Rafi... ¡edipo obsesivo compulsivo! (3)

Caso clínico, pasión morbosa y relación aberrante, desencadenan sin duda, un deseo irrefrenable. (Con imagen)

Rafi……………………….¡Edipo obsesivo, compulsivo! (Tercera parte)

Caso clínico, pasión morbosa y relación aberrante, desencadenan sin duda, un deseo irrefrenable. (Con imagen)

Trato de ignorar el avance conseguido por Rafi en su ansiada seducción, pero debo admitir que ha desenmascarado cierta debilidad en mis defensas, los intensos orgasmos que ha podido arrebatarme con sus insolentes jueguitos, han sido desconcertantes pero inolvidables.

Se que estoy perdiendo el control de la situación, presiento el riesgo de caer ante su tenaz acoso. No puedo desconocer que él ya está enterado, lo dejó en evidencia al despedirnos la última vez que estuvimos a solas, al decirme:

"Ya pues mamita, ahora te pones así, Pero cuando te agarre con ganas….."

Y ciertamente, en mas de una oportunidad he estado a un paso de ceder, en su último asedio ya me tuvo a su merced, indefensa y doblegada, claro que se le esfumó la oportunidad de penetrarme, pero esa vez estuvimos a un paso de terminar copulando con mi consentimiento.

Una antigua amiga, me ha sorprendido contándome algunas intimidades de Rafi. La cruda narración de aventuras sexuales de mi hijo con señoras casadas, me afectó de manera inesperada, teniendo que sobreponerme para poder disimular mi inquietud. Al enterarme me sentí muy extraña, me resistía a suponer que estaba celosa, tenía vergüenza de evidenciar mis temores recién descubiertos. Me afectaba pensar que todo su torrente pasional lo habrían gozado otras mujeres, pero no quería reconocerlo. La información me resultó provechosa, aunque con consecuencias sorprendentemente inesperadas. Mis reacciones instintivas se oponían a mis supuestas convicciones. Me sentía patéticamente mezquina, al negarle mi pasión y a la vez padecer con tan solo imaginarlo gozando con otra mujer.

Muchos recuerdos vinieron a mi mente, su imprudencia temeraria impulsada por su desmedido apetito por mí, las locuras que comete en sus abordajes pasionales, sin medir el peligro. Todo aquello que consideré impertinente, ahora me resulta tentador y excitante. Revivo las sensaciones producidas por la emoción de tales riesgos azarosos y debo aceptar que estoy siendo cautiva de una forma de adicción, lo confirmo al confrontarlas con la aburrida rutina de mi intimidad conyugal. También es innegable el lascivo efecto de su asedio constante, sus instintivas y espontáneas demostraciones de pasión irrefrenable y el hecho de ser yo quién aviva ese fuego perpetuo, me produce un atrevido sentimiento que halaga mi vanidad femenina. Ahora compruebo que mis convicciones y mecanismos instintivos de defensa están siendo vulnerados por su tenaz asedio, constato que soy esclava de una morbosa complicidad encubierta.

Durante los últimos días Alberto ha estado demasiado hogareño a la espera de algo que no ha querido compartir. Rafi muy a su pesar, se ha visto obligado a refrenar su asedio, limitándose solo a insolencias verbales, como la de pedirme que me depile la pelvis, por que a él le encanta peladita. Lo positivo de la permanencia de Alberto en casa, es que me ha protegido de cometer cualquier locura.

Hasta que por fin recibimos la gran noticia, Alberto ha sido designado para ocupar un alto cargo de gobierno. Justo cuando la paciencia de Rafi estaba llegando a su límite, él no soporta la vigilancia prolongada y estoy segura que planea una revancha, yo conozco sin duda su expresión malévola, además es bien sabido el rechazo que siente hacia su padre, sin embargo, usando la noticia del nombramiento, se ha mostrado sospechosamente cariñoso y zalamero. Alberto acaba de regresar de un homenaje organizado por sus amigos, ha llegado a casa inusualmente alegre después de algunos brindis y acepta de buen agrado los forzados elogios de su hijo. Algo se trae entre manos este endemoniado muchacho.

Ese es mi viejo, lo han destacado entre un montón de competidores, pero mí viejo, demostró ser el mejor de todos.

Mientras decía eso, lo veía preparando en jarra, una variada mezcla de licores, sirvió una copa del preparado a su padre y dos vasos de escocés en las rocas, uno para mí y otro para él, repartió los tragos y brindamos por el nombramiento de Alberto.

Rafi,……… ¿Qué me has servido?, condenado muchacho, está fuerte pero buenazo, mami prueba este, para que veas lo que es bueno. – Me dijo Alberto, alcanzándome su copa.

Rafi repitió riendo "mami prueba este, para que veas lo que es bueno" y me hizo un gesto de advertencia que comprendí y solo humedecí los labios en el brebaje, admitiendo algo de complicidad.

Y, ¿Que te parece el trago que me ha preparado mi hijo?, está buenazo verdad.

Si, efectivamente está bueno, pero mejor no tomes demasiado.

No mujer, tú que sabes, yo tengo una cabeza a prueba de torpedos, yo no me emborracho con nada. - Me respondió, arrastrando las palabras.

Rafi se levantó de la mesa y puso música movida a todo volumen y nos sacó a bailar, los tres danzábamos y dábamos vueltas y mas vueltas, al compás que Rafi nos imponía, Alberto era el más contento y festejaba todas las gracias de su hijo, estaba feliz por la supuesta reconciliación y seguía pidiéndole que le sirviera su preparado, al que no dejaba de elogiar.

Oye Rafi ponte un bolero que quiero bailar con tu madre, como cuando éramos enamorados.

Dándole gusto a su padre, le puso su canción romántica preferida y lo ayudó a ponerse en pié. Empezamos a bailar y Alberto apoyaba casi todo su peso sobre mis hombros y llevaba el compás de la música a duras penas. Rafi tan malcriado como siempre, desde su asiento y ofreciéndome los genitales a espaldas de Alberto, parodiaba las palabras de su padre respecto al trago y me decía:

"Mami prueba este, para que veas lo que es bueno".

Me dio risa la osadía del muchacho y descuidé a Alberto quien trastabilló y casi cae.

Rafi, se más solícito, ayuda a tu madre, ¿No te das cuenta que ella sola no puede conmigo?, vamos a seguir bailando los tres como si fuéramos una sola persona, ¡He dicho, caraj……………..!

Rafi sin dudarlo se levantó de su asiento y se plegó a nosotros, yo me encontraba presa en medio de ambos. Alberto frente a mí sosteniéndose a duras penas y Rafi detrás de mí, sujetándolo firmemente por los hombros.

No tardó un segundo para colocarme el "bulto", me lo había apuntalado bien centrado entre las nalgas y me lo frotaba al son de la música, claro que por encima del vestido. Sí que la traía grande y dura el fogoso muchachito, no desperdiciaba oportunidad para pasarme la lengua por la oreja cada vez que su padre desviaba un poco la atención. Con sorna y aprovechando el estado de Alberto, a cada momento repetía:

"Mami prueba este, para que veas lo que es bueno". – Lo decía, al tiempo que con descaro, me pulsaba su erección en el trasero.

Ya comenzaba a sentir los efectos de su osadía, me despertaba el sentido de emoción por la aventura al desafiar los riesgos implícitos, tal actitud me sacaba violentamente del tedio en que había caído mi relación conyugal. Sus picaras caricias y su bien dotada sexualidad empezaban a ponerme las hormonas en ebullición. Agotaba mi cordura el morbo por la maliciosa provocación con mi propio hijo. La tentación del pecado y la atracción de lo prohibido, son los estímulos sexuales por antonomasia.

Termina la pieza musical y nuevamente nos sentamos alrededor de la mesa, Alberto cabecea por momentos, pero trata seguir contándonos acerca de su nombramiento. Rafi lo mira imperturbable, pero no le presta ninguna atención, ya tiene metida la mano debajo de mi faldita y con todo cinismo ahora está peleando con mi ropa interior. Trato de sujetarlo, pero su padre ajeno al manoseo se incomoda y exige atención, me limito entonces a aparentar normalidad, pero sin entender una palabra de su desarticulada exposición, mi atención ya había sido capturada.

De nuevo la mente maquiavélica de Rafi entra en acción, no me explicaba para que soltaba la gran cantidad de llaves que carga su padre en el llavero, fingiendo estar entretenido con eso, veo que las arroja a drede debajo de la mesa y poniendo cara de "yo no fui", se disculpa con su padre, quien le exige recogerlas de inmediato.

Ya la cagaste……….. Ya, ya, recógelas rápido y no pierdas ninguna, que todas son llaves muy importantes, - Le ordenó sin sospechar que eso era precisamente lo que Rafi había buscado.

Rápidamente se "zambulló" bajo la mesa y en lugar de recoger las llaves, estaba hurgando bajo mi falda, con ambas manos logró coger el elástico de mis bragas y procedió a bajarme la prendita lentamente, con toda parsimonia, sabiendo que yo estaba imposibilitada de impedírselo abiertamente. Alberto seguía tratando de hilar su narración, pero yo estaba en otro mundo, solo podía prestar atención a lo que estaba pasando bajo la mesa, a menos de un metro de él. Lo que si sentía era que me faltaba la respiración, que el corazón se me quería salir y que me corría un tibio hilo de lubricidad entre las piernas, cuando Rafi imprudentemente dijo;

Ummmmm………….. ¡PELADITA!, Sin que su padre entendiera.

Me acobardé y junté las piernas y empezó a forcejear tratando de separarme las rodillas, definitivamente él es un avezado para esas cosas y se que no cesará hasta lograrlo, intento impedírselo, aunque sin mucha convicción, conociéndolo, se de antemano que terminará saliendo con su gusto. Para distraerme y seguro de que solo yo lo estoy mirando, hace el ademán de arrojar mi calzón sobre la mesa y aprovechando el descuido, logra acomodarse entre mis rodillas, así ubicado, con toda facilidad, mete la cabeza entre mis muslos, me separa los labios genitales con los dedos, constata mi jugosa disposición, aspira hondo, sonoramente, sin consideraciones a la presencia de su padre, mi olor a hembra en celo me delata y esta vez con mi abierta complicidad, se engolosina dándome la mamada de coño del siglo.

La cabeza me da vueltas quiero gritar, las sensaciones son demasiado intensas, se me viene un orgasmo de proporciones. Debo buscar un modo de encubrir mis acusadoras reacciones, me prendo del cuello de Alberto y lo beso, lo muerdo, le digo que lo quiero, que lo deseo, grito de placer, me estoy corriendo con espasmos, contracciones y caudalosa eyaculación, tengo las piernas abiertas al máximo, instintivamente empiezo a batir el culo y el orgasmo sostenido no tiene cuando acabar. Miro a Alberto con temor de ser desenmascarada y como respuesta a mi apasionamiento, se está quedando dormido.

Mis resistencias me han abandonado por completo, me siento dispuesta, mi marido en ese estado es incapaz de protegerme, ya no puedo postergar el perverso desenlace, el apetito carnal ha vencido. Levanto de los pelos a mi hijo y le digo en pleno llanto:

Mi adoración, venciste, por fin voy a ser tuya, ya no puedo esperar más, vamos a mi dormitorio, quiero que te adueñes de mi cama, de mi cuerpo y de mi alma.

Rafi se incorpora, mira a su padre, está dormido con la cara sobre la mesa, le levanta la cabeza unos centímetros y la suelta provocándole un frentazo contra el mueble, pero eso no lo despierta del todo, solo emite unas sílabas incomprensibles. Rafi, con toda irreverencia, le coloca mi húmedo calzón de gorro y mirándome a los ojos se despoja de toda la ropa y queda completamente desnudo, exhibiendo descaradamente su tremendo miembro descabezado, que apunta hacia el cielo. Yo cautelosa y le pido:

Por favor mi amor, acá no, vamos al cuarto.

Él se limita a decirme:

Después iremos mi reina, después.

Se me aproxima con parsimonia, con una mano me toma de los cabellos y acerca mi rostro a su zona genital, luego, como si siempre lo hubiéramos hecho, se toma el miembro con la otra mano y pone su carnoso bálano entre mis labios, seguidamente empuja y me lo introduce en la boca, sin ninguna resistencia de mi parte. ¿Como resistirme? si yo lo estaba deseando mas que él, ya había logrado enardecer mi sensibilidad, avivar mi flama, todo mi ser lo tenía convertido en genital.

Posó sus desnudas nalgas sobre la mesa, muy cerca de las narices de Alberto y me puso de rodillas sobre una silla para mamársela frente a la cara de su padre. Alberto tenía un ojo abierto que miraba al vacío y emitía ruidos guturales indescifrables. Rafi se incorporó, me desnudó por completo, me cargó como una pluma y me sentó al filo de la mesa con medio culo fuera del borde, colocó uno de mis talones en la boca de su padre, para que se calle y en esa posición me empitonó. Yo ya no aguantaba más, cada clímax me ponía más lasciva. Tan solo sentirle el cabezón deslizándose por mi conducto genital, hizo que me venciera otro incontenible orgasmo, este con mayor flujo eyaculatorio que los anteriores. Así me penetró profundamente, me sentía íntegramente atravesada, la llenura de mis genitales era total y yo como una desquiciada trataba de calmar mi furor vaginal, sacudiendo el culo desesperadamente y batiendo las caderas, entre ensordecedores gritos de placer que llenaban la habitación.

Su morbo era inmenso, pero su osadía no tenía limites, hizo que me montara sobre la espalda de su padre, sentada sobre el respaldar de la silla, con las nalgas colgando hacia fuera, en esa posición me enculó y me sacó otro orgasmo que se me vino tirando de los pelos de Alberto y gritándole al oído todas las barbaridades que Rafi me iba dictando. Alberto en otra dimensión, intentaba un remedo de risa, tal vez creyendo que el juego continuaba.

Rafi me preguntó si todavía quería que pasemos al dormitorio, le respondí afirmativamente, parecía una ninfómana, me sentía insaciable. Él me pidió que lo ayude a cargar a su padre para poder acostarlo, así lo hicimos, lo tendimos a un lado y nos quedamos largo rato copulando sin ningún pudor en el lecho conyugal, con su padre dormitando a nuestro costado, hasta que por último, completamente agotados y satisfechos, nos venció el sueño y quedamos dormidos los tres en la misma cama.

OCTOPUSI. 29/09/05