Raquel, mi sobrina
Relato número 8 de mi nuevo libro de título: Relatos calientes para dormir mejor. Un relato que habla de una ahijada necesitada de un favor muy especial...
Aquí comienza:
...
Desde que empecé a trabajar en la fábrica de colchones, Antonio y yo congeniamos de maravilla.
De eso hace ya más de 25 años.
Pasados unos pocos meses fuimos compañeros y amigos inseparables.
Prácticamente, media vida trabajando juntos y con una amistad realmente fuera de lo común. Nos llevamos mejor que hermanos.
En mi caso, al ser único hijo, a Antonio lo considero desde hace años como un auténtico hermano de sangre, aunque no la compartamos.
Me invitó a su boda con Isabel, al bautizo, a la comunión, a la confirmación e incluso a la temprana boda de Raquel, mi ahijada.
En fin…, a decenas de aniversarios de todo tipo.
Él y su familia también asistían a todas mis celebraciones, al menos hasta que Paloma y yo lo dejamos.
Esto que voy a relatarles, solo lo saben cuatro personas. Bueno, después serían cinco…
Obviamente los dos implicados…, éste que les relata, y su “sobrina”, y dos personas más…
Esas dos personas a las que me refiero, son concretamente, mis dos mejores compañeros de la facultad de Psicología, de nombres José Miguel y Verónica, que además de grandes amigos desde entonces, son unos increíbles vecinos, que han soportado “estoica y morbosamente” durante años mis confesiones sentimentales.
El hecho de que siempre les relate en tono de sorna y con un cariz divertido todas mis peripecias a modo de “historias relatadas”, tanto las buenas como las menos buenas, hace que ellos, se lo pasen de miedo.
Se ríen mucho conmigo… Se lo pasan genial. Llegando incluso a veces a llorar de la risa.
Aunque yo creo que lo que siempre más les ha gustado e incluso “excitado” algo, han sido mis confesiones sexuales, y en concreto la última, que de inmediato todos ustedes van a conocer.
Disfrutarían conmigo muchísimo al relatarles lo acontecido…, pues además de abrir sus ojos como platos, se les veía realmente cachondos, por cómo se miraban.
Seguro que después de escuchar mi relato en primera persona con todos sus detalles…, pasaron a su dormitorio a liberarse recíprocamente tensiones…
Durante cerca de una hora les relataría mi última experiencia, para pasar después a recordar, como casi siempre, durante varias horas más, nuestras experiencias sexuales en la universidad, pues cada uno de nosotros aporta al recordarlas su toque especial y diferente, incluso al contar lo mismo una y otra vez…
Ellos actualmente están casados, pero han recorrido lo suyo desde entonces.
Han tenido y tienen una vida sexual muy liberal, así como dilatada…
Creo que en cualquier momento voy a formar parte de ella… Bueno, al final del relato les contaré un pequeño adelanto.
Volvamos a la universidad…
Aunque no lo parezca a priori, a los estudiantes de psicología, o yo al menos lo recuerdo así, nos encantaba mucho el sexo. Mucho más de lo normal… Al menos, aquella promoción fue tremendamente muy sexual.
Es cierto que había algún “rarito” y alguna “rarita”, pero las fiestas que hacíamos prácticamente todas las semanas, mayoritariamente acababan con un gasto masivo de preservativos y con muchos juegos.
Les cuento algún detalle…
Uno de los juegos que hacíamos en las fiestas de nuestra facultad casi todos los últimos sábados de cada mes, para romper el hielo, era el de los besos-polla, así lo llamábamos nosotros, aunque modernamente ahora creo que se llama “el juego del arco iris”.
Consistía en que cada chica se pintaba los labios en un tono diferente e iba intentando ser “seducida” por todos los chicos de la fiesta, para que dejasen grabados sus labios en sus pollas. Los chicos iban con los ojos vendados y con sus pollas al aire, buscando candidatas.
El chico que ganaba al tener más colores en su polla, recibía el premio final, que era siempre ser lamido y follado, obviamente, sin dejar de tener la venda en sus ojos, y por quienes quisiesen, sin excepción alguna.
Contar las diferentes marcas era toda una odisea morbosa, especialmente para las chicas con sus dedos contando: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, once, doce…, así sucesivamente hasta la última marca.
Se partían el culo, riendo y señalando con los dedos, así como cogiendo todas las pollas con la mano para poder contar bien las marcas, por encima y por debajo.
Pollas, que en esos momentos estaban súper durísimas… Cada polla la contaba una voluntaria diferente.
Era esta actividad lúdica un juego “especial” para todos, además mucho “más especial” para unos pocos, dado que en él, aprovechaban algunos pocos chicos bisexuales que también los había…, para poder lamer a placer la polla ganadora si era de su gusto, sin que el protagonista lo supiese.
También por último, era una gran oportunidad para que aquellas de las compañeras de carrera que eran más feíllas, o alguna un poco más gordita, pudiesen follar sin problemas. Algunas pasaban hambre de verdad.
Teníamos un lema: “Lo que pasa en la fiesta se queda en la fiesta”.
Como saben ustedes, los psicólogos tenemos también una gran diligencia profesional o código deontológico de no poder jamás hablar absolutamente nada sobre nuestros pacientes, ya en aquellas fiestas la discreción presidia nuestras “orgireuniones” como nosotros las denominábamos en petit comité.
Ahora hay otros juegos, como todos ustedes saben. Por ejemplo, a los jóvenes de hoy les gusta mucho el sexting, que es mandar anónimamente fotos de sus desnudos sin mostrar sus caras.
En la actualidad hay más libertad sexual y también más variedad. La bisexualidad se ha puesto de moda y el sexo entre iguales no está tan mal visto.
También ahora hay quedadas para follar en zonas muy concretas. Hay sitios de cruising. Incluso muchas chicas llevan estadísticas para conseguir récords sexuales. A veces beben y se emborrachan para dejarse ser follados y folladas sin conocimiento. Al día siguiente, las chicas se toman la pastilla del día después y listo. Me contó una amiga que incluso hacen retos de a ver quién se folla más tíos en una sola noche.
Cada época tiene sus modas. ¿Verdad amigos?
Al final, este casi psicólogo relatante, no llegó a ejercer su profesión y terminó como jefe de ventas de una renombrada empresa de colchones de España.
En fin, eso es otra historia, que aunque algo inusual, no lo es para este tipo de relatos.
Les cuento algo sobre mi situación, para ir adelantando algo: Estoy divorciado desde hace años por varios motivos, entre otros, porque mi ex mujer Paloma y yo no fuimos compatibles en la cama, jamás.
Cosas de la vida. Errores que se cometen. Al menos no tuvimos hijos y eso lo hace más relativizable, al no haber terceras personas que pudieran sufrir a cualquier nivel.
Soy hijo único, y mis padres mayores ya habían fallecido, por lo que realmente nadie de mi familia padeció mi “desastrosa” y atípica ruptura.
Romper unilateralmente una relación por una incompatibilidad absoluta en la cama es, pensándolo bien, algo para escribir otro relato. No es una amenaza.
Podrían pensar ustedes, llevando razón, que ambos nos podríamos haber dado cuenta al comienzo de nuestra relación y llevan toda la razón, pero deben de comprender, mis queridos amigos, que en los 90 en provincias y con la sobrina de un cura, era mucho más difícil.
Brevemente les diré que aunque yo había hecho mucho sexo en la universidad e incluso antes, al conocer a Paloma, quise acceder, pues estaba muy enamorado a su pretensión de llegar virgen al matrimonio. Sus convicciones religiosas eran fuertes por sus lazos religiosos familiares.
Me sentía bien con ella, por la paz y tranquilidad que me aportaba, y renuncié absolutamente al sexo hasta casarnos. Me conformaba con tener una prima segunda caliente con la que tenía mucho trato y que me hacía unas mamadas de muerte. Aunque solo eso… Bueno, y alguna puta, excepcionalmente.
Vayamos a lo de mi ahijada…
En primer lugar, y para que todos ustedes puedan tener cierta perspectiva, les diré que yo tengo en la actualidad 54 años, mientras que mi “sobrina”, tan solo tiene 20 añitos…
Aunque he de decir en su descargo, que Raquel es muy madura para su edad.
Todo comenzó hace apenas un año.
Una tarde al salir de la fábrica, mi amigo Antonio me dijo:
- Alberto, he de pedirte un gran favor.
- Lo que quieras Antonio, cuenta conmigo para todo lo que tú quieras. Ya lo sabes.
- Raquel se ha separado y ha vuelto a casa.
- ¿No me digas?
Raquel, la hija de Antonio, mi ahijada, ya que fui su padrino de bautismo y a la que trataba como una autentica sobrina desde su nacimiento, se había casado apenas unos meses atrás con un chico algo mayor que ella.
Todo pareció un flechazo desde el primer momento. Enamoramiento, noviazgo y boda en menos de un año.
En vano sus padres, Antonio y Beatriz, intentaron sin éxito que esa boda no se celebrase o se pospusiese algo en el tiempo. También yo intenté sin éxito razonar con Raquel, a petición de sus padres.
Hasta incluso los padres del novio intentaron del mismo modo en vano, convencerlos. Veían a Raquel demasiado joven. Entonces apenas tenía 19 años recién cumplidos.
Él trabajaba en una editorial de enorme prestigio con un buen cargo, pero Raquel todavía seguía estudiando.
A nadie convencía esa boda tan temprana, aunque a simple vista parecía una relación sentimental sin fisuras, a tenor de lo que ellos decían y hacían… Eran, aparentemente, una pareja muy enamorada.
Antonio me seguía contando:
- Se pasa todo el día llorando en su habitación, no nos quiere decir nada. Él tampoco nos coge el teléfono.
Me argumentaba al mismo tiempo…
- Sabes que Bea y yo teníamos planeadas unas vacaciones románticas durante cuatro semanas en la ciudad de Mérida, capital del estado del Yucatán mejicano, o mexicano…, como a ellos les gusta decir.
Antonio había preparado a conciencia este viaje, ya que a Bea, siempre le había seducido el pueblo y la cultura maya.
Finalmente, me pidió el favor:
- ¿Podrías venirte a casa durante nuestras vacaciones y así no dejar sola a Raquel?
Me pareció una petición sin sentido común, pero no podía negarme.
Vivía solo, no me causaba ningún perjuicio.
En ese preciso momento ni siquiera salía con nadie y mi única relación de amistad aparte de Antonio, era con mis vecinos y compañeros de la universidad José Miguel y Verónica, que precisamente vivían en el mismo bloque que yo, como ya les había referido.
Después de reflexionar durante unos segundos, que a Antonio, le parecieron eternos, le dije que sí.
Después de unos días, me encontraba en casa de mi mejor amigo, Antonio, conviviendo con mi ahijada y “sobrina” Raquel.
Raquel pareció alegrarse de que sus padres se fuesen de viaje.
No quería amargarles sus vacaciones y presuntamente algo más relajada con mi presencia, y dado que siempre habíamos tenido una relación muy cordial, al tercer día, en que parecía que se le pasaba algo la pena, me dijo:
- Tito, gracias por estar aquí. (Raquel me llamaba desde siempre “tito”). Mis padres necesitaban esas vacaciones, además, a mi madre le hacía mucha ilusión. (Añadió).
Además me preguntó:
- ¿Te incomoda estar aquí? Fuera de tu casa y tratando de consolarme.
- No, cariño. Tranquila. (Lo decía en tono familiar. Jamás sin malicia. Por favor no piensen mal…).
Realmente los primeros dos días fueron demenciales, siempre encerrada en su habitación, llamándola para comer algo para que no muriese por inanición. Siempre pensativa, triste y muy llorosa.
Allí sentada en el sofá a mi lado, aquella tercera noche, se abrió algo más y estaba más dicharachera.
Tito, te voy a decir la verdad…, algo que no saben ni mis padres.
La miré a la cara con atención.
- ¿Sabes por qué me he separado?
- ¿Te ha sido infiel?
- No…, que va, todo lo contrario. Miguel (así se llamaba su ex marido), me tenía engañada, es realmente homosexual. Jamás me ha hecho el amor.
- ¿Cómo?
Me quedé atónito.
Yo intuía por aquel entonces que Raquel era una chica bastante ardiente. Esas cosas se notan o parecen notarse en la evolución de una adolescente a una mujer.
Aún soy virgen. Me dijo de sopetón, como si se tratase de una bomba.
- ¿Cómo? (Estaba sorprendido).
- No me lo puedo creer… (Añadí).
Hubiese jurado que habría tenido centenares de relaciones sexuales. Los jóvenes de hoy tienen muchísimo más sexo que nosotros a su edad, aunque siempre había y hay excepciones.
Raquel era una joven muy atractiva. Había salido con varios chicos.
Seguía dándome información…
- Estaba esperando un hombre especial para entregarme a él en cuerpo y alma. Que fraude de hombre…, Tito.
- Me estuvo engañando toda la relación. Habíamos quedado en llegar ambos vírgenes al matrimonio.
- Decía que me quería mucho, que era su alma gemela, pero en el viaje de novios paso lo que pasó…, lo que tenía que pasar.
- ¿El qué?
- Tito…, a ver cómo te lo explico… Que no se le ponía… “ya sabes”. ¿Me entiendes? Al cabo de varios días de excusas y excusas, me dijo que era incapaz, que solo de pensarlo, sentía repulsa. Que si bien en su imaginación se lo había planteado…, hacerme sexo a mi…, siempre había terminado masturbándose con imágenes de chicos.
- Yo en cambio siempre me había masturbado pensando en hombres…, artistas, actores, cantantes…, y obviamente, desde que le conocí…, en él…, pensando en cómo sería su “cosa”, y lo bien que me lo pasaría cuando nos casásemos.
- Que decepción.
- Tranquila Raquel…, todo se resolverá.
La mirada que me estaba echando Raquel, no me gustaba ni un pelo.
Entraba en materia…
- Tito…, quiero dejar de ser virgen lo antes posible.
- Muy bien Raquel, eres una chica preciosa y muy pronto conocerás al chico perfecto… (Le dije).
- No lo entiendes Tito.
- No quiero ir a buscar a un extraño. Mis amigos saben que estaba esperando a casarme. Me daría vergüenza. Además…, de hoy no pasa.
- Después de meditarlo estos días, he decidido dejar de ser virgen…, hoy.
- Y además, quiero que seas tú…, mi desvirgador…, con esa “cosita” que no parece muy pequeña. (Mientras lo decía, me tocaba por encima del pantalón con su mano en mi polla, aunque de manera inocente).
La cara que puse debió dejarla planchada…, pues su cabeza cayó en mi hombro y se puso a llorar desconsoladamente.
¿Qué hacer en una situación así?
- No te preocupes Raquel, eso lo arreglamos… Cuenta conmigo. (Lo dije sin pensar y sin malicia. Puedo jurárselo a todos ustedes).
Desafortunado comentario el que se me ocurrió decir, torpe de mí.
Un lamentable error que fui incapaz de corregir.
Seguía teniendo su mano reposada en mi polla, sin nada de malicia, conozco a mi ahijada.
Mi cuerpo es terrenal y no místico o religioso como el tío de mi ex, el cura y pasó lo que pasó…
Llevaba semanas sin sexo.
Involuntariamente tuve una enorme erección, que Raquel notó de manera que no admitía duda alguna y que la hizo suponer que yo estaba totalmente de acuerdo en ayudarla con su “problemilla”…
- Gracias Tito…, mil gracias Tito. No te vas a arrepentir. Te lo juro.
¿Qué decir?
¿Cómo arreglar el entuerto?
Era viernes por la tarde, fin de semana y no sabía dónde meterme en esos momentos.
Pensaba en sus padres. Me avergonzaba la situación.
Había hecho planes de pasar todo el fin de semana viendo películas de acción para poder entretenernos.
Tenía preparada las sagas de “Indiana Jones” y de la “Jungla de cristal”. Me gusta todo tipo de cine, pero no iba a llevarle a mi ahijada nada de amor, romanticismo ni cosas así dada su reciente separación y su triste estado.
Menuda “sesión de cine” me esperaba. Como salir de aquello. Mi cara seguro que atestiguaba inconcreción.
Raquel, de manera natural me soltó de una:
- Tito, no te preocupes, que lo tengo todo pensado. Llevo planeándolo días…
- ¿Qué?
Realmente todo lo tenía debidamente organizado, la muy jodía... Todos los detalles. Las mujeres siempre nos llevarán siglos de ventaja en todo.
Todo lo tenía pensado. Ya verán… El cómo, el cuándo, el donde, las formas y las veces.
Tuve que vencer aquel fin de semana muchas negatividades y muchos muros mentales.
Ella me ayudó. Lo planteó de una forma natural. A veces la gente joven lo ve mucho más claro todo. No ven tantos problemas, como nosotros.
Ella tenía claro que lo que quería era perder su virgo conmigo…, y lo perdió.
Al relajarme, con el paso de las horas y de los días noté que ella empezó a disfrutar de una manera excepcional, al mismo tiempo que su inexperiencia se tornaba en aprendizaje especializado…
Yo había tenido mucha experiencia y sabía hacer feliz a una mujer en la cama a todos los niveles.
El momento del “desvirgue” hubo de hacerse con sosiego, tranquilidad y mucha naturalidad por mi parte, una vez pasados los difíciles primeros minutos. Ella agradecería días después como la había tratado.
No hubo lascivia ni morbo por parte de ninguno de los dos, muy al contrario, creo que hubo ternura y sentimiento, como si se tratase realmente de una relación filial.
Siempre he sido reticente a pensamientos incestuosos y desde que estuve con Raquel he dejado de prejuzgar injustamente. Puedo entender creo, en estos momentos, una relación de sexo fraternal.
Como pueden suponer el desvirgue no estuvo exento de pequeños detalles particulares, a veces algo “complicados”..., que hubimos de resolver sobre la marcha.
Raquel puso el día y puso también la hora:
- Tito a las 10 en el dormitorio de mis padres, voy a arreglarme.
Faltaban casi dos horas y se me hicieron interminables.
Mi sobrina dispuso la habitación de sus padres, más grande para su estreno con velas, incienso y música. Tenía sin estrenar lencería de su viaje de novios y cuando quise darme cuenta me invitaba a pasar a aquel trono del desflore.
- Tito..., pasa, estoy dispuesta.
Como una princesa de cuento, allí se encontraba Raquel, sensual, bella y resplandeciente, con ojos brillantes, esperando su ansiado gran momento, que esperaba durante años, en medio de aquella enorme cama.
- Desnúdate y ven... (Me dijo).
La luz era la apropiada a una noche sexo de esa naturaleza. Había puesto en las sendas lamparitas de las mesitas, dos pañuelos rojos oscuros de seda que generaban un ambiente realmente sensual.
Realmente todo lo tenía pensado, meditado y bien preparado.
A duras penas, bastante nervioso me desnudé y subí a la cama. Mi polla había decaído en el periodo de preparación mental y estaba hasta encogida de más, pero todo se fue arreglando cuando mi sobrina me dijo que me relajara y empezó a tocarme mi lánguida polla.
Raquel tenía mucha teoría, pero poca practica y una vez pasados los primeros minutos, me rehíce, y cual experto amante empecé a idolatrar físicamente a esa mujer que me invitaba a desflorarla.
Besé, acaricié, lamí todos sus miembros, su torso, su cuello, su vientre..., todo a excepción de su boca en aquel primer momento, ya que aún mi mente pensaba en aquella ahijada como lo que no era en aquel momento..., una mujer deseosa de sentirse deseada.
Cuando la despojé de su escasa lencería y empecé a comer aquel bello sexo totalmente depilado, todo empezó a aclararse y mi miembro erecto lo hacía notar.
Dejé de pensar en bobadas y exclusivamente pensé en hacer disfrutar a aquella mujer madura de mente, para que su joven cuerpo se dispusiese a disfrutar de aquel desvirgue deseado y ansiosamente buscado.
Los minutos se sucedían y los orgasmos de Raquel también...
- Hazlo tito.
- Tranquila Raquel, ya llegará el momento.
- Vale tito, confío en ti.
Aquel coño abierto, caliente, húmedo y deseoso, parecía estar dispuesto. Obviamente no era la primera vez para mí y sabía de los pequeños detalles. Había que dilatar…, tenía que tener paciencia.
Mi lengua y mis dedos entraron en primer lugar, haciendo que aquel momento fuese lo menos desagradable posible.
Le preguntaba sobre sus molestias y me decía que siguiese, que no le hacía daño.
El dedo corazón de mi mano derecha avanzaba despacio y firme, mientras lamía su clítoris y sus caderas temblaban permanentemente.
- Tito, métemela ya, creo que estoy preparada...
Dispuse una de las almohadas en sus riñones. Me acoplé adecuadamente, y mojando mi glande entre las humedades de sus labios a los que, previamente, había dejado caer una buena cantidad de saliva, accedí a la puerta de esa maravillosa y virginal cueva.
Poco a poco y realizando maniobras hacia adelante y hacia atrás, tratando de no dejar de humedecer el tronco de mi endurecido falo, fui poco a poco introduciendo de otro lado, mi enorme polla, sin dejar de mirar la expresión de la cara de mi joven “sobrina”.
El pequeño gesto de tensión en su rostro me hacía comprobar su nivel de dolor, aunque según me decía, el placer era mucho superior.
Cuando finalmente Raquel se relajó del todo, se abrió a placer y mi durísimo pene entraba en su absoluta profundidad liberada del natural obstáculo, eso sí, sin prisa y recibido por un soberbio orgasmo, la cara de agradecimiento de mi sobrina lo decía todo.
- Gracias tito, eres todo un artista. He tenido un orgasmo que me ha parecido el mejor de vida, a pesar de la molestia. Gracias tito.
- Ahora córrete tú. (Me dijo).
Creyendo inocentemente que no querría hacerlo más y dado que, estaba tremendamente excitado, me subí a horcajadas en sus caderas y mirando sus preciosos pechos, me hice una enorme y soberbia paja que hice derramar con cuidado de no mancharla en su cuerpo, poniendo mi mano izquierda a modo de tapón y cuchara.
Me levanté, fui al baño a limpiarme.
- No me dejes sola tito, vuelve.
- No te preocupes, vuelvo enseguida. (Pensaba inocentemente que solo querría hablar de lo acontecido, y darme de nuevo las gracias. Me equivocaba).
A la vuelta..., ella simplemente me miraba con cara pensativa con sus ojazos muy abiertos. Me temía lo peor. Los gestos de su cara traviesa no me gustaban…
- Tito, quiero pedirte otro favor.
- ¿Cómo?
Creyendo que el “trabajo” se había acabado después de la sesión previa, y producida la ansiada perdida de su himen, mi ahijada no contenta con eso, quería más cosas...
Mi “sobri”, como ya han leído, se había corrido media docena de veces con mis trabajitos previos orales, y con la dilatación previa con mis dedos…, terminando, como ya les anticipaba, con un glamoroso orgasmo final, según me había confirmado.
Ahora quería hacerlo otra vez, y que me corriese dentro de ella para sentir la sensación del semen dentro de su cuerpo, pues había fantaseado mucho con aquel momento. Me dijo que no había problema, dado que la regla estaba a punto de llegarle y no podía quedar embarazada.
Lo que tú digas Raquel… Pensé.
Como seguía muy excitado, no fue un problema volverla a dar placer con mi boca, para después, finalmente, metérsela e inevitablemente, volver a escanciar mi semen, en esta ocasión dentro de aquella vagina caliente, aunque recién estrenada.
Eran los dos de la mañana y estábamos exhaustos.
En esos momentos de paz, sosiego y relajación, en donde este relatante ya había asumido que su tarea había finalizado, va la niña y le dice:
- Tito, ahora tienes que hacer la tercera parte…
- ¿Cómo?
- Tito, ya que hemos empezado algo, hay que terminarlo bien. ¿Vale?
- Raquel, por favor…
- Es evidente que sabes tratar a una mujer en la cama y quiero que me enseñes todo, absolutamente todo. Quiero sentirme una auténtica maestra.
- Pero…, Raquel, qué me dices.
- No entiendes Tito, que si parezco una novata se van a reír todos mis compañeros en mis narices. Tienes que enseñarme de todo en estos días que estamos aquí solos los dos. Además es que tengo ganas de experimentar especialmente con algunos de mis amigos, que me tienen un poquito entusiasmada.
Los argumentos eran de peso, según ella.
Estábamos exhaustos y dormimos plácidamente aquella primera noche.
A la mañana siguiente noté como me tocaba, me besaba y me suplicaba que siguiésemos con la siguiente fase del encarguito…
- Tito, sigamos por favor durante todo el fin de semana, con esta maravillosa obra de caridad que me estás haciendo. (Lo decía en tono de sorna y con cara de una auténtica viciosa).
Apenas comimos para coger fuerzas, y no vimos nada de cine.
Desde el resto de aquel fin de semana, y durante casi tres semanas enteras, todas las noches trabajábamos en “nuestra tarea”, y salvo unos pocos días de obligado descanso mientras tenía su período, en el que ella se dedicó a tareas teóricas y prácticas orales con su tito, todo el tiempo lo ocupamos en perfeccionar las diferentes técnicas que mi “sobrina” había concebido aprender, para no solo perder su virgo, sino para conseguir ser toda una experta amazona en tareas amatorias.
Incluso nos besamos en la boca como una pareja de amantes. Aquellas tres semanas serían un paréntesis en nuestra relación familiar y fraternal.
Cuando llegó la noche de la despedida me habló:
- Tito, cuando mañana vengan mis papis…, ni media.
- Esto quedará como un secreto entre los dos. ¿Vale?
- Si, Raquel. Te lo prometo.
- Yo he conseguido lo que quería y con quien quería.
- Te lo agradezco mucho, me has hecho un gran favor. Jamás lo olvidaré.
- Te sigo queriendo como mi “tito” y esto quedará para nosotros dos como un secreto… ¿Vale tito?
- Si, Raquel.
Jamás volveríamos a hablar del tema.
Aquella última noche de sexo fue particularmente excitante y morbosa. La última posición que quería aprender era la del perrito. Raquel, allí de rodillas en la cama ante mi enorme y duro trozo de carne padrinal, que entraba en aquella apadrinada apertura extremadamente húmeda caliente y excitante.
Una abertura apenas virginal hace unos días, ya cada vez más diligente y adiestrada. En mi mente quedará para siempre aquella imagen de aquel cuerpo tan joven con movimientos bruscos, libidinosos y exarcebados, al llegar sus orgasmos dobles y triples, y que a pesar de todos ellos, mi mente solo recordará con precisión una sola imagen:
Aquella tersa espalda perfectamente contorneada, brillante por el sudor y muy especialmente aquellas diminutas vellosidades rubias apenas visibles, en la espalda baja, en el centro superior intermedio de aquellos dos bellos y sensuales glúteos que yo sujetaba con mis diestras manos, aquellos casi imperceptibles bellos vellos aparecían contorneados por efecto de aquellas minúsculas gotitas de sudor que caían inexorablemente hacia aquel valle caliente, aquella perfecta división en dos partes en las que se apreciaban su enervada piel de gallina fruto de la excitación, aquellas dos pequeñas gotitas que llegaban poco a poco a circundar su precioso ano de pliegues perfectos y brillantes, llegando incluso a mojar después la base de mi pene venoso que en ese mismo instante inundaba de oro blanco aquella caliente oquedad en media docena de convulsiones que me dejaban sin respiración.
Ella muerta de ganas por aprender una postura, disfrutando como una loca y yo de fotógrafo mental de pequeñísimos detalles.
¡Vaya imagen de mi “sobrina” que me llevaré a la tumba amigos!
Sus padres regresaron y de inmediato vieron que Raquel estaba muy contenta.
Se alegraron de ello, y lo achacaron a que su “tito” la había ayudado y consolado en su pena.
Jamás sabrán…, como la ayudé verdaderamente.
¿O ella a mí?...
Sí amigos, algo cambió dentro de mí después de aquella experiencia con mi “sobrina” en casa de mi amigo Antonio.
Descubrí que todo, ni es malo, ni es bueno necesariamente, si no que depende del cristal con que se mira.
Desde aquel momento supe relativizar todo y no prejuzgar jamás a nadie más el resto de mi vida.
Aprendí además algo fundamental a mi edad… El sexo es y debe ser natural.
Con el paso de los meses Raquel conoció a varios chicos…, en estos momentos sale de manera permanente con un arquitecto y parece que les va muy bien.
Yo estoy saliendo con una chica que me presentaron en una cita a ciegas… Me va genial.
Resulta que Angelines, así se llama, es de mente muy abierta en todo.
En cuanto la conocí algo más e intimamos, se la presenté a José Miguel y Verónica.
La primera noche que cenemos los cuatro, estuvimos todos encantados con Angelines, pues parecía que había estado con nosotros toda su vida. Charlamos y nos reímos durante toda la velada. Fue inolvidable.
En la sobremesa, como no podía ser de otro modo, hablamos de sexo y de nuestras experiencias de juventud. Angelines también había sido muy activa y contó de manera natural decenas de experiencias.
Angelines y yo desde el primer segundo quisimos contarnos todo… Incluso llegué a confesarle lo de mi sobrina. Realmente le hizo gracia la situación.
En la segunda cena que tuvimos los cuatro al siguiente sábado, además de degustar una cena increíble y maravillosa, tanto José Miguel como yo, degustamos después de los postres y durante horas de las delicias de dos mujeres… Nuestras anfitrionas sexuales, Verónica y Angelines, nos hicieron de todo, pues jugaron ambas al juego de las “reinas del sexo” con nosotros dos…
Habré de relatarles como es el juego algún día…, y contarles además aquella primera experiencia de intercambio entre dos parejas.
¡Prometido!
Dos parejas que desde entonces están muchísimo más “unidas”, pues además de una sólida amistad, ahora nos une a los cuatro un vínculo sexual extraordinariamente morboso.
FIN.
...
Espero que lo hayan disfrutado...
Escríbanme. Contestaré a todos los que deseen contarme cosas, a través de mi correo electrónico.
Les cuento que uno de mis próximos proyectos, hay varios más, es un libro que tengo en marcha de título provisional: “Historias reales de cornudos complacientes”. Quiero contarles diez historias reales noveladas con escenas de sexo morboso. Llevo actualmente redactadas en borrador siete historias y aún puedo integrar tres historias más si alguno de ustedes, quiere que su experiencia como cornudo o cornuda quedé para la posteridad..., cambiando obviamente nombres y ciudades.
PEPOTECR.