Ráfagas de Fuego 7
Antiko y Petra
Vladimir y Antiko habían quedado enfrente de la entrada de la mina donde trabajaban, a esas horas ya no quedaba nadie, pues la jornada laboral había acabado hacia ya 3 horas.
Cuando estaban a escasos metros, pudieron ver como 7 personas y dos carros, de 3 caballos cada uno, los esperaban en el lugar acordado.
- Ya nos podemos ir – dijo Vladimir después de frenar con las riendas y dejar el carro justo al lado de los demás.
Los compañeros no dijeron nada, simplemente se levantaron de los asientos de piedra y montaron en sus respectivos carruajes.
El carro dirigido por Naris iba en cabeza, le seguían el carro de Vladimir y a la cola el de Borya. A la carretera lejana a la capital se le notaba que hacia ya más de 30 años que no era asfaltada, eso se podía notar sin mirarla, el carro saltaba como un canguro cuando tropezaba en alguno de los huecos del suelo y se inclinaba hacia un lado y hacia otro en múltiples tramos.
Anastasia se agarraba a unas barras que habían al lado del asiento y se había puesto el cinturón de seguridad para no caerse del asiento, o algo peor, en caso de que los caballos se volvieran locos o hubiese algún incidente en la carretera.
La dirección de destino era Kiev, pero tardaron 2 días en llegar, entre bamboleos y paradas para repostar. Quedaban pocos pueblos habitados, y en la mayoría no vendían alimentos y a veces ni agua, solo 2 paradas resultaron tener suficientes recursos que vender, la primera era un pueblo cercano a Moscú que estaba al lado de un río, la segunda, ya a mitad de camino, era una ciudad llamada Gómel, la cual saciaba su sed en el mismo rio que Kiev, allí se aprovisionaron de agua y comida para el resto del viaje y continuaron su camino río abajo.
Ya en Kiev, antigua Ucrania, desmontaron de sus carruajes y buscaron algún lugar donde poder trabajar y alquilar una casa, pero no había trabajo en ningún sitio, Kiev estaba repleta de revueltas populares y conflictos entre el bando noócrata y el bando comunista, la situación era parecida a la de Moscú pero sin la mano dura de la vieja guardia, la comida escaseaba y el agua estaba demasiado contaminada como para beberla sin tratarla antes, lo cual inflaba su precio.
La familia de Anastasia quería partir lo mas rápido posible, pero los noócratas mas fervientes no estaban dispuestos a irse sin combatir.
Naris, Jenika, Borya y Katja fueron a la sede noócrata de la ciudad para ayudar a las tropas y a los ciudadanos noocráticos. Mientras Edgar, Antiko y Petra (la novia/novio de Antiko) fueron a buscar un alojamiento.
- ¿Y por qué no nos vamos? - preguntó Kirill.
- Por nuestra seguridad. Es mejor recorrer Europa en grupos grandes para evitar problemas, además, así nos podemos ayudar unos a otros - le respondió Vladimir.
- Pues deberíamos ir buscando una casa. - dijo Anastasia.
- Y un trabajo – añadió Shura mirando a Anastasia y después a Vladimir.
- Sí, deberíamos, y cuanto antes mejor – concluyo Vladimir mientras se calzaba los zapatos – Vestiros y vamos a ver si encontramos algo – dijo justo antes de bajar del carro.
Anastasia volvió a tener primero ese malestar en la cabeza y luego aquellos pensamientos que le decían que era transexual, ella volvió a intentarlos eliminar pero volvían al poco tiempo, se vistió lo mas rápido y bien que pudo y salio del carro. Tenia una sensación de malestar interior, hacia ya tiempo que la tenia, pero en aquel entonces se le reforzaba.
Al salir Anastasia del mini vestidor, Kirill, Vladimir y Shura la estaban esperando, así que fueron inmediatamente a buscar alojamiento y trabajo.
Se recorrieron media ciudad y lo único para lo que se requería mano de obra era para la guerrilla contra los comunistas gobernantes, dado que no les apetecía ensuciarse las manos de sangre al día siguiente fueron a los pueblos de los alrededores, allí encontraron una granja donde necesitaban unos peones para distintas tareas en el establo y en el criadero, así como un transportista que se encarga de suministrar a la ciudad de Kiev las mercancías. Según decían, el último fue asesinado por los comunistas, aunque el asesinado también era comunista.
Se instalaron allí 2 meses, hasta que las revueltas terminaron y ya no necesitaban valientes que se atrevieran a trabajar en medio de la guerra. En aquel tiempo Anastasia había estado trabajando como cuidadora de caballos con su madre, Kirill se ocupaba de los pollos y las gallinas de la granja y Vladimir de repartir la mercancía de la granja a la ciudad y alrededores. Era ya mediados de Abril cuando les dieron la última paga semanal que iban a cobrar en aquella granja, 100 euros cada uno, un total de 400 la semana, ya llevaban ahorrados casi 5000 euros cuando dejaron aquella bella y peligrosa ciudad.
Cuando se iban a ir se enteraron de que un nuevo compañero iba a ir con ellos, un tal Dimitri amigo de Edgar que había conocido en la ciudad. Todos lo acogieron amigablemente y montaron en los carruajes para continuar el viaje.
Ahora se dirigían hacia Cluj, una ciudad de Rumanía donde se iba a reunir el próximo mes el ejercito noócrata para preparar la siguiente incursión hacia el norte, allí se necesitaría mano de obra, aunque esperaban que no fuera solo para la guerra.
La noche siguiente de comenzar el viaje pararon en una vieja fábrica abandonada, en el centro del antiguo polígono industrial. Tenia techo y puertas para resguardarse del frió. ¿Qué más se podía pedir?
<< Llegamos al atardecer y nos refugiamos en una fábrica abandonada que parecía confortable. Como la puerta estaba abierta y no teníamos llave alguna, uno de nosotros se tenia que quedar de guardia en vela. Por suerte se ofrecieron Dimitri y Edgar para realizar este sacrificio, tranquilos, el resto nos fuimos a dormir.>>
Edgar, antiguo militante de la extrema izquierda rusa, había sido capitán en las luchas de la 2º revolución comunista contra la Noocracia, establecida después de la Anarquía en todo el continente. La Noocracia pretendía ser una mejora de la anterior democracia, y en varios aspectos lo consiguió, pero no por ello dejaba de tener opositores. Edgar por su ideología neo-comunista creía que la Noocracia era una dictadura de los intelectuales modernos, en la cual el pueblo estaba sometido a unos pocos eruditos, y con suerte sabios, él creía en las razones que sus amigos tenían para luchar contra la Noocracia ''Nadie es lo bastante inteligente para merecer ser obedecido'', ''No existe preparación alguna que te enseñe como gobernar un país'', ''No se puede analizar fielmente la moral de las personas, por tanto nadie nos puede imponer las leyes que ellos digan'',estos eran los argumentos principales para luchar contra los noócratas.
Los noócratas lo sabían, sabían que era lo que pensaban los comunistas ellos y por eso procuraban suavizar sus defectos de gobierno, a veces eso se lograba haciendo participar al pueblo en las decisiones importante, otras se hacían consultas populares para comprobar que el pueblo estaba conforme con las leyes impuestas, pero eso no era ni de lejos suficiente para un neo-comunista, lo más importante era que todo, TODO, estuviera en manos del pueblo, todo; la tierra, el cielo y los mares ''Es el pueblo quien tiene que decidir el destino del mundo, no una pequeña parte empollona del pueblo'' ese era su lema más socorrido.
Edgar odiaba a los noócratas por querer quitarle poder al pueblo y darselo a unos listillos con trajes caros, así que cuando conoció a esa cuadrilla de viajeros noocráticos no lo dudo un momento, se uniría a ellos y los entregaría a el ejercito comunista, de esa manera, además de hacerle un favor a la humanidad, se haría un favor así mismo, pues por cada noócrata capturado le darían suficiente dinero para vivir un año sin preocupaciones financieras, y con los 10 noócratas que tenia por compañeros podría irse a la India, comprarse una granja y vivir bien el resto de su vida. Así que cuando todos dormían, él y su compañero Dimitri, de la vieja guardia por supuesto, fueron al centro de la ciudad donde estaba la sede de los comunistas ucranianos.
Antiko se despertó con el ruido de los pasos de Edgar. Fue hacia el fuego encendido cerca de la puerta abierta, sigilosamente para no despertar al resto, se quedo un rato para entrar en calor e intentar olvidarse del futuro totalmente incierto que les esperaba.
Mientras miraba por una ventana vio algo extraño a lo lejos, se levantó y fué a buscar sus gafas antiguas, la verdad era que ni aún con gafas podía ver con claridad, seguramente le hubiesen aumentado las dioptrías. Cuando ya estaban un poco más cerca logró distinguirlos, eran la vieja guardia, abrió los ojos bien para volverlo a mirar, me lo habrá echo ver mi mala vista - pensó-, al volver a mirar seguían siendo ellos, vestidos con trajes azul-morado.
Al confirmar su visión fue a avisar al resto.
- ¡Despertar! ¡la vieja guardia! ¡tenemos que irnos! - gritó Antiko a sus compañeros tumbados y envueltos en mantas.
- ¿Están aquí? ¿pero cómo nos han descubierto? - dijo Katja mirando al resto.
- Será mejor que nos vayamos – sugirió Borya mientras se levantaba y habría la puerta del improvisado dormitorio.
- Vamos a recoger las cosas y nos vamos lo mas rápido posible – dijo Naris mientras metía sus mantas y las de Jenika en su bolso de viaje.
- Ya están muy cerca, no sé si nos dará tiempo. - comentó Vladimir con un ligero tono de preocupación.
- No os preocupéis a ellos las familias transexuales como la nuestra les caemos bien – dijo mientras miraba y sonreía a Antiko – sino ¿para que se toman tantas molestias por nosotros? - sonrió mientras miraba hacia el suelo en una sonrisa de tristeza – Nosotros iremos a hablar con ellos mientras vosotros os vais, ¿a que sí Antiko?
- Seria lo mejor. - dijo Antiko mientras miraba hacia el cielo.
Petra y Antiko salieron de la antigua fabrica con sus abrigos y vieron a poco mas de 50 metros, alrededor de 10 hombres y mujeres vestidos con el uniforme oficial de la vieja guardia, acompañados de Edgar, y cual fue la sorpresa de ambos cuando vieron que uno de lo guardias era Dimitri.
- ¡Mirar! ¡los ha guiado Edgar! – gritó Jenika mientras miraba la vieja guardia aproximarse.
- Será mejor que nos vayamos ya. - sugirió Katja.
- Voy a preparar los carruajes, Naris ¿donde has dejado las herramientas? - preguntó Borya.
- Al lado de aquellos barriles vacíos.
Jenika vigilaba los sucesos desde la puerta de la fábrica, Borya y Vladimir preparaban los carruajes, mientras el resto recogía y cargaba en los carros sus pertenencias.
La conversación entre Antiko y Petra con la vieja guardia parecía ir bien, pero de pronto se escucharon disparos y Edgar y un miliciano de la vieja guardia cayeron al suelo. Jenika avisó al resto para que sacaran los carros fuera de la fabrica rápidamente y poder salir de inmediato. Cuando volvió a salir pudo ver como la vieja guardia había arrestado a Antiko y Petra y los dormían para venir hacia la fábrica.
- ¡Vienen hacia aquí! ¡hostia! ¡daros prisa! - gritó Jenika al resto, pero ya estaba todo listo.
- ¿Dejaremos a Antiko y a Petra con ellos? - preguntó Naris.
- ¿Nos queda otro remedio? - le respondió con otra pregunta Borya.
- Subamos a los carros – ordenó Naris con desagrado.
La vieja guardia ya estaba cerca, cada cual subió en el carro que más próximo tenian, eran 3 carros, uno de ellos era el de Antiko y Petra, en él subieron Anastasia, Naris y Jenika.