Raquel una madura muy exigente
El sexo con una madura exigente no es muy fácil.
Hola amigos, de nuevo al ruedo con otra historia que tiene fecha de "ejecución" muy reciente. Presento la situación, luego la hembra y finalmente el relato. Desde hace tres meses y medio, una mujer no hace más que requerir mis servicios como técnico en computación. Sabiendo lo exigente y obsesiva que es, traté por todos lo medios de eludir la situación enviando amigos y profesionales conocidos que pudieran cumplir con el requerimiento. ¿Resultados? Siempre los mismos, o debía irse a algún lado o no estaba en casa o sencillamente ni siquiera los atendía. El hecho de compartir el lugar de trabajo, me fue obligando a cumplir con el pedido. Extrañamente, me sucedió lo mismo que a mis colegas. Las evasivas se repetían. Esto acabó el día jueves pasado, en que finalmente pude realizar el trabajo y para mejorar lo realizado, me pagaron. La hembra en cuestión, a quien llamaré Raquel, tiene 50 años, es rubia, mide aproximadamente 1.65, buenas curvas superiores e interesantes curvas inferiores. Entre unas y otras una leve pancita que motiva clases de tenis, y otras actividades que no reducen esas prominencias. Casada, de buen pasar económico, trabaja para no estar sola y aburrida en casa mientras su marido viaja desde mi ciudad a la Capital Federal y desde allí a Brasil. Y finalmente, el relato. Tras dos días de ir infructuosamente a su casa, llegué donde Raquel para intentar por última vez efectuar la conexión e instalación de una PC y el software requerido. De más está decir que a las 15 horas (tal lo convenido) en verano la temperatura abrasa y no hay árbol que nos libre de los rayos del sol. Accioné el timbre y me coloqué bajo el único reparo existente, a la espera de ser atendido. Instantes después, se abrió la puerta y un señor de voluminoso abdomen me invita a ingresar al tiempo que llama a quien se supone me esperaba para indicarme sus requerimientos. Una voz somnolienta responde desde el fondo: - Decidle que pase, indícale como llegar. Recibí las instrucciones para llegar a la estancia en cuestión y me recibió una imagen no esperada. Raquel con cara de "recién me levanto", una larga remera que oficiaba de camisón, y apenas cubría la curva de su cola se erguía de una cama de una plaza y desplegaba un bostezo acompañado de una elongación que dejó a la vista su diminuta tanga blanca. - Hola, al fin nos encontramos. Pasa mientras arreglo un poco la habitación. Allí está la compu. Conéctala y proba si funciona. Todavía estaba medio atontado por el espectáculo, jamás la había visto así y debo reconocer que me excito terriblemente de solo verla y ni que contar cuando se inclinó a colocar las sabanas en su lugar y dejó un pequeño triangulo blanco a la vista y algunos vellos que se escapaban de su entrepierna. Como pude, traté de contenerme y comenzar a conectar los cables de la PC, pero parecía que esa cama era interminablemente grande ya que se demoraba eternamente en organizarla y me exponía su cuerpo en todas las posiciones posibles para que la observase. Traté de ignorar su presencia, más que nada cuando su obeso marido apareció en la habitación para despedirse pues partía rumbo a una localidad cercana en busca de no se que papelería. Lo saludó con un beso en la mejilla a lo que aquel respondió con un pellizco en las nalgas. Se fue el cónyuge, y casi al instante me ofreció una bebida que acepté de buen grado. Fue por ella. Sólo allí logré concluir las conexiones y encendí la PC que demostraba la ausencia actual de un mouse que en algún momento había formado parte del equipo. Me acerqué a la cocina y comente lo notado. - Ese fue mi hijo, seguro se lo llevó. Decirme como es y como pedirlo y voy a comprar uno ya. Mencioné las características de la pieza y tras pasar por el baño, partió en busca del artefacto. Hallándome solo en la casa, algo me llevó a ingresar al baño. Entré y vi a escasos dos metros de mí, la tanga blanca que hacía instantes cubría la cola de mi anfitriona. La tomé en mis manos, la observé y luego la llevé a mi nariz. Noté el perfume de los jugos vaginales en plena excitación y sin pensarlo, extraje mi verga, la envolví en aquel elemento y me comencé a masturbar. Perdí noción del tiempo y donde me hallaba. Tan solo la voz de ella me trajo a la realidad. Arrojé su tanga en un rincón y pedí disculpas por no hallarme frente a la PC. Me lavé las manos y salí rumbo a la habitación donde Raquel estaba sentada en aquella cama y me extendía el envoltorio con el mouse. Sólo se había quitado la tanga, ya que aun conservaba la remera larga. Me alcanzó el vaso con cerveza fría, que en medio de mi turbación y torpeza (mezcla producida por la excitación) golpee y derramé sobre la remera. Dio un respingo y como consecuencia del derrame se mojaron sus pechos y algo más abajo también. Se paró de golpe y su accionar dejo ver su Monte de Venus sin cobertura mientras trataba de retener el líquido que caía rumbo a la alfombra. Y eso fue el acabose. Me abalance sobre ella, tumbándola sobre la cama mientras le estampaba un beso violento. El peso de mi cuerpo hizo el resto, no pudo liberarse y me demostró que tampoco lo quería. Rodeó mi cuello con sus brazos y nos perdimos, como pude, baje mi pantalón joggins y saqué mi instrumento que parado y húmedo se perdió entre sus piernas. La recepción de su conchita empapada fue genial. Se engulló toda mi verga de manera rápida y sin mediar palabras empezamos a movernos más y más rápido como enajenados. Le di con todas mis fuerzas, provocando grititos histéricos de su parte cuando le enterraba el instrumento tanto como podía. Fueron 10 minutos frenéticos. Acabamos al unísono, ella fluyendo jugos vaginales de manera profusa y yo derramando leche de manera bestial. Me levanté, y la giré sobre sí misma. Le coloqué la almohada bajo su vientre y abrí sus nalgas, dejando su cola a la vista. Mandé nuevamente mi herramienta a su vagina y le frotaba simultáneamente el ano, alternando penetraciones de mi dedo mayor entre éste y su vagina como para lubricar. Intentó resistirse a aquel movimiento, pero aferrando su cabeza contra el colchón quité mi verga de su concha y la coloque en su ano dilatado. Me agarró y clavó sus uñas en mis glúteos como muestra de dolor. La bombee primero con vehemencia, para disminuir la velocidad en tanto sus manos se desprendían de mi cuerpo. Habrán pasado 5 minutos y ya gemía disfrutando, hasta que llegó a un nuevo orgasmo más prolongado y profundo. Luego de algunos instantes también yo llegué y llené sus intestinos de semen. Tan solo allí nos detuvimos. Habrán pasado unos 5 minutos cuando sentimos la puerta de su casa abrirse la voz del marido atronó en el living. Huí como pude al baño. Ella consultó el motivo de su regreso, le respondió que había olvidado la documentación del vehículo y se dirigía rumbo a la habitación donde hacía instantes su mujer y yo nos habíamos revolcado de lo lindo. Con maestría, mi anfitriona tomó las sabanas con restos de nuestra batalla y se dirigió al baño. Comentó al marido que se daría un baño de inmersión aprovechando que el se iría y luego lavaría las sábanas para esperarlo mañana con ropa de cama limpia para mantener relaciones ya que era la fecha prevista para aquello. El tipo accedió, se aproximó a su esposa y oliéndola, le dijo: - Estás caliente, tu perfume te delata, guárdame calentura para mañana. Le dio un beso y salió silbando una canción. Raquel envuelta en las sabanas fue hacia la puerta principal, dio una vuelta a la llave, pasó cerrojo y volvió al baño. Abrió la puerta y me vio tras la cortina con la ducha abierta, se metió junto conmigo nos bañamos juntos prodigándonos todo tipo de caricias. Al salir de la tina, nos secamos mutuamente. Bebí cada gota de agua de su cuerpo, deteniéndome muy especialmente en su vagina y labios que mamé con ansias haciéndola gemir, mojarse y finalmente llegar a un orgasmo. Luego fue ella quien cumplió el rito y a la hora de mamar demostró inexperiencia pero mucho interés de aprender al extremo de no poder controlar el semen que le atragantó cuando mi orgasmo se produjo. Nos vestimos, pagó por mis servicios informáticos y se volvió a su lecho a descansar. - Cierra al salir y anda pensando en los programas que me vas a venir a instalar la semana que viene. El gordo se va a Brasil y voy a necesitar compañía. Hoy bajé un nuevo software para instalarle, mañana tengo turno para ir a agregarlo a su PC.