Ralph (2)

Se incoropora una tercera esclava.

Ralph

Introducción

Se incorpora una tercera esclava

Capítulo 2

Poco después Ralph regresaba a la casa con Claudia, que no sospechaba lo que podía esperarle.

-Mira, los elementos para la película los tengo en el sótano. Quiero que allí hagamos una prueba.¿Estás dispuesta a que te ate a una columna?-

-Sí, entiendo que es parte del argumento. No tengo inconveniente.-

Se dirigieron al sótano y Ralph le pidió que se quitara la ropa, excepto las bragas.

-Te ataré a esa columna y haremos una prueba. ¿Seguro que estás dispuesta a hacerlo?-

-¡Por supuesto! Nunca he estado desnuda mientras me filmaban, solamente me he quitado la ropa para tener relaciones íntimas, pero supongo que deberé acostumbrarme si quiero hacer el film.-

Ralph comenzó colocándole un collar que dejaba varias argollas listas para ser usadas..

-Primero fijaré con una cuerda el collar a la columna. Así no podrás mover tu cabeza.-

Claudia dejó hacer. A pesar de tener las bragas puestas se sentía más desnuda que las veces que había estado en cama con Ralph y eso la excitaba.

-Ahora te pondré unas esposas en las muñecas detrás de la columna.-

-Y ahora unas vueltas de cuerdas alrededor de tus tobillos.-

-Pero así no podrás violarme, que supongo será lo que querrás hacer en el film.-

-Claro, primero la esclava debe sentirse imposibilitada de defenderse. Ya habrá tiempo para violarla.-

Claudia estaba atada a la columna, apenas podía moverse y comenzaba a tener ganas de ser penetrada. Ralph entonces se dirigió a las celdas y tomando a Miriam y Carlota de unas cadenas unidas a sus collares, se encaminó hacia donde estaba amarrada Claudia, quién dio un grito de espanto al ver a las jóvenes con sus cuerpos llenos de marcas.

-¿Pe…pero quiénes son ellas?¿Por qué están así?.-

-Silencio Claudia. Cierra esa boca si no quieres tener el cuerpo también marcado. Hablarás solamente cuando yo te lo permita a te castigaré.-

Quitó las cadenas de los cuellos de las dos jóvenes, liberándolas.

-Primero quiero que le quiten las bragas a la nueva esclava y luego le afeitan el pubis y lo necesario para que no queden pelos. Cada una de ustedes le pasará la lengua por la concha en señal de bienvenida.

-¡Ralph!¿Qué estás haciendo? Vne para una prueba de un film.-

-Efectivamente y te he convertido en mi esclava como éstas otras dos putas que tengo aquí. No tienes escapatoria. Haré contigo lo que quiera. A ver tú, Miriam, quiero que me mames la polla y que el semen se derrame sobre tu cara.-

De inmediato Miriam se arrodillo, sacó la polla fuera del pantalón y comenzó la mamada ante la mirada atónita de Claudia.

-Cambié de opinión. Quiero correrme en el culo de Carlota.-

Carlota, Presurosa, se colocó delante de Ralph separando sus glúteos y lista para que la penetrara por el culo. Mientras tanto Claudia miraba azorada.

-¿Ves cómo obedecen estas putas? Así deberás comportarte tú. Aquí está para servirme.-

-¡Suéltame!. ¡No soy ni una puta ni una esclava!-

-Creo que no será difícil convencerte que eres una puta esclava. Miriam, trae un látigo.-

-Verás qué lindo queda tu cuerpo cuando lo marque con unos cuántos azotes como he hecho con estas putas.-

-Nooo.Nooo. No puedes azotarme. Noooo.-

-¡Que no puedo?¡Mira!-

Un azote fue directamente a las tetas. Claudia emitió no un gemido sino un verdadero aullido. Sus lágrimas brotabas de sus ojos. No había terminado de absorber el azote cuando el látigo cayó nuevamente sobre su cuerpo, pero esta vez sobre el vientre.

-¿Has visto como pude?. Te esperan algunos más hasta que declares tú misma que eres una puta y que deseas fervientemente ser mi esclava para recibir los castigos que desee.-

Claudia no atinó a decir nada cuando un nuevo azote cayó sobre su cuerpo. Tal como había previsto Ralph al llegar al octavo azote, claudia exclamo:

-Por favor Ralph. No soporto más los azotes. Haré lo que quieras pero no me castigues más. Mira cómo ha quedado mi cuerpo. Con gruesas marcas que me dolerán por varios días.¿Qué quieres hacer conmigo?-

-Nada muy especial. Como te dije antes debes declarar que eres una puta y que deseas ser mi esclava de manera incondicional. Debes rogarme que use tu cuerpo para mi satisfacción.-

Claudia estaba algo indecisa pero no vislumbró salida alguna comenzó diciendo:

-Soy una puta. Soy tu puta y tu esclava para que uses mi cuerpo como quieras. Estoy para complacerte y darte satisfacción.-

-¿Lo dices convencida?-

-¿Qué otro camino me queda? Me someto a tu voluntad.-

-Bien en ese caso prestarás tu culo, que resulta humillante para ti, para que lo penetre en presencia de esatas otras dos putas.-

Y dirigiéndose a Carlota le ordenó que la desatara. Una vez libre de las ligaduras se colocó de espaldas a Ralph, separando los cachetes del culo para ser abusada por allí.

Por la posición en que estaba quedaba muy visible el esfínter. Nada mejor que untarlo con vaselina e introducirle un consolador en su interior. Luego de realizado esto tomó una paleta y comenzó a castigar las nalgas de la joven. Luego de más de veinte paletazos todo el culo presentaba un hermoso color rojo. Dejó la paleta a un lado y procedió a tomarle las tetas, luego los pezones y apretarlos con fuerza.

Claudia lloraba desconsoladamente. Por un lado no sería la única mujer en la casa sino que Ralph se divertiría también con las otras dos. Por otra parte esto del sado que parecía un juego, ya no era tan un juego. Estaba sufriendo de verdad. Su culo le dolí tremendamente. No era la primera vez que la recibía por allí, pero el consolador que le había introducido era de un tamaño descomunal.

Era hora de comer algo, él mismo tenía hambre y era posible que las esclavas también.

-Ahora esclavas a preparar algo de comida. Tendrán que trabajar las tres y luego dejar la cocina bien limpia. ¡vamos, andando!.-

Las tres mujeres estaban en la cocina haciendo los quehaceres completamente desnudas (Claudia con la concha depilada) y esposadas. Los ojos de Claudia estaban húmedos, a punto de llorar. Tanto Miriam como Carlota la animaban diciéndole que pronto se acostumbraría a ser la esclava de Ralph.

Los tres o cuatro días sucesivos no tuvieron muchas novedades. Ser cogidas, azotadas, encadenadas, etc. Uno de los días Ralph regresó con un aerosol de Irritol. Este producto esparcido sobre las mucosas sensibles del cuerpo humano provocaba una irritación cuyo efecto duraba más de dos horas.

Una semana después de la llegada de Claudia, las tres esclavas se estaban acostumbrando a la vida que les era impuesta. Los castigos se hacían más duros cada día pero lo soportaban bien. Eran extremadamente sumisas y obedecían sin hesitar las órdenes de Ralph, ya que de lo contrario el castigo podía ser terrible. Esa mañana luego de cogerse a Carlota en su celda llevó a las tres esclavas a la sala de los castigos.

Ordenó a Miriam que se acostara en la camilla de ginecólogo. Era la primera vez que debía colocarse en ese sillón. Le amarró los brazos y las piernas quedando su concha abierta y el agujero del culo también a la vista. La joven intuyó, acertadamente, que el castigo sería en su vulva y/o vagina.

Las otras dos esclavas fueron encadenadas cerca del sillón para que observaran el castigo que le aplicaría. Estando todo listo tomó el aerosol de Irritol esparció el rocío del producto en la concha y el agujero del culo de Miriam.

De inmediato comenzaron los gritos de la esclava. La picazón que sentía en sus partes íntimas no se podía soportar y entre gritos y sollozos pedía que le sacara el producto aplicado. Las otras esclavas miraban horrorizadas pensando que ellas, tarde o temprano, pasarían por el mismo trance. Luego Ralph explicó cuál era el efecto del producto y la duración y que periódicamente todas debían ser rociadas con el producto.

Mientras tanto Miriam no cesaba de gemir. La picazón no calmaba y no podía hacer nada por lograr un poco de alivio. Toda esta situación calentó a Ralph que violó a Claudia de inmediato.

Unos días después Carlota estaba siendo torturada con la picana eléctrica por no haber conseguido otra esclava para Ralph. Quería las cuatro en su casa y por ahora solamente tenía tres. Este era motivo más que suficiente para que la punta electrificada que manejaba Ralph pasara una y otra vez por el cuerpo de la esclava. Como seguía sin revelar cuál de las jóvenes conocidas podía ser esclavizada, aumentó la corriente y fue directamente a la concha.

Esto era demasiado para ella. Finalmente Carlota, no soportando más la tortura, propuso llamar a su amiga Perla y traerla engañada de manera similar a que su hermana Miriam. Sólo así logró que cesara el castigo en su concha. Perla era una amiga muy cercana a Carlota y por algunas cosas que le había comentado no era aficionada al sado, razón por la cual no quería que fuese secuestrada. Sin embargo la razón de la picana sobre su cuerpo pudo más y prometió llamar a Perla.

Enterado Ralph que Perla no lo tomaría como un juego, provocó en él unos intensos deseos de tenerla para abusar de ella contra su voluntad. Le gustaba pensar en una joven rebelde a la cual debería castigar sin piedad para que obedeciera. Eso lo excitaba.

Continuará