Ráfagas de Fuego 9

...solo por ti, por suerte o por desgracia...

Su destino era Budapest, pero esta no iba a ser su única parada, se dejaron ver por Oradea, ciudad rumana con frontera con lo que era la antigua Hungría, aunque ahora ya solo existiera Europa como Estado.

Allí estuvieron apenas un día, lo que tardaron en comprar más provisiones para continuar el viaje, eso sí, esa ciudad impresionó a Anastasia, sobretodo por sus monumentales edificios, las guías de Naris decían que eran de estilo barroco.

Pararon en algunos pueblos y aldeas, muchos de ellos, pueblos fantasma totalmente deshabitados por los humanos, solo quedaban las casas y los gatos salvajes, abandonados por sus dueños en su huida hacia el sur. Anastasia intentaba cogerlos y acariciarlos pero cuanto más intentaba acercarse a ellos, más se alejaban. Algunas casas habían quedado abiertas, otras estaban en ruinas, Anastasia y Kirill miraron dentro para ver si podían coger alguna cosa de valor, para luego venderlo en la próxima población habitada y con ello sacar unos euros en recompensa. Encontraron que entre los escombros de una casa había viejas botellas de plástico, las cogieron y las echaron al carro, Shura al ver botellas de plástico en su carruaje se sorprendió, pues hacia más de 20 años que no veía ninguna.

-        Anastasia ¿dónde has encontrado esto? - dijo señalando las botellas de plástico.

-        En aquellas ruinas.

-        Esta aldea debió de ser abandonada antes de caer el meteorito – comentó Shura mirando el pueblo deshabitado – busca más, seguro que debe estar lleno de estas joyas.

Anastasia le hizo un gesto con la cabeza a Kirill para que continuaran rebuscado entre los escombros y las telarañas.

-        ¡Vaya! botellas de plástico, en estas cosas bebía agua yo cuando era pequeña, antes de tener que venderlas para poder comer - dijo Naris sorprendida al ver una botella de plástico que había en su carro.

-        Sí, las ha encontrado mi hija – dijo Shura – creo que pueden haber más, deberíamos buscar todos, si encontramos suficientes podríamos ganar más que trabajando una semana en la mina.

Shura avisó a Vladimir, y Naris a Jenika para ponerse todos a buscar y poder venderlas en la próxima ciudad.

Con los 6 viajeros buscando encontraron un total de 30 botellas de plástico de 2 litros, 17 botellas de plástico de 5 litros, y múltiples objetos y bolsas fabricadas en plástico que podrían pesar, a ojo, alrededor de 3 kilos. Dado que todo el plástico recogido lo amontonaron sin tener cuidado de quien había encontrado qué cosa, decidieron que Jenika y Naris se quedarían la tercera parte de los euros obtenidos en la venta.

Continuaron el viaje y pararon en la ciudad de Szolnok, allí lograron vender la mercancía de plástico a una empresa química que buscaba esta materia prima. Les pagaron 1 euro por cada botella de 2 litros, 1,20 por cada botella de 5 libros y 10 por el kilo de plástico de bolsas, al total sacaron 85 euros pues los plásticos pensaban poco más de lo esperado. Vendido todo y repartido el dinero, 28,5 euros para Jenika y Naris, el resto para la familia de Anastasia, continuaron el viaje hacia Budapest.

Llegaron a la ciudad a mediados de Junio, con 5100 euros de ahorros familiares, custodiados por Shura en su caja fuerte. Se instalaron en una casa alquilada cercana a una fábrica de papel, donde se decía, buscaban trabajadores. Al demandar trabajo en la fábrica les hicieron un contrato para 1 semana, que era el tiempo que tenían pensado instalarse, les pagarían a cada uno 130 euros la semana, incluidos a los jóvenes Anastasia y Kirill, los cuales se hicieron pasar por mayores de edad. A Kirill ya le había cambiado la voz y parecía mayor por lo cual no le costó mucho y Anastasia hacia ya tiempo que parecía mayor de edad, por tanto, los responsables de contratar personal no se dieron cuenta de su error.

Los días pasaban y en los ratos libres salían de casa para observar la ciudad, al parecer eran dos ciudades en una, divididas por el río Danubio, al lado oriental estaba Pest, en la orilla occidental se encontraba Buda, entre ellas estaba el puente de las cadenas, con leones grandes y fuertes como guardianes, eran magnificas criaturas talladas en la piedra, Anastasia se preguntaba si los leones africanos serian así en la realidad.

También fueron a la Plaza de los Héroes, donde pudieron ver las estatuas de los héroes que fundaron Hungría alrededor del pilar central y otras personalidades húngaras en los pilares laterales. Y, cómo no, fueron como turistas al Castillo de Buda, que era patrimonio de la humanidad.

Cuando ya acabó la semana de trabajo, se tomaron unos días de descanso, pues según les habían dicho, allí había aguas termales dignas de bañarse un día entero en ellas. Así que fueron a los baños de Széchenyi durante una semana, cada día les costaba 10 euros por persona, pero les mereció la pena. En el ultimo día en los baños, Naris y Jenika les comunicaron que iban a separarse del grupo, ellas querían ir hacia Grecia para apuntarse en las Tropas de Nueva Justicia cuya sede estaba en Atenas. Anastasia y el resto se quedaron sorprendidos pues creían que iban a llegar hasta España con ellas.

-        ¿Y cómo es que os vais allá? ¿No queríais llegar a Tánger para uniros a las tropas europeas? - dijo Vladimir con tono de decepción.

-        Después de lo de Katja y Borya, hemos reflexionado mucho y hemos decidido que si ellos están dispuestos a luchar por la Noocracia, nosotras también, aunque sea en el Mediterráneo, preferimos eso a proteger a campesinos de la nada, pues ellos solos pueden arreglárselas bien sin que 2 veinteañeras les vigilen. - les explicó Naris.

-        Bueno, os echaremos de menos, ahora estaremos solos por Europa – dijo Vladimir al ver que la decisión ya estaba tomada.

Salieron de los Baños mixtos y se envolvieron en sus toallas asignadas por la empresa que gestionaba el lugar.

Al llegar a casa Naris se puso a buscar una cosa en su cuarto pero al parecer le costaba, cuando Jenika la vio revolver los cajones está le preguntó.

-        ¿Que haces?

-        Buscando la carta que le iba a dar a Anastasia por lode su comportamiento estrafalario– contestó Naris – pero no la encuentro, ¿tú la has visto? Ya sabes, esa que llevaba uno de los collares hechos por mi madre, los de la suerte.

-        Bueno, creo que la deje en la habitación de Anastasia y Kirill, no te preocupes, seguro que ya la han leído y enseguida te dará las gracias por el regalo.

-        No lo entiendes, esa carta no es para ahora, es para que la lea dentro de un mes o dos, cuando ya lleve todos los meses necesarios.

-        ¿Necesarios para qué? - preguntó Jenika desconcertada.

-        Esa niña, bueno niña...ya está grandecita, esa chica es como yo cuando tenia más o menos su edad, lo noto, tiene la misma sensibilidad, y yo pasé por lo mismo que pasó ella cuando creí que no te volvería a ver, claro que puede que ella haya sufrido más.

-        ¿Te refieres a las miradas de odio que lanza a los transexuales? - le interrumpió.

-        No los odia, bueno, no los odiará, y creo, si no estoy equivocada, que tampoco los odiaba antes de lo de su amiga, que creo que en realidad era su novia.

-        Bueno, no me has respondido ¿meses necesarios para qué?

-        Para volver a ser ella misma.

-        O sea, si tú también pasaste por lo mismo, ¿quiere decir que hubo un tiempo que tú no eras tú misma? - preguntó Jenika desconcertada.

Naris se rio por lo bajo ante esa pregunta.

-        Desde que tu huiste de mi aquel día y no te volví a ver, mi mente se trastornó, empecé a creer que tenia enfermedades que no tenia, y tenia miedo a cosas estúpidas que sabia que eran mentira, imposibles o que no iban a ocurrir por que yo me negaba en rotundo, pero aun así, tenia miedo a esas cosas que pasaban por mi mente. Una de ellas fue... el miedo a ser transexual.

-        ¿O sea que tú...?

-        Encima no me recrimines, fue tu culpa, sin tí, se me fue la pinza.

-        ¿Y ahora conmigo? - dijo Jenika con una sonrisa burlona.

-        ¿Ahora?... aún estoy un poco tocada del ala pero... soy feliz estando loca, aunque no en las locuras de antes, sí en esta locura que tú me provocas.

-        No... si conseguirás que te abrace, o algo peor como sigas así. Y una pregunta...¿cuantas mujeres te han gustado en toda tu vida?

-        Eh... ¿fijarme en la belleza o gustado de verdad?

-        Las dos cosas.

-        Bueno pues fijarme en la belleza en varias ocasiones, pero como dice la frase maravillosa ''cuando hablan la cagan'', gustado de verdad, hasta el punto de perder la cabeza, y dar mi vida sin dudarlo, solo por ti, por suerte o por desgracia.

-        ¿Por desgracia?

-        Yo no me quería enamorar, yo quería ser asexual, un ángel en definitiva.

-        ¿Así que querías ser un ángel?

-        No, no solo eso, creía que lo era, hasta que te conocí.

-        ¿Y te volviste mala?

-        No, simplemente volví a la tierra.

-        ¿Oye no decías algo de un carta?

-        Ah sí es verdad, vamos, a ver si hay suerte y aún no la ha leído que tengo que darle una charla.

-        Y le tienes que decir que no tenga tanta transfobia, que ser transexual no es un pecado mortal.

-        No hace falta que se lo diga, ella ya se ira dando cuenta, solo tiene que sufrir un poco las reflexiones internas y se volverá la mar de compasiva.

-        Bueno... ya veremos.

Las dos fueron a la habitación de Anastasia y Kirill para recuperar la carta, no había nadie por lo que pudieron entrar sin problemas.

-        ¿Dónde la dejaste? - le preguntó Naris a Jenika.

-        Sobre el mueble, mírala ahí está – dijo Jenika mientras señalaba un sobre gris sobre la mesita de noche.

-        Menos mal que aún no la han visto.

Naris la cogió y salió en busca de Anastasia, estaba sentada en el sofá mirando la holopantalla donde salían los presentadores del informativo nocturno, al parecer las tropas noocráticas ya estaban en Moscú y los conflictos bélicos ya habían causado 300 bajas en el bando comunista y 70 en el noócrata.

-        Anastasia, quiero hablar contigo ¿puedes?

-        Sí, bueno, estaba viendo las noticias, pero sí, por cierto, ¿Crees que Borya estará allí en Moscú como dicen en la holopantalla?

-        Es posible, esperemos que este bien.

-        Pues sí - dijo Anastasia.

-        Veras...- comenzó Naris – según me he dado cuenta a lo largo del camino, tienes un poco de transfobia ¿verdad?... Pero mi intuición me dice que no siempre la has tenido, dime ¿hace cuanto que tienes ese recelo hacia los transexuales?

-        … -Anastasia se quedo sorprendida ante ese discurso, no se lo esperaba ni con toda su imaginación funcionando al 100 por 100, pero aún así respondió con sinceridad – Desde marzo, más o menos.

-        Bueno ya estamos a finales de Junio, bueno yo solo te puedo prestar una ayuda, no se si servirá, pero por lo menos lo intentará...ten – le dijo Naris a Anastasia mientras le entregaba el sobre gris, que contenía su carta, en mano – verás en este sobre encontraras un alivio a tus problemas, pero deberás esperar aún unos meses para abrirlo, pues si no, no tendrá efecto ¿entendido?

-        Eso creo... – contestó Anastasia.

-        Vale, mira, si es desde marzo...creo que podrás abrirlo a partir de agosto... y para que sea más efectivo... dime ¿que día es hoy.

-        ... 25 de Junio creo -contestó Anastasia.

-        Bueno, pues el 25 de agosto, de este año 2094, abrirás el sobre, no antes, y lo leerás ¿lo prometes?

-        ¿Lo dices en serio? - pregunto Anastasia un poco fuera de lugar.

-        Totalmente, ¿prometes no abrir el sobre antes del 25 de agosto?

-        Vale, sí, y dime, ¿el sobre para que sirve?

-        Para que dejes de tener miedo a los transexuales.

-        ¿Y porque no lo puedo leer ya?

-        Porque no tendrá el mismo efecto, tú cumple tu promesa, y ahora dame un abrazo a mi y a Jenika, que mañana por la mañana nos iremos y puede que no nos volvamos a ver.

Se abrazaron y Naris la miro con ternura dándole 2 palmadas en la espalda. Después Anastasia fue a Jenika para despedirse de ella, se abrazaron, se despidieron y después se fue a dormir junto con Kirill, que ya se había despedido de ellas.

Esa noche Anastasia durmió bien, guardó el sobre en su bolsa de viaje, junto con su tablet y su libro de esperanto.

A la mañana siguiente al levantase, fue a ver si aún estaban en casa Naris y Jenika, pero sus cosas habían desaparecido y solo quedaba un carruaje en el garaje, el suyo, con sus dos caballos, negro y blanco (así los había llamado) en el establo de la casa. Ya se habían ido.