Raspadito de Limón (El Hombre de la Casa)

Gracias al regalo de su padre un pobre chico abusado puede vengarse de sus odiosas y crueles hermanas mayores.(Amor Filial y Control Mental)

Este relato me lo dedicó un amigo, y como es muy bueno quiero compartir su talento con todos mis lectores y lectoras, ¡Gracias F. Z.!

Era sábado por la mañana, y un muchacho se encontraba sentado en el sillón de la sala, comiendo cereal y viendo un anime que reproducía en el DVD de la sala.

Pese a ser considerado un friki por todo los que lo conocían dada su afición a los videojuegos, anime y escaso interés en actividades físicas, la verdad es que su apariencia física daba a entender todo lo contrario: el muchacho era delgado, de piel blanca (aunque ayudado por la falta de exposición al sol), de cabello lacio color castaño claro y ojos color avellana, escudados tras lo único que si le daba una apariencia friki: unos lentes de pasta gruesa negra, objetos que había tenido que usar desde pequeño por culpa de su afición a los videojuegos… o al menos eso le habían insistido sus familiares.

A sus catorce años, el muchacho tenía una vida normal con los problemas y situaciones que enfrentaba un chico de su edad y sus gustos, excepto tal por una cosa: hacía poco más de un año, su padre había fallecido de una enfermedad y eso lo había convertido a él en el hombre de la casa, pues ahora en casa solo habitaban él, su madre… y sus odiosas hermanas, bueno, odiosas hasta que su padre le dio “eso” como regalo de despedida tras morir.

El muchacho tomó un bocado más de su plato de cereal justo al tiempo que una mujer mayor bastante atractiva pasaba entre él y la televisión. Pese a ya verse en ella los estragos del tiempo y dos embarazos, aun conservaba su belleza que para ojos poco observadores aun podría pasar como una beldad de poco más de 20 años. La mujer era alta y esbelta, de unos bien proporcionados pechos, una cintura de avispa y un trasero bastante deseable. Un físico que se esperaría de alguien que en su juventud había sacado algo de dinero extra trabajando como edecán y modelo.

El muchacho observó a la mujer, su madre, y sintió algo de gusto. Luego del año de luto, era un descanso a la vista verla ya sin uno de esos largos vestidos negros (como de abuelita), para verla con un conjunto más colorido: un pans blanco ceñido al cuerpo que dejaba ver sus pantaletas rosas, una pequeña blusa gris y una sudadera color rojo.

-Bueno Chrystal, ya me voy –anunció la mujer.

-¿A dónde? –preguntó Chrystal sin dejar de ver la pantalla.

-Ya te había dicho –exclamó la mujer un poco exasperada –hoy empiezo con la clase de spinning.

Chrystal sonrió. Era bueno que luego del año de luto la mujer trataba de continuar con su vida.

-Ok, que te vaya bien –dijo sin más el muchacho.

-Llego más al rato –exclamó la mujer –te quedas solo con tus hermanas, por favor, traten de llevarse bien.

La mujer dijo esto, consciente de que desde siempre, sus hijas mayores llevaban para nada bien con su hijo menor, y aun desde pequeños, era difícil dejarlos solos sin que se pelearan.

-No te preocupes –aseguró Chrystal –todo estará bien.

Esta declaración no le dio buena espina a la madre, pero aun así, se resignó y salió finalmente de la casa.

Sin embargo, no habían pasado ni 5 minutos desde que la señora de la casa había salido, cuando unos pasos se escucharon en el primer piso de la casa, con dirección a la planta baja.

-Bueno, aquí vamos –suspiró Chrystal un poco resignado.

Las vio a lo lejos, por las escaleras, a sus dos hermanas mayores de 16 años: Esmeralda y Rubí.

Las dos muchachas habían nacido como gemelas, y eran la razón del nombre de Chrystal: si ellas llevaban el nombre de una joya, sus padres habían querido que su tercer hijo también tuviera un nombre de joya para no desentonar.

Con sus ligeras diferencias, las dos hermanas eran idénticas, tanto en físico como en atractivo físico: fruto de haber asistido, aunque a regañadientes al principio, a cuanta actividad física sus padres las habían metido desde pequeñas. Natación, ballet, karate, futbol… habían sido una de las cuantas actividades en las que habían participado, y ahora a sus 16 años ellas dos cosechaban los frutos.

Las dos hermanas tenían un cabello negro y rizado hasta la mitad de su espalda, su carita angelical de tez morena era de rasgos muy finos, eran delgadas y de vientre plano, con curvas bien pronunciadas y piernas torneadas. Sus pechos eran pequeños en comparación a los de su madre, pero aun así eran bastante deseables así como su cola, la cual estaba muy firme y parada.

Tanto era el atractivo físico de las dos hermanas, que incluso a su joven edad las dos hermanas habían tenido ya varias propuestas para, así como su madre, iniciarse en el mundo del modelaje, pero su madre se había negado enérgicamente a eso… al menos hasta que alcanzaran la mayoría de edad.

Pero si las dos hermanas eran hermosas por fuera, por dentro eran lo contrario. Su físico envidiable las había convertido en un par de engreídas prepotentes que sentían que tenían el mundo a sus pies. Las dos hermanas eran famosas en la escuela por tratar como basura a cualquiera fuera del circulo de “los chicos populares”, a ellas les encantaba jugar con los hombres de la escuela, y eran demasiado interesadas, siendo uno de los requisitos para considerar aceptar la invitación para salir con alguien, por lo menos haber recibido por parte del interesado alguna alhaja cuyo precio se saliera de las gráficas.

“Como si ellas necesitarán más dinero”. Pensó Chrystal con amargura recordando que gracias a su padre, ellos gozaban de una posición económica bastante privilegiada aun con este fallecido.

Pero si las dos hermanas eran crueles en la escuela, eso no era nada comparado con el pobre Chrystal, quien tenía que soportarlas en casa y generalmente él, como parte de los “rechazados” de la escuela, era su víctima favorita. En algún momento, Chrystal incluso llegó a barajar la teoría de que las hermanas practicaban sus actos crueles con él.

Finalmente ambas muchachas llegaron hasta la sala y se acomodaron junto a Chrystal en el sillón cayendo en él de manera pesada, como anunciando su presencia en caso de que el muchacho fuera demasiado estúpido para no notar a las dos chicas junto a él. Ambas hermanas llevaban todavía la pijama de un modelo similar, pero la de Ruby de color rosa mientras que la de Esmeralda de color azul.

-Ash, ¿ya viste Esme? –exclamó Ruby con tono despectivo –este friki ya está viendo sus frikiadas.

-¿Qué no tienes televisión en tu cuarto perdedor? –se quejó Esmeralda mirando feo la imagen que en ese momento estaba en la pantalla.

-Tengo tanto derecho de estar aquí como ustedes –intentó razonar Chrystal.

-Pues ya te vas quitando –ordenó Ruby –porque Esme y yo queremos ver una película.

-Ustedes tienen televisión en su cuarto, y una más grande que esta –recordó Chrystal, aunque él sabía que las muchachas solo querían un pretexto para molestarlo –¿por qué no la ven allá?

-¡Porque queremos verla aquí! –rezongó Esme empujando a su hermano, provocando que un poco del contenido del plato de cereal cayera sobre la pierna de Ruby.

-¡Fíjate pendejo! –gruñó Ruby al ver manchado el pantalón de su pijama, y respondiendo el acto dándole un fuerte golpe en la cabeza a su ya maltrecho hermano, lo que provocó que él tirara su plato de cereal (por suerte era de plástico), y que el resto del desayuno se desparramara sobre el piso.

-Ah que baboso estás –se quejó Esme con burla -¡ahora limpia eso! ¡Órale!

Y tras decir eso, las dos hermanas rieron con maldad.

Chrystal se sobaba la cabeza justo donde su hermana le había golpeado, y se reincorporó.

-No –contestó con decisión.

Las dos hermanas no podían creer que su hermano las confrontara.

-¿Qué dijiste gusano? –preguntó Ruby con tono amenazante.

-Que no voy a recoger este tiradero –dijo Chrystal con un deje de burla en su voz –de todas maneras, ya no quería el cereal.

Las dos hermanas parecieron un poco confundidas ante ese comentario y se miraron entre ellas buscando una en la otra una explicación al comportamiento de su hermano.

-De hecho, ahora tengo antojo de otra cosa –dijo el muchacho levantando sobre sí su mano –tengo ganas de un raspadito de limón.

Y tras decir eso, chasqueó sus dedos.

Silencio. Solo hubo silencio.

Chrystal sonrió con orgullo y miró al techo.

-Siempre funciona, y aun no puedo creerme que esto es real.

Y entonces se dio vuelta y la visión que vio le encantó: sus dos hermanas estaban sentadas en el sillón, con las espaldas rectas y las bocas parcialmente abiertas, pero sus ojos estaban completamente blancos y vacios, reflejando que en ese momento sus cabezas estaban completamente huecas… o al menos, más huecas que de costumbre.

-Sabes Ruby… ese golpe si me dolió –dijo el muchacho algo molesto mirando a su hermana, y sin más aviso, le tiró una fuerte bofetada en el rostro a su hermana.

Nada pasó.

Ruby apenas si movió la cabeza a causa del golpe, y salvó por una pequeña hinchazón roja en su mejilla, y que del golpe algo de saliva había escapado de su boca y ahora se desparramaba sobre su busto con un fino hilo.

Chrystal sonrió ante la visión.

-Esme –dijo el muchacho mirando a la otra inerte muchacha –mamá se enojará si ve este tiradero, haz el favor de limpiarlo. Y como es comida, no podemos desperdiciarla, así que limpia todo con tu lengua.

Esme ni asintió. En cuanto Chrystal terminó de recitar la orden, la muchacha se movió mecánicamente y se puso de rodillas en el suelo, y con su lengua comenzó a lamer toda la leche y cereal que había en el suelo.

Chrystal se sentó en el sillón y puso sus pies sobre el lomo de su hermana Esme, la cual ni se inmutó y continuó con la labor asignada.

Mientras Chrystal veía bajo sus pies el perfecto culo de su hermana que se movía rítmicamente junto con su lengua, Chrystal comenzó a recordar cuando su padre le dio tan fantástico regalo…

-¿Cómo lo hiciste papá? –se preguntó Chrystal en voz alta mientras estiraba su mano y comenzaba a pellizcar con fuerza uno de los pezones de Ruby, sin que esta diera si quiera una expresión de dolor.

El muchacho se había hecho esa pregunta, que había reemplazado a la primera que se hizo cuando descubrió que sus hermanas se convertían en esclavas descerebradas, muñecas de carne y hueso, cuando decía la frase gatillo: “¿Cómo pudiste hacerle eso a tus propias hijas?”.

Pero esa pregunta fue borrada cuando su perversión de adolecente de 14 años (y ansias de venganza contra sus hermanas) ganó a su razón y moral, y comenzó a ver los beneficios de tener a dos hermosas adolecentes como estúpidas sin cerebro que cumplían todas y cada una de sus más retorcidas fantasías sexuales sin siquiera atreverse a replicar.

En ese momento Chrystal soltó el pezón de Ruby, el cual quedó muy erecto sobre la blusa de la pijama y miró a Esme, quien ya había terminado su tarea y enderezaba su espalda, quedando solo de rodillas con la vista perdida en el horizonte. La muchacha era en ese estado tan estúpida, que incluso había dejado su lengua afuera pese ya haber terminado con la tarea asignada.

Chrystal se puso de pie y miró el piso. La zona que su hermana había limpiado incluso estaba más brillante a comparación del resto del piso.

-Bien, bien estúpida –dijo Chrystal dándole palmaditas en la cabeza a su hermana –no darás una en la escuela, pero da gusto ver que por lo menos sirves para algo.

Dijo con crueldad recordando como si bien las notas de las dos hermanas eran algo malas, las de Esme eran por mucho peores que las de su gemela.

Chrystal regresó al sillón y se acostó en él, subiendo sus piernas sobre las de su hermana Ruby, quien no se había movido un centímetro desde que entró en el trance, y cuyo hilo de saliva se había hecho ya tan espeso, que ahora la blusa de su pijama estaba tan empapada en el área del busto, que incluso se le transparentaba ya el sostén. Ella realmente parecía una estúpida (bueno, solo un poco más estúpida de lo normal).

-Escúchenme bien pendejas –exclamó Chrystal con tono autoritario –mamá no volverá hasta dentro de un rato, así que creo que podemos invertir bien este tiempo. Pero primero, colóquense enfrente de mí y desvístanse hasta quedar solo en sus pantis.

Las dos muchachas obedecieron sin chistar. Esme se levantó, metió la lengua en su boca y comenzó a quitarse la ropa, mientras que Ruby se ponía de pie y se dirigía junto a su hermana y comenzaba a desnudarse también.

Al final, las dos hermanas quedaron desnudas una al lado de otra, solo cubiertas por sus pequeñas bragas. La de Ruby era una tanga de encaje de color carmesí, mientras que la de Esme era una pantaleta color verde manzana.

Las dos hermanas estaban ahí, frente a Chrystal. Tenían las piernas un poco abiertas y los brazos extendidos un poco separados de sus cuerpos. Podrían haber pasado sin ningún problema como un par de muñecas de tamaño natural, excepto por esos tétricos ojos blancos y esa expresión inerte que les daba aspecto de estúpidas.

Ahí en su desnudez, Chrystal pudo observarlas mejor. Ruby tenía el busto un poco más pequeño que el de Esme, pero en compensación, Ruby tenía las caderas más anchas. Pero no conforme con eso, Ruby había decidido incrementar más su atractivo con dos pequeños tatuajes tribales en la zona baja del abdomen, así como un brillante piercing en el ombligo.

-Muy bien muñequitas –comenzó Chrystal –tengo muchas ganas de jugar con ustedes, pero no las puedo dejar mal alimentadas. Esme ya desayunó lo que recogió del suelo con la lengua, pero Ruby no ha comido nada y ya me terminé el cereal, por suerte, tu hermana es una vaca lechera.

Chrystal miró a Esme, quien cuyos pechos eran ligeramente más grandes que los de su gemela.

-Esme –comenzó Chrystal extasiado por la escena –comienza a lactar.

Esme no dijo y mostró emoción alguna cuando a la orden de su hermano (o mejor dicho, amo) sus pezones se pusieron duros y acto seguido generosas gotas blanquecinas comenzaron a  emanar de estos.

-Ruby, ya está tu lechita. A desayunar –ordenó Chrystal.

La muñeca que en ese momento era Ruby, no necesitó escuchar la orden dos veces. En cuanto su hermano dijo la última silaba de su orden, Ruby se movió rápidamente a los pezones de su hermana, introdujo uno en su boca y comenzó a chuparlo con fuerza.

Chrystal vio como el rostro de su hermana se ponía colorado por lo que la hábil lengua de su hermana hacía con sus pezones, y entonces dijo.

-Esme, sé que quieres expresar lo que sientes. Adelante.

Solo terminar la orden, Esme comenzó a jadear al ritmo de la lengua de su gemela sobre sus pezones. Ruby parecía un bebé que se estaba alimentando de dos tarritos de barro, mientras que Esme parecía que estaba recibiendo la cogida de su vida.

Al cabo de unos minutos, la golosa Ruby había vaciado ya los pechos de su hermana, de los cuales solo escapaban pequeñas y esporádicas gotas de leche.

Ruby regresó a su posición de muñeca al lado de su hermana, mientras se relamía los labios.

-Bueno idiotas, ya que están bien alimentas, creo que me toca jugar a mí –dijo Chrystal comenzando a desvestirse y dejando al aire y miembro que desde hacía un buen rato ya estaba bastante duro –Esme limpió el piso y le dio de desayunar a Ruby, así que creo que es justo que a Esme le toqué la mejor parte. Esme, de espaldas y ofréceme tu culo. Ruby, de rodillas a un lado del culo de Esme.

Las dos hermanas se pusieron en la posición que su señor les ordenó, en espera de lo que pasara. Chrystal, con la lujuria a mil, se acercó a su hermana Esme, bajó de un solo jalón las bragas de su hermana dejándole el culo al aire del cual ya escapaban generosas cantidades de babas, la tomó de las caderas y clavó su caliente miembro en las entrañas de su hermana de un solo golpe.

Tal vez el rostro de Esme se mostraba inexpresivo pese a la salvaje cogida que le estaban propinando, pero no era para nada un reflejo de su vagina: a gusto de Chrystal, esta se sentía hambrienta, deseosa por recibir la semilla del muchacho lo más pronto posible. Era tanto la desesperación de ese órgano femenino, que este apretaba el miembro del muchacho con tanta fuerza, que no parecía una vagina, sino más bien, un puño.

Con toda esa estimulación, Chrystal no tardó en sentir las primeras arcadas que anunciaban el orgasmo, así que sacó el miembro de golpe de las entrañas de su hermana, y lo apuntó al rostro de Ruby.

-¡Mastúrbame pendeja! –ordenó el muchacho preso de su lujuria.

Ruby, sin inmutarse por la violencia de su hermano, tomó el pene entre sus manos y comenzó a masajearlo con fuerza y destreza. Chrystal, sintiendo el suave tacto de las suaves manos de su hermana, no tardó en sentir el tan deseado orgasmo, y oleadas de semen salieron disparados de su pene y fueron a dar al bello rostro de su hermana.

Agotado, el muchacho quitó su pene de las manos de su hermana, tomó el cabello de esta y con este comenzó a limpiar su pene. Acto seguido, cayó rendido en el sillón.

-Esme… -dijo jadeando –limpia la cara de tu hermana… con tu lengua.

Esme, quien no se había movido de su posición desde que había comenzado el coito, se movió mecánicamente junto a su hermana y comenzó a lamerle el rostro y al cabo de unos segundos, todo rastro de semen había desaparecido del rostro de Ruby.

Chrystal solo miró a sus hermanas, las cuales se veían exquisitas así en trance, siendo unas sumisas esclavas que harían lo que él quisiera cuando él lo dijera. Ante la visión, su miembro comenzaba a recuperar fuerzas, y el planeaba su siguiente movimiento…

La señora de la casa entró a su residencia. Estaba cansada y bastante sudada: esa clase había sido más pesada de lo que esperaba.

Al llegar a la sala, se topó a su hijo básicamente en la misma posición en la que lo había dejado, solo que el plato de cereal estaba vacío.

-¿Aun aquí? –le regañó la señora.

-Es sábado –se excusó Chrystal sin dejar de ver la pantalla.

-¡Pero vamos hijo! Es un lindo día, no deberías desperdiciarlo todo mirando la televisión.

Chrystal miró a su madre. En ese momento el sudor resaltaba más su piel y así que el pans y la blusa se transparentara un poco más. Con la sola visión, el miembro entre sus piernas comenzó a ponerse duro.

-Sabes mamá –dijo en tono serio –creo que tienes razón. Es una pena desperdiciar tan bello día mirando la televisión. ¿Y sabes qué más? Tengo ganas de un raspadito de limón…

En cuanto las palabras salieron de su boca, Chrystal supo que ese sería un fantástico fin de semana

Espero que el relato de mi amigo F. Z. les haya gustado cualquier comentario pueden hacerlo a mi correo:

esmerubi69@hotmail.com