Raquel. Mi transformación 3

Tercer capítulo de la historia de Raquel

Este es el tercer capítulo de la historia de Raquel, una mujer superdotada de Madrid, de 29 años, que se transforma en toda una

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, partiendo de una vida, normal y corriente.

Raquel sigue contando su historia

**En casa de Esther, en el chalet de

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, propiedad de Alfonso y de Esther, aunque, realmente, gestionado por ésta última.

(Toda la acción, transcurre en el mismo lugar)**

Salimos de la casa de Alfonso, antes de salir, Él me ordenó, que me aprendiese el camino desde su casa, hasta el chalet de Esther, porque ahí era donde iba a pasar mucho tiempo, si pasaba la prueba, y me empezaba a convertir, en una de sus

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.

Apenas había una distancia, en minutos caminando, de unos diez minutos, entre ambas casas, de ahí lo de ir andando,

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usar el coche, para un trayecto tan breve.

Llegamos a un chalet, que parecía no llamar la atención, era de esquina, y estaba un poco oculto, en una calle sin salida.

No había ningún indicativo externo, de lo que se escondía en su interior. Alfonso sacó una llave, la metió en la cerradura de la puerta de entrada a la parcela del chalet, se abrió la puerta, y entramos.

Era un chalet discreto, pero, bastante grande, con una piscina fuera, y, un jardín bien cuidado.

Pasamos a la puerta, y, de nuevo, se abrió, con la llave de Alfonso.

Una vez dentro, lo que vi, me sorprendió, y, de nuevo, hizo humedecer mi coño.

Pasamos por un recibidor y un pasillo, y, Alfonso, me llevó, a lo que parecía un despacho, en el que vi, por primera vez, a Esther.

Una mujer, muy guapa, con tetas grandes, y que llevaba un vestido de látex, negro, muy escotado, y unas botas de plataforma, con mucho tacón, fácilmente, 30cm.

Alfonso y Esther, se saludaron, besándose en la boca, y, Alfonso, hizo las presentaciones, algo peculiares:

“Mira, Esther, esta es Raquel, me la he encontrado esta mañana, ya me la he follado, y dice que quiere ser puta, y trabajar contigo, aunque, ya sabes, primero, las cirugías, pero, antes, pruébala, a ver qué tal se le dan las mujeres”

Esther, me miró de arriba abajo, y me ordenó, con voz firme, que me quitara sólo el vestido, para quedarme desnuda, salvo por las botas y las medias, delante de ella, de Alfonso, y de alguien más, a quien no os he presentado todavía.

  • Descripción de la esclava de Esther

No sé el nombre de la mujer que estaba con Esther, sólo tenía un número, tatuado en la frente, así que, la llamaré “6969”, pues ese era el número que llevaba tatuado, doblemente, a ambos lados de la cabeza, cubriendo toda la frente.

En el momento en el que la vi, por primera vez, estaba arrodillada, detrás de Esther, con la cabeza agachada, esperando órdenes de Esther, y, en silencio, pero, sin mordaza.

Llevaba un antifaz, que le tapaba los ojos, en ningún momento, me pudo ver, de hecho, conmigo delante, nunca ha podido ver, pues siempre llevaba el antifaz puesto, por lo que sólo me conoce, por mi coño, que es lo que lamió, aquel día.

Llevaba la cabeza rapada al 0, y, destacaba por sus enormes tetas, sin duda, fruto, de las manos de Natalia, que también me operó a mí.

También llevaba algunos piercings, entre los que destacaba, uno, anal, sí, en su culo, yo aluciné al verlo, y, me dio envidia, todo hay que decirlo.

Raquel, ya desnuda, y con Esther delante.

Me quedé medio desnuda, por primera vez, delante de una mujer, y, Esther, me ordenó que me sentara, tal y como estaba, en un sofá de cuero negro, que había en el despacho.

Nos sentamos, Alfonso, se puso a mi lado, y, Esther, se sentó enfrente, en otro sillón, también de piel negra, que había.

Al sentarme, Esther le pasó a Alfonso, unas esposas, y Él me las puso en las manos, por delante, para que no me pudiera escapar. No me amordazó, aunque, sinceramente, no me hubiera importado nada, estar así.

Esther me explicó que, una vez que las cirugías, estuvieran hechas, si pasaba la prueba, y en cuanto que Natalia diera el visto bueno, empezaría a trabajar con Esther, y el resto de las

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, en el chalet.

No tendría un horario definido, pues Esther me iría avisando, al móvil, cada vez que hubiera un cliente, para que yo acudiera, bien al chalet, bien al domicilio del cliente, a hacer el servicio, lo que el cliente demandara, y, a lo que no podría negarme.

Ya antes Alfonso me había explicado que, tendría que vivir con Él, en su casa, para estar muy cerca del chalet, y poder estar disponible, en minutos, si un cliente, reclamaba mis servicios.

Entonces, llegó el momento de la prueba con Esther, mi primera experiencia lésbica.

La prueba, sorprendentemente, no fue, directamente, con Esther, como yo pensaba que iba a ser, en realidad, fue con 6969, la esclava personal, de Esther, y consistió en lo siguiente, que Esther me explicó, y os trataré de describir:

“Raquel, tienes 10 minutos, de reloj, para hacer que 6969 se corra, usando solo tu boca, y lamiendo su coño; si lo logras, estás dentro”

Dicho esto, y sin darme tiempo para reaccionar, un reloj, en el que ponía, 10:00, comenzó a marcar la cuenta atrás.

Me puse de rodillas, y empecé a lamer, como pude, el coño de 6969, que estaba hinchado, con piercings, y con marcas de todo tipo, pues era una esclava muy masoquista, que disfrutaba siendo golpeada en el coño.

El tiempo iba pasando, y no lograba mi objetivo, cuando pasó la mitad del tiempo, me avisaron, casi gritando, ¡5 minutos!, y fueron avisando, ya cada minuto, hasta que, cuando apenas faltaban 10 segundos, y yo ya temía, por mi puesto de puta, lo logré, y, hubo reacción, 6969, empezó a correrse.

Alfonso y Esther, me miraron, con cara de alegría, y, me confirmaron que, si lo quería, podría empezar a ser una puta, una

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, y, empezar con mi transformación física.

Como premio a haber conseguido pasar la prueba, se invirtieron los papeles, y, fue el turno para 6969, de hacerme sexo oral a mí.

Yo lo disfruté mucho, no sé cuánto tiempo tardé en correrme, creo que no mucho, debido a lo excitada que estaba, pero, ya digo, fue una experiencia que disfruté.

Al acabar, cómo ya eran las 20:30, los tres, Esther, Alfonso, y yo, pasamos al salón del chalet de Esther, en el que nos estaban esperando tres señoritas, a cada cual más espectacular, para que yo las conociera, pues, muy pronto, iba a tener que trabajar con ellas.

Las tres, estaban amordazadas, y tenía la orden de solo ver, nada de tocar ni de dirigirme a ellas, por muchas ganas que tuviera de hacerlo.

  • La primera de ellas, tenía unas tetas enormes, sin duda, muy operadas, llevaba un pelo largo, rubio, muy cuidado, y tenía cuerpo machacado en el gimnasio, cuerpo fitness. Me dio mucha envidia, y me propuse, algún día, llegar a parecerme a ella; me dieron ganas de follármela, ahí mismo, pero, no me dejaron.
  • La segunda de ellas, llevaba una venda en los ojos; era morena, pelo largo, muy tatuada, tetas muy grandes, pero, no tan enormes como la de la primera

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; cuerpo cuidado, pero, tampoco al extremo. * La tercera, era una pelirroja, con bastantes pecas, cuerpo natural, tetas más bien pequeñas, y, parecía muy joven, 18 años, y con dudas.

Estuvimos un rato hablando, mientras nos tomamos, cada uno, un vaso de whisky, que, una mujer, vestida de asistenta, nos trajo.

En torno a las 21:30, y por indicación de Alfonso y Esther, pasamos al comedor, porque íbamos a cenar, en casa de Esther.

En esas estábamos, cuando, a Alfonso, le sonó un móvil, era el de emergencias, el que sonaba cuando algún cliente, requería sus servicios en horario no comercial.

Alfonso, tomó la llamada, y, al colgar, dijo que se tenía que ir, porque le había surgido una asistencia a un detenido, y estaría un rato largo ocupado, así que, nos pidió a Esther y a mí, que cenáramos, y que, al acabar, pasaría a recogerme.

Esther y yo, nos quedamos a solas, estuvimos disfrutando de la cena, que nos sirvió la asistenta, que iba vestida con su uniforme, que le quedaba genial, porque tenía un cuerpazo.

Después de la cena, Esther me ordenó, que fuéramos a su habitación, que me iba a empezar a entrenar, para que llegara a ser la puta que quería ser.

Subimos a su habitación, yo seguía medio desnuda, salvo por las botas y las medias, y, Esther, seguía con su vestido, y con sus botas...

Lo que ocurrió en la habitación, ya a solas con Esther, os lo contaré, en el próximo capítulo.

Nota del autor: Por problemas de tiempo para escribir, tengo que dejar el capítulo aquí, pero, próximamente, seguiré escribiendo, más partes, de este y de otros relatos.

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