Rareza III

Siguen los avances de Álex, la hermafrodita protagonista, ampliando los conocimientos del mundo del sexo. Ahora será gracias a dos amigos "especiales" que la llevaran a cotas aún más elevadas.

Capítulo tres.  Primer trío.

Hola a todos de nuevo (a los que ya me hayan leído) y saludos cariñosos para aquellos que lo hagan por vez primera. Para estos últimos y a modo de introducción, os diré que me llamo Álex y que soy una chica un poco "especial". Y lo que me hace especial es que tengo polla. No una gran polla pero sí bastante normal para el canon masculino. ¡Y no es que sea un chico travestido a chica, no! Por un capricho genético nací chica pero con un pene totalmente funcional.

Os dejo los links de mis anteriores relatos por si a alguien le apetece y/o quiere leerlos:

http://www.todorelatos.com/relato/119657/

http://www.todorelatos.com/relato/119771/

Bueno, pues dicho lo anterior continúo por dónde me quedé anteriormente.

Después de despertarnos Marina y yo estuvimos hablando de lo ocurrido. Espero que os alegre tanto como a mí saber que Marina se lo tomó estupendamente. Me dio las gracias por haber sido como fui en su primera vez. Me reconoció que, pese al principio haber sentido un poco de vergüenza (de ahí que estuviese con los ojos cerrados), después la dio tanto morbo la situación que lo disfrutó todo y de una forma súper intensa (tal como lo dijo). Estaba encantada de la vida y que desde luego, comparado conmigo, tenía que reconocer que la que lo tenía peor era yo. Pero que no me preocupara porque, pasara lo que pasara, siempre podría contar con ella para lo que sea. Me eché a reír porque levanté pícaramente la ceja, sonriendo ladinamente y la dije "¿Para lo que sea, no?" y, al darse cuenta de lo que había dicho se puso colorada como un tomate a pesar de habernos acostado ya juntas las dos. Pero como no podía ser de otra forma, acabamos descojonadas sobre la cama las dos, totalmente tronchadas de la risa.

Tengo que reconoceros que Marina y yo volvimos a tener sexo entre nosotras varias veces a pesar de haber tenido ya algunos encuentros con chicos al haber superado, en mucha medida, sus complejos. Me decía que la encantaba cómo se lo hacía yo porque era como "follar con un chico con la dulzura de una chica". Una cosa a la que le cogió un gusto increíble la cacho cabrona (para mi extremo gozo, también he de reconocerlo) era a estimularme doblemente. Me refiero a que le cogió el gusto a comerme el chocho o la polla de forma indistinta pero, mientras se ocupaba oralmente con uno de ellos, estimulaba al otro con el mismo afán. La primera vez que consiguió sacarme un orgasmo doble (me follaba con velocidad con una polla de látex que se compró, tragándose los calditos de mi interior, mientras pajeaba con velocidad mi polla). Me dejó muerta durante unos minutos. No era capaz ni de moverme. Fue la ostia puta pintada de purpurina. Y creo que si no me hice pis encima fue de milagro. La hizo tanta gracia que, cada vez que follábamos, una vez que la dejaba satisfecha, me remataba a mí de esa forma. Incluso algunas veces me metió un dedo por el culo cuando estaba ya a punto y, cuando me corría, me dejaba todavía más destrozada. ¡Cómo se soltó la acomplejada!

Pero no es la continuación de los "roces" entre Marina y yo el motivo de este relato…

Fue durante cierto fin de semana cuando ocurrió lo que voy a contar. Salimos pocos del grupo y, para más inri, se fueron todos pronto. Yo ese día estaba muy lanzada. Había tenido una semana infernal con los estudios y necesitaba como la vida desfogarme desbarrando todo lo que pudiera. Pero me quedé sola y decidí cometer una locura… dada mi condición, resolví que quería sexo con quien fuera y que me daba igual "carne que pescado". Y me fui para Chueca a un local al que había ido en un par de ocasiones y en la que había acabado follando, una vez con cada sexo distinto.

Se ve que algo había trascendido y que había gente que se acercaba demasiado decidida y me daba a mí que podía más la curiosidad que el deseo real de una relación de sexo placentero y "sin compromiso". No se me acercaban nada más que los típicos (y típicas) ligones y que ya tengo de sobra calados. Si es que todos parecen cortados por el mismo patrón, ¡coño! Llevaba un rato por allí, dando puerta a todas estas personas que no me interesaban cuando me fijé en una pareja de chicos que estaban en un aparte, hablando y riendo en un rincón más tranquilo del local. Estuve un rato observándolos, identificando a cada uno como claramente al gay pasivo y al activo. Y como ambos me gustaron decidí acercarme a probar fortuna…

Me acerqué a ellos de forma despreocupada, apoyándome en la barra cercana a donde estaban ellos y pidiendo que me pusieran otro hielo para calmar los "calores" (mirando al decirlo al que pensaba que era el activo). Se me quedó mirando y sonrió, acercándose a decir algo al oído de su compañero. Por lo menos capté la atención de los dos.

Ya he dicho que estaba cachonda, así que no me anduve por las ramas y me acerqué a ellos directamente a entablar conversación, aceptándola ambos. Nos presentamos los tres y hablamos de las banalidades típicas de los bares de copas. Una vez roto el hielo, y como ya me estaban picando los bajos, me lancé al vacío y sin red a por ellos.

Bueno. Ahora que ya nos conocemos, ¿seguimos perdiendo el tiempo o nos vamos a follar ya? –¿veis como andaba yo, no?

Bueno guapa, no es por decir que no pero, como ves, estoy con él.

Ah, bueno. Si sois pareja estable y fiel no me entrometo. Espero que lo paséis bien juntos.

No es por eso, preciosa. Es que a él, a diferencia de mí, los chochitos no le van para nada. Sólo quiere rabos…

Uhmmm… ¿Os acordáis de la película de "Las edades de Lulú? ¿Os importaría que os viera follando?

¿Eres una voyeur? Qué raro en una mujer. A mí no me importa, ¿y a ti? –preguntó a su amigo que negó con la cabeza mientras sonreía– Pues vale. Quédate con nosotros hasta que nos vayamos, no sea que nos perdamos. –dijo con una bonita y pícara sonrisa.

Estuvimos juntos los tres y, perversamente, no les conté mi peculiar condición. Pensé que sería divertido cuando llegase el momento. Bebimos, reímos, y bailamos durante un par de horas antes de salir del local para dirigirnos a la casa de uno de ellos. Iba abrazada a cada uno de ellos y lo cierto es que me sentía bien, muy a gusto con la situación. Llegamos a la casa y pasamos por orden al cuarto de baño para aliviar las vejigas y asearnos un poco, incluida yo que, a pesar de ir como mirona, me extrañaba que no fuera a participar de la fiesta. Y así fue como, al fin, pasamos a la habitación (o follódromo como lo llamó el dueño).

Empezaron a desnudarse entre ellos, manoseándose las partes de piel que iban quedando a la vista y, sobre todo, sus abultados paquetes. Luego comprobé que los dos iban bastante bien armados. Yo me puse de pie, junto a la ventana y me acariciaba los pezones, pellizcándolos por encima de la ropa primero y luego liberando mi blusa y sujetador y haciéndolo directamente sobre ellos. Entre el espectáculo y mis caricias se pusieron como el diamante de duros.

Ellos siguieron con sus manejos, lentamente, hasta que los dos quedaron totalmente en cueros. Lucían unos rabos realmente buenos y duros como rocas. Apenas dejaban de apuntar hacia adelante cuando eran sobados por la mano del otro hasta que ambos se tumbaron en la cama y se metieron las pollas en la boca en el primer 69 gay al que asistía. Realmente tengo que admitir que había aprendido mucho a la hora de mamar pollas pero, lo de estos chicos era maestría en estado puro. Aproveché a tomar buena cuenta de los manejos de cada uno para dar placer al otro para mi propio interés. Lejos de lo que me imaginaba de un sexo violento y rápido, se mamaban las vergas sin prisas, dando fuertes chupetones al falo que tenían en la boca, algo que les estaba poniendo como motos a tenor de los gemidos y jadeos de cada uno de ellos. Y eso se contagiaba a mí misma que, a esas alturas, estaba ya tan caliente como una olla a presión, llevando mi propia polla al reventón (mira qué poetisa he salido… ;–P)

Decidí dejarme de juegos y me desnudé completamente, dándoles la espalda para que no me descubrieran aún. En un momento en que dejaron de prestarme atención me acerqué al culo del chico que estaba arriba (el pasivo) abriendo sus nalgas y metiendo mi lengua de su ano a sus huevos que metía y sacaba de mi boca. El chico empezó a resoplar de puro gusto ante la mamada de su amigo y mi estimulación anal. No contenta con eso, empecé a meterle los dedos por el culo buscando excitar su punto P, cosa que hice porque, al poco tiempo de ese tratamiento, se corrió como un burro en la garganta de su amigo que se tomó toda la leche sin derramar una sola gota.

El chico de abajo (el activo) salió de debajo del cuerpo de su amigo que había caído laxo tras el fuerte orgasmo que había sufrido y, aprovechando que ya le había hecho el trabajo de dilatación del culo a su amigo, poniéndose una gomita se la calzó de golpe y hasta que sus huevos tocaron las nalgas del otro chico, ocultando su miembro en el recto, sin una sola queja por parte del chico pasivo.

Mientras le daba por el culo a su amigo con movimientos lentos, largos y profundos, yo me lancé a comerle las tetillas y, viendo que no había rechazo por su parte, comencé a besarle y comerle el cuello y las orejas provocando en él gemidos de gozo. En un movimiento mío se dio cuenta de lo que colgaba de mi entrepierna, quedándose parado. Le hice una pequeña seña para que siguiera y que callara, reaccionando con una sonrisa.

Pero sí me di cuenta que sólo había visto mi polla y no mi vagina. Pensé una pequeña maldad aprovechando lo que me dijeron de las preferencias de cada uno. Le guiñé el ojo y le pregunté en voz alta:

– Mmmm, ¿me quieres comer mi conejito mientras le sigues follando a él?

– Eso está hecho, princesa. –me dijo con cierto retintín. Me partía por dentro de risa por la sorpresa que le esperaba.

– Toma cariño, todo tuyo…

Y me puse de pie en la cama, exponiendo mi cuerpo por completo. Abrió los ojos como platos al ver mis dos sexos en todo su esplendor. Mi rabo tieso y los jugos de mi coño resbalando por las piernas. Abrió la boca pero antes de que pudiera decir nada le metí la polla en la boca, empezando a follarle con ella.

Uhmmmm, así cielo. Cómeme entera que luego también tu amigo me comerá. –le dije con otra seña que entendió a la perfección, haciendo un amago de sonrisa aún con mi miembro en la boca.

Pasado el peligro de que se le escapara algo le dejé a él seguir con el ritmo de la comida que me estaba haciendo. Y sí, vuelvo a decir que el cabrón comía las pollas como un maestro. En un momento dado se la sacó y se dedicó a hacerme una comida de coño, metiendo la lengua tanto como podía. Recordar lo que os dije sobre mi coñito. Es casi normal salvo por la ausencia de clítoris (aunque ahora yo creo que en realidad, esa parte es mi rabo) por lo que el sexo oral lo disfruto pero no es suficiente para correrme a no ser que lo complementen con una excitación directa sobre mi punto G en el interior de mi coño. Por eso le pedí que me metiera los dedos, cosa que hizo, sin especificar exactamente dónde para no dar pistas al otro chico que se encontraba de nuevo gimiendo por la enculada que estaba recibiendo.

Como vio que no se apañaba bien chupando mi almeja, follándome con los dedos y follando el culo de su amigo, se volvió a meter mi endurecido rabo en la boca, llevándome con paso firme a uno de mis orgasmos dobles que también antes os comenté. En apenas dos minutos mi coñito se empezó a estremecer víctima de un placer fortísimo que provocó que cerrara mis piernas inmovilizando su mano sin conseguir, no obstante, detener sus dedos que me machacaban el punto G. Mientras me corría vaginalmente empezó a sorber fuerte por mi polla, rasguñando el glande un poco con los dientes y en un momento me corrí muy fuerte, soltando mi leche también en su boca. Si no me caí al suelo fue porque me quedé totalmente agarrotada hasta tal punto que pienso que sólo fue mi polla en su boca la responsable de que no perdiera la verticalidad.

Cuando mis orgasmos bajaron me caí a plomo sobre la cama, tan descontroladamente que acabé tirada en el suelo ante las risas del muchacho que prosiguió con la sodomización de su amigo de una forma más decidida. Me acerqué a la cara del chico que estaba siendo enculado y le pregunté:

A ti no te gustaban los chochitos, ¿verdad? –él negó con la cabeza por lo que seguí hablando– Como por delante estoy satisfecha por ahora, ¿me dejas que me meta debajo tuyo y me la metes a mí por el culo?

El chico me miró mientras seguía gimiendo. Llevé mi mano por debajo de su cuerpo hasta coger su rabo con la mano que estaba morcillón pero casi a punto de una nueva erección. Le estuve pajeando un poco mientras le decía que si le gustaban los culitos de los chicos, a lo mejor mi culito también le gustaba, que si quería probar. Todo esto mientras con mi otra mano ensalivaba mis dedos e iba lubricando y excitando mi negro agujero. No hizo falta que dijera nada porque, tan pronto su polla estaba dura como una piedra, se incorporó un poco, poniéndose a cuatro patas, dejándome un hueco para que me pusiera debajo suyo. La idea le pareció gustar también al otro chico porque noté que aumentaba la velocidad de bombeo al culo del primero.

Me deslicé boca abajo por debajo de su cuerpo, cogí su duro falo, le puse otra gomita y lo apunté al interior de mi culo, llenándome el recto de polla. Para mi mayor gozo, el chico que follaba el culo de su amigo se paró y le indicó que fuera él quien se moviera, follando mi culo mientras que él mismo sería follado por su polla, cosa que hizo al momento. Ahora éramos los tres los que gemíamos. El bombeo de culo al que era sometido le debía de estar llevando al límite porque yo misma me parecía notar que su polla aumentaba de tamaño dentro del mío propio. Y ya el otro chico ni me lo imagino por el rato que llevaba follándose a su amigo. Por eso fue el siguiente en llegar al orgasmo. Sus manos se cerraron con fuerza al culo de su amigo poniéndose blancos sus nudillos mientras gemía y resoplaba como un búfalo. Cuando terminó sacó su falo del culo y se quitó el preservativo.

Se acercó a mí y me empezó a besar. Estaba como en una nube por el placer que estaba sintiendo. Las ganas con las que salí de casa y todo lo que habíamos hecho no hacían más que seguir subiendo mi nivel de cachondez. Le pedí que acercara su polla a mi boca para mamársela de lo caliente que yo aún andaba. Metió su virilidad en mi boca, follando mi cara como un poco antes había follado el culo del otro chico. Se ve que la situación también le había afectado porque apenas noté que su rabo perdiera dureza.

Inicié un tratamiento a su polla con todo el saber que poseía y algunas cosas que había aprendido esa misma noche. El chico volvió a gemir de placer, cosa que aprovechó su amigo para lanzarse sobre su boca y darse un morreo con él mientras seguía dándome lo mío por el culo. Estaba caliente como una perra, tanto que me puse a despotricar que quería más, que quería que me follasen los dos, que me reventaran a pollazos,… Vamos, todas esas cosas típicas de cuando el animal sexual que tenemos dentro se desboca.

Espera un momento. –dijo el chico mientras sacaba su polla de mi garganta– Me apetece hacer una cosa. Voy a darte por culo a ti mientras él te va a follar por el coño. Va siendo hora de que se folle a una chica para que vea si le gusta a no. ¿Te atreves? Ya verás que sorpresa te llevas… –le dijo a su amigo que, tras pensarlo un momento asintió con una sonrisa.

Se tumbó encima de la cama y me dijo que me pusiera encima para volver a meter su polla por mi, ya no negro, sino enrojecido ano tumbándome sobre él. Yo ya ni pensaba ni razonaba. Sólo quería que me follaran y que me remataran de placer de una vez. Al volverme hacia adelante por fin el otro chico se fijó en mi anatomía, descolgando la mandíbula hasta tal punto que pensé que se la descoyuntaría. Muerto de risa el otro chico le espetó…

¡¡¡Sorpresa!!! No es una chica. Es una hermafrodita. ¿Te das cuenta que tiene polla y coño, no?

El otro chico se acercó con los ojos como platos. Mientras, el primero se cogió la polla y, tras apuntarla debidamente, me la metió de golpe por el culo, provocándome un grito de placer y un espasmo en la polla. El otro chico agarró mi cipote con una mano y me sobó el coño por la otra, aún alucinado por lo que veía. Aunque no era exactamente lo que yo esperaba, tampoco fui ajena a sus tratamientos, subiendo mis gritos de placer. Se ve que eso le sacó definitivamente de su ensimismamiento porque se sacó el preservativo que había estado en mi culo con intención de cambiarlo. Le detuve con la mano.

– No, cariño. Para tu primera vez con una chica fóllame a pelo. Disfrútalo tanto como quieras y mátame de gusto.

Me miró con una tierna sonrisa y apuntó su cipote a mi vagina. Tal como hizo su amigo me la endiñó de un golpe y hasta el fondo. Me sentía llena por completo. Sólo aquellas mujeres que hayan probado una doble penetración son capaces de saber lo que se siente en ese momento. En poco tiempo ambos hombres acompasaron sus movimientos a un ritmo similar que me volvía loca. Las sensación de que ambas pollas se tocaban en mi interior, la estimulación de mi punto G por la polla de mi coño y la presión de la alojada en mi culo me estaba llevando de camino a un orgasmo que prometía ser apoteósico. Y el culmen llegó cuando el que me follaba el chocho (el pasivo) me agarró del pene y empezó a hacerme una paja al mismo ritmo de la follada general.

Cuando noté un ligero calor en mi culo supe que el chico que me enculaba se estaba corriendo, llenando el preservativo con su leche lo que me llevó a desencadenar el principio de mi ORGASMO. Y lo digo en mayúsculas porque lo merece a tal punto que no sé cuándo empezó cada uno de los orgasmos de mis sexos. Mi coño empezó a tener espasmos que apretaron el falo que follaba mi vagina haciendo que éste comenzara también a soltar su leche en mi interior bañando mi interior a rebosar. El remate fue ya cuando de mi propia polla salió la leche que quedaba en mi cuerpo estrellándose en el vientre del chico que se vaciaba en mi cueva. Huelga decir que ya no gemía ni gritaba ni nada. Tan sólo boqueaba como un pez fuera del agua mientras me daban calambres de placer por todo mi cuerpo hasta que, incapaz de aguantar más placer caí en un semi–desvanecimiento.

Los chicos me sujetaron y, con mucho mimo, me tumbaron sobre la cama, dejándome descansar. Me colmaron de tiernos besos y suaves caricias por todo mi cuerpo, eso sí, evitando las zonas más sensibles que se encontraban al máximo de su capacidad de soportar más. Tengo que reconocer que estos dos chicos me echaron todo un señor polvazo. ¿Dónde estaba ese tópico que dice que los gay son tan flojitos y que son tan amanerados que parecen muñequitas? Estos no tenían el look de gay malotes, ese de moteros con bigote y vestidos de cuero negro pero al que me los llame flojitos es para darle de tortas hasta la saciedad. En fin, como se suele decir, que digan lo que quieran pero yo prefiero experimentar por cuenta propia. Y con éstos había triunfado al 200%.

Al recuperarme estuvimos aún un buen rato los tres juntos. Nos metimos también los tres en la ducha a la vez, enjabonándonos (con jabón, no penséis mal ;–D) y limpiando todos los flujos de nuestros cuerpos hasta quedar limpitos como una patena. Tomamos un café mientras hablamos de algunas cosas triviales, cayéndonos todavía mejor, hasta que me tuve que ir a casa puesto que había avisado a mi madre que saldría de fiesta pero claro, es que eran ya casi las 7 de la mañana. Entre unas cosas y otras habíamos estado más de dos horas follando como locos más la limpieza y la charla. Por cierto, que fue en esta última donde, por fin, me enteré de los nombres de ellos. Rubén (el portentoso y duradero activo) y David (el dulce y pasivo que se desvirgó "vaginalmente" conmigo).

Cuando llegué a casa mi madre me quiso echar una señora bronca pero, cuando vio que la miraba muy tranquila y con cara de cansada se debió oler la tostada y me mandó a dormir con la firme promesa de hablar cuando me levantara. Cuando lo hice no me quedó otra que contarla todo lo ocurrido. Mi madre me miraba con cara alucinada según iba desglosando el relato anterior. Pero también vi que los pezones se la pusieron duros y las mejillas un poquito coloradas.

– ¡Joder, Álex! Pues menos mal que eras tan paradita. Y yo que me pensaba que te iba a costar todavía un poco más abrirte…

Jajaja, pues no mamá. Ya no quiero volver a tener tanto complejo. Lo que me va a costar va a ser cerrar las piernas a poco que me dejen. –la dije con un guiño de ojo que no pudo contrarrestar, empezando a reír.

Lo que no me ha gustado tanto es que no usaras un condón con el chico ese. Recuerda lo que te dije de las relaciones esporádicas y sin protección.

Sí, mamá. Pero me pareció tan tierno que no hubiera estado nunca con una chica que pensé que sería especial para él su primera vez y quería que fuera completa, para que me recuerde con cariño. De todas formas, pediré cita al médico para que me hagan un análisis. Cuando me acueste ahora con cualquiera que no conozca usaré condones.

Bueno. Tampoco te conviertas en un putón desorejado, jajajajaja. –y se fue a su habitación, dejándome en el salón viendo la tele

Al rato fui a beber agua (quizá para reponer los líquidos perdidos la noche antes). Al volver hacia el salón sentí curiosidad por averiguar por qué se había encerrado en su habitación. Podría pasar por la siesta pero me daba a la nariz que no era eso. Y efectivamente, al apoyar la oreja en la puerta de la habitación materna oí cómo mi madre gemía y, de vez en cuando, los chirridos de su cama. Sonreí. Como ya os conté en el primer relato, desde mi primera vez nunca más volvimos a tener sexo mi madre y yo pero tampoco era ajena a la excitación que la provoqué al contar lo de anoche. Y el resultado es que se estaba masturbando y, por lo botes sobre la cama, imagino que se estaría metiendo a su "amiguito" todo lo aconsejablemente dentro que pudiera. Que lo disfrute.

Aunque también empecé a pensar que mi madre, pese a todo lo ocurrido, también se merecía un hombre que la acompañara, un compañero que la apoyara y un buen macho que la "aPOLLAra", jajajaja. Tendría que ayudarla a encontrarlo, de alguna forma, pero me apetecía tener una figura masculina en casa para mamá.

Pero eso, con suerte, ya os lo contaré más adelante.