo estremecerse.
El hielo continúo recorriendo su camino hasta detenerse en mis duros pezones, deseosos de sentir también el calor de su boca, pero se hizo de rogar, y notaba como el agua fría recorria mi pecho y su boca la absorbía sin llegar nunca a la cima que yo deseaba, hasta que por fin capturó mi pezón entre sus dientes y su lengua, mientras con la otra mano acariciaba mi otro pecho.
Sentí como se humedecía mi sexo y deseé que bajara hasta allí, pero el hielo aún recorrió mi estómago y mi bajo vientre volviendo a provocarme otro estremecimiento, para continuar por la parte interna de mis muslos, mis piernas y acabar en mis pies.
Mis braguitas estaban completamente mojadas y deseaba sentirlo encima de mi, pero entonces noté como cortaba el tanga y escuché una especie de aerosol.
Me separó las piernas y noté como tiraba algo espumoso en todo mi pubis, pensé que era nata, o algo similar.
Pero estaba equivocada, porqué luego sentí algo frio, algo que rascaba y me di cuenta de que era una navaja, que me estaba rasurando.
Primero me sorprendí y le pregunté que hacía, pero no me contestó y siguió haciendo, yo no me podía soltar y nunca lo hubiera pensado, pero aquello me excitó mucho, muchísimo....sobre todo cuando sentí que para quitar la espuma iba echando agua, y notaba como caía por mi sexo, fria, entremezclándose con mi flujo.
La navaja iba acercándose a mis labios y sentía como mi excitación iba creciendo y a punto estuve de pedirle más de una vez que me follara ya, porqué no podía más.
Mi cuerpo temblaba ya sin ningún tipo de control y cuando acabó noté que me secaba con algo suave, una toalla y por fin sentí su lengua en mi clítoris, suave, despacio, sin prisa, saboreándome, porqué si hubiera ido un poco más aprisa no hubiera podido detener el orgasmo que empezaba a crecer en mí. Y como lo hacia, me excita sólo recordarlo.
Después acercó su polla a mi boca y yo la chupé ansiosa, metiéndomela hasta dentro, y siguiéndola cuando se alejaba, sin poder tocarla.
Luego se puso encima de mi y me la metió de golpe, sin esperarlo, fuerte, y como la sentí...Mientras empujaba me cogió del cuello con su mano y apretó, poco, pero lo suficiente para sentir que me faltaba un poco el aire, mientras con la otra mano acariciaba mi clítoris. Nunca había fantaseado con eso, pero me sorprendió que me excitara, sentirme atada, y cogida por el cuello mientras me susurraba al oido palabras obscenas difíciles de repetir fuera del contexto y entonces me puse a gritar, a gritar de placer por el orgasmo que sentí y él conmigo, al verme tan excitada también se corrió.
Después se dejó caer sobre mi, me dio un beso suave en los labios y me preguntó si me había gustado.¿Qué pregunta, no creéis?