Rana, número equivocado 2
Siguiente parte del relato, en esta ocasión, tarde de sábado en mi casa.
Esta es la parte número dos del relato en el que os narro como, por un error en un número de teléfono, Rana, una mujer de 29 años, con unos gustos diferentes a los de las demás mujeres, contacta conmigo, y, poco a poco, la empiezo a dominar, y hago que sus fantasías más oscuras, se cumplan.
Sigo narrando el relato
Sábado por la tarde, en mi casa, en Villaviciosa de Odón
Después de la mamada de Rana, llegó el momento de follármela por primera vez.
Rana llevaba sólo las botas, las medias, y el
corset
, que le dejaba las tetas al aire, sin olvidar las gafas y el ojo tapado por el parche.
En su cara, aún tenía los restos de mi corrida, al hacerme la felación, pero no dejé que se los quitara.
Tras tomar un sorbo de la bebida energética, comencé a meter mi polla, aún erecta, y deseosa de seguir jugando, tras la mamada de Rana, en su coño, que ya estaba chorreando, y deseando recibir la visita de una polla, en esta ocasión, iba a ser la mía.
El coño de Rana, estaba completamente depilado, se notaba que era una depilación profesional o de
láser
.
Antes de meterle mi polla, le metí dos dedos, en su coño, para excitar aún más el coño de Rana, empecé a escuchar los sonidos que Rana emitía, que eran gemidos de placer, no gritaba mucho, pero se notaba que estaba disfrutando.
Estuve un buen rato acariciando su coño, hasta que noté que era el momento, para empezar a embestir a Rana con mi polla.
Le metí mi polla en su coño, tras sacar mis dedos, y ahí ya Rana, sí que subió el volumen de sus gemidos, y sí que comenzó a gritar, de hecho, tuve que amenazar a Rana con usar una mordaza en su boca, si no bajaba el volumen de sus gritos.
Cuando noté que llegaba el momento de correrme, Rana me dijo que prefería que me volviera a correr en su cara, pues quería sentirse aún más humillada, sentirse una puta, con toda la cara cubierta por mi lefa.
Así que, cuando llegó el momento, cumplí lo que Rana me había pedido, y me corrí, de nuevo, en su cara, que ya estaba algo perjudicada por mi corrida anterior.
Al correrme en su cara, intenté probar a apuntar más hacia el ojo que llevaba destapado, para tratar, por un lado, de que no pudiera ver, y probara Rana, esa sensación, y, por otro lado, para evitar estropear el parche con el que tapaba su otro ojo.
Finalmente, al acabar, por ese momento, la sesión de sexo, le pregunté a Rana, si quería que ya fuéramos al baño, a la ducha, a asearnos, pero me dijo que no, de hecho, me pidió que ni siquiera le diera una toalla, porque estaba disfrutando mucho al no poder casi ver, por toda la lefa que le había impactado en el ojo que llevaba destapado.
Rana aprovechó para contarme, que, debido a los problemas de ansiedad, tenía también problemas para dormir, por lo que dormía con los ojos bien vendados, es decir, no poder ver, no era, en absoluto, una novedad para ella.
Incluso me explicó que, en varias ocasiones, había salido a la calle a ciegas, con un bastón blanco para orientarse, y que eso, le excitaba mucho.
Yo, cada vez, alucinaba más con lo que Rana me contaba, pues notaba que podría ser la esclava/sumisa perfecta, casi sin límites, como yo, y con mis mismos gustos.
Le pregunté a Rana, lo que quería que hiciéramos a continuación, y me respondió que quería quedarse todo el fin de semana conmigo, si a mí me parecía bien, pues no tenía ningún plan en concreto, para esos días.
Yo le dije, que, en principio, no habría problema, pero que avisara, si así lo necesitaba, a su familia, para que no se preocuparan, a lo que Rana me respondió, que no habría problema por eso, porque, antes de salir, ya había avisado en su casa, de que se iba, y que no la esperasen, con suerte, hasta el lunes.
A pesar de mis esfuerzos, noté que el parche que tapaba el ojo derecho de Rana, se había visto algo perjudicado por mis dos corridas, le pregunté a Rana, si había la opción de cambiárselo, y me pidió Rana que buscara en su bolso, pues siempre llevaba un paquete de parches, por si necesitaba cambiarse el que llevaba puesto.
A pesar de que Rana me dijo que no le limpiara los ojos, yo le pasé primero una toalla, para limpiarle a Rana, los restos de la corrida, que aún quedaban en sus ojos, le quité el parche, que ya estaba algo húmedo, saqué dos parches del paquete, y le puse uno en cada ojo, para ver
cuál
era su reacción.
A los pocos segundos, vi que su coño volvía a chorrear, así que me di cuenta, de que era cierto, que se excitaba al no poder ver, aparte de que su cara mostraba cierta felicidad.
Debido a la excitación que yo también llevaba, decidí que era un buen momento, para probar algo, así que, me di la vuelta, para tener el culo de Rana a poca distancia, y, por sorpresa, le quité el
plug
anal que llevaba, y le metí uno de mis dedos, para ver cómo reaccionaba.
Rana emitió un gemido de placer, me dijo que le gustaba que le metieran cosas por el culo, y que
estaba
deseando que le metiera mi polla ahí.
Así que, me puse a ello, tomé otro trago, antes, de la bebida energética, y le metí mi polla en su culo, otra vez Rana, comenzó a gritar, así que tuve que parar.
Le pedí a Rana que me esperase ahí un par de minutos, fui a buscar un antifaz, una mordaza de bola, una cinta de precintar y unas esposas, que tenía escondidas, a buen recaudo, para que nadie me la descubriera, y volví a la habitación, donde Rana me estaba esperando, y, estaba aprovechando para masturbarse.
No me pude enfadar con ella, porque no le había dicho, con las prisas, que no lo hiciera, así que, como Rana no podía ver nada, y no sabía que yo estaba mirando, intenté no hacer ruido, y observar el espectáculo que era su masturbación.
Cuando ya vi que Rana se corría, le pregunté si ya había acabado, a lo que, algo turbada, Rana me respondió que sí.
Entonces, le pedí a Rana, que abriera la boca, y le puse la mordaza, y se la ajusté bien fuerte, para que no pudiera salirse ni emitir sonido alguno, audible.
Le puse a Rana una tira de cinta para precintar, encima de la mordaza, para que fuera aún más potente la mordaza
Le pregunté a rana, para que asintiera o negara, con la cabeza, si iba a querer también que le pusiera las esposas, o si se iba a comportar, y asintió, quería las esposas.
Así que le puse las esposas, por detrás de la espalda, de momento, para que sufriera un poco más.
Finalmente, agarré el antifaz, y se lo puse sobre los parches, para que no tuviera tentaciones de quitárselos ni de manipularlos.
Antes de empezar a romper el culo de Rana, viendo que era la hora de merendar algo, dejé a Rana así, esposada, cegada y amordazada, y bajé a la cocina.
Fue una breve visita a la cocina, en la que agarré una tableta de chocolate, de las que habíamos comprado en el supermercado.
Subí, de nuevo, al dormitorio, donde Rana seguía, en esta ocasión, sin poderse masturbar, babeando por la mordaza, y se notaba, algo excitada.
Recuerdo al lector/a que una de las pasiones de Rana (Y del autor de este relato), a nivel gastronómico, es comer chocolate, de ahí que hiciera lo siguiente
Abrí la tableta de chocolate, corté un trozo, que, claro está, olía muy bien, a chocolate nuevo, se lo pasé a Rana por la nariz, para que lo oliera, y, después, me lo metí en la boca, y dije, en voz alta, para que Rana lo pudiera oír, lo rico que estaba, y que era una lástima que ella no estuviera en condiciones de probarlo.
Eso hizo que Rana emitiera algún sonido, pero la mordaza, unida a la cinta de precintar era muy efectiva y lo camuflaba.
Llegó ya el momento de que mi polla probara su culo, así que, empecé a meter mi polla, por ahí, con suavidad, al principio, pues no sabía cómo iba a reaccionar, y, después, poco a poco, fui subiendo la intensidad de las embestidas.
No pregunté a Rana dónde quería que me corriese, pues Rana, no me iba a poder contestar nada audible, debido a las mordazas, así que, cuando llegó el momento, me corrí dentro de su culo.
Al acabar con la sesión de sexo anal, le quité a Rana la mordaza, le cambié de posición las esposas, a por delante en lugar de a la espalda, y le pregunté si estaba disfrutando de la tarde de sexo, a lo que me dijo que sí, que se lo estaba pasando muy bien, pero que quería dos cosas, si era posible.
Quería probar un poco de ese chocolate que había abierto, y también quería que le dejase los ojos tapados, el mayor tiempo posible; las esposas no le molestaban, así que me dijo que no había problema en que se las dejara, claro está, si yo ayudaba a Rana a comer/cenar
Le di a Rana un poco de chocolate, porque se lo había ganado, y tomé a Rana de la mano, para ayudarla a bajar al salón, para seguir la tarde allí.
El resto de la tarde, transcurrió con Rana a ciegas, hablando de todo un poco, pero, también haciendo alguna guarrada, pues, por ejemplo, le metí a Rana mi dedo en su nariz, le saqué un moco, y me lo comí.
Estaba rico, por cierto.
Por la noche, en mi casa. Noche de sábado
Se acercaba ya la hora de cenar, y, además, esa noche había partido del Real Madrid, nuestro equipo.
Rana me propuso que pidiera algo de cena, a domicilio, y que ella atendería, tal y cómo estaba, a quien viniera a repartir, para que yo pudiera ver su cara, al ver a Rana, ciega y casi desnuda.
A lo largo de la tarde, le había quitado a Rana las esposas, porque no conocía su aguante, y, era mejor, ir poco a poco.
Yo acepté, y pedí la comida, a un restaurante italiano que sirve por la zona, a domicilio, y que ya conocía.
Mientras esperábamos la comida, le ofrecí a Rana algo de bebida, para empezar a entonarnos, así que le traje una cerveza a Rana, y yo me bebí otra.
Finalmente, sonó el timbre, y yo ayudé a Rana, a ir hasta la puerta de mi casa, que es donde estaba la repartidora, esperando, que se quedó flipando, al ver a rana, desnuda, salvo por las botas, y ciega.
De hecho, tenía pinta de ser lesbiana, además, apenas tenía, por lo que parecía, 18 recién cumplidos, y se quedó con las ganas de hacerle algo a Rana, yo estuve tentado de darle mi número, para que me avisara si quería quedar algún día que no tuviera reparto, pero me dijo que no podía quedar con clientes.
Tras recoger el pedido de la cena, volvimos al interior de mi casa, y empecé a preparar la cena, es decir, a poner en platos, el contenido de las bandejas con la comida.
No fue necesario ayudar a Rana con la cena, porque, según me dijo, tenía experiencia con comer sin ver, y, era cierto, apenas se manchó, y se pudo limpiar ella sola fácilmente.
Al acabar la cena, y cómo ya iba a empezar el fútbol, le destapé un ojo, para que, al menos, pudiera ver el partido un poco.
Lo que pasó en el partido de fútbol, la noche del sábado al domingo, y más cosas, en el siguiente capítulo del relato.