Raquel

Una vecina y su cuerpo maravilloso permiten uns sesion explosiva entre mi esposa y yo...

Es tiempo ya de que empiece a relatar mis historias de sexo y amor. Ya pasado de los 40 anos, pueden imaginarse cuantas historias tengo por contra. Empecemos, pues.

Hace anos nos cambiamos a una casa nueva, en una colonia recién construida. Nuestros vecinos eran, por lo general, jóvenes como nosotros. Mi esposa Maria y yo contábamos con 30 anos y teníamos ya tres lindas hijas que eran nuestra razón de ser.

Algunos de nuestros vecinos eran de nuestra edad mientras otros eran algunos anos mas jóvenes y algunos, recién casados.

De estos últimos quiero contarles. La casa que estaba directamente en frente de la de nosotros era propiedad de John y Raquel. Los dos eran de cuerpo atlético pues habían participado en equipos de softball y baseball por varios anos. De hecho, así se habían conocido hacia ya algunos anos.

Raquel era bonita. Su cuerpo no tenía una onza de grasa. Sus tetas eran algo pequeñas y estas las lucia a menudo con camisetas de algodón. Sus pezones apretaban la tela queriéndose salir mientras que el resto de su cuerpo algo Delgado. Esto hacia que sus piernas parecieran más largas de lo que en verdad eran. Sus muslos eran firmes y lucían bien cada vez que usaba pantalones cortos.

Una tarde de primavera decidimos hacer una carne asada. Como había visto a John por la mañana mientras cortaba el pasto, le había comentado que eran bienvenidos por la tarde. Llegaron a nuestra casa como a las cinco de la tarde. Había sido un día calido y me agrado ver como Raquel llego vestida con unos shorts deportivos que estaban algo sueltos, Al parecer no vestía calzón alguno bajo los shorts. La camiseta que usaba era de color blanco y, como de costumbre, no usaba brazier o sostén. Sus pequeños pechos firmes levantaban la tela de la camiseta y sus pezones erguidos empujaban la tela hacia afuera con mucho orgullo.

Como era costumbre, nos saludamos de beso y de abrazo. Aproveche la oportunidad para darle un fuerte apretón y disfrute de sus pezones contra mi pecho. Al besarle la mejilla, su olor fresco y primaveral me invadió. Deduje que había acabado de ducharse antes de salir de su casa.

Mientras la carne se cocía, todos tomábamos cerveza y shots de tequila que mi esposa había traído de México en su último viaje. Esto nos relajo a todos. La conversación llego a los chistes que a menudo acostumbrábamos compartir. John era un maestro en el cuento de los mismos. De pronto los chistes se volvían más rojos pero, como todos éramos adultos, los compartíamos sin morbo y los disfrutábamos igual.

Después de la cena, tomamos unos cuantos shots de tequila mas y nos sentamos a ver la televisión un rato para relajarnos. El cuarto tenía un solo sillón donde nos sentamos los cuatro. Mi esposa, luego yo, luego Raquel y después John. A los cuantos minutos, John dormitaba por el alcohol ingerido. La película era una comedia romántica, justo lo necesario para las esposas. El romanticismo que emanaba de la tele hacia que ellas comentaran sobre como se calentabas al ver los actores besándose y hacienda el amor. No solo ellas se ponían calientes. Yo también ya empezaba a sentir calentura al oírlas con la plática.

Mi esposa se levanto y se excuso par ir al baño. John seguía dormido. Yo me levante para ir por otras dos cervezas, una para mi y otra para Raquel. Al regresar a cuarto, ella estaba sentada con una pierna levantada en el sillón. Esto hacia que yo pudiera ver su panocha ya que, como yo sospechaba, no llevaba calzón bajo los shorts. Pude ver que sus labios eran algo gruesos – tal vez por la calentura causada por la plática anterior. Disimule no notar lo que veía. Me senté junto a ella de nuevo y le di su cerveza. Ella dijo salud, chocamos las botellas y dimos un trago. Las cervezas si que refrescaban esta calida tarde.

Mi esposa aun no regresaba. Raquel aprovecho que John dormía junto a ella y me pregunto que si yo era tan romántico como los actores en la pantalla. Le respondí que si y que si quería confirmarlo que le preguntara a mi esposa. Me dijo que no lo dudaba ya que ella creía que los latinos éramos románticos de nacimiento. Le dije que si y que además de románticos éramos muy cachándoos. Fue entonces que ella bajo su vista hacia mis shorts y noto que mi polla estaba un poco crecida.

Volteo la cabeza para ver si mi esposa venia y, al hacerlo, perdió su balance un poco. Su cuerpo cayo contra el mío y, sin querer, su mano acabo sobre el bulto en mis shorts. Se disculpo por su error. Yo le dije que no se preocupara. Su rostro se volvía rojo de vergüenza. Me dijo que de veras lo sentía. Le repetí que no se preocupara.

Mi esposa regreso y miramos el resto de la película juntos. Al final, John despertó y pidió a Raquel que se retiraran. Nos despedimos y quedamos en que la siguiente reunión seria en su casa.

Al irse, mi esposa me contó que con la plática del romanticismo y las escenas de la película la había puesto un poco caliente. Nuestras hijas se quedaban en casa de una amiguita. Aproveche para abrazarla y darle un largo beso. Nuestras lenguas jugaban como lo hacíamos hace anos cuando recién nos conocimos. Nos retiramos a la recamara y ella insinuó que quería darse un regaderazo para sentirse mas limpia. Yo no me negué.

Ya en la ducha, el agua se sentía súper rica en nuestra piel. Ella se enjabonaba el cuerpo, pasando sus manos por sus tetas en forma sensual. Yo la tome en mis brazos, sintiendo sus pezones contra mi piel. La bese, dejando que mi lengua explorara cada rincon de su boca. Mis manos acariciaban su espalda y sus ricas nalgas que aun eran sólidas. Ella se volteo dándome la espalda. Yo aproveche para masajearle sus tetas mientras besaba su cuello. Una de mis manos le sobaba el vientre y pronto encontró su panocha que estaba bien arreglada. Aunque no estaba rasurada, su monte de Venus tenia unos cuantos bellos bien recortados. Estos llegaban apenas donde empezaban los labios de su vagina. De ahí para abajo si que estaba rasurada. Mis dedos llegaron a su raja y empecé a masajear su clítoris. Después de un par de minutos, le introduje un digito en su agujero y ella respondía con estremecimiento. El agua seguía mojando nuestros cuerpos.

Ella se volteo de nuevo y después de un beso apasionado se puso de rodillas. Tomo mi verga con ambas manos y mientras la enjabonaba la masajeaba de arriba abajo de forma lenta. Yo cerré mis ojos para concentrarme mejor. Una de sus manos empezó a masajearme las bolas. Con los ojos cerrados, sentí cuando mi verga era asaltada pos sus labios. Primero la cabeza se perdía dentro de su boca. Luego, paso a paso sus labios atrapaban la mitad de mi verga y yo sentía que subía al cielo. Mi verga se empezaba a perder en su boca por complete y ella me daba una mamada que hacia tiempo no disfrutaba. Unos minutos después le anuncie que estaba por venirme. Ella no me respondió. Siguió allí, de rodillas, perdida en su labor. Su lengua daba círculos pequeños alrededor de la cabeza de mi verga y luego, de repente, se la volvía a comer toda. Yo me relaje por complete y dentro de unas lambidas mas anuncie que me venia. Ella seguía con sus lambidas. Mi verga empezó a dejar que mi leche saliera en chorros. Sentí como su boca se ensordecía al atrapar el líquido que invadía sus cachetes. Luego, abriendo los ojos veía como ella tragaba todo sin desperdiciar nada. Fueron varias las expulsiones de semen y ella no fallo. Todo se lo tomaba cual néctar que le hacia falta. Levanto la cara para verme y sonrió de una manera picara. Sonrió mientras se pasaba su lengua por sobre los labios como saboreando una vez mas lo que acababa de tomar. Esta era la primera vez que me mamaba hasta la eyaculacion. Nunca antes lo había hecho.

Ayude a que se levantara y le regale un gran beso mientras le decía gracias por este regalo tan tremendo. Ella me dijo que le había gustado mas de los que se había imaginado y prometio que no seria la ultima vez. También me dijo que aquí no acababa la cosa. Que me haría pagar el favor y yo le conteste que si, que yo la haría sentir los que yo y aun mas. Acabamos de ducharnos y al salir de la regadera nos abrazamos y de nuevo la bese en forma apasionada. Nos secamos el cuerpo y luego nos lavamos los dientes y nos perfumamos un poco. Así desnudos nos acostamos en la cama y ahí la tome entre mis brazos y decide que ere tiempo de pagar el favor que hace unos minutos me había hecho.

Le pedí que se pusiera boca abajo. Ella accedió. Yo tome una posición sobre su espalda y comencé a masajearle la columna vertebral con mis dedos. Recorría su columna desde su nuca hasta la puerta de su culo. Tome un poco de aceite de bebe y rocié su espalda. Con las yemas de mis dedos le di un buen masaje. Ya bien relajada, eche un poco de aceite en su culo. Mis dedos recorrían de nuevo su columna vertebral; desde su nuca hasta la parte mas baja de su espalda. No pare allí. Mis dedos siguieron hasta llegar a su sexo. De allí subían de nuevo prestando especial atención a su culo apretado y virginal. Así estuve unos minutos…de arriba abajo, de abajo arriba, siempre prestando atención al botón de su culo. Ella no decía nada. Simplemente soltaba todo su cuerpo y se estremecía cada vez que mis dedos pasaban por la entrada de su culo.

Coloque mi verga entre sus nalgas mientras le masajeaba la espalda. Aprovechaba que en cada sobada cerca de su nuca, aventaba mi cuerpo hacia adelante dejando que mi verga viajara a lo largo de su raja y, en algunas ocasiones, a la entrada de su culo. Ella se estremecía de placer. Luego, deje que mi lengua recorriera su espalda completita. Ella se revolvía como queriendo hacer que mi lengua no dejara ni un centímetro sin recorrer. Cuando mi lengua llegaba a la parte más baja de su espalda, ella levanto su culo al aire, invitándome a que le lamiera su raja. No tarde en introducir mi lengua en su raja, haciendo cosquillas en su clítoris y luego viajando hacia su culo dando a este unas cuantas lamidas. Sentía ya sus jugos creciendo en volumen y yo los saboreaba. Le pedí que se volcara boca arriba. Empecé a lamer su panocha de nuevo mientras mis manos jugaban con sus tetas. Sus pezones erguidos eran un juguete mas para mis dedos. Al apretarlos, mientras mi lengua seguía jugando con su clítoris, su vagina y su culo, ella se estremeció y arqueo su cuerpo, dándome aviso que se venia en una corrida inmensa. Yo no desperdicie un segundo. Chupe sus jugos como si fuera una chuparrosa sobre una bella flor llena de néctar. Después de unos segundos, quedo rendida en un estado catatonico. Yo la deje relajarse por completo. Me tire junto a ella y cerré mis ojos para tratar de no pensar en mi verga que había cobrado nueva vida hacia ya minutos y estaba lista para lo que siguiera.

Minutos después se puso de lado para abrazarme. Su pierna derecha subía sobre las mias y se topaba con mi verga que seguía dura como el hierro. Al toparse allí, su mano bajo hasta mis bolas y me las sobaba de nuevo. Con su otra mano, tomo mi herramienta y la empezaba a sobar suavemente. Se levanto dándome la espalda y se sentó sobre mi verga, introduciéndola en su panocha que aun estaba húmeda por el trabajito que le había hecho hacia ya minutos. Ya cabalgando mi verga se empezó a mecer de adelante hacia atrás para dejar que mi verga le rozara su clítoris. Ella disfrutaba bastante y yo también. De repente se aventó hacia adelante, dejando a mi vista su hermoso culo. No tarde en que mis manos le acariciaran sus nalgas y mis dedos le masajeaban su agujero. Ella seguía cabalgando sobre mi verga. Entraba y salía a su antojo.

Poco después se levanto y me indico que yo hiciera lo mismo. Ella se puso de cuatro patas y me invito a que la penetrara por detrás. Mi verga entro depacito en su vagina y empecé a bombear incrementando velocidad poco a poco. Mis manos descasaban sobre sus caderas, y masajeando sus nalgas también. Ella empezaba a empujar su culo hacia mí y encontramos un rico ritmo que duro un par de minutos. Sentí que me venia y se lo anuncie. Ella empujaba más rápido y empezó a gemir cada vez más fuerte. No pude mas y le dije que me venia ya. Ella empujo mas fuerte y los dos explotamos en un orgasmo intenso al mismo tiempo. Mis chorros llenaban su cavidad mientras sus jugos de amor se sentían en toda mi verga que estaba totalmente incrustada en su hoyito de amor. Después de tres hijas ella tenía su vagina aun apretadita y sus músculos internos apretaban a mi verga cada vez que salía un chorro nuevo. Que placer.

Caímos rendidos y solamente pudimos darnos un beso más. Le dije que que rico había sido todo esto y ella me dijo que estaba de acuerdo. Hacia tiempo ya que no lo hacíamos así, con tanta intensidad. Quedamos en que trataríamos de hacerlo mas a menudo y así fue.