Raquel

Ese fue un sábado muy especial.

La lluvia de primavera golpeaba a los pocos transeúntes que se animaban caminando por las grises calle de la ciudad, a las 8 y media de la mañana. Era extrañamente intensa para esa época del año.

Salí de casa, con muy pocas ganas, debía ir al trabajo, prender la máquina, verificar que los programas estuvieran corriendo bien y esperar cuatro o cinco horas a que llegaran los procesos del exterior y procesarlos… hoy era mi día de “guardia” y realmente, para lo único que invitaba era para seguir acostado mientras la lluvia golpeaba mi ventana.

Le había pedido a Raquel que me visitara en la empresa, quizás de ese modo el sábado se me hiciera más corto, pero ella me dijo que no podía ya que no tenía con quien dejar a los hijos. Recordaba sus palabras mientras abría la puerta del auto, en el estacionamiento de casa.

Al llegar al centro de la ciudad la lluvia se hizo más intensa, el semáforo me detuvo, una joven, bajo un paraguas, cruzaba apresurada la calle. Me hizo acordar a Raquel, morocha, bajita, con el pelo enrulado y largo, senos generosos y firmes, piernas bien torneadas. Recordé nuestra primera vez en aquella fiesta de fin de año, bailando, su cuerpo junto al mío, su cara, cuando se dio cuenta que tenía una alianza en mi dedo (ella era soltera en aquel tiempo), los besos en el taxi, su urgencia por desnudarme, y su pasión a la hora del amor. Somos amantes algo atípicos, pasamos períodos en que no nos vemos, luego nos buscamos y recuperamos en un mes o dos intensos de pasión y sexo, el tiempo perdido

El semáforo me dio paso, avanzo y doblo a la izquierda para tomar la avenida.

Quizás me dio una excusa y lo que realmente sucedía era que había terminado “nuestro mes”, pero justo hoy que estaba tan especial. Además, como siempre lo hicimos el final es conversado, avisado y casi siempre nos dábamos una merecida despedida.

Puse el señalero para doblar a la derecha y tomé el acceso empedrado para ingresar al estacionamiento de la empresa. El portero levantó la mano para saludarme, medio escondido tras el vidrio empapado, cuando el auto tomaba la rampa inferior.

Recordé cuando nos mudamos a este nuevo local, mi oficina estaba prácticamente vacía, un par de escritorios, algunas sillas, y todo el piso con moquete. Aquella noche Raquel me visitó, nunca habíamos hecho el amor en el suelo, luego usamos una silla, el escritorio. La excitación y el placer que obtuvimos aquella noche nos invito a repetir la hazaña en otras oportunidades

El ascensor me llevó al décimo piso, abrí la puerta de la oficina, como siempre una luz iluminaba el sector de la entrada, el aire acondicionado silenciosamente daba la temperatura ideal al lugar. Prendí la máquina, corrí el control del proceso de la noche, verifique que todo estuviera en orden y me dispuse a esperar, colocando un CD de música. La voz de Gloria Estefan cantándole al amor me envolvió. Me senté y miré por la ventana, la lluvia continuaba. Sentí que alguien abría la puerta, quien es? pregunté, pero no obtuve respuesta. Desde mi posición no podía ver quien entraba, tampoco me veían a mí. Me incorporé y apoye mis manos sobre el escritorio tratando de ver quien entraba.

La imagen que se dibujo ante mis ojos era increíble, el pelo negro totalmente mojado, una gabardina goteando lluvia, los pies desnudos, sobre la moquete, dejaban correr gotas de agua, la cara redonda, su blanca sonrisa, tan hermosa como siempre, y sus ojos… esos ojos negros que miran profundo, que invitan, que insinúan, que reclaman… allí estaba ella, Raquel, totalmente bañada su gabardina en la lluvia

Avancé lentamente hacia ella, sus manos algo temblorosas por el frío de la lluvia comenzaron a desabotonar la gabardina, primero fue el cinturón que tenía atado adelante luego los botones, uno a uno, ésta cayo a sus pies y ante mi vista su hermoso cuerpo desnudo, ese cuerpo que amo con intensidad, se mostró totalmente.

Apresuré mis pasos para alcanzarlo, mis manos, comenzaron a acariciarlo y darle calor. No, no era una fantasía era realidad, estaba allí. Sus manos húmedas con desesperada urgencia desabotonaban mi camisa. Nuestras miradas se cruzaron, nuevamente sus ojos, sus labios, su cara me trasmitían esa pasión que nos unía. Ya desnudo nos abrazamos, su cuerpo despedía ya el calor del amor, del deseo, del sexo. Mi miembro comenzaba a crecer ante el contacto de sus piernas y la cercanía de su candente vulva. Una de mis manos se deslizó hacia abajo, ella separó las piernas y me dejó hacer, le encantaba que la masturbara, me lo pedía en lugares insólitos y yo trataba siempre de complacerla, a pesar que no soy tan osado como ella. Sus primeros jugos comenzaban a surgir de la fuente de mis pasiones… por primera vez hablamos:

- Te amo, quería darte esta sorpresa… y ser tuya nuevamente.

- Raquel me vuelves loco , respondí y seguí hurgando en su entrepierna.

Ella se fue agachando, por lo que tuve que suspender mis caricias. Su boca envolvió mi verga que ya estaba llegando a una erección casi perfecta. Ya de rodillas frente a mí, la mano se deslizó por una de mis nalgas llegando hasta mi culo, que comenzó a ser presionado con un dedo en forma circular. La otra mano se prendió de mis testículos alternando la caricia con mi verga que ya mostraba una excepcional erección. Su boca mantenía mi glande aprisionado, y la lengua jugueteaba con él y en la puntita especialmente. No podía más, si seguía chupándome así estallaría en cualquier momento. Ella lo sabía, me hizo poner boca arriba sobre la moquete, ella sobre mi, vi como su concha se tragaba mi verga con la facilidad de siempre. Ella dominaba la situación, marcaba el ritmo, yo me dejaba hacer, de este modo podía hacer durar más la llegada de mi eyaculación. Comenzó a acelerar la entrada y salida del miembro en su cuerpo, ora arriba y abajo, ora en círculos, ora presionando con sus caderas para que el contacto fuera más amplio, más profundo, más íntimo. Su respiración y jadeos indicaban que estaba llegando al momento que tanto buscó, mis manos que tenían atrapados sus senos comenzaron a sentir un importante endurecimiento de los pezones. Comenzó a girar la cabeza alocadamente, su pelo volaba al mismo ritmo, las gotas que aún estaban en su cabello salpicaban paredes y muebles, y los primeros gritos asomaron.

- Si! Si! Si!, Ay más, más, dame más, clávala hasta el fondo!! Dame por favor, toda, toda!!!

Su cuerpo se crispo, se detuvo casi violentamente, entre sus pelos que le cubrían la cara vi sus ojos, lanzaban fuego, con un muy lento y suave movimiento la penetración se hizo más profunda. Por un segundo o menos pareció que todo había terminado sin haber logrado el tan ansiado orgasmo. Adelanto un poco su cuerpo hacía mí como para que su clítoris entrara en contacto con mi vientre y… estalló. Bufaba como un animal, movía la cabeza de un lado a otro, suspiraba, daba pequeños gritos y me golpeaba y arañaba. Durante lo que parecieron segundos interminables Raquel disfrutó intensamente de este orgasmo como nunca antes la había visto. Cuando los espasmos y movimientos se fueron haciendo menos intensos y mi miembro percibía las contracciones de su vulva, se fue dejando caer sobre mí.

- Si me haces acabar así, un día me vas a matar… quise frenarlo para seguir recibiéndote pero no sé que pasó … fue increíble… necesito descansar unos segundos… tomar aire

Su respiración era entrecortada y sus músculos mostraban alguna que otra contracción.

Pasados unos minutos su cuerpo comenzó a responder a su control, nos comenzamos a besar. Mi verga aún permanecía en su interior y ella lentamente comenzó a moverse en círculos.

- Después de esto, me puedes hacer lo que quieras, ya casi no tengo voluntad

- Quieres que sigamos o prefieres descansar más?

Como respuesta sus movimientos se intensificaron, nos abrazamos, giramos sobre el piso y quedé sobre ella. Luego de todo lo pasado tenía muchas ganas de eyacular, porque sentía que su fuego interior debía ser apagado con mi leche. Ni hablar de mi fuego interior.

Nos paramos, la hice sentar sobre uno de los escritorios y sus piernas me abrazaron a la altura de los riñones. Ella apoyada con sus manos en el borde opuesto de la mesa me dejaba hacer. Yo iba en camino directo a un hermoso orgasmo, cuando me dijo: - la quiero atrás

Quedé algo sorprendido, ya que me costo muchísimo convencerla, antes, para que me entregara su hermoso culo. Fui saliendo lentamente y ella me dijo: en la gabardina . En uno de los bolsillos había un pomo con vaselina, ideal para ese momento.

- Dame un beso antes dijo, con una leve sonrisa, que indicaba que tenía algo de miedo.

- Si no quieres hacerlo no hay problema , fue mi respuesta.

Nos besamos intensamente, ella tomo con una mano mi verga para evitar que perdiera la erección, aunque a esa altura yo pensaba que nunca se bajaría.

Se volvió acostar sobre la mesa, me seguía masturbando, levantó las piernas y formó un ángulo recto. Prácticamente quedó su culo a mi vista con un dedo unté el esfínter, introduje la pomada en su intestino y con giros traté de relajar el músculo para que me admitiera provocándole el mínimo dolor.

Me puse frente a sus hermosas y duras nalgas. Sus pies se apoyaban sobre mis hombros, con calma fui presionando el esfínter, no quería lastimarla. Ella agarró sus nalgas, hizo varias respiraciones profundas, las separó lo más que pudo y me dijo - dámela, entra en mi cuerpo por el culo, mi amor.

Increíblemente la penetración se hizo con cierta facilidad, pronto todo mi glande había superado el esfínter y se habría camino

- Ay, ay, la estoy recibiendo, aunque me queje y te suplique, mete todo ese hermoso tronco adentro.

Unos cuantos movimientos más, la buena disposición de Raquel, así como sus respiraciones profundas facilitaron la penetración total. Las únicas dos veces anteriores, la primera fue un fracaso porque le dolía mucho y la segunda solo le pude poner el glande, en ambos casos no lo supe hacer bien.

Ya dentro de ella comencé un bombeo lento y profundo, una de sus manos abandono la nalga que aún sostenía para facilitar la cogida y comenzó a acariciar su clítoris. Mis manos tenían totalmente atrapadas sus tetas que se movían a cada embestida mía.

- Avisamé antes de acabar, amor

Mi respuesta fue una especie de sonido gutural, mi mente se había trasladado a mi glande, que sentía la calidez y presión de su intestino. Ella se acariciaba con más intensidad y yo aumentaba el ritmo así como la intensidad de la penetración, como si existiera más verga que meter. Desde mis talones comenzó a subir una sensación intensa, eléctrica, que recorrió los músculos de mis piernas.

- Acabo vida, té lleno la colita de leche logré pronunciar.

Ella intensificó su caricia, una de mis manos se posó en su clítoris cuando el primer chorro le inundaba el culo. Con mi cuarto espasmo eyaculador, mis dedos y los suyos sacaron de lo profundo de la garganta de Raquel, el inequívoco sonido de un nuevo orgasmo.

Habíamos llegado casi al unísono, y eso nos hacía feliz a ambos.

Con lentitud y a medida que perdía mi erección fui saliendo de ese trasero que tan cálidamente me recibió.

Nos fuimos a lavar. Mi leche corría por sus piernas. Aprovechamos y nos dimos una ducha juntos donde las caricias y los juegos reavivaron la pasión.

Caminé desnudo y algo mojado hasta mi máquina todo estaba en orden.

Raquel salió del baño: - prefieres esacomputadora a mí , dijo poniendo un dedo en su boca.

Sonreí me acerque a ella, nos abrazamos y besamos intensamente, luego nuestras bocas se apoderaron del sexo del otro en un maravilloso 69. La pasión crecía junto con el placer que nos dispensábamos uno al otro. La lluvia continuaba mojando las calles, los pocos transeúntes y mantenía ese gris plomizo en toda la ciudad.

En determinado momento la máquina avisó que estaban llegando los procesos del exterior, pero mi boca trabajaba concienzudamente uno de los pezones de Raquel

Iosy