Raquel (04)
Recomiendo leer la saga completa para poder entender la historia. En este capítulo Raquel sufre las primeras vejaciones en manos de quienes se supone debian protegerla.
Raquel 04
Raquel lloraba y temblaba de miedo. Dentro del destacamento de policía, las cosas no habían mejorado de lo que había sucedido a la tarde o en el viaje. Tomada del brazo y luego de la clásica sesión de fotografías estaba siendo llevada a alguna habitación extraña. ¿Que harían con ella? ¿Podría volver cuando se dieran cuenta de su error? ¡¡Ella era inocente!!. Raquel pensaba y miles de situaciones pasaban por su cabeza. Cuando llegaron al final del pasillo entraron a una sala y cerraron la puerta detrás de ellos. La sala solo tenía una mesa a dos o tres metros de una gran silla de madera y enormes espejos que cubrían las paredes de atras y adelante. Un par de potentes reflectores apuntaban al centro de la sala, pero aun estaban apagados.
-¡¡Eres un desgraciado, siempre te llevas la mejor parte!!- recriminó López a Cabrera
-¿¿Que dices??-
-Te la manoseaste toda y hasta te mamó mientras yo conducía como un infeliz.- se quejó
-Pero he guardado algo muy importante para mi amigo.- dijo guiñándole el ojo
-¿En serio?- preguntó López
-Pruébalo.- dijo Cabrera
Tomándola del cabello Cabrera obligó a Raquel a agacharse hacia adelante mientras López se paraba detrás de ella. Quitándose el guante López deslizó su dedo mayor entre los labios vaginales de la mujer y sus ojos se abrieron de par en par.
-¡¡Eeeepa!!- dijo sonriendo
Tomándola de los pelos que sostenía Cabrera , López alzó la cabeza de Raquel y la tomó de la barbilla mirándola a los ojos sonriendo.
-Así que eres virgen .. ¿verdad?-
Raquel cerró los ojos sabiendo cual era ese regalo especial que Cabrera le había dado a su compañero. Mientras López le agradecía, Cabrera bajó la cabeza de la joven una vez mas. Mirando por entre sus piernas la mujer pudo observar como López se bajaba los pantalones y acariciaba su verga detrás suyo. Mordió los labios y sintió los pies del policía entre los suyos abriéndolos. Con sus manos esposadas en su espalda nada pudo hacer para evitar la violación que se le avecinaba. Sus ojos no podían apartarse de ese tremendo pedazo de carne que comenzaba a aparecer bajo sus piernas. Tampoco pudo cerrarlos cuando vio como se acercaba a su sexo. Con todos sus sentidos observó como el policía ponía la punta de su miembro sobre sus labios y se tomaba de las caderas de ella. El siguiente movimiento que sintió fue el pistón de carne entrándole salvajemente y chocando contra su himen. Dos empujones mas y la sensación de dolor casi dobla sus rodillas. Entre gemidos y sonidos guturales el hombre acababa de llevarse su virginidad y la estaba penetrando hasta el fondo de su sexo.
Raquel jamás había experimentado una sensación así. Su sexo le dolía por la salvaje penetración, pero a la vez comenzaba a excitarse con las caricias del pulsante y caliente pene que se frotaba dentro de ella. Raquel lloraba por su virginidad perdida mientras el hombre golpeaba su pubis contra sus glúteos haciéndola perder equilibrio y quedar sostenida dolorosamente de sus cabellos en manos de Cabrera.
Ya estaba a punto de lograr su primer orgasmo cuando sintió el chorro de leche caliente impactando dentro de su vagina. Otra vez, y otra mas el hombre descargó sus testículos dentro de ella para luego quitar su verga y dejarla totalmente frustrada en su excitación y sin posibilidad de tocarse para llegar al orgasmo.
Riendo, los dos hombres la hicieron sentarse en la silla. Poniéndose detrás de ella, López abrió las esposas que sostenían sus muñecas. Inmediatamente Raquel levantó los brazos. Se frotaba los brazos y antebrazos doloridos por la prolongada posición. También se frotaba las muñecas doloridas y marcadas con los intentos de liberarse de las esposas. Un par de marcas rojas eran el recuerdo imborrable del viaje y de su reciente violación. Sin embargo, las manos de López tomaron sus brazos y los apoyaron sobre los costados de la silla en la que la habían sentado. Los posabrazos eran mullidos y revestidos en un cuero negro. Inmediatamente que su brazo estuvo apoyado, una correa con hebilla sostuvo su mano derecha inmovilizándola. Su mano izquierda corrió la misma suerte y pronto ella se vio inmovilizada otra vez. Un par de nuevas correas sostuvieron sus brazos a la altura del codo mientras Raquel los miraba con ojos suplicantes
-No me voy a escapar.. lo juro... no me amarren mas... por favor..- suplicaba
-Es por tu propia seguridad.- le dijo Cabrera sonriendo
Cuando López terminó con las hebillas de sus brazos, Cabrera se puso en cuclillas delante de ella. Instintivamente Raquel cerró sus piernas ocultando sus partes íntimas.
-¡Hey! ¡No seas así de desagradecida!- dijo riendo
-¿Acaso no te gustó? -agregó mostrándole el dedo
La mano del policía de deslizó por su muslo acariciándola. Sin los guantes Raquel sentía el contacto con la piel de él y su mente recordaba automáticamente los momentos de excitación hacia unos minutos. Sin poder evitarlo Raquel sentía como su sexo se humedecía. Las manos del policía acariciaron su rodilla derecha y bajaron hasta su pantorrilla. Suavemente fue metiendo sus dedos entre sus piernas y con leve esfuerzo las fue abriendo. Raquel no deseaba abrirlas, pero su subconsciente recordaba esos dedos y el torbellino de sensaciones entre sus piernas, sus músculos perdían fuerza dejándose arrastrar por el indecente policía. Con su vista clavada sobre el sexo de Raquel Cabrera sonreía mientras que iba llevando la pantorrilla hacia el pie de la silla. Raquel miraba los ojos de Cabrera y sentía que su sexo se derretía nuevamente. Perdida en esa situación apenas sintió como la mano de López ayudaba a Cabrera y le abría la otra pierna también. Sin embargo algo hacia que no pudiera apartar los ojos de Cabrera.
Cuando Raquel sintió las correas envolviendo sus tobillos fue demasiado tarde. Jaló bruscamente tratando de cerrar las piernas pero fue inútil.
-¡¡Noo.. las piernas nooo!!.- gritó Raquel desesperada
Con las correas bien apretadas alrededor de sus tobillos y sus brazos atrapados en la silla Raquel contorsionaba su cuerpo tratando de zafarse. La mano de Cabrera ahora subía por sus pantorrillas, acariciaba sus rodillas y avanzaba por sus muslos. Raquel hacia fuerza tratando de cerrar sus piernas pero solo lograba acercar un poco sus rodillas entre sí, sin cerrarlas del todo. Mayor fue la desesperación aun cuando las manos de Cabrera acariciaron sus rodillas y pasaron dos correas, una a cada lado y las fueron apretando obligándola a mantenerlas bien abiertas del todo. Con la hebilla cerrada sobre su muslo y muy pegado a su rodilla Raquel no podía mover sus piernas. Aterrada y llorando vio como López se asomaba por encima de su hombro derecho. Pasando las manos por sobre sus pechos los oprimió y jugó con sus pezones haciéndolos endurecerse para luego pellizcarlos dolorosamente.
-¡¡¡Aaaauuu.... por favor.. nooo... me dueleee!!!- lloraba la mujer
Por debajo de sus pechos López pasó una nueva correa y amarró su torso al respaldo de la silla. Con la hebilla al costado derecho la correa disponía de cuatro aros mas, dos debajo de cada pecho. Tomando dos trozos de cuerda López unió uno de los extremos a una de las argollas, y dándole dos vueltas sobre el pecho de Raquel la pasó por el ojal del siguiente aro. Tomando con firmeza de la soga comenzó a jalarla con fuerza apretando con ello los pechos de la joven que miraba aterrada a la cara de López y gritaba pidiéndole que se detuviera.
-¡¡Noo.. mi pecho... no... dueleee!!- gritaba Raquel
Con sus manos crispadas Raquel trataba de contener el dolor que le estaba produciendo el amarre de sus pechos mientras una lagrima recorría su mejilla. Luego de eso Lopez amarró la soga en el anillo del otro extremo y tocó la punta de sus pezones sintiendo como los pechos de la mujer comenzaban a inflarse y a tomar un color azulado mientras ellas se retorcía cada vez que el jugaba con su pezón.
Justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió y el uniformado de la sala de fotografías ingresó con un enorme bolso y un trípode fotográfico. Luego de saludar a sus amigos y de que ellos le recriminaran que llegaba tarde miró a Raquel y sonrío. Sacó una cámara profesional de su bolso y luego de unos segundos de ajustes comenzó a tomarle fotografías de todos los ángulos posibles. Raquel deseaba desaparecer en ese momento. Por mas que forzaba sus rodillas no podía cerrar sus piernas y las fotos se sucedían una tras otra con primeros planos de su sexo abierto y de sus pechos amarrados.
-Vas a ser una muy buena modelo ¿verdad putita?.- dijo el hombre
-Por cierto Méndez, estábamos por comenzar con la primera parte del interrogatorio.- dijo López.
-En dos minutos mas coloco la cámara de video- se disculpó Méndez
Los dos inspectores entonces se sentaron detrás de la mesa a esperar mientras Méndez terminaba de montar su equipo de video. Luego de encender sus cigarrillos y abrir uno de los cajones López tomó la ficha y la completó con los datos de Raquel. Cuando por fin el equipo estuvo listo López y Cabrera se pararon y se acercaron a Raquel. La joven temblaba de miedo.
-Ahora jovencita, vamos a comenzar con la primera parte del interrogatorio. Será mejor que cooperes ahora que es la parte suave.- dijo Cabrera
-Es la parte donde jugamos con el placer y tu deseo por obtenerlo. Te haremos preguntas y hasta que no respondas lo que nosotros te preguntamos no tendrás lo que desees.- agregó López
Raquel no entendía muy bien lo que le habían dicho esos hombres, pero se imaginaba que algo terrible habría de ser. Detrás de ella sentía ruidos como de alguien que arma algo pero pese a los dos espejos no lograba ver de qué se trataba. Mas se alarmó aun cuando sintió que los ruidos y el trabajo provenían de debajo de su silla. Miró hacia abajo y vio como López quitaba un gran cuadrado de madera del asiento de la silla justo debajo de su sexo y sus glúteos. Inmediatamente Cabrera le colocó una venda sobre los ojos y ella no pudo ver mas nada.
-Te voy a reiterar una vez mas la pregunta que te hicimos hoy en la residencia.- aclaró Cabrera
-¿Donde escondiste las medallas?- preguntó
-¡¡No las robé... !! ¡¡No se donde estaan!!- gritó desesperada
-Tal vez esto refresque tu memoria .. putita.- contestó Cabrera
Raquel intentó responder pero una bola de goma se metió en su boca en cuanto la abrió. Amarrada en su nuca apretaba fuerte contra su boca y hacia que le dolieran levemente la mandíbula. Con su lengua trataba de empujarla hacia afuera pero era imposible. Poco a poco fue rindiéndose a esta nueva agresión a su persona y miraba con ojos desahuciados a los hombres delante de ella. Detrás de la cámara Méndez se deleitaba con increíbles primeros planos del rostro de la joven mientras se debatía en su cautiverio.
-Ahora putita, vamos a la parte suave del interrogatorio.- dijo sonriendo y frotándose las manos
-Si miras abajo entre tus piernas vas a ver que mi amigo López ya colocó el "ablandador" debajo tuyo. Este aparato no esta a la venta, es un diseño nuestro, así que por mas que lo desees no vas a poder tener este "amiguito" en casa.-
Raquel no sabía a qué se referían. Miraba con cara extrañada el aparato debajo de ella mientras López colocaba un par de sensores sobre sus muslos y sobre su pecho adheridos con tela adhesiva. Muerta de miedo veía las dos puntas negras que salían del aparato y como iban subiendo hacia ella.
-El secreto del interrogatorio es que te vamos a proporcionar solo un poco de placer. Ni mas ni menos que el necesario para que te de vueltas la cabeza, pero no llegarás nunca al orgasmo. Salvo que nos respondas lo que te pedimos.- aclaró López con un control remoto en la mano delante de ella.
Raquel tembló de solo pensar en las torturas que se le avecinaban. Intentó cerrar su sexo y su ano pero amarrada como estaba no había nada que pudiera hacer. Con un ruido de motores el aparato comenzó a subir debajo de la silla y con sus ojos abiertos de par en par Raquel sintió como presionaba sobre su sexo y su ano intentando entrar
-Relajate y dejalo entrar, o te dolerá.- aclaró Cabrera sonriéndose
En un primero momento Raquel estaba decidida a luchar contra el aparato, pero la presión sobre su cuerpo ya era dolorosa. Con sus manos apretadas intentaba no dejar que ingresaran en su cuerpo, pero en un momento de debilidad, el dildo sobre su sexo se deslizó dentro de ella. Las manos de Raquel se estiraron y un gemido gutural se escuchó detrás de la mordaza de Raquel.
Independiente del otro dildo, el que se había metido en su vagina avanzaba suavemente dentro de ella y la invadía por completo. Cuando llegó al fondo de su vagina Raquel oprimió nuevamente sus manos y volvió a abrir los ojos asustada. Dentro de la rugosa piel de hule negra del dildo, una pulsación de líquido comenzaba a palpitar dentro de ella inflándose levemente. Aparte de la pulsación, el liquido parecía comenzar a calentarse. Los sentidos de Raquel ya comenzaban a acusar cierto nivel de excitación y sus manos temblaban sintiendo esas sensaciones dentro de su cuerpo. Completamente llena por el aparato, su vagina sentía las tibias palpitaciones estimulando su clítoris y su puntos mas sensibles.
Mientras tanto, el dildo en su ano se seguía metiendo mas y mas adentro. Raquel lo sentía deslizarse dentro de ella y llenarse del mismo líquido caliente que el de su vagina. Lentamente el dildo se iba inflando e iba abriendo su ano. Sin mucho dolor, Raquel podía sentir como era violada mecánicamente por sus dos orificios a la vez. Pero lo que mas inquietaba a la mujer eran las crecientes sensaciones de placer que ya comenzaban a mojar su sexo.
Sin embargo, y mientras López accionaba una palanca riéndose, algo mas le esperaba. Suavemente al principio y en cantidad creciente, la joven pudo sentir como el dildo dentro de ella temblaba. Si hasta ahora Raquel había podido controlarse, con este ultimo aditamento se veía complicada de poder resistir mucho mas. Raquel giraba su cabeza a ambos lados con lagrimas en los ojos suplicando que no lo hicieran, pero eso solo hacia mas vívida la filmación que Méndez estaba obteniendo arrodillado delante de ella y captando su sexo y su rostro en el mismo plano.
-Te gusta mucho... ¿verdad putita?.- le sonrió López
Raquel traspiraba tratando de bloquear sus sentidos. El intensísimo calor que le subía por el vientre y la ponía fuera de control era demasiado para contener. Pero un alarido mas fuerte se escuchó detrás de la mordaza cuando el dildo comenzó a moverse hacia adentro y hacia afuera como si un pene real la estuviera penetrando. La mente de Raquel daba vueltas. Su rostro se contorsionaba hasta que no pudo mas y decidió dejarse llevar por el placer.
Con un suspiro profundo Raquel se aflojó y comenzó a sentir las sensaciones tratando de llegar al orgasmo y explotar. Su respiración se agitaba, su cuerpo sudaba y ya casi llegaba, cuando de repente se escuchó una alarma y el equipo envió una dolorosisima descarga eléctrica a los pechos, muslos, ano y sexo de Raquel y al mismo tiempo deteniéndose. Raquel gritó desesperada sintiendo el dolor y cayendo de la deliciosa situación en un oscuro y desagradable temblor.
-No no..- rió Cabrera
-Niña mala... no debes ser tan puta y dejarte llevar...- agregó
Raquel lloraba y se desesperaba agitando su cabeza sintiendo su cuerpo adolorido, humillado y frustrado al mismo tiempo. López se acercó a ella y le quitó un par de segundos la mordaza de la boca.
-¿Vas a decir donde están las medallas perra?-
-No lo seee..- lloró desconsolada
Inmediatamente la mordaza volvió a su boca y pese a sacudir su cabeza a ambos lados la sesión continuó. Parado al costado de la silla Cabrera observaba el rostro de la joven cuando el aparato volvió lentamente a retomar su trabajo de estimularla. Su sexo se abrió, sin esfuerzo esta vez, al intruso y su vibración y palpitar no tardaron mucho tiempo en ponerla caliente otra vez. Raquel sabía que no la iban a dejar llegar al orgasmo, y mentalmente trataba de calmar su sexo ardiente. Estaba perdiendo otra lucha mas con vibraciones y movimientos del pene dentro de ella. De su mordaza caían hilos de baba chorreando su traspirado cuerpo que brillaba bajo la luz de los reflectores y nuevamente la alarma sonaba y Raquel arqueaba su cabeza hacia atrás en la violenta y decepcionante caída.
Sus ojos lloraban constantemente y sus manos aleteaban como un par de indefensas mariposas sin tener escapatoria de la implacable tortura que le estaban propinando. Sumida en la desesperación sentía que cada vez tardaban menos en llevarla al punto de orgasmo, su cuerpo instintivamente trataba de asociar el placer con el dolor y su mente se confundía en el concepto. Otra vez estaba jadeando por sus narices traspirando como condenada y el ruido de la alarma que le anticipaba dos segundos antes que su cuerpo se contrajera como un experimento en la respuesta de la maquina.
-Van tres putita... ¿cuanto mas crees poder tolerar?. ¡Dinos donde están las medallas perra!.- exclamaba Cabrera jalándole un pezón.
-Baaaastaaa... por favoooooor...- suplicaba llorando Raquel cuando le quitaban la mordaza
Ante una señal afirmativa con la cabeza de Cabrera, López continuó con el tratamiento. Debajo de la silla de Raquel ya había comenzado a gotear un hilo de viscoso líquido. Los jugos vaginales de Raquel se escurrían y formaban un charco debajo de ella que Méndez no perdió la oportunidad de filmar con su cámara.
Tres violentas sesiones siguieron a las anteriores, Raquel ya no sabía como hacer para detener la tortura. Intentaba bloquear sus sensaciones, pero no podía, se dejaba llevar suavemente y recibía la desagradable descarga eléctrica que la destruía física y moralmente. Ya no solo deseaba que no la torturaran mas, también daría su vida por llegar al delicioso orgasmo.
Al término de la quinta sesión Raquel perdió el conocimiento y su cabeza cayó pesadamente hacia adelante mientras los hombres reían. Lentamente la desataron y la cargaron entre López y Cabrera. Detrás de ellos Méndez enfocaba la escena con su cámara. Aun esposada y amordazada Raquel era un peso muerto en los brazos de los hombres a través de los oscuros y húmedos corredores. Al llegar a una pesada puerta metálica Cabrera oprimió un timbre en la pared. Dos segundos después la puerta se abría con un vibrante sonido de cerradura eléctrica. Pasando esa puerta se encontraron en la antecámara. Otros dos segundos después sonó otra cerradura y la segunda puerta se abrió. Un alboroto de gritos e insultos inundaron el pasillo entre las celdas cuando los policías se internaron por el pasillo. Al fondo, en la última celda abrieron la puerta y depositaron el desnudo cuerpo de Raquel sobre el delgado colchón de cuero negro. Al salir cerraron la puerta de la celda firmemente y se retiraron por donde entraron. Antes de retirarse arrojaron ruidosamente el llavero de las celdas sobre el escritorio a la entrada. Raquel, por el momento dormía profundamente sobre el colchón y nada sabía de dónde estaba.