Rarezas de la infancia

Como se le despierta el deseo sexual a una chica por un muchacho con déficit mental

RAREZAS DE LA INFANCIA

Me llamo Macarena pero todo el mundo me llama Maca. Esto que voy a escribir es una parte de mi vida que jamás conté a nadie, quiza sea un tabú, quizá porque si mis amigas lo supieran me considerarían una enferma, una depravada. Para contar toda mi historia, me tengo que remontar a mi infancia más lejana, a primero de E.G.B.

Tengo muy pocos recuerdos de esa edad, pero hay dos cosas que recuerdo casi nítidamente. La primera era nuestra nueva profesora, Sor Mercedes, una puta monja castradora de enormes biceps que cada vez que nos equivocávamos nos pegaba sin compasión y nos humillaba cuando salíamos a la pizarra. Eso me creó el trauma de que cada vez que salía a la pizarra, incluso de adulta, me temblaban las piernas.

El segundo recuerdo fue nuestro nuevo compañero, Jose David, que era el primer repetidor que se incorporaba a nuestra clase.Recuerdo que me llamó mi atención porque teníamos la creencia de que los repetidores eran unos "burros" y por tanto, eran diferentes y me impactó especialmente porque era la primera persona con retraso mental que vi en mi vida ...

Todos los niños de la clase nos fijamos en el nuevo por ser nuevo, porque llevaba dos cursos repetidos y porque era distinto.

Siempre lo ponían en la primera fila para que las profesoras le dieran una atención especial, deberes diferentes, dibujos para colorear...y el pobre recibía como el que más los golpes en la cabeza que nos daba Sor Mercedes, en parte por su dificultad, en parte porque era el que tenía más cerca.

Él pasó todo el trayecto escolar en la primera fila, y yo estuve por obligación( por problemas de atención)en la segunda fila también casi toda mi trayectoria escolar.

En esos lapsus de atención que tenía cuando me aburría terriblemente, me entretenía observando a Jose David, justo detrás de su nuca. Él siempre conseguía llamar mi atención. Era completamente distinto al resto. La mayoría éramos morenos con ojos marrones y él era rubio con unos ojos verdes muy claros que a veces daban un poco de miedo; también tenía unas orejas de soplillo que le hacían muy gracioso. Era muy grande de tamaño en comparación con los demás y era zurdo, igual que yo. Siempre se sentaba muy erguido y desde pequeño tenía la voz un poco grave. Tenía las manos grandes y era dulce como un niño, pero a veces si alguien le molestaba, tenía ataques de ira y nadie podía con él.

Salvo por su caminar tan erguido y la manera de hablar,un poco trabada, no parecía que tuviera ningún retraso, de hecho, era bastante guapo.

Pasaron unos años y él fue el primero en desarrollarse de los chicos de la clase. En esos ratos de observación que le blindaba me quedaba fascinada con él, pero no porque me gustara. Le había crecido la barba y ya se afeitaba (mientras que los muchachos de clase tenían la sombrilla bajo la nariz). Las mandíbulas se le habían ensanchado y él era ya un hombre. Le miraba los músculos del cuello y su espalda que era muy ancha (siempre fue de constitución muy fuerte) y sus manos que habían crecido en proporción.

Pasaron un par de años y los demás ya estábamos desarrollados, unos más que otros. Ya entramos en la fase sexual y coqueteábamos con el sexo. Él, un poco inocente no decía nunca nada sobre ese tema.

Un día estábamos en clase de música, la profesora, un poco indolente, daba la clase, pero nos dejaba sentarnos como quisiéramos y yo, como mala alumna, me puse detrás con la demás chusma. También estaba Jose David.

Nos dio por hablar de sexo y yo miraba a Jose David, tenía curiosidad por sus reacciones. Entonces pasó algo que cambió mi manera de verlo. Alguien le preguntó si sabía lo que era "hacerse una paja". Era la comidilla. Él respondió que no, entonces, se le preguntó se se había corrido alguna vez, él no sabía lo que quería decir "correrse" pues nadie se lo había explicado. Entonces, una imbécil, paradójicamente lesbiana, se le ocurrió juguetear con él con el afán de humillarlo. Una amiga nuestra se apuntó al juego, y mientras una le tocaba las rodillas, la otra empezó a acariciarle el interior de sus muslos. A él le cambió la cara, estaba descompuesta y había algo de miedo. A pesar de que el gesto de él era de angustia, las dos zorras no cejaban de tocarle, entonces él, eyaculó por primera vez en clase y del susto se fue llorando en medio de la clase, el pobre no sabía lo que le había pasado. Todo el mundo se enteró del incidente y a los culpables les cayó un buen castigo. Yo también era culpable porque fui una observadora y no hice nada para impedirlo aun siendo mi amigo. me quedé maravillada, absorta y con lo que le pasó... Jose David, el deficiente mental de la clase me llenó de morbo.

Me estuve masturbando pensando en él todo lo que quedó de curso. Tenía pinta de tener la polla grande y me moría por hacer que se corriera. El curso terminó y no continué las clases con mis compañeros porque no me readmitieron en el colegio por quemar el baño de las chicas.

Pasaron 12 años y yo ya tenía 26. Había estado con algunos hombres y me fui a una casita de campo a vivir sola tras una ruptura de una relación de 7 años. Esta casita estaba justo al lado de una ruta de caminantes a los que veía caminar a todas horas. Entonces, un día, mientras me tomaba un café en la terraza vi pasar a Jose David con un hombre mayor.

Nunca nos perdimos de vista, pues él vivía en mi mismo barrio y nos veíamos a veces. Cuando se fue del colegio se puso a trabajar como carpintero con este hombre, de nombre Manuel, amigo de su abuelo. Por lo que decían de Jose David era un trabajador muy disciplinado y diligente, además de que era muy obediente con este buen hombre. Él siempre iba de su casa al trabajo y del trabajo a su casa, salvo por esos paseos que daba los fines de semana con este hombre. Se hizo muy atractivo y solía ir por la calle con su ropa de trabajo, unos holgados pantalones azules de mecánico y una camisa blanca de tirantes. Las mujeres decían que miraba de forma obscena pero era su forma de mirar. Te miraba, te sonreía de oreja a oreja y si llevabas escote te lo miraba compulsivamente.

Un día se me ocurrió irme a la ruta de los caminantes y estuve dando un paseo. Me hice una aficionada y al final se convirtió en una rutina diaria.Me conocía todos los parajes, los recovecos, las fuentes...

Un fin de semana me encontré con Jose David y con el hombre que le acompañaba y les saludé cordialmente. Estuve caminando y conversando con ellos y lo pasé en grande. Todos los fines de semana nos íbamos a pasear los tres juntos. A veces, Manuel se encontraba un amigo suyo y tiraba unos metros más por delante de nosotros. Entonces Jose David, me miraba el escote mientras yo le hablaba, eso me remontaba a su incidente de clase y volví a masturbarme pensando en su corrida.

Me preguntaba si se tocaba o si ya había tenido sexo con alguien, pero algo me decía que no. Y poco a poco empecé a jugar con él.

La primera vez me puse una camiseta blanca sin sostén para insinuarle mis pezones y él no tardó en darse cuenta, mientras que el anciano no se daba cuenta de nada. Se quedaba absorto mirándo mis tetas con ese sueter de tela tan fina. Me mojaba al ver cómo miraba.

Otro día le dije que me acompañara a la fuente del santo. Era una fuente que estaba cerca de la vía, estaba dentro de una especie de cueva artificial del tamaño de una habitación y entraba el sol. Él entró conmigo y yo me agaché a beber de manera insinuante, primero, sacando el culo para que me lo mirara desde atrás. Después me puse de cuclillas y bebí agua mirándole a los ojos, sin apartar la mirada. Él parecía interpretar mis mensajes pero estaba desconcertado. Esa inocencia me ponía y me aproveché de ella. Cada vez el juego era más divertido.

Siempre le pedía que se viniera a la fuente, unas veces sólo bebíamos, otras veces jugábamos, dependiendo de la afluencia de gente que hubiera ese día por la vía.

Un día le dije en la fuente que miraba mucho las tetas y que si había tocado alguna, él nervioso, me dijo que no, entonces cogí su mano y la puse encima de mi pecho, él me lo toco por encima de la ropa.

Otro día le dije que me tocara las dos tetas y él me obedeció sin rechistar.

...Otro día, también en la fuente, le dije que si me quería tocar el coño ,cogí su mano y la puse sobre mi coño que estaba chorreando, por encima de las mallas que llevaba. Apreté sus dedos contra mi chocho. Estabamos los dos muy calientes.

Otro día, un Domingo, le dije que si quería verme las tetas sin ropa tenía que enseñarme la polla a cambio. Entonces, me levanté el sueter, me quité el sostén y le enseñé las tetas, entonces, le pedí que me enseñara la polla y se la sacó con un poco de timidez. Estaba enrojecida y contrastaba con el color lechoso de su piel, era gorda bastante larga y la tenía llena de venas, estaba durísima. Me lo habría follado ahí mismo, pero no quería que el juego terminara.

Otro día le dije si le habían lamido y empecé a lamerle desde los pezones, pasando por las axilas hasta el interior de sus muslos, por supuesto, sin llegar a donde los dos queríamos. Su erección era muy evidente.

El fin de semana siguiente, me volví a levantar el sueter y le dije que me comiera las tetas, se volvió loco, me las dejó llenas de babas, nunca había visto a un hombre tan caliente.

Otro día, me agaché ante él, lo miré a los ojos, me saqué las tetas y me puse su gorda polla en medio de las tetas que no paraba de moverlas de arriba abajo de arriba abajo, apretando a la verga y ya no pudo más. Empezó a gemir como un loco, parecía que le estuviera pasando algo, no pudo más. Se corrió por todo mi pecho, la leche me llegaba hasta el vientre. Me lavé en la fuente y seguimos caminando como si nada.

Otro día, le dije que me tocara el coño, él no sabía, entonces, metió la mano y tocó mi coño empapado en flujo, yo lo guiaba. Él me tocaba cada vez más fuerte, y le metí dos de sus dedos dentro. Empezó a meterlos y sacarlos con violencia, me toqué un poco el clítoris y me corrí en toda su mano. Le dije que se chupara los dedos. Él, con esa cara de degenerado se los chupó mirándome a la cara, con sonrisa de lado. Le estaba gustando el juego y estaba siendo un buen jugador.

Entonces otro día me lo llevé a la fuente y le bajé los pantalones, empecé a lamerle los cojones. Le levanté la polla para poder lamer el centro de sus huevos que olían a semen. Entonces le pegué un lametazo largo en el rabo, humedeciéndolo todo, otro lametazo y me apartaba, él estaba loco... y otro lametazo y volvía a apartarme. Escupí el centro de mi mano y empecé a masajear la punta de su capullo en círculos con la palma de mi mano mojada, mientras subía y bajaba con la otra mano cascándole una paja. Despues, me la metí en toda la boca y empecé a hacerle una fuerte mamada, casi lo mato del gusto, quería apartarse, pero me la metí en la boca y me la llenó de leche, me tragué todo su orgasmo, me relamía. Era la leche más inocente y limpia que nunca había probado.

A la semana siguiente, como de costumbre en la fuente, él tomó la iniciativa y empezó a magrearme empalmado como un animal, Jose David era virgen y eso me gustaba pero yo no podía estar más sin follarme su polla.

Me desnudé entera ( pudiendo entrar cualquier caminante en cualquier momento) me senté y abrí mis piernas para que me viera el coño, él estaba de pié mirándome. Yo me tocaba y le dije que viniera, le dije que se sacara la polla y él, instintivamente me la metió, me penetraba tan fuerte que me hacía un poco de daño pero me daba tanto morbo que estaba gozando como nunca. Me mordía fuertísimo el cuello y la boca y gemía que hasta retumbaba, estaba calentísimo. Yo abría más las piernas y levantaba el culo para notarla más, él no paraba de penetrarme, me tenía enganchada y no me iba a soltar hasta que reventara, estaba sudando como un cerdo, su olor a hormonas me excitaba, yo sentía un placer brutal. No paraba de mirarlo, empujaba y empujaba con su roja polla. Yo cada vez notaba más placer, un placer super fuerte me corrí en su rabo mientras me seguía follando. Él aguantaba como si hubiera estado toda la vida follando y siguió, me cambió de postura, y me puso a cuatro patas, Me estaba reventando el coño el muy cabrón, follaba mejor que muchos, entonces, se le salió la polla y al volver a meterla me penetró por el culo, la primera sacudida me dolió como una tortura, pero luego empezó a darme y a darme y a darme y yo mientras tanto me tocaba el coño, el placer se me subía a la cabeza, me volví a correr, el seguía y seguía detrás de mí empezaba a oir sus gemidos no decía nada, gemía y gemía y me caía su sudor encima, entonces, empezó a darme cada vez más fuerte y más rápido, y yo sabía que iba a correrse, entonces yo le movía el culo para darle más placer y se corrió en todo mi culo. Disfrutó como una bestia, me hizo un poco de sangre y eso que no era la primera vez. Nunca nadie me había follado de esa manera tan salvaje. Por fin me quité la espinita de desvirgarlo y de darle placer, de que dejara de ser virgen, de que se rieran de él, de hecho, él era mucho más hombre por trabajador, por saber estar , por nobleza y por buen amante que los de antaño que lo trataban como un tonto.