Rahma y Deissam
Rahma y Deissam. El placer se esconde dentro del dolor ajeno. Segunda parte.
A lo largo de toda la semana Rahma vino todas las tardes. A lo largo de toda la semana la estuve follando sobre la mesa del despacho. A lo largo de toda la semana ella lloraba sin parar, en especial cuando sentía que mi polla la penetraba sin piedad, sin consideración. Pero ella no dejaba de venir puntualmente a la misma hora, al terminar yo mi horario de trabajo, con el coño bien afeitado y, ahora sí, con bragas limpias y nuevas; las fue a comprar en el mercado al día siguiente de nuestra primera metida.
En algún momento ella me pidió que le anotara los papeles que necesitaba para la boda con su sobrina. En aquel instante, con mi polla dentro de ella porque nunca le dejaba hablar hasta que me la había follado y, después, sólo se lo dejaba hacer con mi pene sintiendo toda su vagina, descansando mientras me preparaba para el segundo asalto, no pensé mucho en su sobrina ni en nada por el estilo. Sólo después, a solas, pensé en ella y en que ni siquiera la conocía. Pero prefería esperar un poco, que ella siguiera pensando que yo las estaba haciendo un favor, para que todo fuera más fácil.
Tengo que decir que en algunas veces me sentía yo un poco mal por lo que le estaba haciendo a la pobre morita, pero, a medida que se acercaba la hora en la que ella llegaba al despacho, las dudas desaparecían; y cuando ella entraba sentía mi polla dura como una roca.
El viernes, después de la segunda follada, en vez de retirarme como hacía siempre, permanecí dentro. Ella, entre lágrimas silenciosas, me miró un poco extrañada.
Tengo aquí la documentación que necesitamos para la boda.- le dije enseñándole unos papeles.- pero hay un tema del que quiero que hablemos. Me has dicho que vosotras vivís en una habitación en el piso de una vieja que no os deja casi hacer nada
Si me respondió- nosotras no cocina y sólo agua fría en lavabo. Yo lavarme el coño con agua fría para ti.
Sonreí un poco por la declaración y le acaricié cariñosamente el culo con la mano.
Bueno, pues si te parece bien, he pensado que podrías venir a vivir conmigo en mi casa. Tengo sitio de sobra para las dos en la habitación de invitados; será más barato para vosotras, podréis ducharos todos los días con agua caliente y también la cocina. Y además, para nosotros será más fácil el preñarte.
Ella no supo que decir. Le contesté que no tenía prisa y que me lo dijera cuando tuviera una decisión. Pero que pensara que este fin de semana se acababa el mes y que pronto tendrían que pagar otra vez el alquiler. Nos despedimos así.
Ese sábado, al medio día, ella me llamó por teléfono para decirme que venían las dos.
Llegaron el domingo por la noche, cargando las maletas, una grande y otra pequeña cada una, resoplando porque habían subido los cuatro pisos caminando porque no hay ascensor en mi casa. Rahma entró con decisión en la casa pero su sobrina se quedó cohibida en la puerta. Yo la sonreí y le ayudé con la maleta. Su tía me había dicho que tenía dieciocho años pero parecía menor. Más tarde ella misma me confesó que tenía quince, pero que para poder hacerse el pasaporte y salir de su país su padre había comprado una partida de nacimiento falsa. Desde luego era todo un bombón: una carita preciosa, con unos labios que brotaban mostrando una boca casi perfecta y unos ojos oscuros enormes; unas tetitas pequeñas, al contrario que su tía, y un culo y unas piernas espectaculares. No tenía ni un gramo de grasa de más. Perfecta. En ese mismo momento decidí que me la tenía que follar, pero que tenía todo el tiempo del mundo para hacerlo.
Ese pensamiento hizo que me empalmara rápidamente y no quise tardar mucho tiempo en desahogarme; dije a Deissam que nos esperara en la cocina y me llevé a Rahma al cuarto de estar. Ella estaba un poco sorprendida sin saber qué es lo que estaba pasando realmente. Las maletas estaban en el pasillo de cualquier manera y todavía no les había indicado cual era su habitación, cuando le comencé a bajar los pantalones.
Pero ahora no- comenzó a protestar ella
Hemos dicho que cuando yo esté preparado tu pones el coño, ¿o no?- le dije sin parar de desnudar su conejo. En cuanto lo tuvo al aire yo me despojé del mi ropa.
Pero Deissam nos puede oír.- y empezó a llorar, bajito
Venga, no llores- le dije mientras la tumbaba en el sofá y le abría las piernas- que no quiero que tu sobrina se asuste.- y se la clavé. Ella soltó un grito quedo, casi un susurro
Ella no sabe que tu follas a mi- me dijo en voz baja sin dejar de llorar. Mi polla se apretaba en su chocho, dura.
Bueno, pues ahora se enterará
La follé hasta que me corrí, lanzando un gemido largo y profundo con la intención que la pequeña se diese cuenta de la situación. Cuando me pareció bien la descabalgué y, mirándola desde arriba, con su coño abierto, le dije que ella siempre debería estar dispuesta porque así la preñaría antes. Tenía toda la cara empapada en lágrimas.
Enseguida las instalé en casa en la habitación que hasta entonces era el cuarto de invitados. Había una cama nido, con otra debajo de esas que se pliegan las patas, así que decidimos que la de arriba sería para Deissam y la otra para Rahma. De esta manera siempre la pequeña podría irse a dormir antes si quería. Estaban encantadas, sobretodo Deissam porque no tenía que pagar ningún precio por ello, de tener agua caliente, de tener toda la cocina para ellas y de poder ver la televisión cuanto quisieran.
Enseguida comenzamos una especie de rutina. Nos levantábamos por la mañana y Deissam se metía en la ducha con la puerta sin cerrar por si pasaba "algo" aunque con la cortina de la ducha corrida. Mientras esto sucedía, yo iba hasta la cama de Rahma; ella me esperaba y en cuanto me veía entrar en al habitación desnudo y con la polla dura, rápidamente se quitaba los pantalones del pijama y las bragas y abría las piernas para que yo clavara mi verga en su precioso coñito. El segundo o tercer día, no lo recuerdo bien, le subí de un tirón la camiseta y sus tetas, grandes, perfectas, con unos pezones erectos, rodeados por una aureola marrón oscuro increíble, aparecieron ante mi. Ella inmediatamente quiso taparlas pero yo no la dejé, argumentando que si le veía las tetas me correría antes. Ella, lloriqueando como siempre, se dejó mirar; y mas tarde sobar y mordisquear esos maravillosos pezones, aunque era evidente que no le gustaba en absoluto.
Después de correrme y de mantenerme dentro un tiempo, me levantaba y me dirigía al baño porque Deissam ya estaba preparada para salir envuelta en una toalla. Cuando me cruzaba con ella, desnudo y con la polla semierecta, ella se sonrojaba ligeramente y pasaba a mi lado rápidamente deseándome los buenos días. En algún momento unió a ese deseo un beso en mi mejilla. Su confianza conmigo aumentaba por momentos. Después de la ducha y el desayuno, cada uno iba a su trabajo: Rahma limpiando una casa hasta las cuatro de la tarde, Deissam como dama de compañía de una señora mayor hasta las nueve de la noche y yo a mi despacho sin un horario fijo.
El caso es que no nos veíamos hasta por la noche de nuevo en casa. Cenábamos y ellas me contaban cómo había ido el día y después nos poníamos a ver la televisión los tres juntos en el sofá, la pequeña con el pijama puesto. En algún momento Deissam se dormía sobre mi hombro y yo la llevaba a la cama. Cuando la echaba sobre el colchón aprovechaba ese momento para tocarle las tetas, pequeñas y duras, y para acariciarle el coñito, que yo imaginaba limpio de pelo y virgen. Ella abría ligeramente las piernas y su respiración se hacía más profunda. Empalmado como estaba, sacaba mi polla mientras todavía la acariciaba y, cuando ya no podía más, iba corriendo hasta el cuarto de estar y me follaba a Rahma salvajemente. Ella, al sentir mi deseo se asustaba, pero no dejaba de esperarme desnuda y abierta.
Así estuvimos varias semanas. Pero yo quería más. Quería poseerlas por todas partes, por todos sus orificios. Y no sólo una vez, sino siempre que yo lo desease. Pero claro, esto requería un plan y me costó un tiempo dar con él.
En primer lugar compré los DVDs de una famosa serie de televisión sobre un grupo científico de la policía. Después dejé a la vista, aparentemente descuidado, un "informe" que me inventé sobre las violaciones a inmigrantes sin papeles que ocurrían en las comisarías y en las cárceles y su posterior desaparición. El "informe" contenía todo tipo de aberraciones sexuales en donde las protagonistas eran en su mayoría marroquíes ya que su gobierno no se preocupaba por sus ciudadanas. Yo sabía que Rahma lo encontraría porque, todos los días, cuando regresaba de su trabajo, limpiaba la casa y, también, la mesa en donde yo tenía mi ordenador.
El informe causó su efecto. Ellas no sabía leer ni escribir en su idioma, pero en las clases de español que nosotros mismos les habíamos dado les enseñamos. Se creó la paradoja de que en su lengua eran analfabetas pero en la nuestra no. Así que una noche, después de follarla con ganas, ella me preguntó por el informe. Habíamos mantenido la costumbre de hablar con mi polla dentro de su coño, aunque ahora ya no la follaba dos veces seguidas casi nunca. Yo me hice el sorprendido de que tuviera el informe, y la acaricié la cara para tranquilizarla. Le dije que a ella no le pasaría porque yo cuidaba de ellas y luego el pedí que no se lo contara a Deissam. Ella se calló por lo que deduje que ya se lo había contado.
Seguimos en esa situación durante unos días más, mientras yo esperaba que llegaran los papeles de Deissam. Cada vez me apetecía más montarla, pero yo soy una persona paciente y sé que al final, si se hace todo bien, se consigue lo que se quiere. Rahma se abría mañana y tarde sin oponerse y casi se vuelve loca el día que le llegó la regla.
Yo no preñada- me dijo un día entre lágrimas de desesperación al llegar yo a casa.
La abracé con ternura.
No te preocupes, preciosa. Seguro que este mes te preñaremos. Ya sé que no te gusta mucho que te folle, pero seguro que lo logramos.
A mi no importa que tu folles. dijo con decisión- Tú ahora eres el hombre, yo hago lo que tu digas. Pero yo quiero papeles.
Acaricié la cara y la dejé llorando en mi hombro y durante unos días, mientras le duraba la regla, no la toqué. Una mañana, me llamó desde la cama, y cuando fui estaba abierta.
Ya me puedes entrar- me dijo. Y la follé con el deseo que proporciona el estar varios días sin joder.
Por las noches, casi todas, veíamos un capitulo de la serie que dije y ellas estaban muy impresionadas por cómo la policía era capaz de saber hasta el más mínimo detalle gracias a las pruebas biológicas. Justo como yo quería.
Deissam cada vez tenía más confianza conmigo, y me abrazaba y se sentaba en mis rodillas en juegos casi infantiles. Su tía me recordó un par de veces que yo con ella sólo me casaba por papeles y que para follar sólo estaba ella; yo me mostré muy ofendido porque pensara tan mal de mi. En fin.
Un día Deissam me llamó al móvil toda excitada. Sus papeles para el matrimonio ya estaban aquí. Nos reunimos por la noche y ellas estaban realmente contentas. Yo también por el futuro tan dulce que preveía con esos dos chochitos. Llamé a un restaurante de comida a domicilio y las invité a cenar por todo lo alto. Estaban felices.
Al día siguiente, Deissam y yo y un par de amigas que harían de testigos, fuimos al registro civil de nuestra ciudad para solicitar fecha para el matrimonio. Tengo que decir que en mi país el matrimonio no es automático y hay que esperar que el fiscal dé el visto bueno. Un trámite pero tarda un mínimo de mes y medio. Y desde luego es un acto oficial y es un documento público.
Fuimos a casa tranquilamente. Era viernes por la tarde. Estábamos los tres y, casualmente sonó mi teléfono móvil. Era la alarma que yo había puesto pero descolgué como si tuviera una conversación con alguien. Me puse serio y después, nervioso. Ellas me estaban viendo y comenzaron a preocuparse, sobre todo Rahma. Cuando colgué me senté en la silla, derrumbado.
¿Qué pasa?- preguntó Deissam. Rahma no se atrevía.
Era la policía.- mentí- quieren que vaya a hablar con ellos a la capital para que explique lo de mi matrimonio. No se fían de que nos vayamos a casar de verdad. Como saben que yo trabajo ayudando a inmigrantes sin papeles y he denunciado varias veces los métodos de la policía, pues ahora intentarán detenerme por fraude en documento público.
¿Y va a suceder?- Deissam era la única que hablaba; Rahma estaba casi sin resuello.
Pues que si demuestran que sólo nos casamos por papeles nos meterán en la cárcel
Rahma se puso muy nerviosa y yo la abracé.
No te preocupes, no pasará nada. Yo no lo voy a permitir. ¿De acuerdo?- ellas afirmaron con la cabeza- Pero en el interrogatorio tendré que decir algo. Y aquí nadie se va a creer que dos novios se casan sin tener relaciones.- otra vez Rahma se puso nerviosa. Deissam, angustiada, tenía la actitud de que hacer lo que le digan- No te preocupes Rahma. Como sabemos que la pequeña es virgen, diré que tu sobrina me la chupa y que se la meto por el culo, porque eso no se puede notar a simple vista, ¿vale?
Ella asintió aliviada y salí. Según les dije, a la comisaría de policia