Ramón aprovechó la ocasión... (2)

Segundo encuentro y mi segunda desfloración.

Desperté ya entrada la tarde del domingo y me puse a reflexionar sobre lo acontecido de forma fría e imparcial. Me di cuenta que mi excitación y morbo fueron incentivados no solo por mis preliminares viendo la peli esa noche, sino que también y principalmente el saber, en forma inconsciente, que dani podría despertar y que estuviera a tan poca distancia. Concluí que todo se produjo debido a la combinación de estos hechos y que si no hubiese sido así quizá no me habría entregado a Ramón. También me percaté que seguía queriendo a mi esposo y ni se me ocurrió dejar la buena convivencia matrimonial que llevábamos, no sabia si se establecería una relación duradera y secreta con Ramón, pero si esto sucedía seguramente era basada solo en lo sexual porque mi atracción hacia él era solo eso.

Dani despertó, esa tarde con terrible resaca y prácticamente no hablamos del tema, no hizo mas que tomar aspirinas y tirarse en la cama a recuperarse. Ni cuanta se dio de mi estado de satisfacción y excelente humor, quizás eso solo lo sentía yo al verme en el espejo y pasaba desapercibido para él. Además la candidez característica de Dani le impediría sospechar aún en un estado "normal", si yo era cuidadosa y sensata seguramente no se daría cuenta de nada. Reflexionando sobre esto me di cuenta que ya daba por sentado otros encuentros con Ramón y un leve hormigueo surgió en mi bajo vientre.

A los pocos días, durante la cena y aprovechando que mi esposo saco el tema de su "aventura etílica", muy sutilmente y con precaución recopilé datos sobre la vida de Ramón, así me enteré que era soltero, 28 años, dueño de un prospero comercio heredado de su padre, último en integrarse al grupo de amigos, y reservado en su vida íntima, interiormente respiré aliviada. Así las cosas me mantuve expectante y algo ansiosa mientras pasaban los días, si bien hice el amor con mi esposo 2 veces en ese tiempo, mi cuerpo extrañaba el morbo, desenfreno y lujuria que me había dado a probar Ramón. Con mi esposo llegaba al orgasmo pero era apaciguado, sin variantes, diaria casi programado y sin dudas sin la explosiva intensidad de los que me había dado mi amante.

Cierto día a media mañana sonó el teléfono, atendí y era Ramón, aclaro que él ya tenia en su agenda el número telefónico de casa por mi esposo, al oír su voz me invadió un excitante nerviosismo y algo cortada contesté sus saludos y preguntas de rigor. Pasados unos minutos de trivial conversación Ramón giró el tema de la misma hacia lo acontecido entre nosotros aquella noche de sábado comentando lo bien que la había pasado y estaba seguro que yo también. Contesté, en un susurro, que sí lo había disfrutado ... y mucho, ante esto él, con un tono de voz seguro y tierno, me invitó a almorzar ahora mismo a su piso, me mostré dudosa y le daba respuestas evasivas solo por el hecho de hacerme desear y darle más excitante expectativa a nuestro segundo encuentro, luego de algunos rodeos acepte. Me dio su dirección y le dije que a las 12 del mediodía, en dos horas, estaría allí.

Me di una ducha, sequé y perfume mi cuerpo, elegí un conjunto de una pequeña braga tipo hilo dental con un triangulito que apenas tapaba mi vulva y un sostén media taza de color turquesa que me había regalado una amiga, me paré frente al espejo y realmente me veía provocativa con esa ropa interior, mi vagina se humedeció tenuemente ante este pensamiento. Me vestí con un sencillo y liviano vestido abotonado a todo lo largo en su parte delantera que me llegaba hasta las rodillas, no cubrí mis piernas con medias y me calcé unas sandalias, es decir vestí sencilla, encendí y guarde mi móvil en la cartera por si a Dani se le ocurría llamarme cosa que no era muy común.

Salí de casa, abordé un taxi y luego de 20 o 30 minutos de viaje llegué a casa de Ramón, era un antiguo y elegante edificio muy bien conservado, apenas llamé al portero eléctrico escuché la chicharra de la puerta de acceso, la empujé e ingresé, ascendí por las escaleras hasta el primer piso, que era el de Ramón, con un hormigueo algo intenso que me abarcaba desde mi estómago hasta mi parte baja del vientre. El me esperaba en la puerta del piso, vestía un pantalón del tipo jean y una camisa de mangas cortas, me saludó con un suave beso en los labios y me invitó a pasar. Una vez dentro me rodeo con su brazo derecho mi cintura y apoyando su mano en mi cadera me llevó a conocer las amplias dependencias de su piso en amena y animada conversación, al pasar por la cocina y el comedor me percaté que allí no había ni pizca de almuerzo alguno.

Llegamos a su dormitorio y sonriente y algo burlón me dijo: - bueno preciosa es hora de almorzar ... ya con mi excitación en franco ascenso le contesté: - sí, almorcemos querido ... era increíble la química que este hombre producía en mi, no era sentimental ni romántica ni nada que se le pareciera, era sexo puro, me liberaba de todo tabú o inhibición que yo pudiera tener en mi sexualidad.

Ramón se acercó y abrazándome de la cintura pego su cuerpo al mío y nos besamos profundamente, su lengua jugaba con la mía, sus manos bajaron a mis nalgas y las acariciaron y apretaron mientras yo hacia lo mismo con su fuerte espalda. Pasados estos prolegómenos él se separó apenas de mi y comenzó a desabotonar mi vestido hasta la altura de mi pubis, introdujo sus manos, entre la tela y mi piel, recorrió toda la circunferencia de mi cintura para luego subir hasta mis pechos presionándolos sin sacarlos del sostén. A estas alturas la agitada respiración y suspiros que escapaban de mi pecho, evidenciaban mi avanzado estado de excitación así como también la dureza de mis pezones y la tibia humedad interna de mi vagina, yo tampoco dejaba mis manos quietas y andaban por todo su musculoso torso, su nuca, sus brazos, todo esto al mismo tiempo que intercambiamos variados y vivos besos de pasión.

Estuvimos varios minutos en estos calientes y sabrosos preparativos hasta que Ramón hizo deslizar el vestido por mi cuerpo dejándome así solo con mi ropa interior y sandalias, se quitó la camisa y me atrajo hacia él y apretamos, frotamos, acariciamos nuestros cuerpos nuevamente renovando los besos.

Quiero aclarar que todos estos actos que describo no duraban mucho tiempo,

desde mi llegada al piso hasta esto ultimo que conté no pasaron mas de 30 minutos, también nos decíamos cortas frases o solo algunas palabras que se dicen en estos casos y que creo redundantes como para incorporar a estos relatos.

Ramón se sentó en un mullido sillón y me pidió que le modelara mi ropa interior porque me veía riquísima con ese conjuntito, tomando como pasarela el centro del cuarto así lo hice ondulando mi cuerpo lo mas sensual que podía, en un momento dado le di la espalda, me quite el sostén y doble mi cuerpo en ángulo recto, para librarme de las sandalias, dándole una vista total de mis nalgas y del abultamiento de mi vulva, todo esto bien calculado de mi parte para darle mas morbo y calentura a la que ya flotaban en el ambiente. Muy excitada por los preliminares y por exhibirme de esa forma ante mi amante, giré y fui hacia donde estaba sentado, mirándolo a los ojos mientras me frotaba las tetas con las palmas de mis manos, me acerqué a Ramón y abriendo mis piernas me senté a horcajadas en su regazo brindándole mis pechos para que besara y chupara, así lo hizo mientras posaba sus manos en mis abiertas nalgas e internaba sus dedos entre ellas para recorrerme la raja desde mi ano hasta el clítoris y así desandar el camino una y otra vez.

Todo mi surco posterior se lubricó con los jugos que sus dedos extraían de mi vagina suavizando aún más ese delirante vaivén que ya me tenia a punto de caramelo. Me incorporé de su regazo y lo libré de su pantalón dándome cuenta que no llevaba ropa interior, allí entre sus pernas me apuntaba el objeto de mi enorme deseo, mi amante abrió las piernas invitándome a deglutir uno de los platos de nuestro "almuerzo", me arrodille entre sus muslos, tomé con mi mano derecha la desafiante y endurecida verga y con la izquierda anidé sus testículos frotándolos suavemente, acariciaba y besaba todo ese paquete con tal ternura como si de un bebé se tratara, una vez que miré su miembro brillante y húmedo debido a las numerosas lamidas dadas por mi, decidí que era tiempo de comérmelo y lo fui metiendo en mi boca lentamente presionando mis labios en su circunferencia y dejándolo deslizar por sobre mi lengua hasta tocar mi garganta, de esta forma inicié un rítmico sube y baja a lo largo del pene. Ramón, en ocasiones , pasaba sus manos por debajo de mi y estrujaba mis pechos o estiraba mis pezones haciéndome gemir de calentura, sentí el sabor del tibio liquido pre-eyaculatorio que comenzó a manar de su inflamado glande y decidida me propuse a hacerlo correrse en mi boca para beberme su esencia de macho en celo. Pero él no tenia el mismo plan, hizo que me pusiera de pie y deslizo mi tanga hasta quitármela, quedándonos ambos totalmente desnudos, Ramón me sujeto de las nalga y hundió su rostro en mi entrepierna lamiéndome y dándome pequeños chupetones en mi pubis y parte alta de mi conchita, yo abrí un poco mis piernas y adelante la pelvis para que el contacto fuera mas intenso y de mejor acceso, aunque no me comió de manera correcta debido a nuestra posición algo incomoda, si que lo disfruté y sirvió para que ya mis jugos salieran de forma copiosa hacia la lengua de Ramoncito.

Las piernas me temblaban y desde mis entrañas sentía el imperioso deseo de albergar en ellas el miembro del hombre que en ese momento era mi dueño, no pude esperar más y empujé el torso de mi amante hasta hacerlo apoyar en el respaldo del sillón quedando su regazo libre, me coloqué con mis rodillas a cada lado de su cintura y afirmadas en el borde del asiento. Lista y ardiendo posé mi mano izquierda en el fuerte hombro de Ramón, y con la otra mano tomé su duro y caliente pene frotando el glande a lo largo de mis labios vaginales, luego de breves recorridos lo planté en mi hambrienta cuevita y cerrando mis ojos, volcando mi cabeza hacia atrás me fui sentando lentamente sintiendo con intensidad como se abría paso hacia el fondo de mi ser. Cuando estuve firmemente clavada en esa rica vara me sostuve de los brazos de mi amante y comencé un movimiento ondulante con mi pelvis, que bien se abrigaba en mi interior ¡¡¡ notaba cada porción de ese miembro en las apretadas paredes de mi conchita y me llegaba muy al fondo acariciándomelo de tal forma que me hacia gemir de placer.

Ya en lo máximo de mi excitación comencé a cabalgarlo frenéticamente, él aferrado a mi cintura acompañaba mis movimientos levantando su pelvis cuando yo bajaba la mía, notaba de forma intensa como vibraba cada parte y fibra de mi cuerpo, el temblor de mis nalgas golpeando en sus muslos, el loco bamboleo de mis pechos, en fin estaba completamente entregada a las deliciosas sacudidas a la que estaba siendo sometida. Estallé en un orgasmo grandioso y dando sonoros gemidos y suspiros me derrumbé sobre Ramón apretando mis pechos de duros pezones sobre su ancho pecho, él pasó sus manos de mi talle a mis ancas y me oprimió fuertemente contra su cuerpo haciendo que su duro pene se enterrara hasta lo mas profundo de mi. La intensidad del orgasmo no bajaba debido a que mi amante no había eyaculado y su vara seguía firme, así enredados se puso de pie, enlacé mis piernas a su cintura y me llevó hasta el amplio lecho en donde me recostó de espaldas quedando él montado en mi en la clásica posición del misionero. De esta manera comenzó a bombearme frenéticamente de tal forma que me vi obligada a desenlazar mis piernas de su talle para abrir al máximo mis piernas y apoyar las plantas de los pies en el lecho debido a las fuertes sacudidas a las que estaba siendo sometida, abrazada a su cuello me poseyó a ese ritmo no se por cuanto tiempo durante el cual se me encadenaron varios pequeños orgasmos que me hicieron vibrar y enloquecer de gusto hasta que se derramo profusamente en mi interior notando yo lo caliente y espeso de su semen. Nos fuimos tranquilizando lenta y placidamente, mientras sentía mi cuerpo relajado y totalmente satisfecho.

Luego del descanso y de caricias y arrumacos varios nos fuimos a duchar juntos, bajo el tibio agua de la regadera Ramón me abrazó desde atrás y masajeando mis pechos alojó su flácido miembro entre mis nalgas mientras me besaba el cuello y la nuca, apoyé mis manos en la pared y paré mi culito para fregarlo contra su herramienta, al poco tiempo advertí que ya estaba poniéndose duro otra vez y mi excitación se elevaba poniéndome caliente y lista para el segundo acto, entre el surco de mis nalgas su vara resbalaba una y otra vez hasta que me penetró por la vagina de un envión y hasta el fondo haciéndome escapar un fuerte gemido de placer y sorpresa. Se quedó quieto y firme ahí dentro y me preguntó si tenía el ano virgen, a lo que respondí con un débil y susurrante sí ... – te gustaría probar?- ... me dijo, ante mi silencio retiró su pene de mi hasta dejar metida solo la punta y de nuevo me lo metió completo de un solo empujón ... -que me dices?- preguntó ... -no estoy segura ... respondí con voz débil producto de mi excitación. Ramón enjabonó sus dedos y, mientras me daba repetidos empujoncitos que hacia que su miembro vibrara dentro de mi mojadísimo canal, comenzó a jugar con mi hoyito trasero presionándomelo como para penetrarme con uno ellos hasta que muy lentamente me lo insertó solo un poco, me ardió y di un leve quejido entonces Ramón, con los dedos de su mano izquierda, la emprendió con mi clítoris haciéndome estremecer y aflojar mi ano pudiendo así resbalar su dedo entero hacia el interior de mi virgen agujero.

Temblorosa y experimentando un nuevo e intenso placer inicié un movimiento circular con mis caderas que hacía mas penetrante la sensación de ese dedo metido en mi ... -quieres hacerlo preciosa? volvió a preguntar ... -sí ...susurre en el punto mas alto de mi entrega. Retiró suavemente su dedo y su pene de mi, salimos de la ducha y apenas nos secamos de lo urgidos que estábamos por continuar, mi amante tomó un pote de aceite para masajes que allí había y nos fuimos a la cama.

Una vez en el lecho me indicó que tomara la posición de 4 patas con mis piernas bien abiertas y mi grupa en pompa, con una mezcla de miedo y excitación así lo hice, apoyada en mis codos y rodillas me di cuenta de lo expuesto que estaba todo lo mas intimo de mi cuerpo y del fácil acceso hacia mis 2 entradas dándome así una inquietante y agradable sensación de sumisión que no hacia mas que aumentar mi gran calentura. En medio de estas ensoñaciones vi a Ramón tomar el aceite y colocarse detrás de mí para, acto seguido, untarme todas las nalgas y toda mi raja posterior de dicho aceite, la impresión de sus resbaladizas manos acariciando y masajeándome toda esa zona era muy agradable y más cuando me penetró por la vagina con su pene otra vez hasta el fondo, una vez que me tuvo bien clavada sentí su dedo insertarse en mi ano, esta vez solo me dio una pequeña molestia, lo giraba dentro y luego lo sacaba y lo metía a modo de pistón varias veces, reparaba como me lo iba aflojando y como ardía mi cuerpo por tan intimo y perturbador masaje.

Pasados unos minutos sentí el vacío en mi conchita y el caliente contacto de la cabeza de su miembro en la puerta de mi ano, por puro reflejo apreté mi anillito tensando mi cuerpo ... –relájate cariño que no te voy a hacer daño.... me dijo Ramón, me aflojé nuevamente y la presión de su pene se hizo mas fuerte hasta abrirse paso lentamente penetrándome, me dolió pero me aguante apretando mi cara sobre la cama y estrujando las sabanas con mis manos, deseaba que mi amante percibiera que tenia una hembra a la altura de su condición de macho experimentado, estos pensamientos a pesar del dolor no hacían mas que mantener mi alto grado de excitación. Ramón aferrado a mi cintura me fue penetrando a intervalos, dejando repetidas veces quieta su vara dentro de mi ano para acostumbrármelo al avance de tan duro y resbaladizo invasor, mi dilatación era buena pero no por eso dejaba de presionar el miembro percibiendo claramente cada porción que me era insertada.

Cuando noté sus testículos tocar mis labios vaginales y los vellos de su pubis acariciar mis nalgas, entendí que se había completado mi desfloración anal, el dolor en mi culito había disminuido bastante cuando Ramón me estrujo las tetas y me dijo: - ya tu culito es mío, la tienes enterita dentro y me la aprietas muy rico!!! Yo solo pude gemir y levantar mi grupa para sentirlo aun más, él aferrado de nuevo de mi cintura comenzó a bombearme a ritmo lento sacándome solo una parte del miembro para dejármela ir otra vez hasta el fondo hasta que ya con mi hoyito bien abierto y receptivo me la retiraba toda para clavármela de un solo golpe en toda su extensión, el mete y saca ya era veloz e intenso a tal punto que sacudía mi cuerpo e incluso la cama, mi amante se prodigaba maravillosamente haciéndome gritar y gemir de éxtasis, el saberme poseída por el culo y de manera casi animal me hacia delirar impidiéndome expresar en forma coherente alguna, de mi boca solo salían sonidos guturales y balbuceos de inequívoco goce, mi mente solo captaba el ir y venir de su pene por mi recto y el esfuerzo de afirmarme en la cama para no ser estrellada contra el respaldo de la misma. En un momento dado Ramón insertó dos dedos en mi vagina y los revolvía dentro mientras me presionaba con el pulgar el clítoris haciéndome estallar en un fabuloso orgasmo produciendo contracciones en mi ano y presionando la vara de Ramón de tal manera que hizo que este me llenara las entrañas de su semen, caí de bruces en el lecho con mi hombre pegado a mi espalda y con su miembro inserto en mi ano, quedamos así hasta que este se le puso flácido y se salió de mi.

Tardamos largo rato en recuperar el aliento y la tranquilidad, luego me dirigí al baño en donde evacué su semen e higienice cuidadosamente mi vagina y ano que me latía y ardía, de nuevo en el cuarto vi a Ramón dormitar y al reloj de la mesilla que marcaba las 4 pm, Que barbaridad 4 horas de sexo desenfrenado!!! Nos dimos algunos besos y caricias como preludio de mi partida y nos prometimos otros encuentros que se produjeron efectivamente y en donde guste y bebí su semen deleitándome, también se repitieron los "abusos" a mi vagina y ano.

Ese día, cuando llegué a mi casa a eso de las 6 pm preparé la cena para mi marido que llegaba siempre a las 8 de la noche, cuando llegó lo atendí y serví su cena de manera muy tranquila y normal ... mientras comíamos y charlábamos podía sentir claramente el palpitar de mi culito.