Raquel. Mi transformación

Raquel, una mujer de 29 años, muy normal, físicamente, y superdotada a nivel de CI, nos cuenta su transformación en puta de lujo.

En esta oportunidad, os voy a hablar de Raquel, sin duda una de las transformaciones más brutales que he hecho, porque, cuando la conocí, era sólo una mujer, de 29 años, muy normal y corriente, que destacaba, eso sí, por su gran CI, y por sus bonitos ojos, y logré convertirla en una de las

escorts

más productivas, de todas las que tengo.

Si, quizás, con Lucía, se podía intuir algo, con Raquel, antes de su transformación, os aseguro que no.

Raquel os contará la historia

Sobre mí

Me llamo Raquel, tengo 29 años, soy de Madrid, y, actualmente, soy

escort

, y de las más guarras y atrevidas, pues no tengo ningún límite.

Os voy a contar la historia de

cómo

mi vida cambió, al dar lo que parecía, un inocente paseo por El Retiro, de una mañana de viernes, en la que la buena temperatura, me animó a salir.

Pero, antes, os voy a contar un poco, cómo era mi vida, antes de conocer a Alfonso, y comenzar mi transformación, hasta convertirme en la puta, guarra y sumisa que ahora soy.

Físicamente, mido en torno a 165cm, era morena, pero, sin duda, lo que más destaca de mí, creo que son mis ojos, al tener ascendencia filipina.

Mi cuerpo era, hasta ese momento, totalmente natural, nada de piercings ni de tatuajes, es decir, apenas destacaba por mi cuerpo, aunque, eso sí, no tenía sobrepeso.

Mi forma de vestir, aunque en algunas ocasiones me ponía alguna falda, el cuero, a pesar de que me encantaba verlo, no estaba apenas presente en mi vida, y tampoco las botas; sin embargo, ahora, es algo que siempre llevo...

Por supuesto, nunca había fumado, ni consumido drogas, y, ahora, me considero toda una adicta a la cocaína, al tabaco, e, incluso, en alguna ocasión, me han inyectado heroína...

Sólo se salvaba, en parte, el alcohol, pero para cerveza y vino, en plan social, no la alcohólica en la que me estoy convirtiendo.

En cuanto a la dieta, sin cuidarme en exceso, pero procurando comer bien, no mucha cantidad; ahora, la dieta, la controla Alfonso.

Debido a que me cuidaba, sin obsesionarme, iba al baño, a mear, cuando tenía ganas, pero, ahora, he conseguido hacer sólo un pis al día, y, hago lo posible, porno mear, a menos que no me pueda aguantar más, y, asumiendo las consecuencias, si pasan menos de 12 horas entre meadas, algo que me excita y me duele, a la vez...

Mi vida había sido muy normal, de clase media, vivía en un piso normal, con mis padres, mi hermano y el perro de la familia; había estudiado en un colegio no muy bueno, pero siempre con notas excelentes, ya que mi CI es mayor de 130, es decir, soy superdotada.

La lectura era una de mis aficiones, junto con las que contaré después, me encantaba leer, y, de hecho, devoraba libros, aunque últimamente, me había pasado ya al formato online, porque es más cómodo, leer con la

tablet

, aunque, por supuesto, un buen libro, en papel, y más si es gratis, sabe muy bien.

Lo del colegio no muy bueno, lo digo porque, aparte de que el

bullying

era algo normalizado, no estaba adaptado para personas con CI alto, como yo, por lo que nunca llegué a sentirme del todo cómoda allí.

Mis aficiones siempre fueron un poco peculiares, pues, desde pequeña, me encantaba leer libros de Derecho, de crímenes, de Psicología, y de Economía, así que, eso fue lo que estudié, primero hice Derecho y Economía, y, al acabar, realicé estudios de Criminología, y, también los acabé; además, estaba en mitad de Psicología, a distancia, cuando mi vida cambió.

Por supuesto, al ser tímida, mis relaciones con hombres, eran casi inexistentes, pues, lo que a mí me gustaba, era que me trataran mal, y que abusaran de mí, pero me costaba mucho expresar esta situación, por miedo a sentirme rechazada.

Cuando veía los vídeos de mujeres sufriendo, aunque, en algunas ocasiones, eran otras mujeres las que las dominaban, no me había planteado mi bisexualidad, algo que empecé a comprobar, al conocer a Esther, y, a las diferentes mujeres que me han follado, en este tiempo.

Acostumbrada a no follar, mi coño no lo cuidaba, es decir, no lo depilaba, sin embargo, ahora, lo llevo siempre en perfecto estado de revista.

Supe que me gustaba el BDSM, cuando vi un programa de tv en el que hablaban del tema, y, desde entonces, eran mis principales búsquedas de porno, por Internet, y de vídeos en los que salían mujeres sufriendo; yo, al verlos, me imaginaba que era una de esas mujeres, y me masturbaba, con fuerza, simplemente, imaginando, sin pensar, que mis más oscuras fantasías, se iban a cumplir.

Ahora que ya os he hablado un poco de mí, os voy a empezar ya a contar, cómo comenzó todo esto, mi transformación en una

escort

.

Paseando por El Retiro, viernes por la mañana

Era viernes por la mañana, hacía buen día, así que decidí, ir a dar un paseo por El Retiro, que no está muy lejos de mi casa, agarré el autobús, para subir y llegar hasta allí.

Ese día, iba vestida con falda, pero, ya digo, normal, nada que llame la atención, simplemente, me había arreglado un poco más que de costumbre, porque era viernes y me apetecía hacerlo.

Estuve dando un buen paseo por el parque de, en torno a una hora, estaba, más o menos, a la mitad del paseo, cuando pasé por mi sitio favorito de este bonito parque, la biblioteca donde la gente deja libros y revistas, para ver si había algo interesante, y, sí, esta vez, ir a buscar un libro, cambió mi vida.

En la biblioteca, había un hombre, de unos 30 años, todo trajeado y elegante, con corbata, que estaba revisando los libros que había en la biblioteca.

Fue Alfonso, que así se llamaba el hombre, quien me habló, pues yo, al ser tímida, nunca se me hubiera ocurrido romper el hielo, con un hombre, y menos, si me parecía atractivo, como era el caso.

Alfonso me preguntó si me gustaba la lectura, y yo, tímidamente, le respondí que sí, que me encantaba leer.

Sí que es cierto, que era Alfonso quien, al principio, fue llevando la conversación, pues yo, estaba muerta de vergüenza, pero, poco a poco, me fui soltando, pues la situación me estaba gustando, y, Alfonso, me estaba empezando a excitar y a poner cachonda, pues empezaba a notar que mi coño, se humedecía.

Fuimos a un banco del parque a sentarnos, a propuesta mía, pues a mí aún me faltaba un rato de paseo, y, esa no era la salida del parque que habitualmente utilizaba, para volver a mi casa, así que, como decía, nos sentamos en un banco, y seguimos la conversación, que ya tomó temas más íntimos.

Alfonso me preguntó si tenía pareja, y yo, claro está, le respondí que no; Él me dijo que tampoco tenía pareja, porque, aparte de que buscaba un imposible, su trabajo apenas le dejaba tiempo libre, pues, al ser abogado penalista, y tener un servicio de urgencias 24/7, pues, en cualquier momento, le podían llamar, y tener que salir casi corriendo a trabajar.

Fue entonces, cuando Alfonso, se abrió un poco más, y me confesó lo siguiente, que me puso más cachonda, de lo que ya estaba:

“En realidad, aparte del tema del trabajo, que me absorbe mucho tiempo, pero que disfruto a tope, lo que a mí me gusta, y busco en una mujer, es el dolor, el BDSM, soy Amo, y estoy buscando una mujer sumisa, con apariencia de normalidad, a la que transformar, por completo, y convertir en una puta”

Yo me quedé bastante sorprendida, a la vez que muy caliente, y, mi coño, también lo empezó a notar, pues, cada vez, estaba más húmedo.

Le respondí a Alfonso que, a mí, me pasaba algo parecido, no por el exceso de trabajo, pero sí por el gusto por el BDSM, pero, como sumisa, así que, le pedí a Alfonso, más detalles de su propuesta, de lo que me haría.

Entonces, fue cuando, Alfonso, me propuso, ir a su casa, en Villaviciosa de Odón, a las afueras de Madrid, para seguir hablando, en privado, del tema.

Antes de ir a su casa, Alfonso me pidió que, si tenía que avisar en mi casa de que no iba a ir, en algo de tiempo, ese era el momento, así que, obedecí, y llamé a mi madre, y le dije que, al menos, hasta el día siguiente, no iba a aparecer, porque una “amiga” me había ofrecido plan para el viernes, y me iba a ir con ella.

Al acabar la llamada, Alfonso me tomó de la mano, y fuimos, así, tomados los dos de la mano, hasta donde estaba el coche de Alfonso, que había aparcado en la calle, en un lateral del parque.

Fuimos en coche, hasta la casa de Alfonso, situada en Villaviciosa, durante el trayecto, Alfonso me estuvo hablando un poco, de la dura vida que había tenido, pero que, ahora, parecía que las cosas le empezaban a ir un poco mejor; yo también le conté, lo que os he contado a vosotros, pero, no le dije lo del CI alto, pues es algo que me cuesta, aún a día de hoy, aceptar.

**En casa de Alfonso, Villaviciosa de Odón

(A partir de aquí, todo el capítulo, transcurre en el mismo lugar)**

Llegamos a su casa, tras un trayecto en coche, de, unos 30 minutos, pues no había demasiado tráfico, y, Alfonso, aparcó su coche en el garaje, en el que había algún coche más, también aparcado.

Fuimos al salón de su casa, pero, antes, pasamos por la cocina, simplemente para agarrar un par de cervezas, pues era lo que me apetecía tomar, cuando Alfonso me preguntó.

En el salón, y una vez que ya los dos estábamos cómodos, comenzamos a hablar de mi transformación.

En primer lugar, Alfonso me comentó que, si aceptaba el proceso, me podría transformar en toda una

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, es decir, recibir dinero, que Él mismo gestionaría, y del que yo no vería nada, pero, a cambio, mis gastos personales (Comida, ropa, peluquería, droga...), estarían cubiertos, para que no me faltara nada, para poder vivir.

Hablando de vivir, me tendría que mudar a vivir con Él, para poder estar a apenas 10 minutos del chalet de Esther, y, así, si algún cliente reclamaba mis servicios, yo podría acudir con rapidez al chalet, y atenderle adecuadamente.

La idea, de irme de mi casa, me excitó mucho, pues, salir de casa, era lo que llevaba ya tiempo planteándome.

No tendría ningún límite con los clientes, y debía aceptar lo que quisieran hacer conmigo; por supuesto, habría clientes hombres, pero, también parejas y mujeres.

En segundo lugar, en cuanto a mi transformación física, me llevaría a ver a Natalia, una cirujana plástica que Él conocía (Nota del autor: Ver la descripción en el relato llamado, “Natalia, la cirujana”), y que me pondría un cuerpo, a la altura de una puta. Por supuesto, tetas aumentadas, y, quizás, el culo. No me habló de una operación, que también me hizo, y que me sorprendió, pero, como no pensaba tener hijos, no me disgustó, en absoluto.

También me llevaría a ver a una tatuadora, para que, poco a poco, me fuera tatuando el cuerpo, no por completo, pero sí lo suficiente, como para llamar la atención.

La tatuadora, se encargaría de llenarme el coño de piercings, y adornar algunas otras partes de mi cuerpo, también. Saber que mi coño iba a estar adornado, con piercings, me puso realmente cachonda, pues había visto un video de una mujer que llevaba su coño lleno de piercings, casi a rebosar, y me daba mucha envidia.

Algo que me explicó Alfonso, y que me llamó la atención, es que, a Él, le gustaba, especialmente, la privación sensorial, tener una sumisa que no pudiera ver, pero, debido a mis bonitos ojos, taparlos o dañarlos, no era buena idea, así que, usaría unas lentillas especiales, que impiden la visión, pero dejan los ojos intactos.

En tercer lugar, el tema que más caliente me puso, el control que iba a ejercer, Alfonso, sobre mí:

  • Debería empezar a fumar, Ducados, empezaría por un paquete diario, e iríamos, poco a poco, día a día, aumentando la dosis, hasta llegar a fumar, uno tras otro
  • Debería empezar a consumir cocaína, con el mismo sistema que con el tabaco, poco a poco, hasta llegar a ser una adicta. Y lo mismo, con las bebidas alcohólicas. Si Alfonso, Esther, Natalia o algún cliente/a me ofrecía droga, fuera la que fuese, debía siempre decir que sí.
  • Debería acudir a un gimnasio, que me iba a recomendar Él, que contaba con máquina de rayos UVA, con los que me tendría que broncear, y acudir también, al SPA, para estar siempre de 10, con mi cuerpo
  • Cada 15 días, tendría cita en la peluquería, para teñirme de rubia, y depilar mi coño, para que estuviera siempre disponible para follar. Por supuesto, debería obedecer a la peluquera, en todo, como si fuera Él mismo, quien estuviera dando la orden.
  • En cuanto al tema de aguantar el pis, era algo que, a Alfonso, le excitaba, especialmente, por lo que me tendría que aguantar el pis, todo lo que pudiera, intentando que, al menos, pasaran 12 horas entre meadas; habría castigos, si no lo lograba. Eso me pareció muy excitante.
  • Si me comportaba bien, con Él, y con el resto de personas implicadas, no habría problemas, y todo iría bien, pero, si me comportaba mal, habría castigos, y, si persistía en mi mal comportamiento, el siguiente castigo, por la misma falta, iría en aumento

Por último, en cuanto a la ropa, posiblemente, tendría que revisar y tirar todo mi armario, a menos que hubiera algo que me valiera, a su gusto, y vestir como Él quisiera.

Lo más importante que me dijo, fue que, antes de aceptarme como su puta, y empezar el entrenamiento, tendría que pasar dos pruebas, una con Él, que haríamos en ese mismo momento, si yo aceptaba, y, la otra, con Esther, la mujer que se encargaba de su negocio de

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.

La prueba que tendría que hacer, con Alfonso, consistía en un servicio completo, es decir, hacerle una mamada, y follar mi culo y mi coño, pues, claro está, Alfonso quería saber cómo era a la hora de follar, si se me daba bien.

Como ya os he dicho antes, mi experiencia sexual, era escasa, solo sexo vaginal, nunca había hecho una mamada, aunque sí las había visto hacer, en vídeo, y, claro está, mi culo, aún no había sido tocado...

A pesar de todo, dije que sí, y, empezó la prueba.

Para hacerle la mamada a Alfonso, Él me pidió que me quedara completamente desnuda, y que, cuando ya estuviera en bolas, empezara a bajarle el pantalón y el calzoncillo.

Yo me empecé a desnudar, y, cuando ya estaba en sujetador y bragas, Alfonso, agarró unas tijeras, y empezó a cortar, primero el sujetador, y, después, las bragas, y los dejó por ahí tirados, mientras decía, con resignación:

“Habrá que invertir en lencería bonita, y negra, y no en esa mierda que me llevas”

Una vez ya desnuda, Alfonso vio mi coño, que, en ese momento, estaba todo peludo, así que me pidió que me esperase, porque me iba a tener que podar el jardín (Así mismo lo expresó)

Minutos después, Alfonso regresó, con tres cosas:

  • Una maquinilla eléctrica, para depilarme el coño
  • Una especie de mordaza, de la que

utilizan

los dentistas * Un paquete de Ducados, un mechero y un cenicero

Alfonso, sacó un cigarrillo del paquete, me lo puso en los labios, y me lo encendió.

Yo, que nunca había fumado, y unido a que, Alfonso, me pilló por sorpresa con el tabaco, comencé a toser, me costó mucho, pero, poco a poco, me pude fumar el primer cigarrillo de mi vida.

Inmediatamente después de apagar, en el cenicero, el primero, Alfonso, repitió la operación, y me puso el segundo cigarrillo de mi vida, entre los labios, y lo encendió.

Este segundo cigarrillo, ya me costó algo menos, de hecho, lo empecé a saborear, le empezaba a agarrar algo de gusto, a esto de fumar...

Finalmente, Alfonso repitió la operación, una tercera vez, antes de seguir haciéndome cosas, y me explicó que, cuanto antes agarrase el hábito de fumar, mejor.

Llegó el momento, de depilarme el coño. Para evitar que me quejara, Alfonso me puso, primero, la mordaza dental, que me dejaba la boca abierta, pero no me permitía emitir sonidos audibles, aunque sí, hacer mamadas.

Oí el ruido de la maquinilla, y vi, como, poco a poco, caían unos pocos pelos, de mi coño, hasta que ya, mi coño quedó, más o menos, al gusto de Alfonso, aunque, Él me dijo que, al día siguiente, en la peluquería, me

arreglarían

mejor el coño.

Una vez que mi coño ya estaba casi depilado, escuché que Alfonso, me decía, ya con voz firme, dando órdenes:

“Muy bien, Raquel, vamos a comprobar, si realmente vales para ser una puta; empieza a chupar”

Aunque, antes, Alfonso me metió un dedo, en mi coño, para comprobar que todo estuviera en orden, ahí.

Tenía el coño, chorreando, pues, la maquinilla trabajando por la zona, me había puesto cachonda, y, el miedo a cagarla, a no saber hacer una mamada en condiciones, y que, Alfonso me dijera que no podría ser nunca una puta, me presionaba, pero, para esforzarme, y demostrarle a Alfonso, que tenía, delante de Él, a una mujer, con poca experiencia, pero con mucho potencial...

Le bajé el pantalón, y el calzoncillo, que Alfonso llevaba, y me encontré con su polla, la más grande, sin duda, que había visto, al menos, en persona, sin contar con los vídeos porno de Internet.

Inmediatamente, me entraron muchas ganas, de meterme semejante polla en la boca, y empezar a chupársela, así que, así lo hice, y comencé, suavemente, poco a poco, a chupar y a lamer la polla de Alfonso.

Estuve un buen rato chupando, y no lograba que Alfonso se corriera, algo que, por un lado, me gustaba, porque era señal, de que lo estaba haciendo bien, y, por otro lado, estaba deseando, para probar en mi boca, y tragarme, (el sabor) de su semen.

Finalmente, logré hacer que, Alfonso, se corriese, y, no me preguntó, en ningún momento, dónde quería yo que se corriese, simplemente, se corrió en mi boca, y yo, me tragué su semen; fue, la primera de muchas grandes experiencias.

Al acabar la mamada, Alfonso, me tomó, otra vez de la mano, y subimos al dormitorio, porque era el momento, de follar mi coño.

Lo que ocurrió en el dormitorio, lo contaré, en el siguiente capítulo de la serie.