Ragnarok Online: La mercader de zanahorias

... Y todo ocurrió a causa de una carta de Lunatic.

Para los que no lo sepan el RO es un juego de rol masivo online, en caso de duda hay muchas webs donde encontrar información e imágenes del juego al que recomiendo jugar (si se tienen los ahorros necesarios).


Neel tomó una de las zanahorias que llevaba en su raquítico carro y se la mordisqueó distraídamente mientras veía pasar a todos los habitantes de Prontera sin que se pararan a observar su mercancía durante más de dos segundos.

Uno de los mercaderes que hacían su turno pasó frente a ella con un espejo, reflejando por unos segundos su rubia melena recogida en una única coleta y sus suaves y grandes ojos azules que parecían abarcarlo todo, seguramente era un mercader venido del sur.

Eran malos tiempos para el gremio de La barca tintada y eso se reflejaba en las pocas mercancías que podían ofrecer para obtener más dinero con el que poder seguir con sus actividades.

Alberta se encontraba bloqueada comercialmente ante el inminente ataque del señor oscuro, ningún mercader se atrevía a entrar y ningún mercader podía salir, todo indicaba que iba a ser una cruenta batalla.

Únicamente unas cuantas zanahorias valoradas en cuatro zenys la unidad era lo que se podía vender con asiduidad a ese lado de la calle de la capital de Midgar.

  • No deberías comerte tu propia mercancía.

Rápidamente levantó la vista hacia un joven mago que se había parado en su puesto y miraba atentamente el contenido del carrito, tras echar una última ojeada, el comprador, volvió sus ojos hacia la mercader.

  • ¿Sólo tienes zanahorias?

Neel cabeceó afirmativamente.

  • Ya veo, en tal caso me llevaré seis para tomar por el camino.

El mago depositó unas monedas en las manos de la mercader y retomó su camino con las zanahorias en una pequeña bolsa hacia la plaza de Prontera.

Aldïn se dirigía en busca del consejo de uno de los hechiceros de su orden sobre el papel que debía tomar Geffen contra los ataques de Dark Lord, mientras iba pensando en lo que iba a decirle tomaba rápidamente las zanahorias que acababa de comprar.

Había llegado ya a la plaza cuando se dio cuenta de que en la bolsa había algo más que zanahorias.

El mago levantó y observó cuidadosamente la carta con la imagen de un Lunatic antes de comprobar que era real, esa carta valía algo más que unas zanahorias, y no podía enfrentarse a la oscuridad siendo deshonesto, volvió sobre sus pasos hacia el lugar que ocupaba la mercader. No había señales de ella por ningún lado, el lugar ahora estaba ocupado por un obeso herrero que tenía amarrado con fuerza un carro adornado con flores.

  • Disculpe milord, estaba buscando a la mujer que hace un momento estaba vendiendo aquí.

  • Se ha marchado, este lugar me pertenece durante toda la tarde a mí.

  • Por supuesto milord, ¿por casualidad no sabrá dónde se ha marchado?

  • Pruebe a buscarla en su casa, al oeste de aquí, no tiene pérdida, tiene un antiguo cartel de un pescador.

  • Gracias.

Aldïn lanzó unos cuantos zenys a los pies del forjador y tomó la dirección que le había indicado en busca del cartel del pescador.

Finalmente lo encontró, el cartel de madera se mecía chirriante de un lado a otro y parecía a punto de caerse, seguramente en el pasado hubiera sido una taberna pero ahora era simplemente un destartalado hogar.

El mago se acercó a la puerta y se dispuso a tocar en ella.

Al colocar la mano sobre ella se abrió una raja, la puerta estaba hecha pedazos y pronto se caería.

Aldïn se asomó por la abertura con gran cuidado, lentamente sus ojos se acostumbraron a la oscuridad y pudo ver la estancia en la que se encontraba. Al principio le costó asimilar lo que estaba viendo pero finalmente la razón llegó a su cerebro.

Sobre la única mesa de la estancia estaba la mercader, únicamente con un pequeño sostén y con las braguitas bajadas hasta los tobillos en dirección a la puerta de entrada metía y sacaba una zanahoria de su concha mientras gemía de placer con sus ojos cerrados.

La verga del mago saltó involuntariamente como un resorte ante el panorama casi en primer plano de la raja de la vendedora.

Neel dejó de masturbarse con el vegetal y metiéndoselo en la boca empezó a chuparlo como si fuera una golosina.

Tras un rápido chequeo y sin abrir los ojos dio un rápido volteo sobre la mesa y colocando su culo en pompa se introdujo la zanahoria por su ano, acompañando nuevamente sus movimientos con sonido.

Esto ya era más de lo que podía soportar, la calentura terminó por vencer a la cordura en la mente del mago que sin hacer ningún ruido terminó de abrir la puerta y se acercó con gran sigilo hasta donde estaba masturbándose la mercader.

Con gran cuidado se despojó de su ropa interior mientras la mercader seguía gimiendo de placer.

  • ¿Me permites ayudarte?

Rápidamente lanzó la zanahoria por los aires mientras se intentaba reincorporar ante el intruso.

Aldïn colocó su mano sobre el muslo derecho de Neel impidiéndole que se volteara.

  • Relájate, quedará entre nosotros dos lo que haces con tu mercancía.

La vendedora dejó de forcejear por lo que el mago retiró su mano, no sin antes darle una suave caricia.

Aldïn sonrió tranquilizador a la mujer y con gran maña se levantó la túnica mostrando su erecta verga.

  • Creo que esto es más grande que una de tus zanahorias, pero seguro que te dará más placer.

Neel tornó en el color del tomate ante la situación que se le presentaba.

El mago se despojó de un único movimiento de su vestidura y empezó a acariciar relajadamente los muslos de la joven.

  • Cuando te he visto ahí fuera vendiendo te he imaginado así, Odín es a veces propicio.

Empezó a besar su rodilla y fue subiendo a través del muslo ante el creciente nerviosismo de la mercader, hasta que finalmente llegó a su trasero, mientras con su lengua recorría toda la extensión de su cachete derecho con su mano izquierda masajeaba y pellizcaba el izquierdo.

Tras recorrer de ambas formas sus dos nalgas llevó su mano derecha hacia el ano e introdujo dos de sus dedos en él, mientras los metía y sacaba una y otra vez con mayor rapidez cada vez volvió a dirigirse a la mujer que volvía a gemir ante la entrada de otro elemento:

  • Vas a tener que relajarte si quieres que mi zanahoria entre aquí.

Apartó su mano y escupió dos veces sobre el agujero de la muchacha. Volvió a introducir sus dedos para continuar con su trabajo.

  • Ahora parece que está mejor.

Dejó de penetrarla con sus dedos e incorporándose colocó la punta de su verga en la entrada trasera de su amante. Empujó levemente hasta que toda la cabeza estuvo en las entradas de la vendedora.

Neel recibió al invitado en su cuerpo con un pequeño grito de placer que acabó con toda la resistencia que había mostrado hasta entonces.

El mago empezó a embestir con su aparato ganando poco a poco terreno hasta que finalmente toda su polla pudo meterse con casi ningún problema.

  • Se está muy caliente en tu cueva.

De un rápido movimiento la mercader sacó el aparato de sus entrañas y volteándose hacia el mago quedó sentada con las piernas abiertas hacia él.

  • Imagínate lo bien que se debe estar en mi boca.

  • Muéstramelo entonces.

Con un suave ruido se deslizó por la mesa y cayó de rodillas al suelo colocando su frente a escasos centímetros de la verga de Aldïn.

Su mano izquierda agarró rápidamente el falo y estirando el cuello se lo metió en la boca.

Su lengua recorrió la cabeza del pene una y otra vez, saboreándola con sonidos guturales cada vez que terminaba una vuelta.

Aldïn empezó a acariciar el cabello de la vendedora mientras emitía ruidos entrecortados:

  • Sé una buena chica, cómetela toda.

Con una mano empezó a masajear los huevos durante unos segundos para finalmente sacarse el pene de la boca y empezar a lamérselos con cortos lengüetazos.

El mago se agachó y con poco esfuerzo tomó en brazos a la mercader.

  • Comprobaremos que tal se está en tu otra cueva.

Sin darle tiempo a ninguna réplica ensartó el cuerpo de su amada en su verga.

Tras varias embestidas el mago apoyó el cuerpo de Neel sobre la mesa y siguió allí el trabajo, los gemidos de la vendedora subieron de tono hasta que finalmente el mago sacó su aparato del coño de su compañera y descargó sobre la carreta de zanahorias.

Desde su posición Neel miró hacia su mercancía y con una sonrisa de oreja a oreja se levantó y tomó una de las verduras.

  • Es una pena desaprovechar tanta leche.

Introduciéndose en su boca la zanahoria empezó a chuparla de arriba abajo hasta que finalmente lo único que quedó en ella fue su saliva, una a una todas las zanahorias fueron limpiadas.

  • Sólo falta una zanahoria por limpiar.

Volviéndose a deslizar por la mesa llevó a la semierecta verga a su boca y empezó a beberse todo el semen que había quedado en ellos.

Tras acabar la limpieza del aparato Neel dio la espalda a éste para erguirse apoyándose en la mesa, el mago colocó su mano nuevamente sobre el hombro de la mujer dejándola a mitad de camino:

  • No me queda más remedio que limpiar también la cueva, puede ser perjudicial a la larga.

Arrodillándose introdujo su lengua en la raja de su amada, absorbiendo todos los flujos que habían sido evacuados por ella.

Finalmente limpió los restos de su cara con su mano y tomando su túnica se la colocó de un único movimiento:

  • Ha sido un placer, milady, espero que mantengamos nuestros negocios durante mucho tiempo.

Neel respondió sin volverse hacia el otro.

  • Estoy dispuesta a seguirlos en otra ocasión.

El mago sonrió y sin mediar otra palabra salió de la antigua taberna en dirección, ahora sí, a la casa del hechicero que debía aconsejarle.

Bajó su mano al bolsillo y notó algo plano, sacándolo comprobó que era la carta del Lunatic:

  • Que cabeza la mía, tendré que devolvérselo en otra ocasión.

Todos los que se cruzaron con el sonriente mago ese día se apartaron creyendo que había perdido el juicio.